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La existencia

Avalokiteshvara

 

Las características básicas de la existencia son: el sufrimiento, la impermanencia y la impersonalidad.

El sufrimiento es universal y alcanza a todos los seres vivientes. Es insatisfacción, tribulación, malestar. Por una inadecuada actitud de nuestra mente, la impermanencia nos origina sufrimiento. Así, al sufrimiento inevitable se añade el sufrimiento extra que proviene de nuestra ignorancia existencial, el deseo, el afán de aferrarse a todo cuando todo es transitorio y efímero. La ignorancia es una carencia de visión de las cosas tal y como son. El Nirvana, la más alta realización, representa la extinción del sufrimiento (dukkha).

Nada es permanente, estable, inmutable. Todo cambia, todo fluye. Lo que tiene comienzo, tiene fin; lo compuesto tiende al deterioro. Nada es estático. Tal es otra característica de la existencia, que debe ser entendida no sólo intelectual, sino intuitivamente. De otro modo la impermanencia (anicca) es fuente de sufrimiento.

Todo está desprovisto de personalidad, de ego, de una entidad permanente e inmutable. No hay ningún ser que disponga de una identidad permanente. Sólo podemos hablar de un yo provisional. Todo está vacío, todo está carente de sí mismo. El ser humano, para el budismo, es un conjunto de agregados, pero nadie es el dueño de los agregados. Los cinco agregados (skandas) forman una personalidad circunstancial o provisional que no es tal con un carácter definitivo.

El fluir continuado (santana) de los procesos físicos y mentales proporciona la falsa idea de una personalidad permanente, de un ego. Pero ni en el cuerpo ni en la mente hay algo permanente. No hay un testigo de la mente, alguien que piensa, alguien que percibe los sentimientos. Lo que hace es un factor mental. El budismo niega la realidad de un atmán, de un ser estable. La vida, impulsada por el karma (ley de acción-reacción, causa y efecto), se desliza instante a instante. Son innumerables los momentos-pensamiento. No hay un ego, sino muchos egos provisionales.

Los cinco agregados de un individuo son la materia (rupa), las sensaciones (vedana), las percepciones (sañña), las formaciones mentales (samkhara) y la consciencia (viñña). Nadie es, para el budismo, el protagonista de tales agregados. Si se separasen, no habría ninguna entidad permanente al margen de ellos.

La enseñanza de anatta (no-ego, impersonalidad) representa la quintaesencia del budismo. Todas las doctrinas orientales insisten en las otras dos características (el sufrimiento y la impermanencia), pero sólo el budismo es insobornable en cuanto a la concepción de que todo está vacío, carente de ego o alma. Los textos insisten una y otra vez sobre esta característica de la existencia. Todo está vacío. La ilusión y la ignorancia le hacen creer al ser humano que hay una entidad permanente, cuando lo más que se puede hablar es de un ego convencional o de conveniencia.

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