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La autobiografía de Han-Shan

1546-56 -        Mis Primeros Años
1556-66 -        Llegando a Ser Monje
1566-76 -        Conociendo a Miao Feng
1576-86 -        Samadhi
1586-96 -        Una Mente Realmente Brillante
1596-06 -        "Purifica tu Mente"
1606-16 -        La Corte
1616-22 -        El Himno del Portaestandarte
1623 -             El Último Año  

Entrenamiento Temprano, Mis primeros Años

 

Nací en la familia Cai, siendo mi padre el honorable Yen Gao Cai.

Déjenme contarles acerca de mi nacimiento. Mi madre, cuyo apellido de soltera era Hong, había sido devota toda su vida de Guan Yin. Una noche, al principio del año 1546, mi madre soñó que Guan Yin con su manto blanco había venido a nuestra casa llevando de su mano a un pequeño niño. Mi madre estaba tan llena de gozo a medida que les daba la bienvenida, que se arrodillo abrazando al niño. Después de haber tenido su sueño, ella descubrió que estaba en estado de gestación. Y por lo tanto, en el doceavo día del décimo mes del año - en noviembre 5 - llegué a este mundo. Mi cuerpo estaba cubierto con una membrana amniótica que no sólo era signo de buena fortuna sino que era similar - o así mi madre pensó - al manto blanco de Guan Yin.

 

El Segundo Año (1547-8)

Cuando tenía un año de edad, contraje un catarro muy fuerte que casi me mata. Mi madre le rezó a Guan Yin, prometiéndole que si me recobraba ella me dejaría ser un monje. Por supuesto, me recobré. Así que mi madre me inscribió en el Templo de la Larga Vida. Después de esto, me dio un apodo, "Heshang", que significa Monje Budista.

El Tercer Año (1548-9)

Yo no era lo que ustedes dirían un niño energético. Me sentaba solo, y nunca me importó jugar con otros niños. Mi abuelo decía frecuentemente - Este muchacho es como una estaca de madera.

El Séptimo Año (1552-3)

Cuando fue el tiempo de darme educación, mis padres me enviaron a la escuela de la vecindad. Nada filosófico me ocurrió hasta el día que uno de mis tíos murió. Aunque amaba mucho a mi tío, ni siquiera sabía que estuviera enfermo. Cuando regresé de la escuela y lo encontré estirado y quieto sobre la cama, no supe que pensar. Mi madre me jugó una treta.

- Tu tío está durmiendo. - dijo - Puedes despertarlo.

- Le llamé y le grité tratando de despertarlo, pero no respondía.

Mi tía no estaba muy divertida por eso. - ¿Qué te pasa? - gruñó. - ¡No puedes ver que se ha ido!

Yo no podía entender cómo se había podido ir cuando todavía estaba allí.

Mi madre explicó - Tu tío está muerto. Su cuerpo está aquí, pero su espíritu se ha ido.

Y por lo tanto me pregunté a dónde va el espíritu cuando el cuerpo muere. Pronto, después de esto, otra tía mía dio a luz un niño. Mi madre y yo fuimos a visitarlos. Cuando vi el bebé, pregunté - ¿De dónde viene este bebé?

- Vino del vientre de tu tía - respondió ella.

Esto era muy misterioso. Pregunté - ¿Y cómo llegó allí?

Mi madre me dio una palmadita en la cara y dijo - ¡Tontillo! ¿De dónde llegaste? ¡De mi vientre! ¿No sabes cómo llegaste allí?

No sabía cómo había podido hacerlo para llegar ahí, y por lo tanto estaba muy preocupado. Así es como comencé en mis averiguaciones sobre la vida y la muerte. Para ser honesto, nunca realmente lo he entendido.

El Octavo Año (1553-4)

Cuando tenía ocho años fui enviado a una escuela más avanzada que estaba situada al otro lado del río del lugar donde vivíamos. Por esa razón, fue necesario para mí hospedarme en la casa de un pariente. Este fue un tiempo verdaderamente doloroso en mi vida. Mi madre sabía que importante era la educación y cuán miserable sería mi futuro sin una formación adecuada. Pero yo era un niño. Y no entendí. Todo lo que sabía era que extrañaba a mi mamá. Estaba tan nostálgico que no podía concentrarme en mis estudios. Mi madre trató de forzarme a sobrepasar mi apego a su persona no dejándome ir a casa más de una vez al mes. Bien, durante una visita decidí no regresar a la escuela. Rehusé ir al desembarcadero para coger el ferry que me llevaba al otro lado del río. Mi madre se enojó y comenzó a pegarme con un palo persiguiéndome hasta el muelle. Pero todavía seguí rehusando montarme en el barco. Esto la enojó tanto que me cogió por el cabello y me arrojó al río. Entonces se dirigió a la casa sin incluso sin mirar hacia atrás donde me había dejado. Afortunadamente, mi abuela que lo había observado todo consiguió a alguien para que me sacara del río. Sano y salvo, fui enviado felizmente de vuelta a casa.

Mi madre no estuvo muy feliz de verme. Le gritó a mi abuela - ¿Quieres que el niño se malogre? Si no triunfa en la escuela será un inútil. ¡Prefiero verlo ahogado ahora que dejarlo aquí conmigo y que arruine su vida! - Entonces mi abuela la acusó de ser dura de corazón. Pero mi madre ignoró la acusación y agarró otro palo. Con el cual me dirigió de nuevo al embarcadero.

Esta segunda vez, cuando me monté al bote mi corazón cambió. Creí que mi madre era cruel y que no me quería. Así que dejé de extrañarla y sobrepasé mi añoranza completamente. No fue hasta años después que me enteré que con mucha frecuencia mi mamá iba al embarcadero y se sentaba allí a llorar por mí.

El Noveno Año (1554-5)

Fui transferido a una escuela monasterial. Cada día escuchaba a los monjes recitar El Sutra de Guan Yin Avalokitesvara, la Bodhisattva que podía liberar al mundo del sufrimiento. El escucharlo me hizo tan feliz que supliqué por una copia para poder aprenderlo y cantarlo también. Un monje me dio una copia y pronto me la memoricé. Sabía cuánto mi madre la había venerado, cómo le había rezado cada día y quemado incienso, pero nunca escuché que le cantara a Guan Yin. Así que un día le pregunté - ¿Sabes que nuestro Bodhisattva tiene un sutra especial?

Mi madre se sorprendió. - No sabia eso - dijo. Entonces le recité el sutra. Ella estaba absolutamente deleitada.

- ¿Dónde aprendiste esto? - Preguntó añadiendo - ¡Cantas igualmente que un monje viejo!

El Décimo Año (1555-6)

Yo no era más estudioso de lo que era de sociable y energético. Estaba cansado del trabajo escolar y no podía ver la más mínima utilidad en el estudio. Mi madre tenía que forzarme a hacer las tareas. Trataba fuertemente de motivarme. Cada vez que yo protestaba, me daba una perorata, estimulándome y asegurándome que si obtenía una buena educación podría llegar a ser un oficial gubernamental. Yo había pensado acerca de esta posibilidad.

- ¿Un oficial de que rango? - le pregunté.

- De cualquier rango - respondió - del menor al mayor. ¿Por qué? Si una persona es talentosa puede llegar a ser Primer Ministro.

- Y después que llega a ser Primer Ministros, ¿entonces qué? - Pregunté.

Ella dijo - Entonces se puede retirar.

Pensé que podía ganarle este argumento. - Bien - le dije - ¿Cuál es la razón de trabajar tan arduamente toda mi vida para obtener una alta posición si me voy a retirar cuando alcance la meta?

- Si yo fuera tú, no me preocuparía acerca de obtener una posición alta - me contradijo. - Tú no tienes ese gran talento.

Después de desinflar mi ego, trató de orientarme hacia la vida religiosa diciendo - Puede que seas capaz de llegar a ser un monje caminante. - Sentí curiosidad. - ¿Qué era un monje caminante? ¿Es bueno ser uno de ellos? - Entonces me dijo que los monjes caminantes son discípulos de Buda que viajan a través de todo el país recibiendo ofrendas de las personas. También me dijo que esos monjes eran verdaderamente libres. Pensé - ¡Mmmm! Libre y mantenido por ofrendas.

- Eso me viene bien - anuncié.

- Si eso es lo que piensas, - dijo ella, - entonces no tienes la actitud correcta.

¿Cuál es la actitud correcta?

- Los hombres que tratan de llegar a ser Budas o Patriarcas son mucho más que escolares itinerantes. Ellos son hombres santos que se dedican al Dharma.

Pensé acerca de esto. - Podría ser un santo, - le dije - pero, ¿sería posible que me dejaras ir de la casa para llegar a ser un monje caminante? - Bueno, te propongo algo - replicó ella - Si llegas a ser santo, te dejaré llegar a ser un monje.

Desde ese día en adelante, mantuve firme en mi mente el pensamiento de llegar a ser un monje.

Llegando a Ser Monje

El undécimo Año (1556-7)

Un día varios monjes vinieron a mi casa. Llevaban sombreros de paja y bambú, y para mí lucían muy extraños.

Le pregunté a mi madre - ¿Quiénes son esos hombres? - Son monjes nómadas - respondió.

Por fin había poder ver a los monjes nómadas. Los observé colocar sus pertenencias al lado de un árbol y luego comenzar a pedir ofrendas de comida.

Mi madre los trató con gran respeto. - Venerables Señores, por favor, tomen asiento - dijo, e inmediatamente se apuró a preparar el té y la comida para ellos.

Después de que terminaron de comer, recogieron sus pertenencias y se prepararon para partir. Justamente cuando comenzaban a alzar sus manos en gesto de gratitud, mi madre los detuvo diciendo - Venerables Señores, por favor, no me lo agradezcan. - Inmediatamente los monjes dieron la vuelta y se fueron.

Pensé que los monjes no tenían buenos modales. - Ellos debieron decir 'gracias' de todas formas - le dije a mi madre.

No - dijo mi madre. - Si ellos hubieran persistido en agradecérmelo, entonces tendría que aceptar sus gracias y no hubiera obtenido ningún merito, ¿comprendes? Mi regalo hubiera sido entregado a cambio de las gracias, en lugar de darlo libremente, por el amor al Dharma. - Así que percibí de inmediato que aquello que pensé que era una conducta descortés era realmente la mayor consideración y compasión. Fui capaz entonces de entender por qué los monjes eran grandemente respetados. Después de eso, desee verdaderamente llegar a ser uno de ellos y me arrepentí de que todavía no tenía la santidad necesaria para serlo.

El duodécimo Año (1557-8)

Las cosas del mundo no me interesaban en absoluto. Cuando me enteré que mi padre estaba buscando esposa para mí, inmediatamente lo detuve. No quería casarme.

Un día supe por un monje, quien había llegado de Nanjing, acerca de cierto Xi Lin, un hombre muy virtuoso, que era el Abate del Templo de Bao En. Quería aprender acerca del Dharma y que él me enseñara. Pero naturalmente cuando le dije a mi padre que quería irme de la casa para ir a Nanjing a estudiar Budismo, él rehusó la petición. Así que hablé con mi madre y ella habló con él.

Ella dijo - Lo formamos con la esperanza que alcanzaría sus propias metas. Esta es su meta, así que dejémosle que la persiga. Ella triunfó sobre mi padre y en el décimo mes del año me fui al Templo de Bao En a estudiar.

Cuando el Abate Xi Lin me vio, pareció deleitado. ¡Este muchacho es diferente! Pienso que seria penoso si llegara a ser un hombre común. Me llevó a ver el Maestro Wu Ji quien estaba dando unas charlas sobre el Dharma en el Salón Tripitaka del Templo. Allí conocí el gran académico Zhao Da Zhou quien tocándome la cabeza dijo - Este muchacho será un maestro de hombres y de cielos. - Entonces me preguntó, - ¿Preferirías ser mejor un oficial o un Buda?

Inmediatamente repliqué: - Un Buda.

Este muchacho es especial - dijo Zhao. - Deberíamos enseñarle bien. Pienso que un día será un gran hombre, añadió cortésmente.

Cuando asistí a las conferencias del Dharma, no siempre comprendí el significado técnico de lo que se decía, pero intuitivamente lo entendía. Y un sentimiento maravilloso descendía sobre mí a medida que escuchaba. Fue como si el Dharma fuera una canción que una vez conocí pero que había olvidado, y que ahora estaba escuchando pedacitos de la melodía y unas cuantas notas del compás aquí y allá, y las podía reconocer - aunque todavía no pudiese poner todo junto para reconstruir la canción.

También encontré mi primer hermano en el Dharma: Xue Lang. Con trece años, era un año mayor que yo. Acababa de dejar el hogar para llegar a ser un monje del Maestro Wu Ji y fue el primer miembro de entrar a la vida religiosa tan joven. Él llegó con el Maestro Wu Ji quien fue el primer Maestro que ofreció charlas sobre el Dharma en nuestra región.

El Decimotercer Año (1558-9)

Primero, el Maestro del Abate seleccionó a un monje llamado Jun para que fuera mi tutor. Jun era un hombre educado de muy buen carácter. Él comenzó mi instrucción con el Sutra del Loto, y en menos de cuatro horas fui capaz de recitarlo de memoria.

El Decimocuarto Año (1559-60)

Continué mis estudios con Jun, aprendiendo de memoria otros sutras populares. Esto, por supuesto, complació al Maestro Abate. - Cualquiera que aprenda tan bien, se le deberá dar una guía esmerada - dijo. Y por lo tanto, me encontraron otro maestro de gran calidad.

El Decimoquinto Año (1560-1)

A petición del Maestro, mi maestro comenzó mi instrucción con la literatura clásica requerida para los exámenes académicos. Tan pronto como demostré que podía entender la asignatura, se me dio para estudiar adicionalmente, Los Cuatro Libros. Estuve enfermo todo el año.

El Decimosexto Año (1561-2)

En este año terminé de estudiar Los Cuatro Libros y fui capaz de recitarlo desde el principio hasta el final sin escapárseme una sola palabra.

El Decimoséptimo Año (1562-3)

Mientras demostraba mi maestría en Los Cuatro Libros, estudié Los Cinco Clásicos, Los Libros del Sabio, historia de la literatura antigua y composición poética. Comencé a escribir poemas y artículos que mis compañeros respetaban y apreciaban sinceramente.

El Decimoctavo Año (1563-4)

Mi decimoctavo año no fue un año para mí. Primero que todo, el asistente del jefe examinador enseñó solamente Daoismo. No siendo él mismo un consumado Daoísta, hacía que los estudiantes revolotearan alrededor de él, cotorreando sus líneas de sabiduría Daoísta. Si no podían seguir el canto, no eran promovidos de grado. Pensé que todo eso era vergonzoso y quise abandonar mis estudios. Afortunadamente, también estuve enfermo todo ese año y no tuve que asistir a clases.

El Decimonoveno Año (1564-5)

Todo lo que mis compañeros y yo pensábamos era encontrar un 'atajo' al éxito. Para mí, ese 'atajo' significaba ir a la capital a tomar un examen académico; por lo tanto, me preparé haciendo las aplicaciones necesarias. Pero mientras estaba en eso, el Maestro Yun Gu, el del Ojo Derecho del Dharma, comenzó a visitar regularmente el Monasterio de la Montaña de Qi Xia. Fue para mi un privilegio ir allí a servirle durante sus visitas que duraron un mes.

Cuando el Maestro Yun Gu se enteró que iba a tomar el examen académico, temió que pudiera dejar la vida monástica, así que se sentó conmigo y tuvimos una larga conversación, hombre a hombre. Brillantemente argumentó el caso de llegar a ser un monje siguiendo el Camino Chan. Describiendo la mente, sus conjeturas y especulaciones y me aseguró que abandonando los deseos mundanos y practicando el Chan, también podía realizar esos estados de mente extraordinarios. Una por una, me contó acerca de las vidas de los Maestros en el pasado y sus grandes logros.

Entonces me encontré una copia de Los Proverbios de Zhong Feng y comencé a leerla. Inmediatamente supe que había encontrado mi verdadero camino. ¡El libro era absolutamente placentero! Estaba completamente de acuerdo con cada una de sus afirmaciones. Sin ninguna duda decidí llegar a ser monje y unirme a la Sangha. Le pedí al Maestro del Abate que me rapara la cabeza, quemé todos mis libros y escritos, y me dediqué a practicar lo que poco que sabía del Chan.

No teniendo ni un manual de entrenamiento ni un maestro, no sabía mayor cosa acerca de las variadas técnicas Chan, así que tuve que contentarme con la práctica de concentrar mi mente en el Buda Amitaba mientras repetía su nombre. Día y noche, sin interrupción, recité su nombre sagrado. Entonces, una noche, soñé con el Buda Amitaba. Estaba flotando sobre el aire lo suficiente como para ver sus pies cuando me arrodillé frente a él. Lentamente miré hacia arriba y cuando vi su rostro radiante me llené de amor por Él. Entonces le recé a Guan Yin Avalokitesvara, a Mahasthamaprapta, sus dos bodhisattvas asistentes, e inmediatamente aparecieron a la mitad de su tamaño. Después de esto, cada vez que le rezaba a estos tres del Paraíso del Oeste - el Buda Amitaba, Guan Yin Avalokitesvara y Mahasthamaprapta - se me aparecían. Por lo tanto, sabía que mi práctica sería exitosa.

Ese invierno recibí la ordenación completa bajo el Maestro Wu Ji.

Fue un tiempo emocionante. El salón en que me ordené, que realmente era el Salón de Meditación Chan, era usado también para las charlas del Dharma, y dado que el Maestro Wu Ji había aceptado una invitación para dar unas conferencias sobre El Hua Yen Hsuen, que era el comentario del Maestro Qing Liang sobre el Sutra Avatamsaka, me quedé para asistir a ellas.

Cuando el Maestro Wu Ji llegó al capítulo titulado 'Los Diez Portones Maravillosos del Océano Simbólico del Samadhi', repentinamente entendí como todas las cosas están conectadas en el Dharmadhatu, la Tierra Espiritual de la Realidad. Este entendimiento era tan claro que decidí llamarme a mí mismo 'Cheng Yin' que significa 'impresión clara', porque estaba altamente impresionado con la naturaleza y temperamento del Maestro Qing Liang.

Aunque ciertamente había despertado a ese significado profundo, de todas formas me dirigí al Maestro Wu Ji para pedirle que evaluara mi entendimiento. Esto es lo que él hizo. - ¿Sabes - preguntó el Maestro Wu Ji - por qué esta montaña se llama 'Qing Liang?

Yo no sabía, así que me explicó que la cima de la montaña estaba cubierta con hielo en el invierno y que incluso en verano la nieve continuaba cayendo allí. Era un lugar que no experimentaba el calor del sol.

- Se como la Montaña de Qing Liang - dijo - y siempre sostén su presencia en tu mente.

Desde ese día, no importa donde me encontrara, o lo que estuviera haciendo, el escenario nevado de la Montaña de Qing Liang llenaba mi visión. En un sentido verdadero, continué viviendo en esa montaña. Casi nada más me interesaba. Estaba desprendiéndome del resto del mundo.

El Vigésimo Año (1565-6)

En el día decimosexto del primer mes de este año el Maestro Abate Xi Lin murió. Sólo nueve días antes se había vestido y había ido a visitar cada monje en el monasterio para despedirse. Todos se quedaron sorprendidos. Entonces, tres días después de esta despedida, instruyó a todos en que hacer después de su muerte. Estaba enfermo pero rehusó tomar medicinas, diciendo - Cuando es tiempo de irse, ¿para qué tomar medicinas? Reunió a sus discípulos y todos recitaron el nombre del Buda Amitaba por cinco días y cinco noches. Entonces, sosteniendo su rosario cerca de su pecho, el Maestro Abate murió. Había sido el Abate del Templo de Bao En por treinta años. Su sutra favorito era el Sutra Diamante y lo recitó cada día de su vida.

Por supuesto, estaba el asunto de la sucesión. Dos años antes, en la víspera de Año Nuevo, el Abate Maestro había reunido a sus discípulos diciéndoles - Tengo ochenta y tres años y pronto dejaré esta tierra. Aunque tengo más de ochenta discípulos, ninguno de ellos será capaz de tomar mi lugar. - Todos estuvimos confundidos con la declaración. El Abate Maestro entonces me dio una palmadita en la espalda y dijo - desearía poder verlo crecer, pero eso no es posible ahora. Sí, aunque es joven, es tan capaz como un adulto. Después de mi muerte, a pesar de su juventud, debe ser consultado en las materias concernientes al monasterio.

Todos estaban sorprendidos, cuando dos meses después de su muerte, en el decimoctavo día del tercer mes, las habitaciones del Abate se incendiaron destruyéndose. Ahora entendía su significado. Nadie podía reemplazarlo.

En el décimo mes de este año el Maestro Yun Gu organizó una reunión de meditación Chan en el Templo de Tian Chi. Cincuenta y tres renombrados maestros acordaron venir y aunque yo no era un maestro, el Maestro Yun Gu insistió en que asistiera. También insistió que el Abate del Templo Bao En me permitiera participar. Afortunadamente, el Abad estuvo de acuerdo y pude unirme al grupo.

Después de todo, era el único principiante y como tal, tenia problemas controlando mi mente. Llevando un palito de incienso en gesto de respeto, llamé al Maestro Yun Gu y le pedí que me instruyera. Me dijo que por los tres próximos meses debería trabajar exclusivamente en tratar de resolver el Kung An "¿Quién está repitiendo el nombre de Buda?"

Me dispuse hacer la tarea vigorosamente. En el amanecer, sin duda por la tensión, un absceso grande se formó en mi espalda. Tanto preocupó al Maestro que temí que me prohibiera continuar con mi nueva meditación. Me puse mi manto y fui a rezar ante el altar del Monasterio Guardián de Wei T'ou - ¡Oh Protector del Templo - dije - no hay duda que soy culpable de un serio pecado y debo sufrir esta enfermedad para purgarlo. No te pido que me libres del pago de mi deuda sino simplemente que lo pospongas hasta que sea capaz de completar el período de los tres meses de meditación. Para demostrarte mi buena fe recitaré el Sutra Avatamsaka diez veces.

