Presentación
A propósito de una
sesshin, en Suiza, de iniciación a la práctica del Zen y de las artes
marciales, se sintió la necesidad de profundizar en las relaciones
existentes entre meditación y acción.
El Maestro Deshimaru
hizo en esta ocasión un cierto número de kusen (enseñanza oral durante
zazen), sobre este respecto y explico la verdadera filiación del Zen y de
las artes marciales los cuales conducen al espíritu de la Vía. Porque todo
combate, se sitúe en el interior o en el exterior de nosotros, es siempre
un combate contra nosotros mismos.
Las nociones
fundamentales concernientes al ki (la energía vital, actuante)- la
oportunidad, la tensión, el aprendizaje de la técnica, la condición del
cuerpo, el estado de conciencia y de despertar del espíritu – fueron
entonces desarrolladas, y después ilustradas por los combates que dirigía
el Maestro Yuno, 8vo Dan de Kendo, venido especialmente del Japón para
participar en esta sesshin.
Todos los
practicantes pudieron sentir íntimamente en su ser esta frase el gran
estratega chino Sun Tse:
“Conoce a tu
adversario y conócete a ti mismo; cien combates sostenidos serán cien
victorias”.
Si ignoras a tu
adversario y te conoces a ti mismo las probabilidades de perder y de ganar
son iguales.
Si ignoras a la vez a
tu adversario y a ti mismo, tus combates no serán más que derrotas.”
El doyo se
transformaba, a lo largo de las horas en doyo de meditación en el que
reinaban la calma y el silencio de las posturas inmóviles en zazen y
después en doyo de combate. Pero, más allá de toda noción de triunfo y de
derrota, la gran lección de esta sesión fue que el Zen y las artes
marciales son los aprendizajes de la vida y de la muerte.
El texto surgido de
las conferencias fue completado por una serie de entrevistas (mondo) que,
de semana en semana durante un mes, reagruparon algunos discípulos
particularmente interesados, en la habitación del maestro en Paris.
Han participado más
particularmente en la elaboración de esta obra: Janine Monnot, Evelyne de
Smedt, el doctor Durix, Vincent Bardet, Fausto Guareschi y aquellos que
asistían a esta sesión de Zinal, consagrada al espíritu del Zen y de las
artes marciales.
Marc de Smedt.
Bushido:
La vía del samurai
“El hall de
ejercicio en el que se aprende el arte de la espada lleva desde época
antigua este nombre: lugar del despertar1.
El arte del tiro
con arco no consiste de ninguna manera en perseguir un resultado exterior
con un arco y flechas, sino únicamente en realizar algo en sí mismo.
¿No había llegado
yo pues al punto en el que comenzaba a hacerse sentir la influencia del
Zen sobre el tiro con arco?
El descubrimiento,
en lo mas profundo del ser, de la esencia sin fondo y sin forma fluye de
una meditación dirigida con método en las vías propias del Zen.”
Profesor E. Herrigel,
El Zen en el arte
caballeresco del tiro con arco.
Fuerza y sabiduría
¿Cómo ser él más
fuerte? ¿El más poderoso? ¿Cómo aclarar el propio espíritu, como guiar la
propia conducta, como llegar a ser sabio?
Desde el alba de
su historia, el ser humano ha manifestado el deseo de superarse en fuerza
y en sabiduría, aspirando a alcanzar la fuerza más grande y la más alta
sabiduría.
Más, ¿por qué
medio se puede devenir fuerte y sabio a la vez?
En el Japón se
aplican a esto por la práctica de las artes marciales, o Budo, y por la
vía del Zen. Esta enseñanza tradicional se ha mantenido, aunque el Budo
japonés tiende hoy día a convertirse en dualista: aprender a ser fuerte
más que a ser sabio.
Fuerte y sabio:
el Zen nos enseña las dos vías en una sola.
Como sabéis, las
posibilidades de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu son limitadas; este
es el destino de nuestra condición. Nuestra sabiduría también es limitada
porque no somos más que hombres.
El hombre no
puede pretender la fuerza física del león; no puede pretender aún menos
igualar la sabiduría de Dios.
Pero por otra
parte, ¿por qué no? ¿No existe ninguna Vía que permita al hombre franquear
los límites de su humanidad? ¿Pasar más allá?
Para aportar una
respuesta a esta pregunta fundamental el Budo produjo el principio del
waza. Se puede definir el wasa como un arte, como un tipo de súper-técnica
transmitida de maestro a discípulo, qué permite imponerse a los demás
hombres y elevarse por encima de ello. El wasa del Budo japonés se remonta
a la época histórica de los samuráis. Es un poder, más allá de las fuerzas
propias del individuo.
El Zen ha creado
otra súper-técnica que no da solamente fuerza física y mental, sino que
además abre la Vía de la Sabiduría, la vía de una sabiduría parecida a la
de Dios o a la de Buda. Esta es zazen: un entrenamiento a sentarse en una
postura tradicional, un entrenamiento a caminar, a mantenerse de pie, a
respirar correctamente; una actitud mental, el estado de conciencia
hishiryo, una educación profunda y original.
La noble lucha del
guerrero
El Budo es la vía
del guerrero: reagrupa el conjunto de artes marciales japonesas. El Budo
ha profundizado de manera directa las relaciones existentes entre la
ética, la religión y la filosofía. Su relación con el deporte es muy
reciente. Los textos antiguos que consagrados a el conciernen
esencialmente a la cultura mental y a la reflexión sobre la naturaleza del
yo: ¿Quién soy yo?
En japonés, Do
significa la Vía. ¿Cómo practicar esta Vía? ¿Por qué método se la puede
obtener? No se trata solamente del aprendizaje de una técnica, de un wasa,
y aun menos de una competición deportiva. El Budo incluye artes como el
kendo, el Judo, el Aikido, y el Kyudo (tiro con arco) Ya que en el Budo no
se trata solamente de competir, sino de encontrar paz y dominio de sí.
Por consiguiente Do
es la Vía, el método, la enseñanza para comprender perfectamente la
naturaleza del propio espíritu y del propio Yo. Esta es la vía del Buda,
la Butsu Do, que permite descubrir realmente la propia naturaleza
original, despertarse del sueño del ego adormecido (nuestro yo estrecho),
y alcanzar la más alta y la más total de la s personalidades. En Asia esta
Vía se ha convertido en la moral más elevada y en la esencia de todas las
religiones y de todas las filosofías. El Ying y el Yang del Yi-King o “la
existencia es nada” de Lao Tse, encuentra aquí sus raíces.
¿Qué quiere decir
esto? Que se puede olvidar el cuerpo y el espíritu personal_ alcanzar el
espíritu absoluto, el no-ego. Armonizar, fusionar el Cielo y la Tierra: el
espíritu interior deja pasar los pensamientos y las emociones. Es libre de
su alrededor. El egoísmo es abandonado. Tal es el origen de las filosofías
y de las religiones en Asia. El espíritu y el cuerpo, lo exterior y lo
interior, la sustancia y los fenómenos: estos pares no son dualistas ni
opuestos, sino que forman una unidad sin separación. Un cambio, sea cual
sea, influencia siempre todas las acciones, todas las relaciones entre
todas las existencias. La satisfacción o la insatisfacción de una persona
influencian a todas las demás personas. Nuestras acciones personales y las
de los demás están en relación de interdependencia.
“Vuestra felicidad
debe ser mi felicidad, y si lloráis, o lloro con vosotros. Cuando estáis
tristes, tengo que entristecerme, y cuando sois felices, debo ser feliz
también.” Todo esta ligado, todo se une en el universo. No se puede
separar la parte del todo: la interdependencia rige el orden cósmico.
En cinco mil años
de historia oriental, la mayoría de los sabios y de los filósofos se han
concentrado sobre este espíritu, sobre esta Vía, la han transmitido.
Él Shin Jin Mei, libro muy antiguo de origen chino, dice: “Shi Do Bu Nan...” la vía
mas alta no es difícil, pero no hay que elegir. No hay que tener
preferencias, ni gusto ni disgusto. El San Do Kai2 dice también: “hay
separación como entre una montaña y un rió si tenéis ilusiones.”
El Zen significa el
esfuerzo del hombre practicando la meditación, el zazen. Esfuerzo para
alcanzar el dominio de los pensamientos sin discriminación, la conciencia
más allá de todas las categorías, englobando todas las expresiones del
lenguaje, Esta dimensión se puede alcanzar por la práctica del zazen y del
Bushido.
Los siete principios
La fusión del
Budismo y del Shintoismo permitió la creación del Bushido, la Vía del
samurai. Se puede resumir esta Vía en siete puntos esenciales:
1.
Gi: la decisión justa
en la ecuanimidad, la actitud justa, la verdad. Cuando debemos morir,
debemos morir.
2.
Yu: la bravura teñida de heroísmo.
3.
Jin: el amor universal,
la benevolencia hacia la humanidad.
4.
Rei: el comportamiento
justo, que es un punto fundamental.
5.
Makoto: la sinceridad
total.
6.
Melyo: el honor y la
gloria.
7.
Chugi: la devoción, la
lealtad.
Estos son los siete
principios del espíritu del Bushido. Bu: artes marciales. Shi: el
guerrero. Do: la Vía.
La vía del samurai es
imperativa y absoluta. La práctica, al venir del cuerpo a través del
inconsciente, es fundamental en ella. De aquí la gran importancia dada a
la educación del comportamiento justo.
Las influencias entre
el Bushido y el Budismo han sido recíprocas. Pero el budismo ha marcado al
Bushido en cinco aspectos:
a.
El apaciguamiento de
los sentimientos.
b.
La obediencia tranquila
de cara a lo inevitable.
c.
El dominio de sí ante
cualquier acontecimiento.
d.
La intimidad más grande
con la idea de la muerte que con la de la vida.
e.
La pura pobreza.
Antes de la Segunda
Guerra Mundial, el Maestro Zen Kodo Sawaki daba conferencias a los más
grandes maestros de artes marciales, a las más altas autoridades del Budo.
En francés, confundimos artes marciales y artes de la guerra; pero en
japonés es: la Vía. En Occidente, estas artes marciales, tan en boga, se
han convertido en un deporte, en una técnica sin el espíritu de la Vía.