Fue después de media noche cuando, extenuado, fui finalmente capaz de quedarme dormido en la estera de meditación. Cuando desperté había olvidado todo acerca de mi absceso. El Maestro no. Todo el día se la pasó preguntándome sobre mi enfermedad y le aseguré que estaba bien. Insistió en examinar él mismo el absceso y para sorpresa de todos, se había disminuido. Aunque fui capaz de continuar la meditación del Kung An en la cual entré con una mente tan fija, por los siguientes tres meses parecía que estaba viviendo en un sueño. No noté la presencia de la asamblea. Ni siquiera supe lo que estaba pasando. Cuando fui a un mercado congestionado de personas, no estuve consciente de una sola de ellas. Estoy seguro que los otros monjes pensaron que lo que había conseguido era meramente la perdida de la razón, pero yo sabía que había logrado la completa concentración.

El éxito del Chan en las provincias del este al sur del Río Yangtse fue inmenso debido a los esfuerzos del Maestro Yun Gu. Antes de que organizara las reuniones Chan, era costumbre de los monjes usar ropas comunes de colores brillantes. Después de las reuniones Chan, sin embargo, resolví cambiar esa tradición. Dejé de usar la ropa de los laicos y usé en su lugar el manto de la Sangha. La gente me miraba extrañada cuando me veían pasar.

Conociendo a Miao Feng

Mi Vigésimo Primer Año (1566-7)

En el año después de la conferencia Chan, en el día veintiocho del segundo mes, el desastre golpeó el Templo de Bao En. Una tarde durante una violenta tormenta, a la cinco en punto, un rayo le cayó a la estupa y el altar se incendió. A las siete de la noche ya todo estaba quemado. Solamente en dos horas, ciento cuarenta estructuras - habitaciones, salones, corredores pintados - fueron reducidos a cenizas.

El Emperador hizo responsable a los administradores del monasterio de la pérdida, y una orden fue decretada para que las autoridades civiles arrestaran al nuevo Abate y a los dieciocho monjes de alto rango. Fueron transportados a la cárcel a más o menos veinte millas Chinas de distancia. La mayoría de los monjes restantes, no deseando unírseles y no teniendo de todas formas un lugar donde ir, se fueron rápidamente. Los pocos monjes que eligieron quedarse en las ruinas estaban tan desconcertados que no supieron que hacer. Ellos habían perdido su hogar y sus líderes.

Recordando la buena opinión que el antiguo Abate tenía de mí y cómo había instruido a otros para que yo fuera consultado en materias administrativas, procuré merecer su confianza y comencé de inmediato a organizar las cosas. Los prisioneros dependen de la familia y los amigos para su alimentación, así que mi prioridad fue el obtener comida para el Abate y los monjes. Cada día, durante tres meses completos, preparamos un cesto con vegetales salados que después yo llevaba a la cárcel. Otros monjes y amigos también ayudaron; y con nuestros esfuerzos combinados, el Abate y los monjes fueron capaces de tolerar su encarcelación. Finalmente, después de esos tres meses fueron puestos en libertad.

Pero el joven abate, sin duda alguna destruido por la experiencia, pronto murió, no dejando a nadie que se ocupara del templo y la comunidad.

Cuando el viejo abate murió, no dejó ningún dinero. Incluso el costo de su funeral tuvo que ser pagado con fondos prestados. Por lo tanto le di mi segunda prioridad a pagar las antiguas deudas del templo. Después de todo, si no pagábamos, los acreedores confiscarían las tierras y las propiedades que permanecían en ellas, y eso sería el final de la comunidad religiosa. Entre nuestro duro trabajo y la generosidad de los otros, fui capaz de reunir algún dinero para pagar las viejas deudas y ayudar, por un tiempo, a los monjes que permanecían en residencia.

Xue Lang (mi hermano en el Dharma y mi querido amigo) y yo decidimos reconstruir el Templo Bao En. Dado que no teníamos dinero, esto no prometía ser una tarea fácil. También sabíamos que, más que dinero, nuestro plan requeriría paciencia, esfuerzo, sabiduría e integridad; y por lo tanto, hicimos la promesa de permanecer fieles al Dharma mientras esperábamos la oportunidad más apropiada para comenzar.

Entonces, decidí peregrinar. La primera parte de la peregrinación comenzó ese invierno cuando fui al Templo de Tian Jie y escuché al Maestro Wu Ji hablar sobre el Sutra del Loto.

Pensé que para la próxima parte de mi viaje debería tener una compañía, así que busqué entre mis acompañantes en el Templo de Tian Jie por uno apropiado para el viaje. No encontré a nadie.

Entonces un día se me ocurrió que las letrinas estaban siempre particularmente limpias. Solamente un hombre extraordinario podía hacer consistentemente bien tan desagradable tarea. Me enteré de la identidad del monje de la limpieza y lo fui a llamar, pero, dijo que estaba enfermo y declinó verme. Esto era un poco misterioso dado que podía ver que cada mañana las letrinas habían sido meticulosamente limpiadas. ¿Cuándo limpiaba él?

Una noche me quedé despierto a propósito y fui a las letrinas a observar la operación de la limpieza. Espié en vano. Los inodoros ya habían sido lavados. Dado que todo estaba seco supuse que se habían limpiado temprano, probablemente durante la sesión de meditación de la tarde.

Antes de que pudiera resolver el misterio, el monje de la limpieza dejó de trabajar en la letrina. Los inodoros volvieron a estar inmundos. Le pregunté al administrado todo lo referente al monje, y me dijo que estaba muy enfermo y se le había encamado en la habitación de los invitados. Fui inmediatamente a verlo y lo encontré en una terrible condición, ictericia y dispepsia. Le pregunté cómo estaba y respondió - Mi salud no vale mucho incluso cuando está buena. Cuando está mala, es realmente horrible.

- ¿Cómo es eso? - pregunté.

- Bien - dijo confidencialmente - con buena o mala salud, mi apetito permanece intacto así que cuando veo y huelo comida, realmente quiero comer. Pero cuando mi salud es mala, mi cuerpo no puede tolerar comida, como puede ver.

Pensé que los biscochos dulces podían ser más fáciles de digerir así que le compré algunos. Le pregunté su nombre y replicó - Miao Feng; nativo de Fuzhou.

Lo invité para que me acompañara en mi viaje y le di tiempo para pensar mi propuesta, pero unos días después se había ido sin decir una palabra. Supongo que no le gustó que lo molestara. Lamenté su partida.

El Vigésimo Segundo Año (1567-8)

Mi viaje se pospuso un poco más, regresando para asistir a los asuntos del Templo Bao En. Basado en mi recomendación, el Maestro Yun Gu llegó a ser el abate de Bao En. Esperábamos que aumentaría la comunidad casi extinguida.

El problema de la deuda no era fácil de resolver. Había hecho un préstamo de mil monedas de oro para pagar los gastos de la restauración parcial, y por supuesto, para el mantenimiento de la sangha. La sangha no podía pagar la deuda y tuve que hacer las disposiciones necesarias para pagarla a plazos por un período de tres años.

Las autoridades civiles habían ordenado al templo que abriera una escuela gratuita. Dado que se me había pedido que enseñara, tuve que volver a estudiar literatura clásica y volverme otra vez un académico. Teníamos más de ciento cincuenta estudiantes.

Los Vigésimos Tercero, Cuarto y Quinto Años (1568-71)

Con la escuela y la facultad finalmente organizadas en Bao En, fui capaz de producir algún dinero enseñando en otros monasterios y escuelas. Enseñé en el Templo de Gao Zuo por un año y en el monasterio Jin Shan por dos.

El Vigésimo Sexto Año (1571-72)

Regresé el Templo de Bao En y ya siendo capaz de pagar el resto de la deuda, por fin pude hacer el tan esperado peregrinaje. Xue Lang y yo nos dirigimos hacia la Montaña de Lu Shan.

Cuando llegamos a Nan Kang nos enteramos que había unos tigres merodeando por los alrededores y que no era muy seguro viajar a las montañas. Esto parecía una buena razón para continuar urgentemente hacia Ji An.

Ya en Ji An fuimos a Zing Yuan donde encontramos un templo en ruinas. Los monjes quienes todavía residían allí habían dejado crecer sus cabellos. De nuevo me acogió el deseo de renovar un templo. Sintiéndome ahora como un experto, inmediatamente hablé con las autoridades y obteniendo su aprobación, seleccioné alrededor de cuarenta monjes jóvenes y fuertes, les rapé las cabezas y les instruí en el duro trabajo de la restauración del templo. Para en el verano, fui capaz de dejar a Qing Yuan en manos competentes.

Ese invierno, en el mes undécimo, decidí continuar mi peregrinaje. Preparé mi escudilla de arroz y anuncié que me dirigía hacia el norte. Xue Lang protestó. No tenía sentido para él ir hacia el norte en el invierno. Pero esa era la idea, le dije. Si fuera al sudeste a las bellas provincias que sugirió, iría en vacaciones, no en peregrinaje. Le dije - Mira, la vida cómoda pronto llega a ser un mal hábito. Sin algo por que luchar, te vuelves perezoso. - Todavía él no veía los méritos de viajar 'en la forma difícil', pero yo sabia que necesitaba la adversidad para vencer mi mente si alguna vez ganara el verdadero control de ella. Así que recogí mi escudilla y me marché.

El Vigésimo Séptimo Año (1572-3)

No podía ir más allá de Yang Zhou. Una fuerte tormenta de nieve me había impedido seguir adelante. Enfermo y cansado, fui al mercado del lugar a mendigar, pero no importó que patéticamente suplicaba, nadie me daba nada. Los otros monjes mendigantes que también se encontraban atrapados en el lugar por la tormenta, no tuvieron mejor suerte. ¿Qué pasaba con las personas de Yang Zhou? Pensé acerca de esto profundamente por un gran rato. Entonces se me ocurrió la respuesta. Cogí todo el dinero que me había quedado, reuní a todos los monjes y los invité a comer a un restaurante. Esa era una forma de 'aceitar el engranaje'. Si queríamos utilizar la prosperidad del pueblo, había que invertir un poco en él. Ahora, 'hablado su propio lenguaje', después de esto, cuando mendigamos, hubo una demostración mucho más generosa de parte de los habitantes del pueblo. Relativamente me sentía orgulloso de mí mismo por haber encontrado esta estrategia. Fue una solución simple, pero más pujante que cien campanas de un templo.

¡Mi escudilla y mi manto! Eso era todo lo que necesitaba. Habiendo resuelto el problema de la comida, le debía mi independencia a mi manto. En honor a este atavío compuse el siguiente poema:

Me envuelves y te formas a ti mismo para ajustarte a mí,
 
aprisionando mi corazón.
 
No quiero escapar.
 
Dentro de ti he obtenido todo lo que necesito.
 
¿Sabes lo bello que eres?
 
Tus elegantes mangas ondulan con la brisa
 
como las alas de los gansos salvajes.
 
Y cuando te suspendo emancipadamente
 
y el viento al llegar te llena,
 
Eres una nube vaporosa
 
que me levanta para jugar con los dragones.
 
Limitado por ti, soy libre.
 
Puedo escalar las montanas frías y permanecer en la cumbre.
 
La seda me enviará de vuelta. No tú.
 
Dices - ¡Permanece y has de esto tu hogar!
 
Una cabaña tibia en las nieves sin rumbo.
 

A mitad de año, en el séptimo mes, entré a Beijing donde no pude encontrar ni comida y hospedaje. Busqué en vano todo el día, y finalmente, en la tarde, me fue dada una pequeña ración en la tienda de té en Tai Ping y también el permiso para pasar la noche en el Templo de Yi Jiao en He Cao. En la mañana próxima un oficial, Wang Bo Yu, se había enterado de mi llegada. Me mandó a buscar y por el respeto a su hermano, Wang Zhong Yan, que era un miembro de Yi Jiao, me permitió que me quedara en el monasterio por otros diez días.

Después de esta visita, fui a visitar al Maestro del Dharma Maha Zhong siguiéndolo al Templo de Xi Shan para escuchar su charla sobre El Miao Zong Chao, un comentario sobre el Sutra de la Meditación del Buda Amitaba. Después de la conferencia, el Maestro del Dharma Maha Zhong me invitó a quedarme por el invierno para asistir a sus conferencias sobre El Sutra del Loto y El Vijnana-Matra. Estaba encantado de asistir a ellas y acepté. También le pedí por favor que me instruyera en la lógica formal - en particular el silogismo.

Me sentía solo, supongo, y extrañaba a mis viejos amigos. A dondequiera que iba estaba esperando encontrarme con Miao Feng o recordando a Xue Lang a quien había dejado atrás. Incluso escribí un poema sobre Xue Lang.

Entonces, en el mes undécimo, Miao Feng repentinamente llegó y me buscó. Su cabello y su barba habían crecido y su ropa era tosca y ordinaria. Cuando preguntó por mí, exactamente en su forma misteriosa, declaró ser un mercader de sal. Cuando entró a mi habitación, preguntó - ¿me reconoces?

Me tomó un momento para reconocer los ojos del monje de la limpieza en el Templo Tian Chi. - Sí, definitivamente - le dije.

- Ha habido un cambio considerable en mi apariencia - dijo.

Le contradije - Sí, pero tu Rostro Original no ha cambiado. - Ambos reímos de nuestro intercambio y nos sentamos por un rato, callados y felices.

Miao Feng estaba hospedándose en el Templo de Long Hua. Cuando me visitó otra vez al día siguiente, nos sentamos a conversar toda la tarde. Me explicó que había dejado crecer su cabello y su barba porque había estado viviendo por mucho tiempo en una montaña. Al pie de la montaña había un templo en ruinas que un benefactor, el Príncipe Shan Yin, había decidido restaurar. El Príncipe le había pedido a Miao Feng que viniera al Templo de Xi Shan para recoger las escrituras Budistas de El Tripitaka para dicho templo. También me preguntó a qué había venido, y le respondí - ¿A qué? Buscándote, por supuesto... y para ver la capital. - Asimismo le dije que estaba buscando consejo de varios maestros de cómo tener mejor control de mis pensamientos errantes.

Cuando ya estaba terminando nuestra conversación que había durado toda la noche, Miao Feng me confió - Después de que partimos, siempre pensé en usted. Temía que nunca volveríamos a vernos otra vez. Ahora que estamos juntos de nuevo, puedo acompañarlo con placer a mendigar por comida. - Entonces añadió - Incluso le protegeré de los perros.

- Seguro - le dije sonriendo. Ya estaba aclarando.

Mi visita a los diferentes maestros no me produjo mucho. Reverencié al Maestro Pian Yong y recé con él para que me enseñara la práctica. Me respondió mirándome inexpresivamente.

Visité al Maestro Shao Yan y supliqué lo mismo de él. Replicó preguntando - ¿De dónde has venido?

Repliqué - del Sur - ¿Recuerdas el camino que te guió hasta aquí? - Nunca me preocupé mucho por él después que ya lo había recorrido, - respondí. - Así que siempre te estás moviendo... siempre apartándote - dijo.

Le hice una reverencia y me paré allí esperando por su guía pero sólo dijo unas palabras acerca de la doctrina trascendental. Entonces, tomé su consejo y partí. Tomaría años antes de que entendiera que cuando dijo - siempre te estás apartando - quiso decir que no debería apegarme a ningún lugar... o a nadie.

El Vigésimo Octavo Año (1573-4)

En el primer mes, fui a Wu Tai Shan. Compré una copia de La Historia de la Vida de Qing Liang y visité los lugares mencionados en el texto. Encontré que Han Shan la Montaña (Tonta) era tan serena y extrañamente bella que decidí apropiarme de su nombre para mí mismo. La montaña me inspiró a componer el siguiente poema:

Esta Montaña Tonta no va por ahí imitando a la gente,
 
jugando al payaso, al tonto social.
 
Ella se sienta sola, contenta en soledad, perfecta en paz.
 
Yo debería ser muy tonto.
 

Regresé a la capital al no poder tolerar más el frío intenso de la época. De allí me dirigí al este, mendigando comida a través de todo el camino.

En Qian Xiang Gu (El Pico de las Mil Estatuas) me encontré un monje que estaba sentado silenciosamente en meditación. No lo perturbé con preguntas. Solamente me quedé con él, recogiendo leña, mendigando por comida y cargando agua para ambos. De esta forma el verano pasó.

El oficial Wang me había seguido los pasos. Me envió una carta diciendo que temía que me hubiera muerto de hambre en los suburbios del este. Quería que regresara. En otoño, fui, porque Ou Zhen Bo de Ling Nan (Guangdong), quien era uno de los mejores instruidos escolares del estado, quería verme lo más pronto posible. No conocía a Ou Zhen Bo pero había mantenido correspondencia con él unos años antes.

El Vigésimo Noveno Año (1574-5)

En la primavera de mi vigésimo noveno año visité la capital de la Loma del Oeste donde se habían reunidos los más eminentes escolares - los dos hermanos Wang Feng Zhou y Wang Lin Zhou, Ou Zhen Bo de Ling Nan; y los dos hermanos Wang Bo Yu y Wang Zhong Yan.

Sintiéndome importante, lleno de mí mismo, y con el deseo de complacerme con un argumento intelectual, fui a visitar a Wang Feng Zhou. Asumí que por mi juventud él pensaría que me podría manejar fácilmente. Me senté allí presumidamente, haciéndolo esperar, como si fuera yo un invitado de honor y él… el privilegiado al permitirle ser mi anfitrión. Entonces, cuando se descuidó lo suficiente como para intentar enseñarme un pequeño poema, lo miré fijamente, me levanté y partí sin decir palabra.

Como era de esperarse, él no estaba muy satisfecho con mi conducta y le contó el incidente a su hermano menor, Wang Lin Zhou. Al día siguiente, Wang Lin Zhou vino a verme.

- Anoche - dijo él - a mi hermano le han sacado un ojo.

- ¿Tienes tú ese Ojo? - Pregunté.

- Pienso que lo tengo - dijo cortésmente - ahora que te he conocido. - Ambos reímos de buena gana y conversamos hasta bien entrada la noche.

Cuando regresó donde su hermano tuvo la cortesía de decirle - Hermano, perdiste con un Vimalakirti moderno. - Incluso me envió un poema que escribió acerca de mí.

Su admiración alimentó mi arrogancia y me infló todavía más. Un día, Wang Zhong Yan, con quien me había quedado, me observó mientras estaba leyendo un volumen del Zuo Chuan. Me dijo - Eres talentoso y dado que tienes inclinaciones literarias, debes escoger la escritura como carrera, debes ser escritor. Te harás famoso. Mi hermano es una autoridad en literatura contemporánea. Él puede ayudarte.

Modesto como siempre, hice un gesto de desprecio y dije - Estoy esperando el día que tu hermano mayor llegue y se arrodille suplicándome que le diga por qué Bodhidharma llegó del Oeste.

El joven Wang no estaba muy feliz con mi actitud. Le relató nuestra conversación a su hermano quien más o menos dijo - Si los talentos de este tipo son tan grandes como su boca, definitivamente llegará a ser el sucesor de Da Wei y Zhong Feng. - Entonces agregó - la literatura puede que no sea lo suficiente grande para él, pero hasta que obtenga el control de su mente, no encontrará nada mejor.

Un día el hermano mayor de los Wang se entusiasmó sobre unas líneas que yo había escrito:

El tiempo es el ala de un mosquito. El espacio es la otra.
 
El universo es la crin de un caballo.

Entonces le habló de su entusiasmo a su hermano menor. Él, aprobando cortésmente dijo - éstas no son las líneas de un fatuo monje literato.

En una ocasión un oficial del pueblo nos invitó a Miao Feng y a mí a un banquete vegetariano. Estaba preocupado por la decadencia de nuestra secta Chan. - Tu conocimiento y postura debería proporcionarte gran éxito, pero claro está que no será así si te mantienes deambulando de un lugar a otro.

Le dije que quería aprender de todos los maestros iluminados. Que no solamente estaba buscando la iluminación sino que necesitaba ayuda en detener mis pensamientos desordenados. - No solamente soy un errabundo - admití - aunque me estoy preparando para partir pronto.

- Está bien - dijo - pero me gustaría pensar en alguien que te pueda dirigir, alguien que pueda ser tu maestro. Tampoco me gusta pensar que te vayas solo, sin Miao Feng no tendrás ningún amigo que te acompañe en el viaje.

Lo corregí. Miao Feng y yo viajaremos juntos. Sí, hace tiempo, cuando nos conocimos, acordamos ser compañeros en nuestra práctica Chan. Entonces nos separamos y después de años de buscarnos el uno al otro finalmente nos encontramos inesperadamente.

- Bien - dijo felizmente el oficial - estas son noticias muy buenas. Si ambos viajan juntos, estaré gustoso de ayudarlos con dinero.

Contento de escuchar esto, recibí su apoyo para el viaje que esperaba hacer con Miao Feng.

Pero entonces vino un día el oficial para decirme que me apresurara y viniera a decirle adiós a Miao Feng. ¿Despedirme? ¡Miao Feng no me ha dicho que se iba! Pero evidentemente, había recibido El Tripitaka por el cual originalmente había venido aquí, y simplemente decidió partir. Me sentí herido y traicionado pensando que merecía un trato mejor.

El oficial trató de que me apurara, pero rehusé mostrando mi indignación. - No veo ninguna razón para este apuro - le dije fríamente. Entonces el oficial me miró a los ojos y dijo: - Mira, sé que quieres ser tu propio jefe, pero este orgullo tuyo es imposible de tolerar. ¿Acaso los maestros de la antigüedad alguna vez se humillaron por tales insignificancias? ¡No... Solamente su fama les hacía ruborizarse! ¡Pero tú! ¡Tienes una opinión inmensa de ti mismo y sin embargo te derrotas tan fácilmente por estas pequeñeces! Te deseo un éxito glorioso en el Dharma, pero dudo que alguna vez puedas encontrarlo. ¡Qué lástima!

Por primera vez observé mi arrogancia claramente. Sintiéndome culpable, le agradecí por habérmela mostrado. Entonces corrí a donde Miao Feng estaba partiendo. Ya estaba en el carruaje. - ¿Vienes? - preguntó. - ¡De una! - le respondí, saltando al carruaje sin nada que me hiciera mirar hacia atrás.

Entregamos el Tripitaka y continuamos nuestro peregrinaje. Entonces, en el otoño, en el mes octavo, nos separamos por un tiempo para que Miao Feng pudiera seguir adelante y asistir a algunos asuntos. Mientras tanto yo me desviaba cruzando el Río Meng Jin para llegar al lugar donde el Rey Wu Wang revisó sus tropas justamente antes de que atacaran el Shang. Fue una ocasión solemne y compuse la siguiente estrofa para consolar los espíritus de los muertos:

Donde los reinos colisionan y los hombres y los caballos caen
 
una lápida reposa a la orilla del río.
 
El voto del Emperador para reinar por miles de años
 
estaba escrito en las aguas del Huang He.
 

También pasé por el sitio donde los dos hermanos, Pai I y Shu Chi habían bloqueado el camino de la caballería del Rey Wu Want, advirtiéndole, en vano, que no atacara el estado de Shang. Allí compuse las siguientes líneas:

Por la paz dejaron sus fortunas atrás.
 
Aquí está erigido el templo y el ciprés sereno.
 
El esplendor de la Montaña de Shou Yong refleja
 
Los dos que lucharon por bloquear el camino a la guerra.

Seguidamente visité al Templo de Shao Lin donde el Primer Patriarca Bodhidharma se hospedó. Me enteré que el Maestro Da Qian Run Zong había acabado de llegar para hacer del Templo su residencia. Quise brindarle mis respetos pero no estaba allí cuando llegué. Continué y fui a visitar el antiguo santuario del Fuerte de Luoyang, la Terraza del Sutra Ardiente y el Templo del Caballo Blanco. Finalmente, me encontré de nuevo con Miao Feng en He Dong. Era el mes noveno y nos quedamos juntos allí para pasar el invierno como huéspedes del Príncipe Shan Yin.

Nos mantuvimos ocupados. Miao Feng y yo, junto con un oficial llamado Chen, emprendimos la tarea de tallar bloques de madera para imprimir El Zhao Lun con comentarios. El texto trataba de asuntos tales como la Doctrina de la Inmutabilidad y El Torbellino que destruye al Mundo, y yo, desdichadamente, no podía asir esos conceptos, no importa cuanto tratara de entenderlos. Entonces llegué a la parte que contenía una historia acerca de un Brahmán iluminado que regresó a visitar la casa que había abandonado cuando niño. Aunque el cabello del Brahmán era blanco y había envejecido considerablemente, un vecino fue capaz de reconocerlo. - Usted es el hombre que solía vivir aquí - le dijo. Pero el Brahmán sonrió y explicó que ese hombre estaba muerto y que lo que el vecino estaba viendo era simplemente su imagen. ¡Así que, ese era el significado de aquello que yo no podía comprender! ¡Cuándo tu ego, ilusorio y en cambio continuo, muere, puedes comprender tu naturaleza única, verdadera y permanente, tu inmutable Yo-Búdico! Sólo las apariencias pueden cambiar. ¡La realidad fundamental no puede cambiar! Quise que mi ego se extinguiera como él del Brahmán. Quise refugiarme en mi Yo-Búdico. Me levanté y fui al templo a postrarme frente al altar. Todo repentinamente pareció muy claro.

Entonces, cuando me levanté y me estaba retirando, me detuve en los escalones del templo y asombrado dirigí mi vista al campo. Un fuerte viento había comenzado a soplar, arrancando las hojas de los árboles. ¡El aire estaba lleno de ellas! Sin embargo, las hojas no se movían. Simplemente estaban ahí. ¡Todo estaba tan sereno! ¡Al fin había percibido algo con mi Ojo Búdico! Así que esta era el torbellino que destruye pero que no se mueve. Y otra vez entendí que la mente del ego se mueve continuamente como una corriente de viento o de agua, pero lo que ve de hecho es estable - una matriz de la cual todas las cosas entran y salen. ¡Ahora había entendido! Mi mente egótica había decidido que cierta configuración de materia era una hoja, y entonces había resuelto poner juntas una serie de imágenes y llamar a estos movimientos en serie: ventisca de hojas. En realidad, no había un Yo parado allí en los escalones. No había escalones. No había viento ni ventisca de hojas. Mi mente egótica puso arbitrariamente límites a la materia y al tiempo, y le dio a las cosas nombres y formas. ¡Pero la realidad, percibida directamente, sin la intervención de mi mente-ego, no tenía nombre, ni forma, ni tiempo!

¡Bien! ¡Este no era un paso pequeño! De repente quise orinar. Y otra vez, viendo mi orina salir, todo se detuvo. Experimenté el "momento eterno", vi con mi "Ojo Búdico". Ahora sabía. Nada nace y nada puede morir. Todo simplemente "es".

Escribí las siguientes líneas para conmemorar el evento:

Nacimiento y Muerte. Día y Noche.
 
Agua corriendo, estanque inerte.
 
Flor surgiendo y desapareciendo.
 
¿Puedo encontrar el punto donde cambian
 
del uno al otro?
 
¿Puede mi nariz mirar hacia arriba?
 

El próximo día Miao Feng me vio distinto. ¿Qué tenemos aquí? - dijo alegremente.

Le respondí - Anoche la representación de mi mente y la representación de mi cuerpo trataron de ir a nadar. Si hubieran podido meterse en el agua, estoy seguro que se habían ahogado.

Miao Feng rió a carcajadas. - La fortuna te ha sonreído - dijo. - Al fin puedes darte el lujo de vivir en la montaña.

Al poco tiempo de esto, el Príncipe Shan Yin invitó al Maestro Chan Fa Guang a visitarnos. Lo había admirado por mucho tiempo y esperaba escuchar sus enseñanzas. Cuando conversamos descubrí que nuestras opiniones eran muy parecidas. Le pedí que me guiara en mi práctica y me dijo que fuera más allá de las dualidades de los sagrado y lo profano o de lo santo y lo mundano, y que debía experimentar estados superiores de conciencia, no limitarme a aprender acerca de ellos. Entendí lo que me decía y pensé que su voz era un tambor celestial. ¡Qué diferente es el sonido de un hombre iluminado! ¡Qué diferente del matraqueo atolondrado de los hombres comunes! Yo tenía gran respeto por él y se lo demostré.

De pronto para traerme de vuelta a la realidad, un día cogió uno de mis poemas y lo leyó. - ¿Cómo te las arreglas para escribir esos versos tan hermosos? - preguntó. Entonces riéndose dijo - Sí... son hermosos, pero no los has visto a través del portón correcto... el 'otro' portón. Entonces me retó - No hay duda que tu 'otro' portón no está abierto todavía.

Acepté el reto. - ¿Está tu 'otro' portón abierto? - He pasado treinta años cazando dragones y atrapando tigres y fíjate - masculló fingiendo terror -- ¡aquí llega un conejo saliendo de los arbustos!

- Venerable Señor - dije - usted no luce como un hombre que alguna vez haya cazado un dragón o atrapado un tigre.

- ¿Los conocerías si los vieras alguna vez?

En ese momento levantó su bastón, intentando pegarme con él, pero lo detuve con una mano y con la otra lo sujeté por sus barbas. -- ¡Usted habla de un conejo! - dije - Y qué tenemos aquí, solamente un renacuajo saltarín!

Satisfecho, se rió y se fue.

En otra ocasión me dijo - No tienes que ir a ninguna parte. Quedémonos aquí juntos y pasemos nuestras vidas practicando Chan. - Fue de alguna forma un elogio.

El Maestro Chan Fa Guang tenía un hábito peculiar, una clase de tic nervioso. Cada vez que estaba solo, susurraba, hablaba y gesticulaba como si se estuviera comunicando con alguien. Lo abordé respecto a este problema. - Veo que usted es el igual de los maestros antiguos tanto en conocimiento del Dharma como en destreza para el debate, pero ¿por qué actúa tan extrañamente como si su mente estuviera desordenada?

- Ésta es mi enfermedad Chan - explicó. - Cuando logré mi primer despertar, las palabras fluían de mí incesantemente. No podía detenerlas. Sí, ésta es mi enfermedad Cha.

- ¿De alguna manera podría haberse prevenido esta enfermedad?

- Sí. Si cuando comenzó un maestro diestro me hubiera pegado hasta dejarme inconsciente, entonces, al despertar mi mente hubiera estado clara. Desdichadamente, no tuve un maestro diestro a mi disposición cuando la enfermedad se presentó.

No supe si él hablaba en serio o no.

Sabiendo que me iba para la Montaña de las Cinco Cumbres en el primer mes del próximo año, me escribió un poema.

Un león aprende a ver montando en las nubes
 
El dragón confinado a su caverna solamente necesita descansar.
 

- ¿Sabes lo que esto significa? - preguntó.

- Antes de que pueda volar alto en la sabiduría trascendental pura, debo permitirle el descanso al dragón en mi mente. - Era mi problema antiguo de siempre.

- Pero ten cuidado, - dijo - no quiero que trates de domesticar a una serpiente muerta.

Estaba equivocado cuando pensé que nuestra secta Chan ya no tenía otro gran maestro. Fa Guang se encontraba entre los mejores.

El Príncipe Shan Yin, cuando se enteró que mis padres todavía vivían, me ofreció doscientas monedas de oro para su manutención. Sabía que ellos no necesitaban el dinero, por lo tanto le pedí que en su lugar se lo diera al Maestro Fa Guang porque no quería tener sobre mis hombros esa gran deuda de gratitud.

El Trigésimo Año (1575-6)

En el primer mes de este año Miao Feng y yo dejamos He Dong y nos dirigimos hacia la Montaña de las Cinco Cumbres tomando la ruta que pasaba a través de Ping Yang, el pueblo natal de Miao Feng. Él tenía una tarea solemne que hacer. Años antes, cuando Miao Feng todavía era un niño, sus padres murieron durante una severa hambruna y debido a las dificultades, no fueron enterrados propiamente en un ataúd.

Con la ayuda de algunos oficiales locales Miao Feng seleccionó un lugar alto y seco para la tumba de sus padres y los enterró de nuevo colocando una lápida con su correspondiente inscripción. El nombre de su familia era Hsu y él era descendiente de Hsu Chu quien obtuvo un lugar prominente durante la dinastía de Chún Qiu.

Cuando el Prefecto Hu Shun An se enteró que me estaba hospedando fuera de Ping Yang, me envió una nota pidiéndome que me encontrara con él, pero yo estaba muy ocupado preparándome para partir para la Montaña de las Cinco Cumbres y tuve que enviarle mis más sentidos respetos declinando la invitación. Me respondió enviándome unos pases de viaje con los que podía adquirir un carruaje y hombres para el viaje. Esto, también, tuve que declinar. Sabía que entendería cuando le expliqué que mis sandalias de paja estaban todavía haciendo su trabajo.

Cuando ya estábamos tan adelantados como por Ling Shi, el Prefecto Hu Shun An nos alcanzó y finalmente fuimos capaces de pasar algunos días juntos. Más tarde mandó algunos hombres para que nos acompañaran todo el tiempo en el viaje a la Montaña de las Cinco Cumbres.

En el quinto día del segundo mes, acampamos en el Templo de Ta Yuan, y por el tercer día del tercer mes, fuimos capaces de alcanzar la Cima Norte del Templo del Portón del Dragón. El Abate Maestro Da Fang nos permitió ocupar una vieja cabaña que estaba situada en lo alto entre los peñascos de nieve. Y allí, rodeados de belleza, en un escenario de nieve blanca, experimenté una visión celestial y mi cuerpo y mente se llenaron con delicia a medida que entraba en el Paraíso del Éxtasis.

Unos días después, cuando Miao Feng se fue a visitar a Ye Tai, fui capaz de sentarme solo en una meditación profunda y silente. Pronto me absorbí tanto en la meditación que si alguien me hubiera levantado y enseñado un símbolo Chino, no lo habría reconocido.

Cuando llegamos por primera vez a la cabaña, los ruidos del viento rugiendo y del agua corriendo me perturbaban. Dado que a Miao Feng parecía que no le aturdía, le pedí que me explicara. Él dijo - La perturbación que sientes es creada en tu propia mente. Has agarrado el sonido y lo has interpretado como ruido. Deberás escucharlo sin juzgarlo, concentrándote en el acto de simplemente oírlo, de forma que ningún pensamiento de ninguna clase pueda surgir en tu mente. Los antiguos decían que cualquiera que oyera sin agarrar, esto es, que cualquiera que pudiera escuchar los sonidos sin pensar, pronto lograría la Sabiduría Toda Penetrante del Bodhisattva Avalokitesvara.

Esperando dominar esta técnica, fui todos los días al puente de madera y traté de escuchar el agua sin pensar acerca de ella o de cualquier otra cosa. Al principio, todo lo que oía era ruido. Mi mente se mantenía pensando. Pero después de un poco de práctica, mi mente comenzó a serenarse. Entonces, un día, cuando mis pensamientos habían cesado de surgir como el agua, me sumergí tan profundamente en el sonido que de verdad me olvidé de mí mismo. El ruido y mi existencia se habían ido. La serenidad envolvió mi mente. Después de eso, cada vez que oía un sonido que previamente me molestaba, todo lo que tenía que hacer era concentrarme en él sin agarrarlo mentalmente, y sería templado en ese mismo estado de serenidad.

Todos los días cociné arroz y me lo comí con vegetales salvajes y caldo de avena. Entonces, después de la comida, me daba una buena caminata. Pero un día, mientras estaba caminando, me detuve parándome firmemente, y en ese momento de éxtasis, entré en Samadhi. Pronto cesé de estar alerta de cualquier cosa excepto de una gran brillantez, redonda y completa, limpia y fija como un gigantesco espejo redondo. Las montañas, los ríos, y la gran tierra misma, aparecieron en el espejo. Cuando recobré la conciencia, regresé a la cabaña y noté que la olla de arroz estaba cubierta con polvo. ¿Cuánto tiempo había permanecido en el Samadhi? No pude imaginarme. En ese tiempo estaba viviendo solo, y no tenía a nadie que me ayudara a medir la duración de esta experiencia de iluminación.

Mi entendimiento del Chan se había profundizado. Todas mis previas dudas se habían desvanecido y mi mente estaba maravillosamente clara. Entonces, en la serenidad prolongada y persistente de esa gran brillantez, compuse estas líneas:

Cuando la mente se mantiene girando
 
¿Cómo puede la visión ser algo más que nublada?
 
¡Detén la mente incluso por un momento
 
Y todo llega a ser transparentemente claro!
 
La mente cambiante está puliendo ladrillos de lodo.
 
¡En la quietud, serenidad y paz encuentra el espejo!
 

Ese verano Xue Lang llegó a visitarme. Solamente pasó dos días en la cabaña. Se fue, expresando su pena por mí residencia miserable. Me ocupé y construí por mí mismo una cabaña más fuerte para el invierno.

Samadhi

 

El Trigésimo Primer Año (1576-7)

Dado que no tenía allí a nadie con quien consultar acerca de mi experiencia iluminante, leí El Sutra Surangama, esperando obtener discernimiento y verificación. Había leído previamente el Sutra pero no había entendido su tema principal. Ahora, sin embargo, absorbí su significado sin esfuerzo. A medida que pasaban los meses, mi entendimiento se profundizaba y expandía hasta que pude comprender su profundidad sin una sola duda.

Cuando llegó la primavera el Maestro Lian Chi visitó la Montaña de las Cinco Cumbres pasando unos días conmigo. Hablamos y hablamos, descubriendo felizmente que teníamos las mismas ideas.

Ese otoño, en el séptimo mes, el Prefecto Hu vino a verme. Había sido transferido de Ping Yang a Ying Ping. Aunque el tiempo arriba en la montaña era agradable, abajo en el valle y a lo largo de caminos que él había usado para llegar, era desagradablemente caliente. El Prefecto Hu disfrutó completamente la frescura y la vista espectacular. A medida que consumíamos una buena comida de cereales mixtos con vegetales naturales y puerros, observamos algunos de sus hombres dirigirse a un arrollo congelado, romper algunos pedazos de hielo y masticarlos. Entonces el Prefecto Hu me miró y dijo - Qué maravilloso mundo tienes aquí. Sabes, cuando llegué, mis pensamientos estaban salvajemente apurados como arrollo corriendo, pero aquí, en este lugar tranquilo se han calmado, congelándose como el hielo en un silencio sereno. - Ese invierno, en el décimo mes, fueron presentadas algunas acusaciones en contra del Abate-Maestro Da Fang, y éste, fue forzado a asistir a juicio en la corte eclesiástica. A pesar de la falsedad obvia de los cargos, fue encontrado culpable y sentenciado a dejar la Sangha y regresar a la vida laica. La emoción y sacudida de todo esto casi destruye su monasterio. El Maestro Zhe Hong de Lu Shan estaba tan enojado por la decisión de la corte que desafió una tormenta de nieve para venir a mí personalmente a traerme las malas noticias. Le ofrecí ver lo que podía hacer e inmediatamente me dirigí a la casa del Prefecto Hu.

El Prefecto estuvo feliz al verme. - Intenté enviar mi mensajero para invitarte a pasar el invierno aquí conmigo - dijo. - Ahora, has llegado sin necesitar invitación. - Tan pronto como escuchó mi testimonio acerca del Abate Da Fang, revirtió la orden de la corte. El monasterio se salvó.

Acepté su invitación para pasar el invierno en su casa. Él usó cada oportunidad que tuvo para preguntarme acerca del Dharma y le respondí tan plenamente como pude.

El Gobernador Gao había sido transferido a Dai Zhen, y cuando escuchó que me estaba quedando en la casa del Prefecto, le dijo a éste - Aunque soy dueño de un jardín de versos, las flores son todas de variedades ordinarias. Me gustaría mucho agraciar mi jardín con un raro poema, uno compuesto por una persona eminente. - El Prefecto Hu entendió el significado y prometió pedirme que compusiera un poema para él.

Me sentí profundamente complacido por el pedido. - Mi mente se ha vaciado - dije. - No ha quedado ni un solo símbolo en ella. ¿Cómo puedo escribir un poema ahora? - Firmemente rehusé. Pero el Prefecto Hu ingeniosamente dejó sobre mi mesa una antología de poesías antiguas y modernas, y naturalmente, tan pronto que hojee sus páginas, el libro estimuló mi pensamiento. Ahora las palabras y las frases brotaban inagotablemente haciendo imposible el dejar de escribir. Cuando el Prefecto Hu regresó al poco rato, ya tenía escrito veinte o treinta poemas. Inmediatamente comprendí lo que me estaba pasando y viendo el peligro, me dije - ¡Este es el Demonio de la Fama Literaria! - Paré de escribir y seleccioné un poema para satisfacer su pedido.

Pero el proceso de pensamiento no pudo detenerse. Todos y cada uno de los poemas que había escrito aparecieron frente a mí. El universo entero parecía estar lleno con mis palabras y frases. Todavía peor, mi cuerpo se sentía como una colección de bocas abiertas y cada una de ellas estaba recitando un nuevo poema. Me había vuelto tan atolondrado, triunfante y lleno de aire caliente que pensé que pronto iba a levitar. No podía detenerme. Los poemas se me escapaban.

El siguiente día, cuando el Prefecto Hu acompañó al Gobernador Gao a su casa, me quedé solo y pude pensar acerca de mi experiencia. Ésta era precisamente la enfermedad Chan de la que el Maestro Fa Guang me había hablado. Había cogido la enfermedad y no tenía a un doctor a quien llamar. Quizás pueda apartarla de mí durmiendo, pensé. Entonces, cerré la puerta y traté de dormir, pero estaba muy agitado. Me incorporé sentándome y entonces, después de un largo tiempo, quedé dormido allí mismo donde estaba sentado. Entonces realmente dormí.

Por cinco días consecutivos, un joven sirviente tocó a mi puerta, pero nunca obtuvo respuesta. Cuando el Prefecto Hu regresó y supo acerca de mi fracaso para responder, ordenó a sus hombres que entraran en mi habitación a través de la ventana. Me encontraron envuelto en mi manto y todavía sentado en el mismo lugar. El Prefecto trató de despertarme usando cada artimaña que se le ocurría, pero sus esfuerzos fueron en vano. Yo no respondía.

Repentinamente recordó una vez cuando estaba recogiendo un pequeño instrumento musical llamado Ching que estaba sobre la mesa de su templo de Buda. Entonces me preguntó para qué era, y le expliqué qué en la India las personas lo usaban para despertar a los monjes que habían entrado en un Samadhi profundo y no podían despertarse de ninguna forma. Él cogió el Ching y lo sostuvo cerca de mi oído comenzando a tocarlo. Gradualmente me desperté. Cuando finalmente abrí los ojos, no sabía dónde estaba o cómo había llegado allí. - Este es tu quinto día consecutivo durmiendo - dijo el Prefecto. Entonces dije - Me siento como si fuera el primer día de la vida.

Continué mirando alrededor sintiendo como si fuera en un sueño. Podía recordar mis días en la montaña y todos mis viajes pasados, y esos sucesos también eran como imágenes de sueños. Mi mente estaba vacía de todo lo que una vez pensé era real. Experimenté una claridad serena de visión como cuando la lluvia cesa y las nubes se dispersan. Deleitado con la perfecta tranquilidad, me dije:

En la inmovilidad absoluta, la luz brillante, penetrándolo todo, abarca al gran vacío.
 
Las cosas mundanas, cuando se miran de cerca, son como ilusiones en un sueño.
 
Las palabras de Buda son verdaderas.
 

Antes de dejar la cabaña de la montaña en el primer mes del siguiente año, me aseguré de la ayuda del Prefecto en preservar los árboles de la montaña. Le supliqué, que si los mercaderes continuaban cortando los árboles allí para sus propósitos comerciales, pronto no quedaría ninguna madera para el uso religioso. El Prefecto entonces escribió una orden prohibiendo a los mercaderes cortar más de tres árboles. Como resultado de esta orden, en el futuro hubo madera disponible para construir nuevos monasterios.

El Trigésimo Segundo Año (1577-8)

En la primavera dejé a Yan Men para regresar a la Montaña de las Cinco Cumbres. Allí, leí los votos del Maestro Nan Yue para liberar los espíritus de sus padres muertos de forma que le pudiera pagar su gran deuda de gratitud. Comencé a pensar acerca de la gran deuda de gratitud que le debía a mis padres. De hecho, no podía pensar en nada más. Mi progreso en el Dharma se detuvo a medida que mis pensamientos permanecían fijos en mis padres.

Desesperado por una solución, decidí hacer una copia del Sutra Avatamsaka usando mi propia sangre como tinta. El resultado feliz de esto sería que ofrecería mi trabajo como sacrificio de gratitud a mis padres mientras que al mismo tiempo tendría la oportunidad de adquirir la sabiduría del sutra.

A medida que esto pasaba, mi nombre estaba en la lista de los monjes Budistas quienes podían ser llamados por la Emperatriz Madre, para recitar sutras por la protección del país. Cuando la Emperatriz Madre supo acerca de mi decisión de copiar el sutra, gentilmente me envió papel de oro. En el cuarto mes comencé a escribir.

También por ese tiempo, el Maestro Zhe Hong decidió regresar a Kuang Shan. Como ofrenda, le di diez poemas.