En sus conferencias, Kodo Sawaki decía que el Zen y las artes
marciales tienen el mismo sabor y que están en unidad. En el Zen, como en
las artes marciales, el entrenamiento cuenta mucho. ¿Cuánto tiempo hay que
entrenarse? Muchas gentes me han preguntado: “¿Durante cuantos años tengo
que hacer zazen?”. Yo respondo: “Hasta la muerte.” Entonces mis
interlocutores no están ya tan satisfechos. Los europeos quieren aprender
rápidamente, algunos incluso en un solo día. “He venido una vez y he
comprendido”, ¡dicen ellos! Pero el doyo es diferente de la Universidad.
También en el Budo hay
que continuar hasta la muerte.
Las tres etapas
Shojin, la primera
etapa: una época de práctica con la voluntad y la conciencia es necesaria
al comienzo. En el Budo, como en el Zen, este período dura alrededor de
tres o cinco años, y antiguamente más de diez años.
Durante estos diez
años, era necesario continuar la práctica del zazen con la voluntad. Pero
sucedía que después de tres o cinco años de verdadera práctica, el Maestro
acordaba el shiho1. En esta época era necesario vivir en un templo y
seguir las sesshin2. Sin embargo, en el Japón actual, el shiho se
transmite de padre a hijo, y no es más que un cierto tipo de formalismo.
Por esto el verdadero Zen ha declinado y ya casi no existen verdaderos
Maestros en el Japón. Antes era necesario pasar al menos tres años en el
templo de Eiheiji o en Sojiji, antes de recibir la ordenación. Pero ahora
es suficiente con un año o con tres meses, o incluso con una sesshin para
poder llegar a ser monje.
¿Quién es Maestro
en nuestra época? Esta pregunta es muy importante. ¿Quién es vuestro
Maestro? La mayoría de los monjes japoneses responderían a esta pregunta:
“Mi padre”. De hecho, sólo personas como yo, que soy discípulo de Kodo
Sawaki, son verdaderos Maestros; hace cuarenta años que sigo la enseñanza
de mi Maestro. El doyo de Kodo Sawaki no era como el de Eiheiji; era sin
formalismos. Kodo Sawaki decía siempre: “Mi doyo es un doyo ambulante”. El
iba de templo en templo, de escuela en universidad, a la fábrica e incluso
algunas veces a las prisiones. Su enseñanza se ajustaba a la vida.
En el Zen, como en
el Budo, el primer período, shojin, es pues el período de entrenamiento
con la voluntad y con el esfuerzo consciente.
La segunda etapa es
la del tiempo de concentración sin conciencia, después del shiho. El
discípulo está en paz. Puede realmente llegar a ser el asistente del
Maestro. Posteriormente, podrá llegar a ser Maestro y enseñar a su vez a
los demás.
Durante el tercer
período, el espíritu alcanza la verdadera libertad. “A espíritu libre,
universo libre”. Después de la muerte del Maestro, se es un Maestro
completo. Pero, evidentemente, ¡no hay que esperar ni desear la muerte del
Maestro pensando ser libre entonces!
Estos tres
períodos son idénticos en el Zen y en el Budo.
Secreto del Budo,
secreto del Zen
Un día, un samurai,
gran maestro de sable (kendo) quiso obtener el verdadero secreto de la
esgrima. Fue durante la era Tokugawa. A medianoche, fue al santuario de
Kamakura, subió los numerosos peldaños que conducían hasta él y rindió
gracias al dios del lugar, Hachinam. Hachinam, en el Japón, es un gran
Bodhisattva que se convirtió en el protector del Budo. El samurai le
rindió gracias. Al descender los escalones, a medianoche, sintió, bajo un
gran árbol, la presencia de un monstruo de cara a él. Por intuición,
desenvainó su sable en un instante y lo mató. La sangre brotaba y fluía
por el suelo. Lo había matado inconscientemente. El Bodhisattva Hachinam
no le había confiado el secreto del Budo. Pero gracias a esta experiencia,
en el camino de vuelta, lo comprendió.
La intuición y la
acción deben surgir al mismo tiempo. No puede haber pensamiento en la
práctica del Budo. No hay ni un solo segundo para pensar. Cuando se actúa,
la intención y la acción deben se simultáneas. Si se dice: “El monstruo
esta ahí, ¿cómo matarlo?”, si se duda, solo el cerebro frontal entra en
acción. Así pues, cerebro frontal, thálamus (cerebro profundo) y acción
deben coincidir, en el mismo instante, idéntico. De la misma manera que el
reflejo de la luna no permanece sobre el curso del agua, mientras que la
luna brilla y no se mueve. Esta es la conciencia hishiryo.
Cuando durante
zazen digo “no moverse, no moverse”, esto significa de hecho no permanecer
sobre un pensamiento, dejar pasar los pensamientos. Permanecer en perfecta
estabilidad significa en realidad no permanecer. No moverse significa en
realidad moverse, no dormir. Esto es como una peonza que gira: se la puede
considerar inmóvil, pero se encuentra en plena acción. Solamente puede
verse su movimiento cuando parte al comienzo y cuando se detiene al final.
De esta manera, la tranquilidad en el movimiento es el secreto del kendo,
la Vía de la espada. Y también el secreto del Budo y del Zen, que tienen
el mismo sabor.
Este espíritu es
el mismo en todas las artes marciales, sean cuales sean sus diferencias
tácticas y técnicas. Así, el judo (ju: suavidad do: Vía) es la vía de la
flexibilidad (yawara). Maestro Kano fue su fundador después de la era
Meiji. Los samuráis, esos feroces guerreros, aprendían el yawara, la
técnica de la flexibilidad. En el Japón, los samuráis debían aprender las
artes de la guerra, y las de la vida civil.
Debían estudiar el
Budismo, Lao Tsé, Confucio, y al mismo tiempo aprender el judo, la
equitación, el tiro con arco. Desde mi infancia aprendí el yawara con mi
abuelo paterno. Mi abuelo materno era doctor en medicina oriental. Desde
esta época estuve influenciado por el judo y por el espíritu de la
medicina oriental. Entonces comprendí poco a poco que las artes marciales
y el Zen están en unidad. Kodo Sawaki, en sus conferencias, decía que el
secreto de estas técnicas es kyu Shin Ryu, “el arte de dirigir el
espíritu”.
Dirigir el espíritu
¿Cómo dirigir
nuestro espíritu? Esto surge del Zen y no de la técnica de las artes
marciales. Las artes marciales más el Zen forman el Budo japonés. ¿Cómo
educar nuestro espíritu y aprender a dirigirlo? Kodo Sawaki habla de Kyu
Shin Ryu, el secreto del yawara, transmitido por esta escuela en un texto
tradicional, uno de cuyos pasajes trata sobre el espíritu tranquilo. He
aquí un pasaje de este texto:
“La verdadera
técnica del cuerpo, el wasa de esta escuela de yawara, debe ser la
sustancia del espíritu. La sustancia del espíritu. No hay que mirar el
cuerpo del adversario, sino dirigir nuestro propio espíritu.
No hay enemigo.
El espíritu es sin
forma, pero algunas veces puede tener una: esto es idéntico en zazen.
Algunas veces se
puede atrapar nuestro espíritu, otras veces esto es imposible. Cuando la
actividad del espíritu llena el cosmos, que es el espacio comprendido
entre el cielo y la tierra, y cuando sabemos atrapar la oportunidad que se
presenta, entonces podemos disponer de todos los acontecimientos
cambiantes, evitar todos los accidentes y atacar las diez mil cosas en una
sola.”
Sin comentarios. Es
un texto difícil de comprender. Pero aquellos que han practicado
profundamente el judo comprenden este espíritu.
En el Genjo Koan,
otro texto tradicional del que se servía Kodo Sawaki, esta dicho: “Cuando
un hombre se aleja en barca de la orilla, se imagina que la orilla esta en
movimiento. Pero si baja su vista, justo al lado de su embarcación, se da
cuenta de que es ella la que se desplaza.”
Efectivamente, si
miramos atentamente, íntimamente, en el interior de nuestra barca, se
puede comprender que es la barca la que se desplaza y se puede superar la
ilusión de los sentidos. De esta manera, cuando las gentes consideran
todos los fenómenos de todas las existencias a través de sus ilusiones y
de sus errores, pueden equivocarse y pensar que su naturaleza original es
dependiente y móvil. Pero si se volvieran intimas con su verdadero
espíritu, y si volvieran a su naturaleza original, entonces comprenderían
que todos los fenómenos, todas las existencias están en ellos mismos, y
que lo mismo sucede para todos los seres.
La naturaleza
original de la existencia no puede ser captada por nuestros sentidos, por
nuestras impresiones. Cuando la captamos por nuestros sentidos la materia
objetiva no es real, no es verdadera sustancia, sino que es imaginación.
Cuando pensamos comprender que la sustancia de nuestro espíritu es tal, es
un error. Cada uno es diferente. Las formas y los colores son los mismos,
pero cada uno los ve de manera diferente a través de sus ilusiones:
fisiológicas y psicológicas. Todos los problemas de nuestra vida cotidiana
encontrarán una solución con el tiempo al cabo de veinte, treinta años; y,
en el momento de entrar en vuestro ataúd, nadie os amará más, salvo quizá
con un amor espiritual. Los problemas de la vida son diferentes para cada
uno, y cada uno tiene necesidad de un medio diferente para resolver sus
problemas. Por consiguiente tenemos que crear nuestro propio método. Si se
imita, se cae en el error. Hay que crear por sí mismo.
Aquí y ahora
Vosotros y yo
somos diferentes. ¡Si no se pueden encontrar soluciones a la propia vida
se llega a un callejón sin salida! Aquí y ahora, ¿cómo crear nuestra vida?
Se proyecta una película y si se detiene, la imagen se vuelve fija,
inmóvil. Las artes marciales y el Zen tienen en común la creación y la
concentración de la energía. Concentrándose “aquí y ahora” y
exteriorizando la verdadera energía de nuestro cuerpo, se puede observar y
recargar. Cuando se abre la mano, se puede obtener todo. Si se cierra la
mano, no se puede recibir nada. En las artes marciales, hay que penetrar
los elementos, los fenómenos, y no pasar al lado de ellos. Las artes
marciales son pues esencialmente viriles, ya que el hombre penetra a la
mujer. Pero en nuestra época todo el mundo quiere economizar su energía y
se vive a medias. Siempre se esta incompleto. Las gentes viven a medias,
tibias como el agua del baño.
Hay que aprender a
penetrar la vida.
Así, el secreto de
las artes marciales es aprender a dirigir el espíritu, Ryu Gi. Esto forma
la base de las técnicas corporales. El espíritu debe volverse la
sustancia. El espíritu es la sustancia, sin forma pero algunas veces tiene
una forma. Cuando la actividad del espíritu llena todo el cosmos entero,
este espíritu aprovecha las ocasiones, tiene una posibilidad de evitar los
accidentes y puede atacar las diez mil cosas en una sola. Esto significa
que, durante un combate nuestro espíritu no debe ser influenciado por
ningún movimiento del adversario, por ninguna de las acciones de su cuerpo
y de su espíritu. Nuestro espíritu debe dirigirse libremente, no tener la
esperanza de atacar al adversario, ni dejar de prestarle atención. Se debe
estar completamente atento de instante en instante.
En nuestra vida
cotidiana es lo mismo. Algunas personas solo piensan en el dinero, ya que
este permite satisfacer todo. Ahora bien, por él, pierden su honor. Otros
solamente desean honores y pierden su dinero. Algunos se concentran
solamente sobre el amor, pierden su dinero y su energía. “Pero nuestra
dicha no existe de un solo lado.”
Debemos crear
nuestra vida, volvernos libres, desapegados, solamente atentos al aquí y
ahora: todo se encuentra aquí.
“El reflejo de la
luna en el rió esta siempre en movimiento. Sin embargo, la luna existe y
no se va de ahí.” Se queda pero se mueve. En un poema muy corto sobre el
secreto del Zen y de las artes marciales, y un gran koan. La corriente
del agua no vuelve nunca hacia atrás. El agua pasa, pasa... pero la luna
no se mueve. Durante un combate, el espíritu tiene que ser como la luna,
pero el cuerpo y el tiempo pasan, pasan como la corriente. El instante
presente no vuelve jamás. Durante zazen, cada una de nuestras
inspiraciones y expiraciones es la de ahora, y no vuelve nunca. Es posible
rechazar la respiración, pero la de ahora no es la de antes. La
respiración de después no es nunca como la de antes. Ayer era ayer. Hoy es
hoy. Es diferente. Yo digo siempre que debemos concentrarnos “aquí y
ahora”, crear “aquí y ahora”. De esta manera, uno puede volverse
“fresco”, nuevo. El zazen de hoy no es el mismo que el de ayer. El zazen
debe ser siempre fresco, “aquí y ahora”. No debéis relajaros durante
zazen, ni durante el entrenamiento a las artes marciales. Hacerlo a medias
no es bueno. Hay que hacerlo hasta el fondo darse totalmente. No debemos
retener restos de energías. Concentrarse significa la salida completa, la
descarga total de la energía. Esto debe encontrarse en cada uno de los
actos de nuestra vida.
En el mundo
moderno, vemos todo lo contrario; los jóvenes viven a medias y están
muertos a medias. Tienen una sexualidad incompleta. Y durante su trabajo o
durante zazen piensan en el sexo, e inversamente: así sucede en todos los
actos de la vida.
Pero si se descarga
totalmente la energía, se puede absorber energía fresca que fluye como la
corriente del agua.
Durante un combate,
si se economiza un resto de energía, no se puede ganar. Este es un secreto
de las artes marciales. No debemos depender de los wasa, de la técnica.
Hay que crear. Si un hombre rico da dinero a su hijo, éste no aprende a
ganarlo. E, inversamente, el hijo de un hombre pobre sabrá crear el método
para procurárselo. Las artes marciales no son un teatro ni un espectáculo.
Esto no es el verdadero Budo. El secreto de las artes marciales, decía
siempre Kodo Sawaki, es que no hay victoria ni derrota. ¡No se puede
vencer ni ser vencido! El deporte y las artes marciales son diferentes.
En el deporte, hay tiempo. En las artes marciales no hay más que el
instante. Por ejemplo, en el baseball, el “bateador” espera la pelota,
existe el tiempo: la acción no se produce en el instante. Lo mismo sucede
en el tenis, en el rugby en el fútbol, en todos los demás deportes. ¡El
tiempo pasa y permite pensar en algo durante un pequeño momento mientras
que se espera! En las artes marciales no está el tiempo de espera. La
victoria y la no-victoria, la vida o la no- vida, se deciden en un
instante. Hay que vivir en el instante: aquí es donde la vida y la muerte
se deciden totalmente.
Mondo
P. —A propósito de los exámenes de
acceso para adquirir los grados, los Dan, un maestro nos dijo un día que
tres cosas eran importantes: shin, wasa, thai...el espíritu, la técnica,
el cuerpo. ¿Cuál es la más importante?
R. —En las artes marciales como en el
juego de Go, conocer bien la técnica es muy práctico. Sucede a veces que
en un ser joven el cuerpo sirve de elemento fundamental, mientras que en
un hombre de más edad, técnica y espíritu predominan. De hecho, lo más
importante es shin, el espíritu. Después viene la técnica y el cuerpo. En
los demás deportes, sobre todo en Occidente, la fuerza del cuerpo debe ser
la más desarrollada. No es este el caso en las artes marciales; en judo,
el cuerpo debe ser formado, pero es secundario en relación a la técnica y
al espíritu-intuición necesario para aplicarlo bien. Si técnica fuerte y
cuerpo fuerte luchan juntos, es la técnica la que vencerá. Si un espíritu
fuerte combate una técnica fuerte, es el espíritu el que vencerá ya que
sabrá encontrar el punto débil. Se conoce la historia del samurai que,
después de una riña, combatía con un obrero. Aquel le hizo un hábil
estrangulamiento mortal y el obrero se ahogaba cuando, en la punta de sus
dedos, palpo los testículos de su adversario, los cuales agarro y apretó
con todas sus fuerzas. Al cabo de algunos instantes, el samurai estuvo
obligado a soltar presa, vencido...
El entrenamiento
no debe estar concentrado únicamente sobre el desarrollo del cuerpo.
Evidentemente, en los torneos modernos, no se lucha a vida o a muerte,
sino para ganar puntos: por lo que la fuerza del cuerpo y la técnica es
suficiente. En los tiempos antiguos, era completamente de otra manera
puesto que la vida se encontraba en juego: entonces la intuición lo
decidía todo, como último recurso.
Hoy día, se
debería volver a encontrar esto; en cada combate, hacer como si la vida
dependiera de el, incluso con los sables de madera. Entonces, las artes
marciales encontrarían su verdadero lugar; la practica de la vía. Si no,
no se trata más que de un juego...
Fuerza de cuerpo,
técnica y fuerza de espíritu están, de hecho, más o menos en igualdad,
pero es siempre shin, el espíritu, el que decide el resultado del combate.
Ya os he contado
la historia del samurai que vino a ver al legendario Maestro Miyamoto
Musachi, y le pidió que le enseñara la verdadera vía del sable. Este
último acepto. Convertido en su discípulo, el samurai pasaba su tiempo,
bajo la orden del maestro, acarreando y cortando leña, yendo a buscar agua
a una fuente alejada. Y esto, todos los días, durante un mes, dos meses,
un año, tres años. Hoy día, cualquier discípulo hubiera huido al cabo de
algunos días, incluso de algunas horas. El samurai continuaba y de hecho,
entrenaba su cuerpo. Sin embargo, al cabo de tres años ya no pudo aguantar
mas y le dijo a su maestro: “¿Pero que entrenamiento me hace usted seguir
aquí? Desde mi llegada no he tocado un sable. ¡Paso mi tiempo cortando
leña y transportando agua! ¿Cuándo me iniciara usted?”. “Bueno, bueno”,
respondió el maestro. “Voy a enseñarte la técnica, ya que lo deseas.”Le
hizo entrar en el doyo y, cada día, desde la mañana hasta la noche, le
ordeno que caminara sobre el borde extremo del tatami y que diera así,
paso a paso, sin equivocarse, la vuelta a la sala.
P. —Pero esa es
exactamente la manera que se debe tomar en el Kendo, un pie en la línea
del otro, después deslizarse...
R. —Sí. De esta
manera el maestro le enseño la concentración sobre la marcha. Concentrarse
sobre un acto, hacerlo perfectamente. Ya que los detalles de la técnica,
los trucos, los pasos, son de hecho secundarios con relación a la
concentración. Si se está suficientemente concentrado, un gesto, uno solo,
es suficiente.
Por consiguiente, el discípulo caminó a lo largo del borde del tatami durante
un año. Al cabo de ese tiempo, dijo al maestro: “Yo soy un samurai, he
practicado mucho la esgrima, he encontrado a otros maestros de kendo.
Ninguno me ha enseñado como usted lo hace. Por favor, enséñeme la
verdadera vía del sable.””Bien, dijo el maestro, sígueme. “Lo condujo
lejos, a un lugar en el que se encontraba un trozo de madero que
atravesaba un precipicio de una profundidad increíble, aterradora”: “He
aquí dijo el Maestro, tienes que atravesar este pasaje.” El samurai
discípulo no comprendía nada de aquello y, de cara al precipicio, dudaba,
sin saber que hacer. De pronto, oyeron detrás de ellos un toc.toc, el
ruido de un bastón de ciego. El ciego, sin prestar atención a su
presencia, paso al lado de ellos y atravesó sin dudar, tanteando con su
bastón el madero que franqueaba el precipicio. “¡Ah pensó el samurai,
empiezo a comprender! Si el ciego atraviesa así, yo debo hacer lo mismo.”
En este instante el Maestro le dijo: “Durante un año, has caminado sobre
el borde del tatami que es mas estrecho que este tronco, así que debes
pasar.” El samurai comprendió y...atravesó de una vez el puente. El
entrenamiento estaba completo: el del cuerpo durante tres años; el de la
concentración sobre una técnica (la marcha) durante un año, y el del
espíritu de cara al precipicio, de cara a la muerte.
P.--¿Pero por que
el espíritu es lo más importante?
R. —Porque, a
última hora, es él quien decide.