El Trigésimo Tercer Año (1578-9)

Nada podía distraerme, ya que yo mismo era él que había decidido copiar el sutra. Con cada punto y cada trazo, grueso o fino, canté el nombre del Buda. No rompí la rutina incluso cuando algunos visitantes llegaron a conversar conmigo. A pesar de las interrupciones, el texto estaba siempre correcto cada vez que lo revisaba. Cada día, cuando comenzaba mi trabajo, entraba en un estado mental completamente inconsciente del contorno. Un día, unos monjes ancianos que vivían en los alrededores y habían escuchado acerca de mi concentración y precisión, vinieron a mi cabaña y deliberadamente trataron de distraerme, pero no lo lograron. Cuando leyeron todo lo que había escrito durante su intento de distracción, le preguntaron a Miao Feng cómo yo era capaz de hacer eso. Miao Feng replicó - Mi amigo estaba en Samadhi.

Durante el tiempo que duró este trabajo tuve muchos sueños. Una vez soñé que había entrado en una cueva de diamantes por la puerta de piedra del Gran Templo Prajna. Abrí la puerta y entré en una región inmensa, vi los edificios solemnes de los templos y un salón espacioso. En el salón, el Gran Maestro Qing Liang estaba descansando en una gran cama de meditación. Miao Feng estaba de pie a su izquierda. Rápidamente fui a la cama y me postré, entonces me coloque a su derecha esperando que hablara. Finalmente dijo:

- En el estado de Dharmadhatu, en el cual se unen todas las tierras gloriosas de los Budas, no hay hospederos ni visitantes, no hay ir ni venir.

A medida que hablaba, el mismo estado que estaba describiendo me cubrió y sentí como si mi cuerpo y mente se unieran con él. Después de esta revelación, Miao Feng le preguntó al Gran Maestro - Venerable Señor, ¿cuál estado es éste? - El Maestro Qing Liang sonrió y dijo - Este es el estado de no-estado.

Cuando desperté todo mi entorno me parecía transparente. Podía ver a través de todo.

En otro sueño vi mi cuerpo levantarse en el aire. Cuando descendió, la tierra era plana y brillante como un espejo de cristal. Mirando profundamente en el espejo, pude verme a mí mismo dentro de una habitación espaciosa que contenía toda clase de cosas mundanas: hombres, animales, niños, casas, fincas, mercados, todo. Estas criaturas no tenían una postura atractiva, como si estuvieran posando para una foto. Ellas todas desempeñaban los actos naturales de cada día.

Una y otra vez surgieron estas visiones de personas ordinarias haciendo cosas ordinarias, y entonces, repentinamente en el centro de la habitación, apareció una plataforma sobre la cual estaba colocada una gran silla de resplandor rojo y oro. La reconocí y me sumergí en éxtasis. ¡Este era el Trono del Gran Diamante! Embelesado por la oportunidad de verlo, traté de acercarme a él. Pero entonces miré a mi alrededor a todas las personas que, ignorante de este trono magnificente, continuaban ejecutando sus actos mundanos de cada día. Ellas me disgustaron. Parecían tan común, sucias y vulgares. Entonces mientras protestaba que tal vulgaridad no debería permitírsele que existiera dentro de este lugar glorioso e inmaculado, la imagen del trono se retiró.

Enfadado, inmediatamente comprendí mi error. Qué derecho tenía de juzgar lo meritorio y lo demeritorio, lo limpio y lo sucio. - El Dharma Budista es para toda la humanidad, - dije humildemente - no solamente es para un tonto arrogante. - E instantáneamente, el trono se acercó.

En un momento vi que unos monjes altos y distinguidos estaban parados en línea delante del trono. Repentinamente, un bhiksu, sosteniendo un sutra en sus manos, se bajó desde la parte de atrás del trono y me entregó el sutra diciendo - El Maestro va a charlar acerca de este sutra. Me pidió que se lo diera. - Lo recibí con gozo pero cuando lo abrí, vi que estaba escrito en letras Sánscritas de oro, las cuales no se podían leer. Lo puse dentro de mi manto y le pregunté - ¿Quién es el Maestro? - El bhiksu replicó - Maitreya.

Deleitado, lo seguí hasta las escaleras. Me detuve al pie de ella con mis ojos cerrados, concentrándome en mi mente. Repentinamente escuché el sonido de un Ching y cuando abrí mis ojos vi a Maitreya sentado en el trono. ¡Su rostro era incomparablemente bello - deslumbrando rojo y oro! Lo saludé y me postré frente a él. Entonces, pensando que había sido seleccionado especialmente para escuchar el sutra, lo removí de mi manto y lo abrí.

Maitreya dijo - La discriminación es conciencia. La no-discriminación es sabiduría. Aferrarse a la conciencia traerá ignominia y servilismo pero aferrarse a la sabiduría traerá pureza. La ignominia y el servilismo guían al nacimiento y la muerte pero la pureza guía al Nirvana.

Le escuché como si estuviera en un sueño dentro de un sueño. Su voz, como un tintineo cristalino, flotó en el aire. Podía escucharlo tan claramente que incluso cuando desperté, sus palabras se mantuvieron repitiéndose en mi mente. Ahora, me doy cuenta la diferencia entre conciencia y sabiduría. Ahora comprendo también que el lugar donde estuve era la Habitación del Buda Maitreya en el Cielo Tushita.

En otro sueño vi a un monje dirigiéndose a mí y me decía - El Bodhisattva Manjusri ha preparado un baño para usted en la Cumbre Norte. Por favor, venga conmigo. - Le seguí y cuando llegamos entré en un gran salón perfumado. Dentro habían muchos asistentes, quienes todos eran monjes.

Fui guiado hasta la habitación de baño y a medida que me despojaba de mi manto para entrar en el agua, observé una niña sentada dentro de él. Naturalmente no quise entrar, pero la niña se cambió a sí misma en un hombre y entonces lo acompañe. El agua entró en mi cabeza y lavó mi interior. Todos mis órganos internos flotaron hacia el exterior y todo lo que quedó de mí fue una caja transparente. Entonces el hombre en el baño pidió té y un monje llegó trayendo una taza en forma de calavera que lucía como la mitad de un melón.

Cuando miré en su interior, me asquee con los sesos mojados y las sustancias cerebrales que se podían observar. El monje cogió algunos de ellos y los sostuvo para que los examinara. Preguntó - ¿no está esto limpio? Entonces los puso en mi boca y lo tragué. A medida que continuó alimentándome con el contenido de la calavera, me di cuenta que sabia a miel. Cuando solamente quedaba un agua sangrienta al fondo de ella, el hombre en el baño dijo - Dale eso también. - Cogí la calavera y tomé de ella. Era delicioso. Pero a medida que el liquido descendía hacia mi interior, comenzó a salir a través de mis poros.

Entonces, el monje comenzó a masajear mi cuerpo, cada vez más fuerte hasta que llegó el momento que estaba pegándome como ropa sobre ladrillo. Me desperté con una sensación de sudor y de que todos mis órganos internos habían sido lavados. Desde entonces, mi cuerpo y mi mente siempre se han sentido purificados, ya que han sido lavados en delicia y maravilla.

La mayoría de mis sueños eran sobre santos y sabios. Mientras más escuchen las enseñanzas de Buda, más tendrán sueños buenos.

El Trigésimo Cuarto Año (1579-80)

La Emperatriz Madre, deseando asegurarse de la felicidad espiritual del difunto Emperador y de la protección de la vida del Emperador presente, le ordenó al gobierno que restaurara el Templo de Ta Yuan y su Estupa Sharira en la Montaña de las Cinco Cumbres. Algunos de los administradores del gobierno pensaron que la Montaña de las Cinco Cumbres estaba muy lejos de la capital de manera que decidieron construir el Templo de Da Ci Shou que se encontraba mucho más cerca de la capital. No fue hasta que el reporte de la terminación del templo le fue presentado a la Emperatriz Madre que ella se enteró que sus deseos no habían sido cumplidos. Inmediatamente le ordenó a un oficial de la corte que llevara tres mil trabajadores a la Montaña de las Cinco Cumbres para que se cumplieran sus instrucciones originales.

Éste era el primer trabajo religioso que el oficial de la corte había asumido y estaba preocupado de que el proyecto del edificio no saliera bien, las puertas del Dharma podían cerrarse. Le di una mano y traté de ver que todo se hiciera satisfactoriamente.

El Trigésimo Quinto Año (1580-1)

Ese año, por orden Imperial, un gravamen a la tierra había sido impuesto, y todas las tierras a través del país tuvieron que ser medidas para ese propósito.

La Montaña de las Cinco Cumbres siempre había sido exenta de impuesto, pero un oficial local falsamente torció la verdad e impuso un gravamen de quinientos piculs (medida de peso usada en China. Un picul equivale a 133 libras) de arroz en nuestra región. Repetidamente nos enviaron la orden de medir y declarar la cantidad de tierra que teníamos para pagar la contribución sobre ella. Todos los monjes se preocuparon acerca de esto y tuve que tratar de resolver el problema. Cuidadosamente le hice la petición a las altas autoridades gubernamentales quienes rápidamente cancelaron las ordenes oficiales. Por fin fuimos capaces de mantener la santidad de la Montaña de las Cinco Cumbres.

El Trigésimo Sexto Año (1581-2)

Miao Feng también usó su propia sangre para hacer una copia del Sutra Avatamsaka, y cuando estaba terminada, decidimos organizar un gran servicio ceremonial llamado Moksha Parishad. El propósito del servicio era capacitar a los participantes para que confesaran sus pecados y recibieran instrucción en moralidad y disciplina. Cuando Miao Feng reunió suficiente dinero y la preparación de la asamblea estaba lista, invitamos a quinientos monjes bien conocidos de la capital a participar en el servicio.

Sin embargo, en ese momento, el Emperador ordenó rezar para el nacimiento de su heredero. Envió un oficial a Wu Dan, un Daoísta local, a pedir las oraciones apropiadas, mientras que la Emperatriz Madre envió otro oficial a la Montaña de las Cinco Cumbre con la misma petición.

Pensé que mientras todas las oraciones eran beneficiosas para el país, las oraciones para el heredero Imperial eran de particular importancia. Muchas personas pensaron que debería cancelarse el servicio de Moksha Parishad, pero no vi la necesidad de cancelarlo. En su lugar, intenté cambiar su propósito. En lugar de que los monjes ofrecieran el servicio para su propia ventaja espiritual, ellos podrían ofrecer sus rezos y exhortaciones a la causa del heredero Imperial. Infortunadamente ni Miao Feng ni el oficial comprendieron completamente mi idea. El oficial estaba particularmente insatisfecho y me criticó abiertamente. Finalmente ambos consintieron, pero no antes de que el rumor se corriera de que estaba desobedeciendo la Orden Imperial continuando con la preparación de la Moksha Parishad. Aunque incitamos a mucha controversia, el verdadero propósito de nuestra reunión era concluyente y ningún daño nos podía suceder.

Más tarde en el año, cuando las reparaciones de la estupa estuvieron terminadas, coloqué mi copia del Sutra Avatamsaka y una copia de mis votos espirituales dentro de la estructura. Teníamos que prepararnos para celebrar la conclusión del trabajo, pero dado que Miao Feng estaba en la capital, las preparaciones me las habían dejado a mí. Por tres meses seguidos casi ni dormí ya que estaba haciendo todos los preparativos para brindarles a mil invitados comida, bebida y albergue temporal.

Para el Festival del Agua y la Tierra, que duró siete días y noches, ayuné, ni siquiera comí arroz, y tomé solamente agua. Todavía me las arreglé para tener la fuerza suficiente para asistir a todos los servicios. El festival fue un gran éxito. Quinientas mesas de ofertas a los Budas y Bodhisattvas fueron cambiadas cada día sin ninguna confusión.

Los visitantes estaban sorprendidos y pensaron que esto había sido logrado por los dioses; definitivamente yo sabía que habíamos tenido la bendición especial de Buda.

El Trigésimo Séptimo Año (1582-3)

Esa primavera conferencié sobre El Hua Yan Xuan Tan, Los Comentarios sobre El Sutra Avatamsaka del Maestro del Estado Qing Liang. Por cien días, un gran grupo de monjes y laicos vinieron de todas partes para asistir. Además de conferenciar, tuve que supervisar la preparación de diez mil comidas por día. A pesar de este gran número, las comidas fueron servidas ordenadamente, y el mismo silencio de calidad superior que prevaleció durante las conferencias continuó durante las comidas. Pero después de este evento, estaba completamente fatigado. No me había quedado energía.

Una gran cantidad de dinero y provisiones habían sido donadas al monasterio y cuando esos regalos fueron colectados y distribuidos, Miao Feng y yo cogimos nuestras escudillas de arroz y nos fuimos en un viaje. Pero nuestro camino pronto se desvió; él de Miao Feng fue a Lu Ya y el mío a Zhang Shi Yan en el Distrito de Zhen Ding donde planee tener una agradable vacación. Compuse las siguientes líneas:

La vida continúa. Ningún pico de montaña empala el sol.
 
Si llegas a un descanso en tu camino, sáltalo.
 

Ese año, en el octavo mes, un heredero le nació al Emperador. Fui al Templo de Zhong Feng al oeste de la capital donde supervisaba la talla de los bloques de madera para imprimir el Prefacio de las Máximas de Zhong Feng.

En el invierno, ejecuté los rituales del Agua en Shi Shi.

El Trigésimo Octavo Año (1583-4)

En el primer mes del año, cuando los rituales del Agua se terminaron, decidí ir a Dong Hai. También, dado que llegué a ser famoso - o notorio - por el éxito de la Reunión de Rezo en la Montaña de las Cinco Cumbres, decidí cambiar mi nombre de Cheng Yin a Han Shan. La fama no ayuda a la práctica de nadie.

Recordé el voto que una vez hice de reconstruir Bao En, mi viejo templo, que había sido destruido por el fuego. Había hecho esa promesa diecisiete años antes, cuando tenía veinte. Ahora me he dado cuenta que llegado suficientemente lejos en tiempo y lugar desde mi voto ese día. No iría más allá de la región de Dong Hai.

En el octavo día del cuarto mes, llegué a Lao Shan. Cuando me había separado de Miao Feng, él le instruyó a su discípulo De Zong que me acompañara y sirviera. Miao Feng temía que viajara solo. Acepté la ayuda.

En un capítulo del Sutra Avatamsaka una vez leí acerca de la residencia de los Bodhisattvas. Decía - En Dong Hai hay un lugar llamado la Cueva Narayana, donde desde los tiempos tempranos, los Bodhisattvas llegan a habitar. - Subsecuentemente había leído los Comentarios del Maestro Qing Liang que revelaban que la palabra Narayana en Sánscrito significaba seguridad, la cual es el significado de Lao Shan en Dong Hai. De acuerdo a otro libro, Yu Gong, la cueva existió en el distrito de Qing Zhou.

Quería con todo mi corazón visitar la morada del los Bodhisattvas pero siendo Lao Shan un lugar salvaje y remoto, no era particularmente un sitio para hospedarse. Viajé al sur de la montaña donde había un valle profundo. Detrás de él estaban las montañas; al frente, el gran océano. El valle era tan extraño y excepcionalmente bello que parecía de otro mundo.

Allí en el valle había un templo muy viejo llamado El Templo de Avalokitesvara del cual solamente quedaban los cimientos. Busqué la historia de ese templo y supe que al principio de la Dinastía Yuan (1280-1341), siete Daoístas, falsificando el nombre del Emperador Shi Zu, que estaba fuera de la corte en una misión, fueron capaces de tomar posesión de la propiedad Budista - la cual rápidamente convirtieron en un templo Daoísta. Cuando el Emperador regresó los monjes Budistas le pidieron que les regresara su propiedad. Eventualmente, sin embargo, distancia para llegar a la región de Lao Shan era muy grande. Nadie cuidó del templo y se cayó en ruinas. Pero a mí me gustaba su retiro. Me gustaba la idea de una paz sin interrupción, y por lo tanto decidí quedarme allí.

Primero, viví en una esterilla bajo la protección de un árbol, pero entonces, siete meses después, Upasaka Zhang Da Xi, un nativo del distrito, me construyó una choza. Me quedé solo en la choza por un año con gran satisfacción. Durante este tiempo solamente tuve un amigo: el Maestro del Dharma Gui Feng del Templo de Ling Shan en Ji Mo. Él era el Ojo del Dharma de la región.

El Trigésimo Noveno Año (1584-5)

Ese otoño, en el noveno mes, la Emperatriz Madre, agradecida por el éxito de la Asamblea de Oración que se sostuvo para el nacimiento del heredero Imperial, quería recompensar al Maestro Da Fang, a Miao Feng y a mí por organizar la asamblea. El Maestro Da Fang y Miao Feng recibieron su recompensa, pero como yo estaba ausente, ella envió a Duan An, el Abate del Templo de Long Hua, a buscarme. Sabiendo que yo estaba en la costa, él vino a entregar la noticia de que Su Majestad deseaba recompensarme. Le dije que la mayor recompensa que posiblemente podía recibir era que me permitiera permanecer en Lao Shan por el resto de mi vida.

Cuando el Abate le reportó a Su Majestad mi respuesta, ella cortésmente garantizó tierra suficiente en la Loma del Oeste para construir un templo residencia para mi uso. Pero cuando el oficial llegó a informarme de esta recompensa, decliné aceptarla. Entonces, cuando él reportó mi declinación a Su Majestad, ella persistió y envió un oficial a darme tres mil monedas de oro con las cuales podría construir una rectoría en Lao Shan. De nuevo renuncié a la premio, diciendo que estaba muy feliz con mi choza y no necesitaba nada más. Pero el oficial insistió que la aceptara. Estaba temeroso de regresar a Su Majestad sin haber satisfecho su instrucción.

Entonces, ofrecí hacer una negociación: había llegado el momento en que la familia Imperial debía danificar a las victimas de la hambruna. Dado que había habido una gran hambruna en la provincia de Shandong, pregunté - ¿Por qué no extender la misericordia de Su Majestad a aquellas personas hambrientas? Y entonces le pedí al oficial que distribuyera el dinero entre los necesitados.

Cuando los reportes de las donaciones les fueron entregados a Su Majestad, estuvo muy complacida y profundamente motivada. Más tarde, sin embargo, me acusaron de haber usado impropiamente los fondos de la corte. Cuando me trajeron frente a la corte del distrito, le pedí al magistrado que se mirara los documentos de las financias del tesoro de la corte. Así lo hizo y después de haber determinado que todos los fondos habían sido usados para ayudar a los damnificados de la hambruna, declaró la acusación enteramente falsa.

El Cuadragésimo Año (1585-6)

Las personas que vivían en el este del distrito de Dong Hai eran no Budistas. Ellas seguían el culto Daoísta de Li Qing que se había originado en Chang Yan, al pie de la montaña, y esparcido hacia el este. Nadie nunca había oído de las Tres Joyas del Budismo: El Buda, el Dharma y la Sangha.

Un día, un miembro del clan Huang, el clan mayor en el área, vino a verme para preguntarme acerca del Dharma. Fui capaz de convertirlo al Budismo, y entonces, después de un tiempo, cuando los ancianos del clan y sus seguidores igualmente vinieron a verme, los convertí también.

Una Mente Realmente Brillante

 

Cuadragésimo Primer Año (1586-7)

Ese año una orden Imperial fue dada para distribuir las compilaciones del Tripitaka a varios templos. Al principio, ciertos trabajos que habían sido escritos en China no se habían terminado, pero la Emperatriz Madre ordenó que esos trabajos también fueran incluidos. Cuando la impresión fue terminada, el Emperador ordenó que quince copias deberían ser repartidas a los templos más conocidos del país. Cuatro de las copias fueron distribuidas a los cuatro templos de las cuatro regiones límites.

En esa ocasión, la Emperatriz Madre, todavía recordando la reunión de oración en la Montaña de las Cinco Cumbres y mi negativa de aceptar la recompensa, ordenó que se me enviara una copia del Tripitaka a Dong Hai. Desdichadamente, nadie me informó con anterioridad de este regalo y cuando llegó, no había lugar para ponerlo, teniendo que ser guardado temporalmente en la oficina del distrito.

Cuando leí por mí mismo la orden Imperial que acompañaba al Tripitaka, decidí ir a la capital a expresar mi gratitud.

La Emperatriz Madre cortésmente solicitó a las damas de la corte que donaran dinero para la restauración del templo en Dong Hai de manera que pudiera darle un resguardo apropiado al Tripitaka. Ella también requirió que el templo fuera llamado Hai Yin, que significa Símbolo del Océano.

Habiéndome enterado de que el Maestro Da Guan había ido a verme en Lao Shan, me apuré para regresar y encontrarme con él allí. Nos reunimos al pie de la montaña - justamente cuando yo llegaba y él se iba. Junto regresamos a la costa donde me hospedaba, y después de su visita que duró veinte días, me dio un poema que contenía las siguientes líneas:

A mis anchas viví en la costa
 
Habiendo dejado mi carga de fama
 
Al este de las montañas.
 

Ese invierno, en el mes undécimo, después de más de cinco años de casi no trabajar, una tarde en el nuevo salón de meditación del Templo, mi cuerpo y mente finalmente encontraron el verdadero descanso. ¡Qué éxtasis! Me había sentado en meditación toda la tarde y entonces, durante la noche, me levanté y miré al océano. El tiempo se detuvo. No había movimiento en el océano. Ni las olas ni el murmullo de ellas perturbaban la superficie del agua. La luz de la luna resplandecía sobre las aguas tranquilas como si estuviera brillando sobre un campo de nieve. Todo estaba lleno de luz - la tierra, el cielo, el mar, e incluso mi propio cuerpo y mente. No existía nada más que luz. Recité el siguiente gatha:

Desde el cielo claro la luna brillante resplandece
 
Sobre el mar sereno y la costa decorada con nieve.
 
En esa noche santa no puedo encontrar el límite del agua.
 

Cuando regresé a mi habitación cogí una copia del Sutra Surangama y abriéndola arbitrariamente, leí las siguientes líneas:

Tu mente y tu cuerpo, y todas las montañas, ríos, y espacios de la Tierra son meramente fenómenos que existen en Una Mente Realmente Brillante.

En ese momento logré tal discernimiento del significado del Sutra que inmediatamente comencé a escribir El Espejo Colgante del Sutra Surangama. El trabajo se terminó en ningún período de tiempo. Esa noche, cuando la meditación nocturna había terminado, le pedí al monje que sostenía el segundo rango oficial en el monasterio que viniera a leerme mi manuscrito. Escuché, sintiendo como si las palabras hubieran sido habladas en un sueño.