En las artes
marciales japonesas, desde los tiempos antiguos, un solo gesto justo
provocaba la muerte. De aquí viene la lentitud, la concentración de los
movimientos antes del ataque, Un golpe, y se acabó: un muerto, algunas
veces dos, si se daban los golpes justos. Todo se juega en un instante. En
este instante, el espíritu decide todo, técnica y cuerpo lo siguen. En
todos los deportes de hoy día existe un tiempo de espera. En las artes
marciales no hay tiempo de espera: si se le espera aunque solo sea un
poco, el espíritu debe estar sin cesar concentrado sobre la situación,
dispuesto a atacar o reaccionar. De aquí su importancia primordial.
P. —Pero ¿cómo
elegir la técnica de ataque?
R.---No es
cuestión de elegir. Ello debe hacerse inconscientemente, automáticamente,
naturalmente. El pensamiento no puede intervenir ya que si no, hay tiempo
de espera, por consiguiente fallo. La conciencia permanente, despierta de
la situación global es pues esencial para que surja el gesto justo: la
conciencia selecciona un golpe, técnica y cuerpo parten hacia delante. Y
se acabó.
P---Por ejemplo en
kendo. Hay un golpe llamado debana wasa: se trata de atacar antes de que
el adversario lo haga, de golpear antes de que él golpee. Por
consiguiente, en esta técnica del debana, la intuición es en efecto muy
importante.
R.---¡La intuición
es siempre esencial! Si el adversario os da un golpe inesperado, debéis
tener entonces la intuición de la parada, la conciencia de la huida. ¡Para
salvaros del golpe! Conciencia que provocará la reacción del cuerpo y de
la técnica apropiada. ¡Pero si pensáis en ese momento: “Debo utilizar tal
o cual técnica”, en el instante de vuestro pensamiento, seréis tocado! La
intuición desencadena el cuerpo y la técnica. Cuerpo y conciencia se unen:
se piensa con el cuerpo entero, se emplea totalmente en la reacción.
Es por esto por lo
que es difícil hacer categorías sobre la importancia o la jerarquía de
shin, el espíritu, wasa, la técnica, y tai, el cuerpo. Deben estar unidos,
No separados. Es su perfecta unión la que crea el acto justo. No su
separación. La unidad total.
En las artes
marciales japonesas, la Vía del sable, el kendo, ha sido considerada
siempre como el arte más noble de combate, ya que es la que mejor une
estos tres factores: conciencia-intuición, cuerpo y técnica.
P.---En el mundo,
doce millones de personas practican el kendo, seis millones el judo, cinco
millones el kárate, un millón el aikido, y doscientas mil personas el tiro
con arco, el kyudo...
R.---En todas estas
artes marciales, la unidad entre el espíritu, el cuerpo y la técnica es
esencial.
Pensar y después
golpear no es el gesto justo. Hay que atrapar suki, la ocasión, la
oportunidad. Esto es muy importante. El pensamiento no puede hacerlo.
Solamente la conciencia puede atrapar la oportunidad de la acción. El
vació en el que hay que actuar.
P.--- El momento
oportuno...
R.---La oportunidad
para el acto. La ocasión de ataque. Aprovechar el defecto. Por intuición,
y este es un punto muy importante, hay que aprovechar el momento en el
que, en la inspiración, el adversario presenta un punto débil...
P.---¿La
inspiración del adversario o la suya propia?
R.---La inspiración
del adversario. Vosotros debéis expirar antes y durante el ataque. En
kárate, un golpe recibido durante la inspiración puede ser peligroso. Pero
no durante la expiración. Por consiguiente, hay que aprovechar la
oportunidad cuando el adversario inspira, ya que entonces, presenta un
fallo un vacío.
P.---¿Por qué?
R.---Siempre hay
una oportunidad en la inspiración porque el cuerpo se vuelve más ligero,
menos concentrado. La inspiración es una excelente oportunidad que el
espíritu- cuerpo debe saber aprovechar. Atacar durante la inspiración del
adversario, cuando este presenta un lado débil, un defecto en su defensa,
en su actitud, he aquí un gran secreto.
La inspiración es
un gran suki, una gran oportunidad. Un exceso de tensión también: de esta
manera, en un torneo, no se puede mantener la atención al mismo nivel de
intensidad. En un momento dado nuestra atención se debilita: entonces
presentamos un fallo, un suki, una ocasión, que el adversario debe saber
aprovechar.
Pero esta cuestión
de la oportunidad se encuentra en todos los combates, no-solo en las artes
marciales, sino también en las discusiones, en los negocios... No debéis
mostrar fallos: ni en las artes marciales ni en la vida cotidiana. ¡La
vida es un combate! Hay que permanecer concentrado. No descubráis vuestros
puntos débiles, y por consiguiente reducirlos por un entrenamiento
continuo al dominio de sí. Toda la educación japonesa tradicional se
fundamenta sobre esta vigilancia: no manifestar los puntos débiles para
que otro no se aproveche de ello. El juego del torneo es descubrir los
puntos débiles del adversario: hasta ahí se llega con la voluntad, con la
atención, con la concentración. Y cuando la oportunidad se presenta,
aprovecharla valientemente, sin pensar.
Y tanto en los
torneos como en los combates de la vida cotidiana, el struggle for life,
la observación de los ojos es muy importante: ya que cuando los ojos del
adversario se mueven, sé turban, dudan, se debilitan, hay un suki, una
oportunidad, un fallo. En todos los momentos críticos de nuestra vida, no
hay que manifestar los puntos débiles, si no es el error, la derrota, el
fracaso. Esta vigilancia no viene de una tensión excesiva del cuerpo que
se fatigaría rápidamente, sino de la atención de la conciencia. De aquí la
importancia de shin, el espíritu. El cuerpo manifiesta puntos débiles, la
conciencia puede corregir, canalizar, dirigir todo esto.
P.---El año pasado
vi en Kyoto a dos maestros de kendo, de alrededor de ochenta años, que se
enfrentaban en torneo: durante cinco minutos se pusieron uno frente a
otro, sable en mano, punta contra punta, sin moverse, absolutamente sin
moverse. Y al cabo de cinco minutos, el arbitro declaró combate nulo, Kiki
Wake.
R.--- Sí. Cuando
alguien se mueve, muestra siempre sus puntos débiles. Allí donde los
jóvenes se hubieran batido vigorosamente en ataques y acciones más o menos
desordenadas, allí donde los hombres de edad madura hubieran hecho entrar
en juego toda la experiencia de su técnica, los dos maestros de artes
marciales se contentaron con un combate de espíritu, por y con los ojos.
Si uno de los dos se hubiera movido, su conciencia se habría movido
también, y habría manifestado un fallo. El primero que se hubiera
debilitado habría perdido radicalmente ya que el otro reaccionaria
rápidamente.
Vosotros conocéis
la historia de los tres gatos: un samurai tenía en su casa un ratón del
que no llegaba a desembarazarse. Entonces adquirió un magnifico gato,
robusto y valiente. Pero el ratón, más rápido, se burlaba de el. Entonces
el samurai tomo otro gato, malicioso y astuto. Pero el ratón desconfió de
el y no daba señales de vida mas que cuando este dormía. Un monje Zen del
templo vecino presto entonces al samurai su gato: este tenía un aspecto
mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le rodeaba. El
samurai encogió los hombros, pero el monje insistió para que lo dejara en
su casa. El gato se pasa el día durmiendo, y muy pronto, el ratón se
envalentono de nuevo: pasaba y volvía a pasar por delante del gato,
visiblemente indiferente. Pero un día, súbitamente, de un solo zarpazo, el
gato lo atrapo y lo mató. ¡Poder del cuerpo, habilidad de la técnica no
son nada sin la vigilancia del espíritu!
Una conciencia
justa es esencial al movimiento del cuerpo.
P.---Pero ¿qué se
puede hacer para permanecer en la concentración justa? ¡La tensión y
fatiga no se la puede mantener sin moverse!
R.---Es vuestra
conciencia la que no debe perturbarse ni calcular: justo adaptarse a lo
que pasa. Llevad sin cesar vuestra concentración sobre la respiración,
sobre vuestra expiración, que debe ser lenta, larga, y descender lo más
bajo posible en el abdomen, en el hara. Y vuestros ojos, no perdáis de
vista los ojos del adversario: seguid de esta manera su movimiento
interior. En el combate de sable que hemos visto, entre Maestro Yuno y uno
de sus discípulos, este último, al cabo de algunos minutos, jadeaba,
agotado por la tensión. Maestro Yuno estaba simplemente ahí, concentrado,
tranquilo, muy tranquilo. Absolutamente vigilante. Y en un momento
preciso, con la punta de su sable hacia la garganta, arrojo al discípulo
fuera del tatami. Un solo gesto le fue suficiente, a partir del momento en
el que descubrió el punto débil en la parada del adversario. Concentraos
pues sobre la expiración, esto es muy importante. Que ella sea lo más
larga posible, lo más calmada posible: esto ayuda a no estar fatigado o
apasionado.
P.---Los samuráis
que hacían duelos de noche concentrándose sobre la sombra de su
adversario...
R.---Desde luego el
movimiento de la sombra indicaba el movimiento del cuerpo y el de la
conciencia. Pero esto no les impedía, más bien al contrario, expirar
poderosamente en su hara... Pero vosotros debéis y podéis encontrar esta
concentración fundamental en simples combates de entrenamiento, como
durante los torneos. No vale la pena entrenarse para eso. Es el poder de
vuestra concentración lo que cuenta. Hay que canalizar tensión del cuerpo
y habilidad de la técnica en la atención-intuición del espíritu. El
espíritu esta entonces vacío, ku, sin fallos. Esto es el Zen. Esto es
también la verdadera vía del Budo. De cara a la muerte, como de cara a la
vida, la conciencia debe estar tranquila. Hay que decidir aceptándolas
completamente, tanto la propia vida como la propia muerte. No sufrir.
Incluso si mi cuerpo muere, mi espíritu debe permanecer derecho (gesto del
pulgar hacia arriba): este es el entrenamiento del Zen y del Budo. El gran
Maestro Miyamoto Musachi abandono de esta manera su vida de combate para
resolver este problema: como morir. ¡E hizo zazen! (Risas).
P.--- En Europa, en
los Estados Unidos, en el Japón, mucha gente practica las artes marciales,
sin practicar verdaderamente la vía del Budo, ni la del Zen. Y la opinión
común pretende que los principios del Zen, la filosofía del Zen, no tiene
nada que ver con la practica deportiva de las artes marciales.
R.---Los que no
quieren seguir la enseñanza Zen, verdadera base del Budo, no tienen porque
hacerlo. Estos se sirven entonces de las artes marciales como de un juego,
como de un deporte entre otros. Los que quieran alcanzar una dimensión mas
elevada de su ser, de su vida, deben comprender esto. No se puede obligar
a nadie ni criticar a nadie. Sin embargo, unos son como niños que juegan
con cochecitos, otros conducen verdaderos coches... Yo no soy negativo de
cara a los deportes: estos entrenan el cuerpo, la resistencia... Pero el
espíritu de competición, el espíritu de poder que se encuentra en ellos,
no es bueno: esto testimonia una visión falsa de la vida. La raíz de las
artes marciales no se encuentra ahí.
Los educadores de
hoy día son también responsables de esta situación; ellos entrenan el
cuerpo, la técnica, pero no la conciencia. Sus alumnos se pelean para
ganar, juegan a la guerra como niños. No hay ninguna sabiduría en todo
eso. ¡No es del todo eficaz para la conducta de la vida! ¿Para que les
sirve su técnica en la vida cotidiana? El deporte no es más que una
diversión y, a fin de cuentas, usa el cuerpo para el espíritu de
competición. Esta es la razón por la que las artes marciales deben
encontrar su dimensión primera. En el espíritu del Zen en el del Budo, la
vida cotidiana es el lugar de combate. Hay que estar consciente en cada
instante, lavándose, trabajando, comiendo, acostándose. El dominio de sí
se encuentra ahí.
P.---¿La
competitividad es una enfermedad del espíritu?
R.---¡Desde luego!
¡Que visión más triste de la vida! Lo que no quiere decir que no se pueda
llegar a ser campeón, ¿por qué no? Esta es una experiencia como otra
cualquiera. ¡Pero no hay que obsesionarse con ello! también en las artes
marciales hay que ser mushotoko, sin meta ni espíritu de provecho.
P.---¿Puede usted
hablarnos del kiai, ese grito que se lanza durante la práctica de artes
marciales, sobre todo en kárate o en kendo? En mi doyo de kárate, nos
hacen repetirlo muy a menudo, muchos gritos a la vez...
R.---El kiai, grito
cuya fuerza vibratoria paraliza al adversario durante un instante, puede
compararse al kwatz de los Maestros Zen Rinzai, que sirve para producir un
choque y despertar al discípulo. En mi opinión es inútil repetirlo
sucesivamente; una vez es suficiente pero una verdadera vez. Lanzad pues
este grito de una manera total, que salga del hara, del bajo vientre, de
ese lugar al que los japoneses llaman kikai: el océano de energía. Para
esto, hay que aprender la respiración Zen que es también la del Budo:
expirar lentamente, lo más profundamente posible. Al final de la
expiración, la energía esta en su punto culminante. El kiai es la mezcla
de esta expiración con una voz fuerte; es necesario que el sonido ascienda
de una manera naturalmente profunda. Para esto, evidentemente, hay que
saber respirar, lo cual es raro. Después del zazen, cuando hago la
ceremonia y cantamos el Hannya Haramita Shingyo, el Sutra de la Gran
Sabiduría, lo hago para el entrenamiento general de la respiración: la voz
esta entonces obligada a ir hasta el final de la expiración. Es un buen
entrenamiento al kiai. Kiai se descompone en ki: energía y ai: unión;
significa pues la unión de la energía. Un solo grito, un solo instante en
el que se encuentra todo el espacio-tiempo, todo el cosmos.
¡Kiai! (El Maestro
Deshimaru lanza un grito aterrador, un rugido que sorprende a todo el
mundo, y después estalla en risas.)
Pero en el kiai que
se lanza en los doyos de artes marciales, como en el Hannya Shingyo
cantado en los doyos Zen, nunca se encuentra esta fuerza: de hecho, la
gente lanzan gritos modulados según su personalidad, hacen decoraciones
sonoras. No hay nada de auténtico ni de bravo en eso. Ninguna fuerza.
Canto o ruido: es todo. Nada de ki en sus kiai ¡Nada de energía!
P.---¿Por qué?
R.--- ¡Porque no
saben respirar! Nadie les ha enseñado. Y además, es muy largo saber
explicar a la manera de un verdadero maestro de Budo o de Zen. ¡No es la
altura de la voz lo que hace el poder del sonido! ¡El sonido debe partir
del hara, no de la garganta! Observar como maúlla un gato o ruge un león:
eso es el kiai. Entrenaros en la respiración, pero no busquéis obtener un
poder mágico con vuestro kiai: tanto en la vía del Budo como en la del
Zen, hay que practicar, lo repito, sin meta ni espíritu de provecho. Ahora
bien, la mayoría de las gentes siempre quieren adquirir algo, buscan tener
en lugar de ser.
P.---¿Puede usted
hablarnos de la respiración en las artes marciales y en la postura de
zazen?
R.---Voy a
intentarlo, pero es difícil. Tradicionalmente, los Maestros del Zen no la
enseñan nunca. Solamente cuando la postura es justa se establece la
respiración. Para enseñárosla tendría que desnudarme. Deberéis comprender
con vuestro propio cuerpo. Una pequeña inspiración natural a partir del
plexo después una profunda expiración presionando sobre los intestinos,
bajo el ombligo. Para un ciclo de respiración, la expiración puede durar
uno, dos, tres, cuatro e incluso cinco minutos. Cuando yo era joven, me
sumergía hasta el fondo de la piscina, y permanecía allí de dos a tres
minutos. Por la expiración (anapanasati) el Buda encontró la iluminación
bajo el árbol Bo.
Cuando leo los
sutras, mi expiración es muy larga porque tengo el hábito de esta
expiración. Mientras se expira hay un ligero va –y-ven de aire en las
fosas nasales y de esta manera se puede continuar largo tiempo. Es muy
difícil y hace cuarenta años que me entreno...
Al principio debéis
comprender con el cerebro y a continuación entrenaros. Es un método eficaz
para vivir largo tiempo: la mayoría de la gente que vive mucho en Oriente
practican esta respiración. Durante kin-hin1, si yo expirara a mi ritmo
nadie se movería... Estos puntos están en relación con las artes marciales
que son, lo repito, otra cosa que un deporte. Para practicarlas, el hara
debe ser fuerte. Las artes marciales, la recitación de sutras, las
ceremonias os hacen comprender entrenando vuestra respiración. Cuando
llevo el ritmo de los sutras con las maderas, tenéis que ir hasta el final
de vuestra expiración. ¡Es un buen entrenamiento!
El profesor
Herrigel ha hablado de ello en su Tiro con arco2. El había estudiado esta
disciplina durante seis años; pero solo cuando hubo comprendido la
respiración abandono su filosofía y sus conocimientos y pudo por fin
lograr alcanzar el blanco. Mi Maestro me decía: “¡Si hubiera venido a
verme, habría comprendido hace mucho tiempo!”
El judo y el kárate
son también un entrenamiento de la respiración, pero la mayoría de la
gente no lo sabe. Solamente a partir del segundo o del tercer Dan se
instala naturalmente esta respiración. Herrigel comprendió
inconscientemente: la flecha parte al final de la expiración. En el judo o
en el kárate, se es fuerte en la expiración; en la inspiración se es
débil. En este momento, yo puedo matar a un hombre con un solo objeto, sin
necesidad de un cuchillo. Yo hice la experiencia de esto cuando era joven;
no maté al hombre que estaba delante de mí, solamente cayó, pero... Al
final de la inspiración hay un punto muy vulnerable. Al final de la
expiración ni siquiera hay movimiento.
Es por esto por lo
que la respiración practicada en yoga no es del todo eficaz para las artes
marciales. En el Japón, no se practica el yoga porque se conoce bien la
respiración Zen. Si vosotros la comprendéis, podréis serviros de ella en
la vida cotidiana. En una discusión, cuando os apasionéis, practicadla, y
os calmaréis... Mantened vuestro control. Inversamente, durante la
inspiración, un gran choque puede bloquear vuestro corazón y vuestros
pulmones y causaros la muerte. Intentad levantar un peso pesado en dos
veces, durante inspiración y durante la expiración.
Veréis la diferencia.
Durante la expiración sois más fuertes, los pies se aferran al suelo, sois
como un tigre. Cuando tengáis miedo, cuando tengáis angustias o cuando no
os sintáis seguros de vosotros mismos en una situación, intentad ya
expiración larga. Esta expiración os apaciguará y os dará fuerza,
seguridad. Durante la expiración, la energía y la conciencia se
encuentran.
P.---¿Cuál es la
mejor manera de aprender a respirar convenientemente?
R.--- Tomando la
postura de zazen. Antiguamente, en el tiempo de los samuráis, se sentía
respeto por la meditación: antes de la acción, se concentraban en zazen.
Concentración, después acción. Hoy día se puede encontrar esto en la
ceremonia demasiado breve que se hace antes del combate en los torneos. En
zazen se puede acumular energías, dejar pasar los pensamientos como nubes
en el cielo, relajar las tensiones nerviosas y musculares, concentrarse
sobre la energía, espaldas derechas, nuca recta, manos juntas cuyos
pulgares no hacen ni montaña ni valle y practicar la verdadera
respiración, basada en la expiración profunda en el hara, esa zona que se
encuentra dos dedos por debajo del ombligo.
Ser zanshin: he
aquí un término que se encuentra en la práctica de la esgrima japonesa, el
kendo. Zanshin es aquello que permanece, sin apegarse, vigilante y libre.
Justamente atento a lo que pasa aquí y ahora. Poco a poco esta atención se
aplica a cada uno de los actos de nuestra vida. En el espíritu del Zen,
como en el del Budo tradicional, el conjunto del comportamiento entra
siempre en juego.
P.---¿Puede
reemplazar a la postura de zazen el entrenamiento intensivo de los kata,
esos gestos de base de la técnica? Ya que ellos entrenan la respiración,
la concentración, la vigilancia...