El Cuadragésimo Segundo Año (1587-8)

Ese año, cuando la reparación del templo estaba finalmente terminada, comencé a enseñar, a los fieles seguidores, los Preceptos Budistas en el salón nuevo. Una vez que el salón estaba formalmente abierto, los monjes llegaron de todo el país para asistir a mis charlas. Especialmente para el beneficio de los laicos, di una conferencia llamada Hablando Llanamente sobre el Sutra del Corazón.

Ese otoño en el octavo mes, el magistrado de distrito Hu Zhong Chen, que había regresado a su pueblo natal después que había renunciado a su puesto, retornó a visitarme. Traía con él el hijo de un pariente y pidiéndome si podía aceptarlo como monje dejándolo a su vez servirme como asistente. Estuve de acuerdo, nombrando al jovencito Fu Shan.

Cuadragésimo Tercer Año (1588-9)

Un día, después de leer El Espejo Colgante del Sutra Surangama, un discípulo vino a mí protestando que había todavía mucho en el Sutra que lo confundía. - Este Sutra es generalmente muy claro acerca de cómo debemos mirar el alma - dijo - pero hay mucho escrito 'entre líneas' que necesita ser explicado. Para que los estudiantes entiendan su significado profundo, se necesita un comentario adicional. - Entonces dijo - Tal comentario sería el regalo mayor que cualquiera pudiera darle al Dharma Budista.

Inmediatamente comencé a escribir El Verdadero Significado del Sutra Surangama. Aunque completé un sumario de mis pensamientos, no terminé el manuscrito.

Cuadragésimo Cuarto Año (1589-90)

Un día, después de leer El Espejo Colgante del Sutra Surangama, un discípulo vino a mí protestando que había todavía mucho en el Sutra que lo confundía. - Este Sutra es generalmente muy claro acerca de cómo debemos mirar el alma - dijo - pero hay mucho escrito 'entre líneas' que necesita ser explicado. Para que los estudiantes entiendan su significado profundo, se necesita un comentario adicional. - Entonces dijo - Tal comentario sería el regalo mayor que cualquiera pudiera darle al Dharma Budista.

Inmediatamente comencé a escribir El Verdadero Significado del Sutra Surangama. Aunque completé un sumario de mis pensamientos, no terminé el manuscrito.

Cuadragésimo Cuarto Año (1589-90)

Ese año leí El Tripitaka y di conferencias sobre El Sutra del Loto y El Despertar de la Fe.

Desde que había dejado la Montaña de las Cinco Cumbres, continuaba pensando en visitar a mis padres, pero tenía siempre el temor de llegar a involucrarme en los asuntos mundanos. Ahora, sin embargo, decidí probarme a mí mismo. Una tarde, en el décimo mes, a medida que abría los ojos después de la meditación, se me ocurrieron las siguientes líneas:

He observado el humo en espiral en el espacio vacío.
 
En ese espejo, he mirado multitudes de cosas.
 
Pero anoche un dragón engulló la luna esplendorosa
 
Y en la oscuridad, observé lo que había perdido.
 

Llamé a mi asistente y le dije, - Ahora puedo regresar a mi pueblo nativo a ver a mis padres. - Necesitaba expresarles mi gratitud. Primeramente planeé ir a la capital para pedirle al Emperador que donara una copia del Tripitaka al Templo de Bao En. El Emperador muy contento me concedió la petición, y tan pronto recibí los volúmenes, sin demora, comencé mi viaje de regreso.

En el mes undécimo, en el transcurso de mi viaje hacia Long Jiang en el sur, la estupa allí había comenzado a emitir luz. La luz brilló por muchos días y cuando una tarde me acerqué trayendo El Tripitaka, la luz se desvió hacia el norte en forma de puente y los monjes fueron capaces de caminar en la luz para venir a darle la bienvenida al Tripitaka. Cuando los Sutras fueron colocados cuidadosamente en los estantes, se sostuvo una ceremonia. La luz continuó brillando por días, y miles de personas que fueron testigos de eso creyeron que era un signo verdaderamente no común y muy propicio.

Tan pronto como mi madre se enteró que iba a regresar, envió un mensajero a preguntarme exactamente cuando iría a casa y también cuánto tiempo planeaba pasar allí. Le dije que le explicara que dado que también estaba conduciendo asuntos oficiales, no podía ser preciso acerca de mi llegada. Y entonces hice un comentario jocoso - Si ella está feliz de verme llegar tanto como estuvo al verme partir, pasaré dos noches con ella en la casa. -Cuando mi madre escuchó esto dijo - Verlo otra vez después de todo este tiempo será como encontrarse con él en la próxima vida. ¡Estoy muy contenta! ¡Y dos noches! ¡Justamente una noche hubiera sido suficiente, pero ahora va a quedarse dos!

Cuando finalmente me vio estaba tan feliz que no pudo parar de reírse. Estaba sorprendido y deleitado por su reacción. Esa tarde ella había invitado a la casa a muchos amigos y parientes y pasamos la noche entera justos hablando.

-                     ¿Viniste en bote o por camino? - Preguntó un anciano miembro de mi misma secta.-

-                      ¿Por qué preguntar cómo llegó aquí? - Replicó mi madre.

-                     - Bien, ¿de dónde ha llegado? - El anciano preguntó.

-                     - ¡Vino de las estrellas! - Respondió mi madre.

-                     Reí. - ¡No es una sorpresa que me haya dejado ir de casa!

-                     Entonces le pregunté - ¿Pensaste en mi después que me fui?

-                     - ¿Cómo pudiera no haber pensado en ti? Estuve preocupada todo el tiempo.

-                     - ¿De que te preocupaste?

-                     - Al principio, no sabía dónde estabas. Entonces un monje me dijo que estaba en la Montaña de las Cinco Cumbres y le pregunté en que dirección se encontraba, él dijo - Para el norte. Su hijo se ha quedado bajo la constelación de la Osa Mayor. - Así que cada noche miraba hacia arriba, hacia la constelación, y pensaba de ti recitando el nombre del Bodhisattva. Te vi allí cada noche. Si alguien me hubiera dicho que habías muerto, le hubiera respondido - No, él está allí inmóvil. - ¡Lo que estoy mirando ahora debe ser tu cuerpo transformado!

Al siguiente día fuimos a brindarle nuestros respetos a la tumba de nuestros ancestros. Mientras estábamos allí encontré un lugar apropiado para la tumba de mis padres. Mi padre tenía ochenta años en ese momento, así que jocosamente dije - Bueno, ya de paso podría enterrarlo ahora y así no tengo que volver. - Entonces, pretendí escarbar la tierra, golpeé la tierra varias veces con una azada. Mi madre me quitó la azada de las manos y comenzó a cavar, diciendo - Mientras estamos en esto, puede que sea mejor que cave mi propia tumba también. Entonces nadie tendrá que preocuparse. - Al tercer día, me despedí de mis padres. Mi madre, feliz como siempre, no demostró ningún signo de tristeza. ¡Ella fue una mujer extraordinaria!

En Ji Mo tenia un discípulo llamado Huang Na Shan, alias Zi Guang, quien era hermano de un oficial llamado Huang. Llegó a ser mi discípulo cuando tenía diecinueve años y yo había recientemente llegado a mi residencia costera de Dong Hai. Le enseñé El Sutra Surangama que memorizó completo en dos meses. Entonces, a pesar de la oposición de sus padres, firmemente decidió convertirse en vegetariano.

Estaba tan seriamente involucrado en su práctica Chan que frecuentemente se la pasaba sin dormir. Incluso, aunque sabía que yo iba a retornar a Dong Hai, todavía le rezaba a Guan Yin por mi seguridad y pronto regreso. Dijo - Somos personas de la frontera. Por mucho tiempo incluso nunca escuchamos acerca de los Tres Tesoros. Entonces, por una gran fortuna, un maravilloso maestro vino a enseñarnos y a ser nuestro amigo. Ahora, descansamos tanto en él que si fracasa en regresar, no sobreviviremos la pérdida. - Entonces, como ofrenda de sacrificio, se cortó un brazo abriéndolo e insertando en la llaga sangrante una vela encendida, rezando a Guan Yin a medida que la vela encendida cauterizaba la herida.

Tomó tres meses para que la dolorosa herida sanara, pero cuando sanó, le dejó una cicatriz que misteriosamente tomó la forma de la cara de Guan Yin. Los rasgos se reconocían tan claramente como si hubieran sido pintados a propósito. Aunque vivía en la casa con su esposa y madre, no les contó la historia de la cicatriz. Entonces, cuando vino a verme diciendo que dejaría su hogar si lo aceptaba como monje, muy a pesar mío rehusé. Él protestó - ¿No he probado mi devoción al Dharma? - Preguntó. - ¿Por qué no me dejas ser un monje? - Pero dado que él ya estaba comprometido con las responsabilidades familiares, tuve que rehusar. Todavía, este incidente demostró que la semilla de la Budeidad puede enraizarse incluso en los confines espiritualmente desérticos.

Cuando primeramente decidí permanecer en la Montaña de las Cinco Cumbres mi intención era esperar el tiempo oportuno para reconstruir el Templo Bao En que había sido destruido por el fuego. Por supuesto, el proyecto requería dinero también. Pero mientras el tiempo se hizo asequible por él mismo, el dinero no.

Cuando me mudé a la costa, continúe esperando por una oportunidad más ventajosa para presionar por los fondos necesarios. Esto ocurrió cuando estaba transportando El Tripitaka a la capital sureña. Escribí el plan de reconstruir el templo detalladamente y lo presenté a la Emperatriz Madre. Reconocí la dificultad de reunir tanto dinero, pero sugerí que podía ser colectado poco a poco, diríamos, cortando los costos operacionales de la comida Imperial por unos cuantos cientos de taels diarios. Los ahorros se sumarian y en tres años la reconstrucción podría comenzar. En diez años seria terminado. La Emperatriz Madre estaba complacida con la propuesta y ordenó que desde el mes doce de ese año, se apartaran cien taels diarios del presupuesto de la comida.

Cuadragésimo Quinto Año (1590-1)

En la primavera de ese año, le copié El Sutra del Loto en pago de mi gratitud a la Emperatriz Madre.

Durante ese tiempo, unos cuantos miembros del culto Daoísta se unieron con sus sacerdotes protestando de que yo me había apoderados de los lugares donde estaban situados sus Templos Daoístas, para tratar de tomar posesión de lo que ahora eran las tierras y los templos Budistas. Ellos revolvieron multitudes y provocaron insurrecciones en el centro de operaciones del gobernador provincial, demandando que les devolvieran su propiedad. Dos de mis asistentes y yo estábamos presente durante la insurrección. Tratamos de calmar a la multitud, pero estaban incontrolables. El Gobernador Li, creyendo que ellos no tenían un argumento válido, cooperó por un tiempo insistiendo que enviaría el caso a Lei Zhou para una meticulosa investigación.

La multitud no se había apaciguado. En cierto momento, mis asistentes y yo fuimos rodeados por una muchedumbre enardecida. Inmediatamente despedí a mis asistentes y continué solo. Uno de los líderes del grupo me confrontó con un cuchillo en su mano, amenazándome de muerte. Mantuve mi compostura y le dije gentilmente - Y si me matas, realmente piensas que con eso te saldrás con la tuya? - De mala gana, envainó su cuchillo. Viendo que estaba en una condición mental más tratable, comencé a caminar junto a él, tratando de razonar el asunto. Caminamos juntos por un par de millas y fue en ese momento de cordialidad, cuando la multitud repentinamente decidió que él los había traicionado y por lo tanto corrieron hacia él amenazándolo con golpearlo.

Temiendo que lo mataran, rápidamente lo agarré por un brazo y prácticamente lo arrastré hasta mi residencia. Ya dentro, lo disfracé, y entonces nos sentamos pretendiendo tener una charla informal, riendo y comiendo algunas frutas. Por supuesto, un rumor se había corrido ya de que los Daoístas estaban matando a los monjes Budistas, y cuando llegó al Prefecto, inmediatamente envió la milicia para arrestar la multitud. Todos y cada uno convergieron en mi residencia. Viendo la milicia y al Prefecto y sabiendo que no estábamos seguros, le dije a mi invitado Daoísta que se cambiara de nuevo a vestimenta original. La multitud verdaderamente alarmada, arrodillada con su cabeza sobre el piso en signo de respeto hacia mí, me suplicaba que los salvara.

- ¿Estos insurrectos mataron algún monje Budista? - Preguntó el Prefecto.
- ¿Insurrectos? No, este grupo de personas no mató a nadie - dije simplemente. - De hecho, su líder y yo hemos estado sentados aquí hablando calmadamente y disfrutando unas frutas.
- ¿Y de que se trata el ruido que había? - Demandó saber el Prefecto.
- Eso solamente fue el ruido del mercado - le respondí. - Simplemente disperse la multitud. No hay necesidad de cárcel.

El Prefecto rápidamente entendió la verdadera situación y ordenó a las autoridades locales que enviaran a las personas de vuelta a sus hogares. En menos de tres días, la ley y el orden estaban completamente de nuevo en vigor.

Ese año escribí un comentario sobre los trabajos de Lao Zi y Zhuang Zi.

Cuadragésimo Sexto Año (1591-2)

Este año la Emperatriz Madre hizo hacer expresamente una estatua de sándalo de Vairocana para colocarla en el salón del templo principal él cual ya se había terminado.

En el otoño, mi discípulo Huang Zi Guang murió sentado en meditación.

Cuadragésimo Séptimo Año (1592-3)

En el séptimo mes del año, fui a la capital y visité al Maestro Da Guan en su cabaña de la montaña. Siglos antes, en la Dinastía Jin, el Maestro del Dharma Yuan, preocupado de que las enseñanzas Budistas estaban en peligro de desaparecer, hizo esculpir en piedra los sutras. Entonces las guardó en una cueva cercana. Más tarde, sin embargo, los monjes Budistas decidieron vender el templo y la Estupa y los edificios remanentes, no sirviendo a ninguna causa Budista hasta que el Maestro Da Guan vino y los redimió. Él me llevó a la cueva y me enseñó el tesoro de los sutras grabados en piedra. Todo era una historia tan maravillosa que no dudé cuando me pidió que la escribiera. Deleitado por hacerlo, documenté la recuperación de las piedras, la estupa y el templo. También invertí un poco de tiempo en organizar los manuscritos que yo había escrito en el Templo de Hai Yin.

Entonces, por cuarenta días y cuarenta noches, el Maestro Da Guan y yo nos sentamos enfrente del uno al otro como si estuviéramos unidos en un estado de Samadhi. Este fue el tiempo más hermoso de mi vida.

Cuadragésimo Octavo Año (1593-4)

Ese año, una hambruna brutal en la provincia de Shandong causó que muchas personas murieran de hambre. Las calles estaban llenas con los muertos. Cerca de nuestra montaña, había muchas personas hambrientas. Las alimentamos con las provisiones del templo y después que éstas se habían terminado, fui en bote a Liao Dong a comprar más artículos de primera necesidad. Ni una sola persona en nuestro lado de la montaña murió de hambre.

Cuadragésimo Noveno Año (1594-5)

Esa primavera en el tercer mes, el Gobernador Provincial Zheng Kun Ya de Shandong me visitó. Tenía muchas preguntas acerca del Dharma, las cuales se las respondí felizmente.

En el décimo mes, para el festival del solsticio de invierno, fui a la capital a extenderle mis saludos por la conmemoración a la Emperatriz Madre. Acepté una invitación para quedarme unos cuantos meses en el Templo de Ci Shou con motivo de la celebración del Año Nuevo y también para platicar sobre los Preceptos Budistas.

Para entonces, la Emperatriz Madre había reunido una considerable suma de dinero para el proyecto de la reconstrucción del Templo Bao En. Le pregunté qué cuando empezaría la reconstrucción. Debido a la crisis política que había sido creada por la invasión japonesa a Corea, las tropas chinas habían sido movilizadas y bajo esas circunstancias, había tenido que posponer cualquier decisión sobre el proyecto del templo.

El Quincuagésimo Año (1595-6)

Éste no fue un buen año. En la primavera, tan pronto hube regresado de la capital a mi templo de la costa, fui arrestado por cargos diversos.

Primero que todo, debido principalmente a la intriga Daoísta, la devoción por el Budismo de la Emperatriz Madre y sus gentiles atenciones para conmigo no fueron completamente evaluadas por el Emperador y otros miembros que ocupaban altas posiciones de la corte Imperial. Muchos cortesanos resintieron el regalo del Tripitaka que Su Majestad me había hecho y su pedido a las otras damas de la corte para que donaran dinero para la construcción de un templo apropiado para acomodarlo. Ellos también resentían que mientras otros habían pagado por el templo, ella personalmente escogió denominarlo Hai Yin, un nombre que parecía dar la impresión del reconocimiento Imperial al reclamo de propiedad de los Budistas.

También, el error acerca del Moksha Parishad que nunca había sido resuelto. Muchos oficiales todavía pensaban que yo había desobedecido la orden Imperial. Y para colmo, estos oficiales de la corte también detestaban al emisario de la Emperatriz Madre, que había entregado ambos, El Tripitaka y el dinero que había sido donado para construir el templo que lo acomodaría. De este dinero, había usado solamente setecientas monedas de oro en el proyecto de construcción y le había pedido al emisario que distribuyera lo restante del regalo a aquellos que estaban sufriendo por la hambruna, y así lo había hecho. Pero en la investigación de numerosos funcionarios Daoístas y de aquellos oficiales resentidos, los cargos de haber usado impropiamente la suma total fueron traídos en contra mía y del emisario que odiaban.

Mi plan de reconstruir Bao En también hizo surgir mucha enemistad. Los miembros de la corte, especialmente aquellos que no eran Budistas, no veían por qué ellos deberían sufrir incluso una pequeña reducción en la suntuosidad de sus comidas, sólo para satisfacer mi apego sentimental por un viejo templo. Que Su Majestad pudiera ser persuadida para financiar mi lujoso capricho sugería que tenía una influencia excesiva en la corte Imperial. La irritación de ellos se extendió incluso hasta el administrador de la corte que supervisó la colecta de dinero ahorrada del presupuesto diario de la comida. Él también fue acusado de irresponsabilidad administrativa.

Lo más serio de todo, sin embargo, fue la vieja acusación de que me había apoderado ilegalmente de la propiedad Daoísta en la montaña de Dong Hai. Cuando los Daoístas del área se habían sublevados, el Prefecto había sido capaz de dispersar sus cuerpos; pero ni él ni yo fuimos capaces de dispersar su antagonismo. Los Daoístas continuaron presionando su acusación en contra mía y cuando ellos y los descontentos oficiales de la corte se aliaron, su acusación insignificante tomó dimensiones Imperiales. Una denuncia formal repleta de exageraciones y falsas acusaciones fue dirigida en contra mía y presentada al Emperador por uno de sus agentes quien, para ese propósito, falsamente se presentó a sí mismo como un sacerdote Daoísta. Era un serio vestigio de deshonestidad. El Emperador, furioso e indignado, inmediatamente dio la orden de arresto.

Después de enterarse de mi adversidad, mis amigos y discípulos se perturbaron al extremo, naturalmente traté de consolarlos. - He estado aquí con ustedes por doce años. Piensen en lo que se ha logrado durante ese tiempo. Las personas que vagaban sin meta y ninguna guía moral ahora caminan fuertes y derechos en nuestro camino sagrado Budista. He escuchado a los pequeños cantar el nombre de Buda. ¿De que me puedo arrepentir? - Y entonces, acordándome de mi antigua promesa de reconstruir el Templo de Bao En, me corregí - Mi único desconsuelo es que parece que el Templo de Bao En no va a ser restaurado.

En la capital, la Oficina de Pacificación ordenó que me interrogaran. Antes de ser formalmente enjuiciado de todos los cargos, fui golpeado e interrogado persistentemente acerca de las donaciones a los diferentes monasterios Budistas hechas por la Emperatriz Madre, donaciones que de acuerdo con mis acusadores, sumaban muchos cientos de miles de monedas de oro. Rehusé decir cualquier cosa que pudiera comprometer la devoción al Budismo de Su Majestad; y en cuanto a la donación que las damas de la corte habían hecho, afortunadamente fui capaz de traer los documentos a la corte que demostraban exactamente cómo y dónde el dinero había sido invertido. El cargo de apropiación impropia de fondos fue retirado.

Adicionalmente se me sugirió que traicionara a la Emperatriz Madre diciendo que ella no solamente había aprobado mi adquisición ilegal de la propiedad Daoísta en Dong Hai sino que actualmente lo había alentado cuando había pedido que el dinero fuera donado a la construcción de un nuevo Templo Budista en el antiguo lugar Daoísta. Le relaté a la corte la búsqueda histórica del área que había hecho cuando primeramente llegué a Dong Hai. Argumenté que la propiedad había sido originalmente Budista, que los Daoístas habían obtenido ilegalmente el título de ella falsificando la firma del Emperador, que subsecuentemente las autoridades Budistas habían pedido su devolución exitosamente, y que, de todas formas, el lugar del templo había sido abandonado hacía mucho tiempo cuando llegué. Estas, insistí, eran las declaraciones que yo le había dado a Su Majestad.

Presenté mis puntos de vista con tal convicción que el Emperador voluntariamente entendió cómo la Emperatriz Madre pudo haber aceptado mi versión de los hechos sin ninguna duda en cuanto a su veracidad. Él y la Emperatriz Madre se reconciliaron completamente. Fui leal a ambas de Sus Majestades; y la única consolación que fui capaz de derivar de mi persecución fue que no tuve que sucumbir a la tortura y me permití a mí mismo ser un instrumento de la desavenencia familiar.

Pero fue la versión Daoísta de los hechos la que el Emperador decidió aceptar; y fui encontrado culpable de construir ilegalmente los templos en Dong Hai. De acuerdo con eso, fue encarcelado en Lei Zhou. Éste fue el tercer mes del año.

A través de mi prueba, todos los templos en la capital continuamente me recitaron los sutras y sostuvieron ceremonias Kshamayati, que invocaba la paciencia divina y el perdón. Incluso algunos monjes ofrecieron el sacrificio de quemar palitos de incienso bajo sus axilas mientras repetían los mantras y rezos para mi protección. En Jin Wu, el hijo del Oficial Zheng Fan Ji de An Su, quien no conocía, sostuvo un banquete con el propósito de obtener la ayuda de nobles y gentiles. Con lágrimas en sus ojos, le habló de mi inocencia. Su audiencia expresó el pesar por mi sufrimiento y por el daño que le había sido hecho a nuestro Dharma Budista. En esto, ellos reflejaron la verdadera actitud de las personas hacia el Dharma en ese tiempo.

Por ocho meses permanecí en prisión. Durante ese tiempo sólo le fue permitido a Fu Shan traerme comida.

Ese invierno, en el décimo mes, fui deportado al Sur. Muchas personas, incluyendo oficiales que vestían como ciudadanos ordinarios, me acompañaron hasta la orilla del río. Mi asistente Fu Shan y otros dos o tres monjes me siguieron.

En el mes once llegué a Nanjing. Después de despedirme de mi madre, compuse un trabajo literario titulado La Madre y el Hijo. Cuando partí, me llevé a mi sobrino huérfano conmigo.

Recordé que previamente, cuando el Maestro Da Guan y yo nos habíamos quedado juntos en la Montaña del Sutra de Piedra, él había expresado, comentando sobre el declive de la secta Chan, que Cao Ji (Nan Hua Si), el origen del Chan, también podría deteriorarse. Entonces decidimos ir allí a revivir el monasterio. De hecho, él había ido primero y estaba esperando por mí en Kung Shan. Cuando fui arrestado, él estaba quedándose en Tian Chi.

Cuando el Maestro Da Guan se enteró de mi arresto, se quedó atónito. Entonces, tristemente dijo - Si el Maestro Han Shan se ha ido, nuestra promesa para revivir Cao Ji no puede ser lograda. - No obstante, continuó su viaje al monasterio antes de regresar a Liao Cheng.

Cuando supo que yo llegaría a Nanjing, fue allí a esperarme. Pudimos pasar un tiempo juntos hablando en un templo a la orilla del río. Quería ir a la capital a defender mi causa, pero lo desalenté. - Como un hijo obedece a un padre, obedezco a Su Majestad. ¿Cuál es la diferencia entre familias y gobiernos? - Esta frase es mi destino y la acepto. Por favor, - le supliqué - no haga ni diga, no importa que, cualquier cosa en mi defensa.

Antes de partir me agarró el brazo y me dijo - Cuando escuché que te habían arrestado en Tian Chi, prometí, por tu seguridad ante el santuario de Buda, recitar el Sutra del Loto cien veces. Recé con todo mi corazón que te librara de todo daño. No imploré que no tuvieras dificultades futuras. - Humildemente se lo agradecí.

Más tarde me escribió, enviándome una copia de su composición, La Expulsión de un Huésped.

"Purifica Tu Mente"

El Quincuagésimo Primer Año (1596-7)

En el primer mes, todavía en estado de confinamiento, crucé el Río Wen Jiang y visité al Consejero Imperial Zhou. Upasaka Wang Xin Hai de Lu Ling vino al encuentro a brindar sus respetos y pedirme que escribiera un comentario sobre el Sutra Lankavatara.

En el segundo mes, subí a la cima de la Montaña Yu para ver el lugar donde Wei Ming intentó coger el manto del Sexto Patriarca. En memoria de este suceso, escribí estas dos líneas:

Y cuando pasaste este camino anteriormente, querido viajero,
Un seguidor te enseñó su Rostro Inmortal.
¿Será visto tan claramente él mío?
 

El lugar era verdaderamente inspirador y de mucha importancia para verlo, pero el camino era muy escarpado y abrupto para los viajeros. Por lo tanto instruí uno de mis asistentes a que preparara una caseta para ofrecerle té gratuito a los visitantes, y alenté a los Budistas locales para que trabajaran mejorando el camino y persuadieran cada visitante a contribuir con una pequeña ayuda. En unos cuantos años el camino al lugar se había convertido en suave y seguro.

Cuando llegué a Shao Yuan, fui inmediatamente a la montaña a reverenciar al Sexto Patriarca. Bebí el agua de Cao Ji y escribí la siguiente gatha:

Una gota del agua de Cao Ji era suficiente
Para hacer que las olas del océano flagelen el cielo
Y cambien al tímido pez a dragón.
La primavera está entorpecida. El pozo está seco.
En el mar en calma los dragoncitos no agitan.
 

El templo del Sexto Patriarca estaba prácticamente desierto y casi arruinado. Profunda tristeza… me fui a Guangzhou.

Cuando llegué allí, me puse el atavío y los amarres de prisionero, y me presenté al general militar quien me desamarró los cordones y me invitó a una fiesta en el Templo de Hai Zhu.

En ese tiempo, el Consejero Imperial Zhou Hai Men estaba conferenciando sobre las metafísicas de Yan Ming. Cuando se enteró de mi llegada, me llamó trayéndome unas cuantas docenas de sus seguidores con él. Él comenzó la discusión refiriéndose al dicho: "Uno no puede entender la verdad hasta que comprenda la condición del día y la noche."

Un anciano Daoísta quien estaba sentado entre ellos respondió. - La condición es conciencia - dijo. Y el día y la noche son el despertar y el dormir. La misma conciencia que funciona durante nuestras acciones diurnas, funciona durante la noche cuando accionamos en nuestros sueños. - La audiencia demostró su aprobación.

El Consejero Zhou entonces se dirigió a mí. - Venerable anciano Maestro Chan - dijo - pensé que todos parecían estar satisfechos con esta interpretación, yo no. Por favor, danos tu opinión.

- ¿Cuál es el origen de esta cita? - pregunté.

- Es del Libro de los Cambios - respondiendo con unas cuantas oraciones adicionales.

- Estas palabras son el consejo de un hombre sabio a los hombres que deben trascender el Samsara e ir más allá del nacimiento y la muerte - dije.

El Consejero aplaudió. - Solamente la interpretación de este viejo maestro está de acuerdo con el texto. El significado esta ahora claro. - Pero sus seguidores no entendieron y pidieron explicación adicional.

- El día y la noche es la ilusión llamada nacimiento y muerte - explicó el consejero - Hasta que uno esté libre de las condiciones de esa ilusión, no puede experimentar la realidad.

Ahora todos estaban de acuerdo. Por el pedido de algunos devotos Budistas, el Gobernador Chen me expidió los permisos de viaje correspondientes para mi traslado al sur. En el décimo día del tercer mes, llegué a Lei Zhou quedándome en un viejo templo localizado en la parte oeste de la ciudad. En unas pocas semanas comencé a escribir mi Comentario sobre el Sutra Lankavatara.

Por ese tiempo una gran sequía, que había durado un año, produjo una terrible hambruna, y debido a la condición débil de la gente, una epidemia acometió toda la región, resultando en muchas muertes. Como cuando estás sentado en un cementerio, así estaba yo, rodeado por lo muertos. Pero el poder del Dharma me protegió de la enfermedad y, afortunadamente, no me contagié.

Debido a la sequía, todos los pozos se habían secado. Cada noche, mi asistente Fu Shan, esperaba hasta muy tarde para ir a obtener una pequeña lata de agua para usar al siguiente día. Los tiempos eran muy difíciles y el agua parecía tan preciosa como la ambrosía.

Había cadáveres apilados en todas partes. Para el otoño, cuando la epidemia ya había decrecido, un escolar llamado Ke Shi Fu y yo, organizamos el entierro de más o menos mil victimas. Entonces, tuvimos un servicio funerario para los muertos mientras que al mismo tiempo ofrecíamos rezos para que lloviera. Las oraciones fueron respondidas abrumadoramente. Unas cuantas horas después del servicio, llovió tan fuertemente que las calles prontamente estuvieron bajo tres pies de profundidad en el agua. La sequía y los últimos vestigios de la epidemia habían desaparecido.

En el octavo mes, por orden de la prefectura, regresé a Guangzhou. Todavía bajo supervisión militar limitada, me quedé en una barraca, y mientras estaba allí compuse algunos veinte poemas acerca de mis experiencias viajando con el ejército.

Mientras estaba en el camino a Guangzhou pasé a través de Ku Teng del distrito Dian Bai que era considerado el portón al país. Esta fue mi primera visita a la región y para conmemorarla escribí una composición literaria. También ayudé a preparar la estación donde los viajeros podían obtener té gratuitamente.

En Guang Hai me encontré con el Consejero Imperial Ding You Wu, quien, al igual que yo, había sido una víctima del sistema judicial. Las acusaciones falsas que le habían hecho, tuvieron como resultado su deportación allí. Siempre le había admirado y ahora que teníamos tanto en común, fuimos capaces de convertirnos en amigos cercanos.

El Quincuagésimo Segundo Año (1597-8)

El invierno le había traído mucha calamidad a Guangzhou. Cadáveres y esqueletos permanecían allí, en el número de miles, tendidos en las calles. Ding You Wu y yo trabajamos duro organizando los detalles de los sepelios, y después de que esa triste tarea se había terminado, tuvimos una ceremonia de siete días para el bienestar de los muertos. Nuestros esfuerzos se apreciaron grandemente y muchos Cantoneses se convirtieron al Budismo.

Ese verano, en el cuarto mes, finalicé mi Comentario sobre El Sutra Lankavatara, pero por algunos de mis discípulos no entendían su idea principal, también escribí El Zhong Yong Directamente Explicado, capacitándolos a comprender el sutra.

Las personas convictas de crímenes no eran habitualmente bienvenidas a la sociedad respetuosa y refinada. Los sacerdotes convictos eran particularmente aborrecidos. Así que, generalmente, fui tratado fríamente e incluso ignorado por la mayoría de las personas. Pero pasó que, el Gobernador Chen Ru Gang, quien en su deber era muy estricto y severo en sus maneras de tal forma que nadie nunca se había atrevido a llamarlo privadamente, frecuentemente envió sus hombres con amabilidad a hacerme preguntas. Alentados por esto, Ding You Wu y yo decidimos un día pagarle la visita. Naturalmente, no pudimos pasar más allá del portero.

Esa tarde, sin embargo, el Gobernador vino al bote a visitarme. Trajo comida y té y nos sentamos a charlar hasta media noche. Su amistad hacia mí dejo boquiabierto a todos. Más tarde, hablando con otros oficiales me elogiaba abiertamente, incluso diciendo que yo era el maestro más talentoso de la sangha. Para enfatizar la ayuda que me estaba dando, ordenó a varios jefes de departamentos que me visitaran; y de un momento a otro las personas de la región completa de Ling Nan comenzaron a demostrarme algún respeto.

El Quincuagésimo Tercer Año (1598-9)

Esa primavera, en el primer mes, el administrado que había sido acusado de irresponsabilidad fiscal en los planes de reconstrucción de Bao En fue deportado a Lei Yang. Él me fue a buscar en Guangzhou donde yo estaba editando el manuscrito de mi comentario sobre el Sutra Lankavatara. Cuando me preguntó acerca del panorama de Lei Yang, le enseñé mi manuscrito diciendo - Este es el panorama de Lei Yang. - Él valoró tanto el examen del documento que inmediatamente comenzó a solicitar donaciones para tallar los bloques de madera e imprimirlo.

El Inspector Zhou Hai Men, jefe de la oficina de impuestos sobre la sal, me llamaba frecuentemente para preguntarme sobre el Dharma. Estaba particularmente interesado en la historia del Monasterio del Sexto Patriarca en Cao Ji y me pidió que revisara los anales oficiales de Cao Ji.

En ese tiempo, muy poco de la teología Budista se enseñaba en Guangdong. Un día, el Consejero Imperial Zhou Hai Men, quien enseñó las metafísicas de Yang Ming, me trajo su clase para preguntarme sobre Budismo. Uno de sus estudiantes, Long Sheng, estaba suficientemente impresionado con mi enseñanza, así que cuando regresó a su casa las repitió a dos de sus amigos, Wang An Shun y Feng Sheng Chang. Más tarde, los tres regresaron a mi residencia y me pidieron que les diera instrucción adicional. Les enseñé la doctrina trascendental, la cual entendieron y aceptaron. Seria y sinceramente practicaron el Chan y fueron capaces de convertir a muchos otros al Budismo. Por los esfuerzos de estos tres discípulos, Los Tres Tesoros - el Buda, el Dharma y la Sangha - llegaron a ser bien conocidos en la región.

Ese verano preparé un salón de meditación para predicar abiertamente el Dharma. Recordando los votos del Maestro Da Guan de recitar el Sutra del Loto cien veces para reducir el sufrimiento, decidí enseñar este sutra a unas cuantas docenas de monjes y discípulos que se reunían en el salón. Cuando llegué al capitulo sobre la Estupa Preciosa, repentinamente agarré el significado de Buda. La Tierra Pura de los Budas existía y estaba frente los ojos de cada ser humano. Las Tres Transformaciones que eran necesarias para entrar estaban disponibles a todos, incluso para aquellos de habilidad inferior. Entonces escribí un comentario titulado Aplaudiendo el Sutra del Loto.

Purifica Tu Mente
Tu Verdadera Naturaleza es profunda, como las aguas calmadas y claras de un lago.
Si dejas que el fondo se revuelva por el amor o el odio,
Las olas de pasión se levantarán. Lo que era claro llegará a ser lóbrego.
Con tu visión obstruida, no notarás
Cómo tus problemas van aumentando.
Si miras con deseo sobre las personas y las cosas,
Estás tirando lodo al agua clara.
Si te permites a ti mismo llegar a ser el deseo de otro,
Eres como aceite derramado sobre el fuego de la pasión.
Cuando el estruendoso ego se hunde en el silencio,
Los infiernos quemantes se convierten en hielo.
Deja que tu ego se resbale gentilmente hacia la muerte silenciosa.
Cuando los ojos del ego están cerrados, el daño aparece en vano.
Esta muerte no llega fácil. Ponte alerta en contra de los viejos hábitos
Que, la frecuencia llega a agudizarlos. Se firme y tolerante.
La alerta trae el conocimiento y el conocimiento es una luz que en un
Destello centelleante oblitera todos los trazos de un fantasma.
Deja que tu Verdadera Naturaleza brille abiertamente en claridad perfecta.
Descansa en la calma pura y serena de la Unidad.
Solitario, eres el soberano. Tú mismo siendo un reinado extraordinario.
¡Reina con paz y armonía!
¿Qué fuerza externa posiblemente puede invadirte?
 

El Quincuagésimo Cuarto Año (1599-1600)

En la primavera finalicé la talla de los bloques de madera para mi Comentario Sobre El Sutra Lankavatara. Conferencié sobre él y distribuí cien copias de a los Budistas eruditos y aquellos oficiales gubernamentales quienes me habían ayudado a expandir el Dharma. Particularmente quería que ellos conocieran, que a pesar de mis dificultades, todavía estaba ejecutando mis deberes sacerdotales.

Muchos Cantoneses observaban la costumbre de sacrificar animales para ofrecérselos a sus ancestros. En el decimoquinto día del séptimo mes, se colectaron muchos animales para un ritual de sacrificio. Fue tan lastimoso verlos esperando para su masacre, que establecí el ritual del Ullambana en el cual la comida vegetariana y los rezos fueron ofrecidos en sacrificio de respeto a los ancestros. Di charlas sobre la santidad de toda clase de vida y traté de persuadir a las personas para que dejaran de matar los animales ya fuera para comer o para actos de sacrificios. Me complació ver cuantas de ellos aceptaron mis enseñanzas. Desde ese momento en adelante, las ceremonias de funerales y cumpleaños, tanto como los rituales de servicio Kshamayati, fueron realizados con comida vegetariana ofrecida en sustitución a la carne animal. Muchos pájaros y animales fueron de hecho liberados. Esta gentileza a los animales fue observada tan favorablemente, que muchas personas fueron estimuladas para convertirse al Budismo.

Ese verano, en el quinto mes, el Magistrado Chan, quien había sido mi amigo íntimo en el Dharma, regresó a casa. Cuando llegó no me llamó a mí ni a ningún otro monje superior, sino que en su lugar mandó a un mensajero a pedir que le prestara cien grupos de utensilios para comer. Cumplí con su pedido. Después, nos sorprendimos cuando nos invitó a un banquete. Naturalmente, nos sirvió con los utensilios prestados. Fue un placer saber lo mucho que respetaba a la sangha. No mucho después, renunció a su puesto. Temiendo que pudiera estar enfermo, fui a visitarlo, pero había muerto un momento antes de llegar. Su cuerpo se trajo al pueblo el próximo día y fui directamente al cementerio a brindarle mis últimos respetos.

En el cementerio, me encontré con el Supervisor Ren del distrito de Chao Yan. Él y yo fuimos a Hui Yang y entonces, aceptando su invitación, fui con él a visitar el Lago Oeste. En Dong Po escalamos el Pico Grulla Blanca. Mi tristeza sobre la muerte del Magistrado Chan no me dejaba, y cuando regresé a casa rehusé recibir visitantes y en su lugar me senté en meditación solitaria.

El Quincuagésimo Quinto Año (1600-1601)

La invasión Japonesa atemorizó al país completo. En añadidura a los temores nacionales, las comunidades locales estaban aterrorizadas por los recaudadores de impuestos de aduana. Decidí cerrar el templo temporalmente y esparciendo a mis seguidores, me retiré a un lugar relativamente cercano.

Los mercaderes de arroz, tratando de sacar producto de la situación devastadora, comenzaron a exportar grandes cantidades de arroz a la Provincia de Fujian; y como el arroz llegó a escasear en Cantón, su precio se alzó. La mayoría de las personas no podían afrontar comprar arroz y la hambruna creció, creciendo igualmente su resentimiento hacia los Fujianeses.

Ahora bien, los Fujianeses tradicionalmente pintaba sus vasijas comerciales de blanco, y los recaudadores de impuestos podían fácilmente encontrarlas, y por supuesto también a las personas; cada vez que los recaudadores de impuestos abordaban un bote Fukien de arroz, las personas se amontonaban en los muelles agraviando a la tripulación.

En una ocasión, los recaudadores de impuestos abordaron una nave Fujianesa y descubrieron que el hijo del Comandante militar Provincial de Cantón, era nativo de Fukien. Cuando las personas se enteraron de la presencia del hijo en la nave, comenzaron a sublevarse. No podían creer que su comandante, quien su deber era la protección de las personas de Cantón, estaba de hecho contribuyendo a su sufrimiento ayudando a su propio hijo a sacar producto del mercado del arroz. Cuando las noticias del abuso oficial se diseminaron, miles de personas vinieron a unirse a la sublevación. Tirando piedras y blandiendo sus armas, marcharon hacia la oficina de administración provincial.

Y para mala suerte, todos los tres administradores de alto rango se habían ido a Jun Men para un festival y allí no había ninguna autoridad que se ocupara de la sublevación. Desesperado por resolver esta situación, el comandante envió a su asistente a mi retiro para pedirme ayuda. Al principio rehusé, diciendo que no podía hacer milagros. Pero entonces el asistente comenzó a llorar y cayendo a mis pies, me imploró ayuda. - Muchas personas morirán - dijo, y escuchando esto me levanté y corrí al lugar de la sublevación.

Le grité a la multitud - ¡Lo que quieren es arroz, pero están pidiendo la muerte! ¡No se dan cuenta que por sublevarse están rompiendo la ley! ¡No pueden recibir la sentencia de muerte por esto! Comprendo que quieran el arroz más barato. Pero incluso si lo obtienen, ¿cómo pueden comérselo si están muertos? Les supliqué que regresaran a sus hogares y se retiraron lentamente.

Mientras tanto, cuando los tres administradores de alto rango que estaban celebrando en Jun Men escucharon sobre la sublevación, regresaron inmediatamente. Pero para cuando llegaron, todo estaba tranquilo y apacible.

Todos me acreditaron el haber sofocado la sublevación. El Superior Ren, comentando sobre mi nueva reputación, me escribió, "Si no hubiera acudido, ¿qué habría pasado en el pueblo? Pero, dado que lo hizo, ¿qué le pasará ahora?" También yo sabia que no tendría paz por causa de mi intervención.

Ese otoño, en el séptimo mes, el Superior Dao Zhu del Distrito de Nan Shao, me invitó a Cao Ji. Agarré el chance para alejarme. La invitación también me dio la oportunidad de brindarle mis respetos a los restos del Sexto Patriarca.

Pero mi intervención exitosa me había asegurado tambien una invitación del nuevo Gobernador Dai, que ordenó al comandante traerme a su oficina.

El Gobernador me recibió calurosamente, incluso sirviéndome una comida especial vegetariana y me deleitó dándome la seguridad que protegería el Dharma. Cuando nos íbamos me dijo que le pidiera ayuda cada vez que la necesitara. Confortado y feliz me despedí y partí hacia Cao Ji.

El Quincuagésimo Sexto Año (1601-1602)

En la primavera, durante el primer mes, llegué a Cao Ji y encontré que el monasterio de novecientos años del Sexto Patriarca, el origen mismo del Budismo Chan, había sido convertido en un mercado de carne. Animales chillando estaba siendo masacrados, adobados y exterminados. Montones de gusanos apestosos y tripas infectadas llenaban el patio majestuoso. Vendedores ambulantes parados en cajones gritaban por la atención de la multitud acordonada. El lugar entero era una confusión total. Incluso el cementerio, dedicado solamente para los restos de los religiosos, había sido invadido por los parientes muertos de los campesinos de la vecindad.

Los monjes que todavía vivían en Cao Ji estaban tan imposibilitados como un rebaño de ovejas. Ya sea por corrupción o por temor, ellos no hicieron nada para oponerse a la profanación de este lugar sagrado. Los mercaderes, los artesanos y una variedad de bandidos conducían sus viles negocios sin ninguna oposición de las autoridades religiosas o civiles.

Profundamente disgustado, fui al Gobernador Dai y le supliqué que me ayudara. Su respuesta fue inmediata. Ordenó al magistrado del distrito que enviara una milicia a Cao Ji y en tres días, los vendedores y los mercaderes fueron sacados y sus negocios derrumbados. Los montones de escombros y despojos se removieron y el templo y todos sus edificios fueron limpiados.

Con mucha satisfacción, el Gobernador y yo inspeccionamos el monasterio. Después, a medida que disfrutábamos de una comida vegetariana, me dijo - Maestro, le hice un favor limpiando el monasterio del Sexto Patriarca. En pago, usted puede hacerme otro.

- Haré lo que mejor pueda - repliqué. - Exactamente, ¿cuál es el problema?