R.--- No se puede
comprar la práctica de una meditación sentada, zazen, método de
concentración, con el entrenamiento de ejercicios de acción. Pero la
práctica de zazen puede dar una nueva dimensión a los kata. La verdadera
esencia de los kata no se encuentra en los propios gestos, sino en la
manera en la que espíritu los vuelve justos. No se debe pensar: “Debo
hacer este kata de esta manera o de esta otra...” sino ejercitar el
cuerpo-espíritu en crear cada vez un gesto total, en el que se encuentre
todo el ki, en un instante.
Vivir el verdadero
espíritu del gesto: el kata, por el entrenamiento, debe confundirse con el
espíritu. Contra más fuerte sea el espíritu más fuerte será el kata.
P. —En los doyos de
artes marciales existen muchos gestos que conducen a la concentración: la
manera de colocar los zapatos, los objetos personales, la manera de
saludar al entrar...
R.---¡Pero todos
esos gestos son kata! La manera de comportarse es kata. Cuando se saluda,
no hay que hacerlo de cualquier manera. En Occidente se da vagamente la
mano y se inclina un poco la cabeza; ¡no se ha comprendido nada la belleza
del gesto! Hay que saludar completamente: juntar las manos lentamente, con
los brazos derechos, paralelos al suelo; la punta de los dedos llega hasta
la altura de la nariz. Después se inclina la espalda hacia el suelo,
potentemente. Hay que erguirse con las manos aun juntas y poner
naturalmente los brazos a lo largo del cuerpo. Cuerpo derecho, nuca
derecha, pies en el suelo, espíritu tranquilo. (Con un gesto majestuoso.
Taisen Deshimaru se levanta y nos saluda) ¡De esta manera testimoniáis
todo el respeto que sentís hacia vuestro adversario, hacia vuestro
maestro, hacia el doyo, hacia la vida! Algunas veces me preguntan por que
me inclino ante la estatua de Buda, en el doyo: no es la estatua a quien
saludo, sino a todos los que están aquí conmigo, en el doyo, y también al
cosmos entero. Todos estos gestos son muy importantes, ya que ayudan a
mantener un espíritu correcto. Significan dignidad y respeto, ayudan a
nuestra naturaleza alcanzar una condición normal. Hoy día nadie es
normal, toda la gente esta un poco loca, con su mental que funciona todo
el tiempo; ven el mundo de una manera estrecha, restringida. Están
devorados por su ego. Creen ver, pero se equivocan: proyectan su locura,
su mundo, sobre el mundo. ¡No hay en ellos ninguna lucidez ninguna
sabiduría! Es por esto por lo que Sócrates, como Buda, como todos los
sabios, dicen antes que nada: "¡Conócete a ti mismo y conocerás todo el
universo!” ¡Este es el espíritu del Zen y del Bushido tradicional! Para
esto, la observación del comportamiento propio es muy importante. El
comportamiento influencia la conciencia. A comportamiento justo,
conciencia justa. Nuestra actitud, aquí y ahora, influencia a todo lo que
nos rodea: nuestras palabras, nuestros gestos, nuestra manera de estar,
todo esto influencia a lo que pasa alrededor de nosotros y a nosotros
mismo. Las acciones de cada instante, de cada día, deben ser justas. El
comportamiento en el doyo reaparecerá en nuestra vida cotidiana. ¡Cada
gesto es importante! Como comer, como vestirse, como lavarse, como ir al
cuarto de aseo, como ordenar, como conducirse con los demás, con la
familia, con la esposa, como trabajar, como estar completamente en cada
gesto. ¡No hay que soñar la vida! Hay que estar completamente en todo lo
que se hace. Este es el entrenamiento a los kata.
El espíritu del Zen
y del Budo tiende a esto: se trata de verdaderas ciencias del
comportamiento. Nada tiene que ver con la imaginación que transforma el
mundo, como en muchas religiones. Se debe vivir el mundo con el cuerpo,
aquí y ahora. Y concentrarse completamente sobre cada gesto.
P.---¡Eso es
imposible!
R.---¿Vosotros
creéis que Buda era perfecto? El debía cometer errores como todo el mundo.
Era un ser humano. Pero tendía a este comportamiento justo que es el mas
alto ideal del hombre. La civilización moderna no comprende nada de esto,
desde la escuela se os corta la vida para elaborar teorías...
Todo lo que acabo
de decir debe ser bien entendido: no se trata solamente del comportamiento
y de la apariencia exterior, sino también y sobre todo de nuestra actitud
interior. ¿Cuál es la verdadera conducta a seguir? ¡Gran problema! El Zen
nos aclara esto. Todas las escuelas filosóficas se interesan en este
problema: existencialismo, behaviorismo, estructuralismo... Sin embargo
ninguna da la clave de la conducta de nuestra vida. Siempre terminan por
encerrarse en categorías, pero el origen profundo, la larga corriente de
la vida, no se puede encerrar. Un koan dice: “Frió, caliente, es usted
quien lo experimenta.” Esto es verdad para todos
Aquí y ahora es
diferente para cada uno-
Bun bu ryodo:
La doble vía
La armonía del cielo y
de la tierra
En la práctica del
Zen como en la de las artes marciales, es esencial concentrarse sobre la
expiración. Esto conduce la energía hacia la parte baja del cuerpo y de la
columna vertebral y produce una expansión que da fuerza.
Si practicáis zazen
no debéis hacerlo a medias, sino concentraros totalmente sobre la
respiración justa y la postura justa; de esta manera el verdadero zazen se
vuelve completamente fresco. Si lo hacéis verdaderamente, zazen se revela
más difícil que las artes marciales. Pero si lo repetís todos los días, se
vuelve Dokan, la esencia, la repetición. ¡También en zazen uno repite para
vivir o para morir!
El Budo japonés se
ha desarrollado en relación directa con la ética, la filosofía y la
religión, y sin ninguna relación con el deporte. Por eso, todos los viejos
textos sobre los antiguos Budo que nos han sido transmitidos se sitúan en
el nivel de la cultura intelectual y mental, y desarrollan una reflexión
sobre el ego. Explican y enseñan la técnica profunda de la Vía.
¿Cómo hacer para
practicarla?
Do, que significa
en japonés la Vía, no es solamente una técnica, un wasa. Kendo, judo,
aikido, kyudo... todo esto es el Budo. El kanji Bu, cuando se analiza,
significa detener el sable, parar el combate.
A la ceremonia del
té se la llama chado. Al ikebana, arreglo de flores, kado. La caligrafía
es Shodo. El perfume, la madera perfumada de sándalo que se consume, es
kodo. Kodo Sawaki amaba mucho el kodo. Tenía el mismo nombre. Do, la Vía,
significa el método de Vida, la enseñanza para el ego, la vía para
comprender en profundidad el espíritu propio. El Budismo, Butsudo en
japonés, significa la vía del Buda, o como descubrir realmente nuestra
verdadera naturaleza, nuestra naturaleza original. Esto significa también
que hay que armonizarse con el cielo y con la tierra con el fin de que el
espíritu interior sea completamente libre. Abandonar el egoísmo.
En el San Do Kai
(1) (Unión de la esencia y de los fenómenos), de Sekito Zenji (700-790),
se dice sobre la Vía: “No hay en ella ni maestro del norte ni maestro del
sur.” Y si el Hokyo Zan Mai (2) (el Samadhi del Espejo Precioso)
significa la esencia de la Vía, Sho Do Ka (el libro de Yoka Daichi,
649-713, discípulo de Eno) quiere decir: certificar la vía.
1.
Ver
La practique du Zen; edit. Seghers. (2) Ibid.
Sho: garantía.
Do: vía. Ka: canto.
Es pues el canto lo
que certifica la vía. Shin-To es Shindo, la Vía de Dios.
El espíritu del Zen,
transmitido de la India por Bodhidharma, extendió el Budismo Mahayana en
China. Se desarrollo fusionándose con el pensamiento chino para
convertirse en la verdadera Vía. Hoy día, el Budismo ya no existe en
China, pero Do se ha vuelto una costumbre. Ni siquiera Mao pudo cortar el
espíritu de Do. Do Kyo es la enseñanza de la vía que continua hasta
nuestros días.
El Zen y la Vía se
mezclan en armonía. Por eso, casi todos los grandes maestros Zen dicen Do
y no Zen.
Ellos no empleaban la
palabra Zen, que sobre todo ha sido retenida por el Occidente.
Un celebre profesor
japonés. Yamada Soko (1622-1685) meditó sobre la Vía de los samuráis.
Quiso aumentar su cultura y con esta intención impartió una enseñanza
especial.
“Si un samurai quiere
tener responsabilidades en política, si quiere dirigir a los civiles y
convertirse en su jefe, debe realizar la Vía. Por eso, el samurai no debe
ser solamente un guerrero, sino que debe, además del Budo, adquirir una
cultura intelectual sobre la literatura, el Budismo, la filosofía china y
el Shinto, la Vía de los dioses.” El Bushido era la esencia de la
educación japonesa que se extinguió después de la guerra. Yo he recibido
esta educación ya que los profesores del Bushido daban una educación a la
vez militar y civil: Bun Bu Ryodo, la doble Vía, las dos son necesarias,
como lo masculino y lo femenino, como las dos alas de un pájaro. La
literatura, la filosofía, la poesía, la cultura en general, tienen un lado
femenino, y el Budo, arte militar, es masculino. Siempre debe haber una
armonía entre los dos. No pueden existir solos, separados. Esto no forma
parte solamente de un conocimiento, de un saber, sino que es la vía misma
de la sabiduría. Por esta vía, el sabio debe dirigir a los civiles. Por
esto, la mayoría de los samuráis debían adiestrarse en la virtud. Debían
tener cualidades nobles, cultivar una personalidad elevada, estudiar la
historia de las civilizaciones y realizar la Vía. La enseñanza de Yamada
Soko no era dada más que a una élite. Los profanos no tenían acceso a
ella. Por la fuerza de esta enseñanza total, la Vía del samurai se hizo
poco a poco popular en el Japón, y su reputación se extendió en el mundo
entero. Porque la sabiduría del Zen había sido su origen.