Él explicó - Las personas de esta región están siendo constantemente acosados por los pescadores de perlas y los mineros, quienes, entre otras ofensas, roban las tumbas ancestrales. La ley no tiene poder para capturar esos criminales porque no sabe cuándo o dónde van a atacar. Los pescadores de perlas tienen muchos botes y cuando uno de ellos comete un acto de piratería, nadie puede determinar cual es el culpable. ¿Ves? - me dijo en confidencia - la provisión de perlas ha menguado tanto que no hay mucho trabajo para los pescadores. Pero dado que ellos se ganan la vida robándole a la gente aquí, rehúsan irse. Es la misma situación con los mineros. Cuando ellos no están trabajando en las minas, vienen por la noche y roban las tumbas ancestrales. Ambos, los pescadores de perlas y los mineros tienen permiso oficial para trabajar aquí, así que simplemente no podemos botarlos. Las personas aquí están desmoralizadas moralmente por tal falta de control; y confieso que simplemente no sé como ayudar a corregir la situación.

- Puedo entender tu problema - le dije. - No será fácil resolverlo. - Pero estuve de acuerdo en tratar de ayudar.

Dio la casualidad que Li, el oficial a cargo de los pescadores de perlas y las operaciones mineras, vino a Cao Ji a pasar el otoño en la atmósfera placentera del monasterio en la montaña. Asumí su instrucción en el Dharma la cual recibió con gran placer.

Ahora, como devoto Budista, Li quería demostrar su apreciación haciendo algo más que donar dinero al monasterio. Entonces, vi mi oportunidad de proponerle una solución al problema. - Claramente - le dije - cuando el Emperador dictó los permisos de trabajo, no fue con la intención de permitirles a los pescadores y los mineros que permanecieran en el área después de que su trabajo estuviera terminado. Y ciertamente, nunca intentó que ellos deberían ofender a las personas tan cruelmente. Sé que los culpables claman que ellos todavía están trabajando legítimamente, pero usted y yo sabemos que esta reclamación es meramente una excusa para permanecer.-Entonces le sugerí que requiriera una 'prueba de trabajo', inspeccionando los resultados de lo que ellos decían habían hecho. Si ellos no podían producir ni perlas no oro, entonces se les debería ordenar dejar la región. Multas podían ser impuestas si fallaban en retirarse como se les ordenaba.

Li pensó que mi plan era digno de mérito y lo implementó sin ninguna tardanza.

Los problemáticos fueron dispersados y el orden fue restaurado. Por lo tanto, por ser un instrumento en la pacificación de la comunidad, fui capaz de pagar mi deuda con el Gobernador Dai. Extremadamente agradecido, llegó a ser inclusive, mucho más de lo que era, un entusiasta protector del Dharma. Bajo sus auspicios fui capaz de expandir los templos de Cao Ji, mejorar sus calles, comenzar un programa de entrenamiento para los monjes, preparar a ciertos monjes talentosos para que enseñaran los Preceptos Budistas, establecer reglas y regulaciones sacerdotales, asignar una jerarquía para gobernar justa y eficientemente, colectar rentas, pagar impuestos, y rescatar todas las propiedades del templo. Todo esto fue logrado en un año.

El Quincuagésimo Séptimo Año (1602-1603)

Durante este año se hizo un trabajo adicional en Cao Ji. Renovamos el salón del Sexto Patriarca, construimos una pared de contención en la parte de atrás de los edificios del templo, mejoramos muchas vías y caminos, y convertimos algunos de los edificios seculares que habían sido construidos por los mercaderes en casas de hospedaje para los monjes visitantes.

El Quincuagésimo Octavo Año (1603-1604)

En el undécimo mes de ese invierno, el Maestro Da Guan fue encarcelado en la capital por los cargos que se le habían imputado en su contra en una carta anónima enviada a un oficial del gobierno. Temí que su asociación conmigo le había causado sus enemistades y definitivamente, en su juicio, él estaba implicado en mi caso. Sabia que el maestro Da Guan nunca me traicionaría, pero conociendo el poder de sus enemigos, anticipé indiscutiblemente nuevos cargos en mi contra. Recé y esperé. Entonces, tristemente, el Maestro Da Guan murió en su celda mientras estaba sentado en meditación.

The Emperor was merciful and no further charges were brought against me. I was permitted to travel to the South. Also that year, my attendant, Xin Guang, joined the sangha.

Esa primavera, en el primer mes, dejé Cao Ji y regresé a Lei Zhou. Recuerdo que el Maestro Da Guan me había dicho una vez que el Sutra Surangama requería más comentarios. - La causa y el efecto, en relación con los asuntos mundanos, necesitaba ser explicada meticulosamente - había dicho. Decidí escribir acerca de la inmortalidad y cómo las fuerzas diabólicas, cuando no son propiamente controladas, pueden corromper incluso a las mejores personas. Llamé a mi libro La Doctrina de la Mente de Chún Qiu Zuo.

El Sexagésimo Año (1605-1606)

Esa primavera, en el tercer mes, crucé el Mar de Hai Nan hacia Nan Zhou y me quedé en el Templo de Ming Chang mientras escribía el prefacio del libro sobre la inmortalidad el cual terminé inmediatamente. También visité el Templo de Feng Lang, que lo hizo famoso el poeta Su Dong Po, y fui a ver el Manantial del Dragón Blanco. También estuve buscando el templo del Maestro Chan Jue Fan pero no lo pude localizar.

Entonces escribí acerca de mis exploraciones en la región y también documenté mis impresiones de la Fuente del Maíz Dorado que había visto cuando visité a Ming Shan.

Una noche, mientras estaba sentado en una loma mirando el pueblo distante de Ju Cheng, tuve una terrible premonición, el pueblo iba a ser destruido. Le conté a mis seguidores acerca de la premonición y les pedí que oraran por la supervivencia del pueblo. Ninguno de los residentes del pueblo dieron ninguna consideración a mi presentimiento. Frustrado por la indiferencia, decidí dejar la región. Todos me suplicaron que me quedara, pero rehusé.

Una noche, dos semanas después de mi partida, un fuerte temblor de tierra sacudió la región. Las puertas del pueblo, la pared del este y numeroso edificios fueron destruidos. El Templo de Ming Chang también se derrumbó. La cama en donde hubiera estado durmiendo cuando el temblor ocurrió estaba enterrada en tongas de escombros. Si no me hubiera ido cuando lo hice, seguramente estaría muerto a esta hora.

Ese verano, en el cuarto mes, el Gobernador de concedió regresar a Guangzhou.

Ese otoño, en el séptimo mes, regresé a Cao Ji para terminar el trabajo de restauración en el Templo del Sexto Patriarca. Infortunadamente, dado a la falta de dinero, sólo sesenta y siete por ciento del trabajo había sido hecho. Tuve que dirigirme a un gran número de oficiales Budistas y rogarles por los fondos requeridos. Con sus donaciones, el proyecto de reconstrucción fue finalmente terminado ese año.

También reparé el Templo de Chang Chún An en Guangzhou, que llegó a ser un anexo al Templo de Cao Ji.

Ese invierno, en el décimo mes, mis asistentes, Guang Yi y Guang Se, se unieron a la sangha.

La Corte

El Sexagésimo Primer Año (1606-1607)

Esa primavera, en el tercer mes, visité a Ding You Wu y a Nan Zhou. También visité al Premier Zhang Hong Yang para agradecerle su ayuda durante mi juicio. Cuando fui arrestado, el Premier Chang, quien era el primer ministro por esa época y sabía los detalles del caso, trató de rescatarme lo que mejor pudo. Él estaba feliz de verme y me invitó a mí y a mis seguidores a una cena en el restaurante Xian Yun. Durante la cena dijo - Todos saben que el Maestro Han Shan es un Maestro erudito del Chan, pero pocos conocen lo que él ha hecho por la dinastía. - Entonces comenzó a enumerar la lista de mis esfuerzos hechos en nombre de la familia Imperial. Me pidieron que hablara acerca de algunas experiencias y todos se sintieron sorprendidos y afectados por los sentimientos que expresé.

Más tarde regresé a Cao Ji. Cuando pasé por Wen Jiang, el Consejero Zhou me invitó a quedarme en su casa por unos cuantos días. Después de esto fui a Ahang Gong donde me enfermé. El General Chen Er Shi me llevó a su casa y allí pasé un mes completo recuperándome. Durante mi estadía con él, me las arreglé para escribir doce poemas.

Ese otoño, en el octavo mes, nació el nieto del Emperador. Para celebrarlo, el Emperador ordenó soltar todos los prisioneros viejos y enfermos quienes estaban sufriendo la deportación. También ofreció la amnistía a aquellos que pudieran apelar sus convicciones exitosamente. Le pedí al juez provincial de Lei Zhou que revisara mi caso, y después de hacerlo, ordenó la suspensión de mi sentencia y la exoneración de la adicional supervisión militar.

El Sexagésimo Segundo Año (1607-1608)

En la primavera, de acuerdo a la petición del Gobernador Dai, regresé a Cao Ji y comencé a enseñar de nuevo el Dharma de Buda.

Cuando era joven, frecuentemente leía el Dao De Jing de Zi, un antiguo trabajo que su significado era extremadamente profundo y frecuentemente difícil de comprender. Más tarde, habiéndolo estudiado completamente y estando seguro que lo entendía, de acuerdo a la petición de mis estudiantes comencé a escribir un comentario sobre él. Tenía cuarenta y siete años cuando emprendí la tarea de escribir este comentario; ahora que tengo sesenta y dos, finalmente lo he podido terminar.

El Sexagésimo Tercer Año (1608-1609)

El salón principal del Templo de Cao Ji necesitaba reparaciones urgentemente pero no había dinero para pagar el trabajo.

En la primavera, sin embargo, el Superintendente Feng Yuan Cheng del Distrito Oeste vino a verme. Durante la noche anterior, cuando estaba durmiendo en las montañas, soñó con Guan Yin. Así que cuando llegó a Cao Ji fue inmediatamente al salón principal a reverenciar al Buda. Cuando miró hacia arriba a los Tres Grandes Budas del Paraíso del Oeste, se llenó de tristeza. Dos de las estatuas estaban muy deterioradas.

Vino hacia mí y me preguntó por qué no las había restaurado propiamente respondiéndole que simplemente no teníamos el dinero para hacerlo. Entonces me preguntó cuánto costaba efectuar las reparaciones del salón completo, incluyendo las estatuas; cuando le di el estimado, dijo - Bien, no parece muy difícil recaudar esa cantidad. Trataré de obtenerla para usted.

Entonces él fue al Gobernador Dai y le habló acerca de la penosa condición del salón principal. El Gobernador Dai dijo - Cuando uno ve a un niño caer en un pozo, uno se arrastra para salvarlo. Viendo ahora que el lugar sagrado de los Budas y Bodhisattvas está en ruinas, uno no puede sentarse hacia atrás y no hacer nada. - Entonces, cuando el Superintendente le repitió mi estimado sobre costo de las reparaciones, el Gobernador Dai replicó - Esto no debe ser muy difícil. - Inmediatamente ordenó a un oficial de Nan Shao que viniera e hiciera un estimado formal.

Me invitó a que fuera a discutir el proyecto con él y conociendo que intentaba financiar la reconstrucción con fondos oficiales, le ofrecí un plan disímil. - Dado que verdaderamente no es correcto usar fondos públicos para tales gastos, y dado los grandes méritos que acumulan aquellos que voluntariamente contribuyen a la creación de trabajos Budistas, ¿por qué no deja que cada uno contribuya con lo que pueda?

El Gobernador Dai entonces instruyó a sus subordinados recibir, con garantía de recibo, las donaciones de los ciudadanos privados. El dinero le sería dado directamente al Gobernador Dai y no a los monjes. En un mes, cerca de mil monedad de oro fueron recaudadas.

Fui a la región del oeste a comprar madera, y cuando llegué a Duan Zhou, el Gobernador me pidió que permaneciera y supervisara las reparaciones del Salón Bao Yue. Otro oficial se ocupó de la compra de la madera. Cuando en ese invierno, el trabajo de reparación estaba terminado, escribí una historia acerca de él. La madera comprada fue depositada en el banco del río y gradualmente transportada desde allí.

En el mes undécimo, el Gobernador Dai fue acusado de incompetencia en el manejo de una operación militar de represalia en contra de unos bandidos invasores de Indochina. Él fue despedido de su posición.

El Sexagésimo Cuarto Año (1609-1610)

Esa primavera, en el segundo mes, nos preparamos para navegar hacia Meng Jiang con nuestra carga de madera. Pero los vientos, que eran favorables cuando dejé Duan Zhou, se habían alzado considerablemente; y cuando estábamos cerca de Ling Yang Pass ya tenían velocidad de ráfagas, tratando de fondearnos, bajamos nuestras velas y dejamos caer el ancla.

Desembarqué para visitar Duan Ji y una vez allí, mientras esperaba mejores condiciones para navegar escribí Un Viaje Soñado a Duan Ji.

Cuando finalmente arribamos a Meng Jiang, junté algunos estibadores y mientras ellos desembarcaban la carga, regresé al templo del Sexto Patriarca.

No hubiera podido imaginar nunca la recepción que me esperaba allí. Unos cuantos monjes problemáticos actuando con celos personales, o quizás, instigados por algunos de los mercaderes que yo había hecho desalojar, habían convencido a todos que yo había usado miles de monedas de oro para mi uso personal. Fui acusado de ser ladrón.

Descorazonado, decliné hacer un comentario acerca de una acusación tan falsa; y mientras se preparaban los cargos formales en contra mía, me retiré al salón de meditación y silenciosamente recité El Sutra Diamante.

Entonces, a medida que repetía las líneas, ignorante del caos a mi alrededor, mi atención se fijó en la insistencia del Buda de que era mucho mejor enseñar una línea de un verso que contuviera una verdad Budista que realizar mil actos de caridad, por muy bien intencionados que fueran. Amohinado, vi claramente que yo mismo era el autor de los cargos en contra mía, porque me permití involucrarme en las actividades y eventos mundanos. ¡Yo, quien había tenido incluso el privilegio de entender una pequeña parte de la Gran Sabiduría del Buda, tenia el deber de iluminar a otros en la ruta de ese conocimiento! ¡Y en su lugar me preocupé con la recaudación de fondos y la compra de madera! Para expiar por tal negligencia, escribí un largo comentario, El Diamante Cortador de las Dudas, en el que traté de clarificar cualquier duda posible en cuando a su significado maravilloso.

Durante mi juicio, presenté evidencia de mi inocencia y apelé mi caso lo mejor que pude. Entonces, mientras estaba en una barcaza en el Río Fu Rong, esperé la decisión de la corte.

Durante ese tiempo, el Prefecto Xiang Chu Dong me invitó que cogiera un bote y lo visitara. El tiempo estaba malo y tan pronto como desembarqué, el bote que había tomado se destruyó por los intensos vientos. Me enfermé seriamente y el doctor del Prefecto tuvo que ser llamado para asistirme. Cuando regresé todavía estaba tan débil que tuve que mudarme a un hotel.

El Sexagésimo Quinto Año (1610-1611)

En el séptimo mes de ese otoño, mientras estaba otra vez viviendo en el bote esperando por la decisión de la Corte, el oficial encargado de la investigación de mi caso vino a revisar mi testimonio. Mientras estaba conmigo, la Corte, inesperadamente expidió un veredicto de culpabilidad. El oficial dudando de la verdad de este veredicto, y por su propia autoridad, fue a Cao Ji a interrogar a los monjes que habían traído el cargo en contra mía. También examinó los recibos de cada transacción que yo había hecho y determinó que ni un solo centavo de la suma encomendada a mí había sido utilizado impropiamente. No encontrando evidencia de fraude o malversación, el oficial modificó la decisión de la Corte.

Este viraje en el curso de la decisión causó, en primer lugar, que las autoridades iniciaran una investigación sobre los verdaderos motivos que los monjes tenían para hacer esas acusaciones falsas en mi contra. El archivar deliberadamente cargos falsos y entonces cometer perjurio ofreciendo un testimonio inexistente, eran ofensas capitales. Cuando la conspiración en mi contra se descubrió, hice lo que mejor pude para salvar la vida de los monjes; pero las autoridades estaban frenéticas por esta intención de abuso del sistema judicial.

Aunque pedí repetidamente regresar a Cao Ji, no tenía la fuerza para hacerlo. Instruyendo a mi discípulo, Bhikkhus Huai Yu, que ocupara mi posición en el monasterio, me fui a Guangzhou.

El Sexagésimo Sexto Año (1611-1612)

Esa primavera, en el tercer mes, me fue a la Montaña de Ding Hu en el Distrito de Duan Zhou a recuperarme de la enfermedad y recobrar mi fuerza. Mientras convalecía, fui capaz de dialogar sobre el Dharma con los seguidores y escolares. También pude escribir Clarificando las Dudas Acerca de la Gran Enseñanza.

El Sexagésimo Séptimo Año (1612-1613)

Durante este año me quedé en el Templo de Chang Chún donde enseñé El Shraddhotpada Sastra (el Despertar de la Fe), Las Ocho Parijnanas y Las Cien Divisiones. Porque muchos de mis estudiantes tenían dificultad en entender mi ensayo 'Aplaudiendo el Sutra del Loto', escribí un comentario adicional para resolver sus dificultades.

El Sexagésimo Octavo Año (1613-1614)

Ese verano inicié una serie de conferencias sobre El Sutra de la Iluminación Completa, pero cuando estaba por el medio de la serie, un absceso enorme se había desarrollado en mi espalda. Me dieron muchos tratamientos y medicinas, pero la infección no cedía y mi condición se empeoró. Me puse tan débil que el Comandante Wang Han Chung de hecho comenzó a preparar mi funeral. Entonces mi suerte cambió.

Un día, un alcohólico llamado Liang Xing Shan, que por cierto, era un experto en el tratamiento de mi aflicción en particular, inesperadamente vino a verme. Examinó mi absceso, que había sido diagnosticado serio pero curable y procedió a tratarlo con su propia receta de hierbas. Milagrosamente, mi condición mejoró y para el invierno estaba completamente sano. Le escribí una carta expresando mi gratitud.

Por supuesto, este absceso era la reaparición de uno que tuve cuando tenía veinte años. Por ese tiempo observé esa dificultad como la retribución de algunos pecados olvidados. En la expiación y en el proceso para efectuar la cura, recé y recité El Sutra Avatamsaka. Después, cada vez que el absceso reaparecía, recitaría el Sutra hasta que la infección desapareciera. Por cuarenta y ochos años sufrí de esta condición, y a través de ellos, siempre fui capaz de controlarla con el poder del rezo. Pero últimamente, la deuda kármica permanecía sin pagar, era evidente que todavía no había expiado el viejo pecado.

En el décimo mes, cuando estaba bien otra vez, recibí una carta de Zeng Jin Jian pidiéndome que me retirara a Nan Yue con él. Nos habíamos carteados por más de diez años y frecuentemente habíamos discutido la posibilidad de retirarnos a Nan Yue cuando llegara el tiempo propicio. Sintiendo ahora que el tiempo definitivamente había llegado, empaqué mis bultos y me dirigí a Nan Yue.

Al principio de llegar a Guangdong, docenas de discípulos me siguieron allí. Pero a medida que el tiempo pasó, gradualmente se dispersaron y sólo unos cuantos bhiksus permanecieron conmigo permanentemente en residencia. Bhiksus Tong Chiung, Zhao Yi y tres de mis asistentes me acompañaron a Hu Dong. Unos días después de mi llegada, mi discípulo Fu Shan y mi asistente Xin Guang quienes estaban visitando sus padres en el norte, se me unieron también.

Esa primavera, en el primer mes, visité la Montaña De Shan y escribí cuatro poemas sobre esta ocasión. Más tarde, visité a Upasaka Feng Yuan Cheng en Wu Ling donde escribí más poesía. Upasaka Feng y algunos de sus amigos gentilmente nos donaron para la restauración de Tan Hua Vihara. En Chu Ling, el Príncipe Yong me invitó a una fiesta vegetariana y en el Templo Da Shan, los monjes me pidieron que los instruyera y le diera los preceptos.

Ese verano, en el cuarto mes, regresé a Hu Dong. Allí, después de enterarme de la muerte de la Emperatriz Madre, sostuve un servicio funeral para pagarle la deuda de gratitud que le debía. Un anuncio de la ceremonia fue hecho a través de una proclamación Imperial.

Siempre, desde mis días en Dong Hai, planee escribir un comentario llamado Una Explicación Verdadera del Sutra Surangama; pero nunca encontré tiempo para hacerlo. Finalmente, en el quinto mes de ese verano, comencé a escribirlo; y en cincuenta días lo completé.

El Septuagésimo Año (1615-1616)

Esa primavera ofrecí charlas sobre el comentario del Sutra Surangama. En el verano escribí mi comentario llamado Una Explicación Verdadera del Sutra del Loto, y después de eso, conferencié sobre El Despertar de la Fe, escribiendo un comentario sobre él.

Ese otoño en el octavo mes, visité la Montaña de Nan Yue y escalé el pico Zhu Yong durante el festival de mediado de otoño.

En el noveno día del noveno mes, Upasaka Feng Yuan Cheng, quien había sido transferido de Wu Ling al comando de Hu Nan, me invitó a que lo acompañara a visitar el Templo de Fang Guang.

También vino a verme el Inspector Wu Sheng Bai para discutir mi comentario sobre el Sutra Surangama. Estaba tan complacido con el manuscrito que él y algunos de sus subordinados donaron dinero para imprimirlo. Adicionalmente, comisionó a un artista para que creara un álbum ilustrado con dieciocho Budas. Me pidió que escribiera un tributo a cada uno de Ellos y complacidamente así lo hice. Después que Upasaka Feng se hubo instalado en su nueva comandancia, me invitó otra vez a visitar la Montaña de Jui Yi.

En el décimo mes llegué al distrito de Ling Ling donde permanecí en Yu Ji por el invierno.

El Himno del Portaestandarte

 Septuagésimo Primer Año (1616-1617)

En la primavera, en el primer mes, regresé a Hu Dong y supe que el cuerpo del Maestro Da Guan, mi viejo amigo en el Dharma, iba a cremarse en una ceremonia más o menos al final del año. Inmediatamente después de su muerte, el cuerpo del Maestro Da Guan había sido colocado en un ataúd que mi discípulo Da Yi había llevado hasta Jing Shan para que sus discípulos y sus colegas, los monjes, pudieran brindarles sus respetos en Zhi Zhao An. Doce años habían pasado y todavía no había ido allí a brindarle mis respetos. Con vergüenza, reconocí que inclusive no había enviado ni incienso ni mis condolencias. Ahora que me enteraba de esta próxima ceremonia de cremación y del sepelio formal de la urna mortuoria, decidí que nada me impediría asistir a la ceremonia.