Con respecto a la
cultura de los samuráis y de la vía interior profunda, que penetra el
espíritu, Dogen escribió el Ben Do Wa. Ben, es el estudio, la comprensión:
Do, es la Vía. Wa, hablar. Ben Do Wa: comprender por los discursos. Este
es el método, la enseñanza para comprender la Vía. El Ben Do Wa describe
lo que es zazen, la esencia de la Vía. A continuación, explica cómo
practicar la vía. En el Gakudo Joshinshu, otro libro importante, el punto
de partida es también la pregunta: ¿Cómo estudiar la Vía? este es el libro
de la atención, de la vigilancia. La atención de aquel que estudia la Vía.
Además, en el Genjo
Koan, se dice: “¿Qué es la vía del Buda?” Es estudiar el ego. ¿Qué es
estudiar el ego? Es olvidarse a sí mismo. ¿Qué es Bo Dai Shin? ¿Qué es
este espíritu de iluminación de despertar, Bo Dai, Satori? ¡Es la Vía!
“No pienses. No busques. No desees. No retengas. No obtengas. No
abandones.” Y en el Tendao, se dice que la Vía consiste en seguir todos
los fenómenos, en seguir el poder cósmico, el sistema cósmico. Para que el
ser humano comprenda esto, le es necesario practicar zazen, esa postura de
concentración y de despertar de la que hablan todas estas obras. Porque
para que la acción sea justa, es necesario que la meditación la preceda y
coexista con ella. Solamente entonces se descubre la verdadera libertad.
Ki la energía
En las artes
marciales, la técnica es diferente en judo, en kendo o en el tiro con
arco. En zazen concentrarse sobre la postura es igualmente un wasa. El
wasa es necesario, pero un judoka que no aprende más que el judo no es un
verdadero judoka. En las artes marciales, generalmente, la técnica es
indispensable durante diez o veinte años. Pero, finalmente el estado de
espíritu es lo primero, esto es particularmente evidente en el tiro con
arco. Entre el espíritu y el cuerpo, entre el espíritu y la postura, entre
el espíritu y el wasa, la respiración establece la conexión. Finalmente,
postura y respiración se unifican. La respiración se vuelve ki (la
energía, la fuerza), como el ki de aikido. En el Budo, volvamos a él, hay
tres puntos esenciales: la técnica (wasa), la actividad (ki) y el espíritu
(shin). En zazen, por la postura, se puede equilibrar el estado de
espíritu y la respiración. En un combate, no se puede equilibrar muy bien
la respiración ya que sé esta obligado a ejecutar, muchos movimientos. En
zazen, al comienzo de la práctica, se encuentran, desde luego, muchas
dificultades. Pero, con el tiempo, se puede encontrar fácilmente este
equilibrio entre la postura justa, el estado de espíritu y la respiración.
Al comienzo conviene practicar la postura conscientemente, pacientemente.
Se hace esfuerzo, se estira la nuca, hay que concentrarse voluntariamente
sobre la expiración. Después de algunos años, la concentración llega
inconscientemente. En zazen, la postura tiene una influencia muy rápida,
desde el comienzo; no es como en el Budo en el que solamente después de
cuatro o cinco años, mas allá del tercer dan, se puede llevar la
concentración sobre otra cosa diferente del wasa. En zazen, desde el
comienzo, la postura tiene una influencia sobre la conciencia.
En China, un
discípulo de Lao Tsé, Mishotsu, escribió una historia interesante sobre
los gallos de pelea:
“Un rey deseaba
tener un gallo de pelea muy fuerte y había pedido a uno de sus súbditos
que educara a uno. Al principio, este le enseño al gallo la técnica de la
pelea. Al cabo de diez días, el rey pregunto: “¿Se puede organizar un
combate con este gallo?” Pero el instructor dijo: “¡No. No. No. ! El es
fuerte, pero esta fuerza esta vacía, siempre quiere pelear; esta excitado
y su fuerza es efímera.”
Diez días mas
tarde, el rey preguntó al instructor: “Y ahora, ¿se puede organizar esa
pelea?” “No. No. Aún no. Todavía esta apasionado, siempre quiere pelear.
Cuando oye la voz de otro gallo, incluso el de una aldea vecina, se
encoleriza y quiere batirse.”
“Después de diez
nuevos días de entrenamiento, el rey preguntó de nuevo: “¿Y ahora, es
posible?” El educador respondió: “Ahora ya no esta apasionado. Si oye la
voz de otro gallo, permanece tranquilo. Su postura es justa, pero su
tensión es fuerte. Ya no se encoleriza. La energía y la fuerza no se
manifiestan en la superficie.”
“Entonces, ¿está
listo para un combate?” dijo el rey. El educador respondió: “Quizás”. Se
trajeron numerosos gallos de pelea y se organizó un torneo. Pero los
gallos de pelea no podían acercarse a este gallo. ¡Huían asustados!.
Por eso no hay
necesidad de combatir. El gallo de pelea se había convertido en un gallo
de madera. Había superado el entrenamiento de los wasa. Interiormente
tenía una energía fuerte que no se manifestaba en el exterior. El poder se
encontraba desde entonces en él, y los demás gallos no podían hacer otra
cosa que inclinarse ante su seguridad tranquila y su verdadera fuerza
oculta.”
Si continuáis,
zazen, inconscientemente, naturalmente, automáticamente, podréis llegar al
secreto del Budo. Entonces no será forzosamente necesario practicar el
judo, el aikido, el kárate o el sable. Los demás no se acercaran. No será
necesario combatir. La verdadera Vía del Budo no es competición ni
conflicto: esta más allá de la vida y de la muerte, más allá de la
victoria y de la derrota.
El secreto del
sable es no desenvainar el sable; no hay que sacar el sable, porque si
queréis matar a alguien, debéis morir por ello. Hay que matarse a sí
mismo, matar el propio espíritu. En este momento, los demás tienen miedo y
huyen. Se es él mas fuerte y los demás no se acercan. No es necesario pues
vencer. En zazen, concentrarse sobre la expiración crea la ligazón que
equilibra la conciencia y la postura. Esta actividad desencadena el
impulso equilibrador entre los músculos, los nervios, el hipotálamo y el
tálamo. Si continuáis zazen, podréis obtener esto inconscientemente,
naturalmente y automáticamente.
“El reflejo de la
luna sobre el río no se mueve, no fluye. Solamente el agua pasa.” En
zazen, no debéis permanecer sobre un pensamiento, vuestro pensamiento no
debe permanecer en ninguna parte. Dejad pasar los pensamientos. De esta
manera, podréis encontrar la sustancia del ego. Al principio, si pensáis
con vuestra conciencia personal, dejad pasar. Más tarde, el subconsciente
aparece. Hay que dejar pasar, aún. El subconsciente también se agota. Así,
algunas veces se piensa, algunas veces no se piensa. Después, el espíritu
es puro como la luna, como el reflejo de la luna que permanece sobre el
agua del río. Pero no debéis cortar vuestros pensamientos. Durante zazen
no es necesario decirse: “Debo realizar el reflejo de la luna.” Si se
quiere explicar las relaciones entre el espíritu, la conciencia y el
verdadero ego, es exactamente como las relaciones entre la luna, su
reflejo y el agua del río.
Hacer solamente
zazen, shikantaza. Esto es hishiryo, satori. Esto no se puede comprender
concientemente, ni atraparlo. “La sombra de la luna sobre el agua nunca ha
podido ser atrapada por la mano.”
El Maestro Takuan
es muy célebre en el Zen y en las artes marciales, sobre todo en el kendo,
el sable japonés. Educó numerosos samuráis. Tuvo un discípulo muy celebre,
el legendario samurai Miyamoto Musachi. Este empleó la frase siguiente: Fu
Do Chi Shinmyo Roku. Fu: al principio de una frase marca la negación como
en Fushiryo. Do: aquí no es el “Do” sinónimo de Vía. Quiere decir
moverse. Chi significa la sabiduría. Shinmyo: misteriosa. Roku: nota.
Este titulo significa: Nota misteriosa sobre la sabiduría inmóvil. La
postura de Budo, sin movimiento, es la postura de Muso: la no-postura no
es solamente el acto de no moverse con el cuerpo, sino también no moverse
con el espíritu. Alcanzar el espíritu inmóvil.
¿Qué es un espíritu
inmóvil? Hemos visto que el espíritu no debe permanecer sobre nada.
Debemos dejar pasar los pensamientos y las ilusiones como nubes en el
cielo. Exactamente como: “El reflejo de la luna sobre el agua. La luna no
se mueve. El reflejo de la luna no se mueve.” Observar una peonza: al
comienzo, cuando gira lentamente, se mueve; después, en plena velocidad,
adquiere estabilidad, y ya no se mueve. Al final, como un hombre que ha
llegado a viejo, vuelve a oscilar. Finalmente cae. El río fluye y cambia
en el curso de su camino. Pero la sustancia de nuestro espíritu, de
nuestro ego es exactamente como el reflejo de la luna sobre la agua.” Por
eso, si no se permanece sobre un pensamiento, si se deja pasar, la
sustancia de nuestro espíritu es Fudo, sin movimiento. Esta sustancia de
nuestro ego, de nuestro espíritu es Dios o Buda, el espíritu Zen, el
satori, hishiryo.
Por eso, en las
artes marciales, aunque un samurai sea atacado por una decena de hombres,
puede vencerlos a todos. Eso es lo que se ve en las películas japonesas.
Para los europeos, esto parece imposible. De hecho no se trata de teatro.
Porque diez personas no pueden atacar a la misma persona al mismo tiempo,
sino que vienen una detrás de otra. Cuando un maestro de judo es atacado
sucesivamente por diez discípulos, su espíritu cambia rápidamente y se
concentra en el instante sobre cada nuevo adversario.
La sabiduría inmóvil
El espíritu del
maestro está siempre cambiando. No permanece sobre una sola cosa o una
sola persona. Deja pasar... El cuerpo tampoco permanece. La sustancia del
ego es Fu Do Chi, “sabiduría inmóvil”. Entre la intuición, la sabiduría
y la acción del cuerpo, hay siempre unidad. Aquí se encuentra el secreto
del Zen y de las artes marciales. De la misma manera que las artes
marciales. De la misma manera que las artes marciales no son solamente un
deporte, el zazen no es un cierto tipo de masaje o de cultura espiritual.