También en la primavera hubo una ceremonia de sucesión en el Templo de Hua Yue a la cual asistí. Fui al Salón de Mei Xue y brindé mis respetos al Maestro Chan Shun An.

Ese verano, en el cuarto mes, llegué a Wu Chang, donde después de postrarme ante la gran estatua de Buda, visité a Jiu Feng.

En el sexto mes, llegué a Xue Yang y visité el Templo de Dong Lin donde escribí un poema en honor de los ancestros. Entonces escalé la Montaña de Kuang Lu y le brindé mis respetos al difunto Maestro Qie Hong.

Mientras estaba en la meseta de Jin Zhu huyendo del calor del verano, escribí un comentario sobre Zhao Lun. El escenario era maravillosamente bello, así que decidí que debía pensar en construir por mí mismo allí un pequeño hogar para retirarme.

En el séptimo mes, visité a Gui Zhong y escalé el Pico Rueda de Oro, donde escribiendo un poema para sellar la ocasión, me incliné en reverencia a la Estupa de Sarira.

En ese tiempo, un monje me ofreció gentilmente el Salón de Wu Yu para usarlo como retiro así que fui a mirar el lugar. Aunque el salón era pequeño, el escenario era espectacular y acepté la oferta. Un letrado llamado Jiang Lai Ci, quien había sido discípulo del Maestro Da Guan, ofreció donar dinero para financiar mi retiro allí. El Consejero Chen Chi Shi también vino a visitarme y cuando supo que intentaba retirarme allí, prometió actuar como Protector del Dharma.

Ese otoño, en el octavo mes, dejé la Montaña de Kuang Shan para dirigirme a Huang Mei donde les brindé mis respetos al Cuarto y Quinto Patriarcas Chan. También fui a Zi Yun Shan permaneciendo allí por diez días, de manera que pude visitar al Prefecto Wang quien tan gentilmente me había ofrecido construirme un vihara en Kuang Shan. Después de dejar al Prefecto Wang fui a Xiang Cheng donde Wu Guan Wo y Wu Ben Ru también me ofrecieron construirme un templo si quería retirarme allí. Más tarde visité a Fu Shan y crucé el río para escalar la Montaña de Jiu Hua.

Al principio del décimo mes, llegué al Templo de Tung Chan en Jin Sha, donde me encontré con los Upasakas Yun, Wang y Sun. Entonces me fui a la Montaña de Zhuang Jing pasando a través de Wu Jiang donde Upasaka Yen Sheng y sus seguidores me invitaron a cenar y me dieron dinero para sufragar mis gastos de viaje.

En el decimoquinto día del mes undécimo, llegué al Templo de Zhi Zhao y en el decimonoveno día ejecuté los servicios funerales para la cremación de los restos del Maestro Da Guan. Entonces le escribí un panegírico a su querida memoria. En el vigésimo quinto día, personalmente puse sus cenizas en una urna y supervisé que ésta se pusiera en la torre de Manjusri. En honor del Maestro Da Guan, mi discípulo Fa Kai erigió una estupa, para la cual escribí una inscripción en la placa conmemorativa que incluía. Todo lo que hice no fue sino una muy pequeña medida de la lealtad que le debía a mi verdadero amigo en el Dharma.

Me quedé hasta pasar el Año Nuevo y escribí para los monjes de allí La Importancia de la Práctica Chan. Dado que Fa Kai me había preguntado acerca de las enseñanzas del Dharmalakshana, escribí La Relación de lo Fenomenal con lo Trascendental*. Respondí todas las preguntas que recibí acerca del Dharma. También escribí El Himno del Portaestandarte.

*Nota de la Rev. Yin Zhi Shakya, OHY: La Relación entre lo Absoluto, o lo que está más allá del mundo tangible o 'relativo' y que puede ser conocido o identificado por el intelecto, y lo Relativo o lo referente al mundo samsárico e ilusorio.

El Himno del Portaestandarte

Prefacio por el Maestro Han Shan

Desde los días cuando Da Hui revivió los métodos de Lin Ji y trasmitió su Doctrina Chan en la Cueva del Dharma en la Montaña de Jin Shan, cada generación nueva que recibió la Doctrina desarrolló y elevó nuestra secta hasta las alturas reverdecidas de los logros. Tristemente, esta gran tradición ha declinado. El camino a la Cueva del Dharma se ha llenado de matojos y yerbas malas y está ahora escondido a la vista.

Aquellos que practican el Chan deben unirse en la espesura, lejos de la guía de Da Hui. Sin un maestro, ellos caen en el error. Muchos piensan que su primera experiencia de iluminación les ha traído la seguridad hasta el final de la lucha. No teniendo Maestro para corregir esta suposición, ellos persisten en mirar esta sola experiencia como la corona de sus logros. No removerá su corona para inclinarse al Dharma. Pero una sola experiencia no es una corona, es un chiste. ¡Por lo tanto un poco de conocimiento es muy peligroso cuando éste atrae al creyente hacia la servidumbre de la ignorancia! Verdaderamente se dice que - es más fácil caminar sobre un terreno espinoso que virar la cara para no ver la luz de la luna.

Aquellos que logran el éxito a través de los destellos luminosos de la oportunidad no pueden reclamarle a la sabiduría. El discernimiento ganado llega a ser un juguete, una sombra diminuta para jugar con ella en la memoria. Ellos cesan de practicar, no encontrando necesidad para eso. En su descanso, caen en los caminos mundanos, llamando a otros para que los sigan.

Para corregir su error, prevenirlos del peligro e inducirlos a que se mantengan firmes en la persecución de esa meta distante y esa verdad, he escrito El Himno del Portaestandarte.

¡Ruin! ¡Anunciador Falso! ¡Mentiroso y Padre de Mentiras! Ese gran estandarte pesa tanto en tus brazos que no puedes ni pensar, pero continuas sosteniéndolo. Ni siquiera has notado los grilletes en tus tobillos.

Luchas por un momento de claridad; pero cuando llegas ahí, anuncias tu llegada con una banderola tan grande que no puedes ver lo que hay frente a ti. Consecuentemente otras personas pueden ver tu proclama, pero obstruyes tu propia visión.

Todo lo que puedes ver es la parte vacía de atrás. En su vacío tu imaginación dibuja miles de cosas. Diseñas un edificio y piensas que estás caminando hacia el palacio de Deva. Ves relámpagos en un cielo claro. Ya sea que tus ojos estén abiertos o cerrados, no ves nada sino ilusión.

¡Suelta tu estandarte! ¡Estás cargando un renacuajo podrido! ¡No puedes vender ojos de pescados por perlas!

Ese banderín es un yugo en tu cuello. Estás preso y no llegarás a ninguna parte hasta que te liberes a ti mismo de esas ataduras que te aprisionan.

Una vez que estés libre, puedes seguir un buen camino. El camino es fácil y tan simple y nivelado como el platillo de la balanza. No te detengas a entretenerte en el camino y no entres en ningún momento y de ninguna forma en la Ciudad Imperial.

¡Sigue caminando! ¡Continúa! Tus piernas te llevarán. No necesitas renacer como caballo, camello o burro.

¡Suelta ese estandarte pesado! Es una vela abierta que obedece al viento. Tienes que poner toda tu energía en controlarla.

Es un espejo inmenso que solamente refleja las cosas mundanas. Suéltalo y destruye la gran tierra, las montañas y los ríos. En pedazos rotos encontrarás también a tu Yo Búdico. Entonces, cuando mires otra vez, todas las piezas reflejarán ese Yo, una imagen producida infinitamente. Busca al Infinito y dirige tu espalda hacia el Portón de la Muerte.

Septuagésimo Segundo Año (1617-1618)

Esa primavera, en el primer mes, fui a la Montaña de Shuang Jing a brindarle mis respetos al difunto Maestro Yun Qi.

Cuando llegué, más de mil monjes y discípulos laicos estaban esperando por mí. Todos estaban ansiosos de aprender acerca del Chan del que yo estaba confundido. Siempre había mirado al Maestro Yun Qi como un talentoso Maestro Chan y me pregunté por qué sus discípulos sabían tan poco del Chan. Entonces me enteré que había confinado su instrucción a los métodos de la Secta de la Tierra Pura. Sospeché que la razón que tenía para esto era el temor de exponer a sus discípulos a los peligros terribles de la iluminación incompleta. El Chan estaba en declive y unos cuantos Maestros Chan que todavía quedaban, estaban todos conscientes de eso. Del temor de que cuando partieran de este mundo, ellos no serían sucedidos por otros maestros quienes pudieran guiar a sus seguidores al Verdadero Propósito.

Cuando sus discípulos vinieron a mi entusiasmadamente haciendo una pregunta tras otra acerca de los métodos de nuestra secta, les respondí totalmente, incluso estando alerta del riesgo que eso involucraba.

Entonces, una tarde, cuando todos estaban en asamblea, les hablé de lo noble que su Maestro Chan había sido y cómo, sin duda alguna, por el amor hacia ellos, había declinado exponerlos a lo agrio del fracaso. Muchos lloraron al enterarse. El Maestro Yun Qi no les había dado ni una indicación de lo mucho que había logrado alcanzar.

Después de pasar tres semanas con los discípulos del Maestro Yun Qi, viajé al Templo de Jing Ci para departir sobre los Preceptos Mahayana. Miles de personas asistieron a las conferencias y fue una satisfacción profunda el ver a muchas personas virtuosas juntarse a la orilla del lago para aprender acerca del Dharma.

Entonces viajé por muchos lugares maravillosamente bellos: Ling Yin, San Zhu y Xi Shan donde me satisfizo observar el servicio de Liberación de los Pescados. Para demostrar su consideración por todos los seres vivientes, los Budistas allí compraban los peces que habían sido pescados para liberarlos durante esa ceremonia.

En el quinto mes llegué a Wu Hu. Allí el Oficial Liu Yu Shou me invitó a quedarme con él para poder discutir algunos sueños extraordinarios que había estado teniendo.

Cuando regresé a Kuan Shan encontré que el Prefecto Wang ya había dado el dinero para la construcción de un vihara. Por lo tanto, instruí a mi discípulo Fu Shan que supervisara la construcción. El edificio estuvo terminado para el final del décimo mes y por lo tanto ya tenía un lugar apropiado para vivir y para dar mis conferencias. Mi primer tópico fue El Sutra Surangama.

Septuagésimo Tercer Año (1618-1619)

Ese año me dediqué a la tarea de reparar el Salón del Santuario de Buda y el Salón Chan. En el tercer mes, el consejero Chen Chi Shi de Fu Liang llegó a la montaña y con la ayuda de Bao Zong Su organicé un comité de diez amigos para reunir los fondos necesarios. En el mes duodécimo de ese invierno, las reparaciones fueron finalmente terminadas.

Septuagésimo Cuarto Año (1619-1620)

Esa primavera, en el primer mes, comencé a recitar El Sutra Avatamsaka. Cada vez que lo recitaba encontraba algo más que admirar. Pero mientras prefería esta escritura magistral, otros, incluyendo mis discípulos, la encontraban muy larga. Cumplí con sus pedidos para las conferencias con mis Comentarios sobre El Sutra del Loto, El Surangama Sutra, El Despertar de la Fe, El Sutra Diamante, El Sutra de la Iluminación Completa y El Vijnaptimatrasiddhi Shastra, pero todavía deploraba que nadie nunca había pedido El Sutra Avatamsaka.

En el otoño, en el séptimo mes, hice los arreglos necesarios para crear un hogar para los monjes errabundos que habían alcanzado la edad del retiro. Recordé el tiempo de cuando era niño y varios de esos monjes habían tocado la puerta de mi casa buscando algo para comer. Mi madre al darles comida los trató muy reverentemente; y yo, me inspiré por su santidad. Me he preguntado frecuentemente qué hacen esos monjes, que no están apegados a ningún monasterio, cuando llegan a envejecer tanto que no pueden mendigar por el pan de cada día. Ahora, les podría dar un lugar para vivir.

En el día decimoquinto del octavo mes me retiré para meditar. Siguiendo el método del Maestro del Dharma Hui Yuan, usé palitos de incienso para medir el tiempo y concentrarme en repetir el nombre del Buda en la forma que lo hace la Escuela de la Tierra Pura. Pero no importó cuanto traté de mantener mi mente en el nombre del Buda, mi mente continuó preocupándose por el destino del Sutra Avatamsaka. Todos y cada uno protestaban que los comentarios del Maestro del Dharma Qing Liang eran muy difíciles de entender y que la complejidad del Sutra y su longitud hacían que su significado profundo fuera imposible de encontrar. Todos y cada uno protestaban que los comentarios del Maestro del Dharma Qing Liang eran muy difíciles de entender y que la complejidad del Sutra y su longitud hacían que su significado profundo fuera imposible de encontrar. Por lo tanto, resolví, escribir un comentario condensado titulado Los Fundamentos del Sutra Avatamsaka, en el cual presentaría una idea general del significado del Sutra. Esto ayudaría a los lectores a entender y a apreciar el Sutra.

Durante mi retiro, comencé el bosquejo de este trabajo.

Septuagésimo Quinto Año (1620-1621)

En la primavera del primer mes, salí de mi reclusión, y concediéndole a mi asistente Guang Yi su petición de que explicara de nuevo El Sutra de la Iluminación Completa y El Despertar de la Fe, así lo hice. También me pidió que charlara sobre Los Siete Capítulos de las Metafísicas de Zhuang Zi, lo hice con complacencia.

Ese verano comencé a sufrir problemas con mis pies. El dolor era frecuentemente intenso. Mientras estaba convaleciendo, el Inspector Provincial Wu, quien había sido transferido a la posta de Jefe de Justicia en Guangdong, fue a Cao Ji a brindarles sus respetos al Sexto Patriarca. Estaba tan impresionado por las reparaciones y renovaciones que había hecho a los edificios del monasterio que anunció su intención de ser el Protector del Dharma de Cao Ji. Por lo tanto, quiso los datos biográficos detallados de todos los Patriarcas y les pidió a los monjes allí, que intercedieran para que fuera yo él que los escribiera. Durante mi enfermedad, los escribí, completándolos con los tributos correspondientes.

Cao Ji era otra cosa que no podía quitarme de la mente. Habían pasado ocho años desde mi triste partida del bello monasterio del Sexto Patriarca. Frecuentemente había recibido pedidos de los monjes para que regresara y viviera con ellos de nuevo. Cada miembro de la aristocracia local y algunos oficiales también, me habían escrito pidiéndome que volviera pero siempre había rehusado.

Ahora bien, también el Jefe de Justicia Wu me escribió pidiéndome que regresara a Cao Ji, pero en ese momento pude rehusarme con el argumento de que estaba muy enfermo para viajar.

Septuagésimo Sexto Año (1621-1622)

En el verano ofrecí unas conferencias sobre el Comentario sobre el Sutra Lankavatara y en el invierno, de nuevo me pidieron que regresara a Cao Ji. Esta vez, el Superintendente Zhu y el Jefe de Justicia Wu vinieron en persona a pedir formalmente mi regreso. Otra vez denegué la invitación debido a mi enfermedad.

Septuagésimo Séptimo Año (1622-1623)

Continué mi trabajo sobre Los Fundamentos del Sutra Avatamsaka y finalmente fui capaz de completarlo.

Nuevamente el Jefe de Justicia escribió expresándome su deseo sincero de que retornara a Cao Ji para retirarme. Esta vez la carta venía con el pedido del Oficial Chang de Shao Yang, siéndome entregada por el abate del Templo de Cao Ji. Sabiendo que ya no podía declinar más la invitación, estuve de acuerdo en regresar a Cao Ji. Y en el décimo día del undécimo mes, partí de Kuang Shan.

Durante el viaje de regreso, escribí poesía y compartí con muchos viejos amigos. Fue un viaje tan feliz, que a medida que cruzaba el Pico Da Yu, pensé que mi corazón no podía contener más deleite; pero entonces, en el decimoquinto día del duodécimo mes, llegué a Cao Ji; y cuando vi las filas de personas ansiosamente esperándome para darme la bienvenida y abrazarme, mi corazón se rebosó de felicidad.

El Último Año

El Último Año (1623-23) por su discípulo Fu Shan

El Maestro se estaba quedando en el Salón Chan en Cao Ji. Durante el primer mes de su regreso dedicó su tiempo para exponer el Dharma. Muchos oficiales, gentiles, discípulos y seguidores de todas clases llegaron a Cao Ji a reverenciarlo y escuchar sus sabias instrucciones.

Ese otoño, en el octavo mes, el Maestro envió por un asistente para que llevara una expresión de gratitud al Jefe de Justicia Su. A medida que el asistente se retiraba para cumplir con lo cometido, el Maestro dijo - Los buenos resultados pueden llegar solamente cuando el tiempo es oportuno. Cuando los Budas y los Patriarcas predicaron la Verdad, tuvieron éxito porque las personas estaban listas para escucharla. Si la causa es noble y el tiempo propicio, el trabajo tendrá éxito. El trabajo de mi vida se ha terminado; es tiempo de que regrese. - Las personas que le escucharon pensaron que quería decirle al Jefe de Justicia Wu que intentaba regresar a la Montaña de Kuang Shan. El Maestro Han Shan entonces escribió un poema titulado En el Medio del Otoño sin la Luz de la Luna. Dado que la luna es particularmente brillante en el medio del otoño, entendimos que estaba diciendo que muy pronto la muerte cerraría sus ojos.

En el cuarto día del décimo mes, el Magistrado de Distrito Xiao Xuan Pu llegó a visitar al Maestro. Los dos charlaron felizmente todo el día. Pero la condición del Maestro era visiblemente débil, y cuando le dijo al Magistrado que seleccionara una tumba apropiada para él, el Magistrados inmediatamente le prometió hacerlo.

Después que el Magistrado partió, el Maestro comenzó a empeorarse. En el sexto día del mes, su asistente Guang Yi regresó y después de ver al Maestro, dijo que había regresado justo a tiempo. Ese mismo día, el Oficial Chang trajo un médico. El Maestro conocía que su tiempo estaba cerca y que la medicina era inútil. Le dio las gracias al medico pero declinó su ayuda.

En el octavo día del mes, el discípulo Zhao Yi llegó. Cuando salió de la habitación donde estaba el Maestro dijo que si hubiera llegado dos días después, seguramente había llegado tarde.

En el día undécimo de ese mes el Maestro se despidió del Oficial Chang. Entonces, después de tomar un baño, quemó incienso e instruyó a sus discípulos por última vez. - Todas las cosas terrenales son impermanentes. Mantengan sus mentes fijas en Buda - dijo.

Escuchando esto, el Discípulo Guang Yi gimió - ¡Maestro, necesitamos más guía!

El Maestro Han Shan le reprimió - Has sido mi discípulo por tanto tiempo - dijo tristemente - ¿por qué estás confuso todavía? ¿No has aprendido nada? - Entonces el Maestro suspiró y dijo - Cuando las proclamaciones que llegan de la Boca de Oro (del Buda) son miradas como noticias viejas y sin importancia, ¿qué valor puede tener mis palabras? Rehusó hablar de nuevo.

En el duodécimo día del mes décimo, que era el cumpleaños del Maestro Han Shan, muchos seguidores Budistas se reunieron en el monasterio. El Prefecto Chang llegó trayendo un manto de seda morado como regalo de cumpleaños. Él y el Maestro charlaron durante toda la tarde, cuando el Prefecto se retiró, el Maestro se dio un baño.

La siguiente mañana, vistiendo su nuevo manto de seda, recibió al Prefecto diciendo - El viejo monje de la montaña se va. Gracias por la protección que le ha brindado al Dharma.

El Prefecto Chang, en lágrimas, protestó - ¡No te vas a ir! ¡Soy el jefe de esta región y digo que no puedes irte!

El Maestro sonrió y de nuevo le dio las gracias al Prefecto.

Al mediodía, después que el Prefecto partió, el maestro se baño por última vez mientras que los monjes estaban en asamblea cantando el nombre de Buda. Después que se puso unas vestiduras limpias y frescas, recibió a los monjes diciendo - No teman. Sigan la tradición Budista; no angustia, no llanto. Y con una mente fija repitan el nombre de Buda.

En el medio de la tarde, todavía sentado derecho, el Maestro Han Shan murió silenciosamente. Los pájaros de Cao Ji lloraron desoladamente, haciendo eco de nuestra tristeza.

Cuando los monjes de la Montaña de Kuang Shan se enteraron de la Muerte del Maestro, solicitaron a los altos oficiales que ordenaran que los restos le fueran regresados. Esta orden fue dictada y el cuerpo del Maestro Han Shan fue colocado en un ataúd y, en el día vigésimo primero del primer mes (febrero de 1625), fue sacado de Cao Ji.

En la Montaña de Kuang Shan, el Bhiksu Fu Shan erigió una estupa en donde el ataúd fue colocado de forma todos pudieran llegar a prestarle sus respetos al Maestro. Más tarde, el Prefecto Chien Wu Xin de Nan Kang seleccionó una tumba en un lugar sombreado pero húmedo y el ataúd fue enterrado. Once años después, la montaña se llenó de tigres. Las personas protestaban de que esta desdicha había sido causada por el descuido de los monjes de no enterrar los restos del Maestro en un lugar propio. El Ataúd fue entonces desenterrado con lo cual se descubrió que una gran parte de la madera había sido comida por las hormigas. Nadie quería colocarlo en la tierra otra vez, así que fue dejado en la estupa.

Nueve años después (1643), el ministro de rituales, Chen Tzu Chuang de Ling Na, quien había sido discípulo del Maestro, envió dinero y una carta con una petición formal para que los restos regresaran a Cao Ji.

Aunque el daño al ataúd era grande, los restos del Maestro estaban aún intactos. Todavía estaba sentado derecho en la posición de Loto. Se decidió seguir la tradición India de embadurnar el cuerpo con polvo de madera de sándalo, haciendo que pareciera que estaba laqueado.

Años antes, cuando el Maestro Han Shan había vivido en Cao Ji, una costurera, quien era una de sus devotas seguidoras, le estaba haciendo un manto de seda suntuoso sobre el cual había bordado e incrustado mil Budas en diferentes posiciones. El Maestro murió antes de que pudiera terminar el manto y por lo tanto nunca lo pudo ver. El manto fue reverentemente guardado en salón del tesoro del monasterio.

Finalmente, los monjes de Cao Ji fueron capaces de colocar ese espléndido manto sobre su cuerpo. Entonces, para su protección el Maestro fue colocado en el Salón Han Shan donde miles llegaron a venerarlo.

 

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