Las artes marciales
constituyeron al principio un método para matar a las gentes. El sable
japonés, el tachi, es un sable largo; pero Tachi quiere decir también
“cortar”. En el kendo, Ken, como Tachi quiere decir “sable”; y también
“cortar”, de manera que Kendo significa “la Vía que corta”. Desde luego,
el kendo se remonta a los tiempos prehistóricos en el Japón. Pero la
verdadera escuela de kendo comenzó en 1346, creada por el samurai Nodo,
seguido en 1348 de Shinkage.
Al principio, los
samuráis deseaban siempre obtener poderes objetivos, excepcionales y
mágicos. Querían ser capaces de no ser quemados por el fuego, o de no ser
aplastados por una roca... Entonces, entrenaban su espíritu para obtener
dones sobrenaturales. Querían obtener estos poderes misteriosos, por lo
tanto, tenían un objetivo. Mas tarde, el Zen los influencio. Por ejemplo
Miyamoto Musachi, que ha sido el Maestro más grande del kendo en el Japón,
se convirtió también en un sabio. Decía: “Se debe respetar a Dios o Buda,
pero no se debe depender del El.” El método la vía que estaba dirigida a
partir en dos a la gente, se transformó entonces en método para cortar el
espíritu propio. Vía del espíritu de decisión, de resolución y
determinación. Este es el verdadero kendo japonés, el verdadero Budo. Hay
que ser fuerte y obtener la victoria gracias al espíritu de decisión.
Situarse mas allá de la norma, trascender el combate, hacer de el una
victoria espiritual. En esa época, estas prácticas no tenían nada de
deporte, contrariamente a lo que sucede hoy día en Europa. Los samuráis
tenían una visión más alta de la vida.
Zen y artes
marciales no forman parte de un método de salud. Los europeos quieren
utilizar siempre las cosas. El espíritu del Zen no puede encerrado en un
sistema tan estrecho. El Zen no tiene nada que ver con un “masaje
espiritual”. El Kyosaku (1) puede ser un buen masaje
1.
Bastón del que el
Maestro Zen o los responsables de doyo se sirven para despertar o calmar a
los discípulos que tienen problemas en su postura de zazen. A petición
suya, les asestan un golpe sobre cada hombro en un punto muy inervado en
meridianos de acupuntura.
Para la conciencia o
para el cuerpo. Pero zazen no es un masaje que produce relajación y
bienestar, y las artes marciales no son un juego-deporte. En ellas existe
un sentido mucho más profundo y esencial: ¡El de la vida! Y por
consiguiente el de la muerte, puesto que los dos términos son de hecho
indisociables.
El verdadero kendo,
el verdadero Zen deben estar más allá de la relatividad. Esto quiere
decir: “Dejar de elegir, de seleccionar un lado o el otro en lo
relativo.” ¡Tomar una sola decisión! El ser humano es diferente al león o
al tigre. Por consiguiente, la Vía del Budo debe estar más allá. El tigre
o el león son fuertes y quieren vencer, por instinto y deseo. Ellos no
piensan en abandonar su ego. Pero los seres humanos pueden estar más allá
del ego y de la muerte. En el Budo, se debe llegar a ser más fuerte que el
león o que el tigre, abandonar el instinto animal apegado al espíritu
humano.
En el Japón, hace
doscientos años, antes de la era Meiji, un maestro de kendo, Shoken era
molestado por un gran ratón en su casa. “El congreso de artes marciales de
los gatos”, tal es él titulo de esta historia:
“En su casa, todas
las noches había un ratón que le impedía dormir. Se vio obligado a dormir
a mitad del día. Entonces fue a ver a un amigo que adiestraba gatos, un
domador de gatos. Shoken le dijo: “Préstame él mas fuerte de tus gatos.”
El otro le prestó un gato de tejados, muy rápido y hábil en atrapar
ratones; ¡Sus garras eran fuertes y sus saltos potentes! Pero cuando entró
en la habitación, el ratón fue mas fuerte y el gato huyó. Este ratón era
realmente muy misterioso. Shoken le pidió entonces un segundo gato, de
color leonado, dotado de un ki muy fuerte, de una fuerte energía y de un
espíritu combativo. Este gato entró en la habitación y peleó. ¡Pero el
ratón tuvo las de ganar y el gato escapó! Se intentó con un tercer gato,
un gato blanco y negro que tampoco pudo vencer. Shoken le pidió entonces
un cuarto gato, viejo, bastante inteligente pero menos fuerte que el gato
de tejados o que el gato leonado. Entro en la habitación. El ratón lo miró
y se acercó. El gato se sentó muy tranquilo y no se movió. Entonces el
ratón empezó a dudar. Se acercó un poco más ligeramente asustado, y,
rápidamente, el gato lo atrapó por el cuello, lo mató y se lo llevó fuera
de la habitación.
Entonces, Shoken
fue a consultar a su amigo y le dijo: “ A menudo he seguido a este ratón
con mi sable de madera, pero ha sido él quien me ha arañado. ¿Por qué este
gato negro ha podido vencerlo? Su amigo le respondió”: “Hay que organizar
una reunión e interrogar a los gatos. Usted le preguntará puesto que es
usted un Maestro de kendo. Seguramente los gatos comprenden las artes
marciales.”
Hubo pues una
asamblea de gatos presidida por el gato negro que era más anciano. El gato
de tejados dijo: “Yo era el más fuerte.” Entonces el gato negro le
pregunto: ¿Por qué no has ganado?” El gato de tejados respondió: “Yo soy
muy fuerte, tengo muchas técnicas para atrapar ratones. Mis garras son fuertes y mis saltos potentes, pero ese ratón no era
como los otros.” El gato negro declaro: “Tu fuerza y tu técnica no pueden
estar más allá de este ratón. Aunque tu poder y tu wasa hubieran sido muy
fuertes no habrías podido ganar por tu solo arte. ¡Imposible! . Entonces
el gato leonado hablo: “Yo soy muy fuerte, yo entreno siempre mi ki, mi
energía y mi respiración con el zazen. Me alimento de legumbres y de sopa
de arroz, por eso mi actividad es muy fuerte. Pero no he podido vencer a
este ratón. ¿Por qué? El viejo gato negro le respondió: “tu actividad y tu
ki son fuertes, pero este ratón estaba más allá de ese ki. Tú eres más
débil que ese gran ratón. Si estás apegado a tu ki eso se convierte en una
fuerza vacía. Si tu ki es demasiado rápido, demasiado breve, es que
solamente eres apasionado. Por eso, se puede decir, por ejemplo, que si tu
actividad es comparable a la del agua saliendo de un grifo, la del ratón
es parecida a un potente golpe de agua. Por eso la fuerza del ratón es
superior a la tuya. Aunque tu actividad es fuerte de hecho es débil,
porque confías demasiado en ti mismo. “Después fue el turno del gato
blanco y negro que tampoco había podido vencer. No era muy fuerte sino
inteligente. Tenía el satori. Había pasado todos los wasa y se contentaba
con hacer zazen. Pero no era mushotoku (sin meta ni espíritu de provecho)
y también él había tenido que huir.
El gato negro le
dijo: “eres muy inteligente y fuerte. Pero no has podido vence a este
ratón porque tenías una meta. Y la intuición del ratón era más grande que
la tuya. Cuando entraste en la habitación él comprendió rápidamente tu
estado de espíritu. Por esto no has podido triunfar. No has sabido
armonizar tu fuerza, tu técnica y tu conciencia, que han quedados
separadas en lugar de unificarse. Mientras que yo, en un solo instante, he
utilizado estas tres facultades inconscientemente, naturalmente y
automáticamente. De esta manera he podido matar al ratón. Pero, cerca de
aquí, en un pueblo vecino, conozco a un gato aun más fuerte que yo. Es muy
viejo y sus pelos son grises. Yo me he encontrado con él y no parece muy
fuerte. Duerme todo el día. No come carne, ni pescado, solamente guenmai
(sopa de arroz)... algunas veces bebe un poco de sake. Nunca ha atrapado
un solo ratón, porque todos tienen miedo de él y huyen de su presencia.
Nunca se acercan a él. ¡Por eso nunca ha tenido la ocasión de atrapar uno!
Un día, entró en una casa que estaba llena de ratones. Todos huyeron
apresuradamente y cambiaron de casa. Este gato podía cazarlos hasta
durmiendo. Este gato gris es realmente muy misterioso. Tú debes volverte
así, estar más allá de la postura, más allá de la respiración y de la
conciencia.”
¡Gran lección para
Shoken, el maestro de kendo!
Por zazen, ya
estáis más allá de la postura, de la respiración y de la conciencia.
Soltar presa
En el Budo la
noción de sutemi es muy importante, Sute: abandono, Mi: cuerpo. Esto
significa pues “arrojar el cuerpo, abandonar el cuerpo”. Esto es verdad no
solamente en el kárate, sino también en el Kendo, en el Judo y en todas
las artes marciales.
En Kendo existen
numerosas escuelas, En Kendo todo es sutemi, acción de abandonar el
cuerpo. La primera escuela se llama Tai Chai Ryu. Tai: el cuerpo, Chai:
abandonar, renunciar. Después, tenemos Mu Nen Ryu. Mu: negativo. Nen:
conciencia, abandonar la conciencia y Mu Shin Ryu; Shin: espíritu, por
lo tanto abandonar el espíritu. Mu Gen Ryu: combatir sin ojos, abandonar
los ojos. Mu Te Ki Ryu: sin enemigo. Mu To Ryu: sin espada. Shijin
Ryu: se trata de Shin, el verdadero espíritu. Ten Shin Ryu; Ten:
cielo, espíritu cósmico. Existen muchas escuelas pero todas tienen en
común el sutemi; la acción de abandonar, de renunciar al cuerpo, olvidar
el ego, solamente seguir el sistema cósmico. Se abandona los apegos, los
deseos personales, el ego. Se dirige el ego objetivamente. Aunque se
caiga no importa dónde, no hay que tener miedo, ni estar ansioso. Hay que
concentrarse “aquí y ahora”, no economizar energías: “todo debe provenir
de aquí y ahora”. Hay que mover el cuerpo naturalmente, automáticamente,
inconscientemente, sin conciencia personal. Mientras que si utilizamos
nuestro pensamiento, acción y comportamiento se vuelven lentos, dudosos.
Surgen preguntas, el espíritu se agota, la conciencia vacila como una
llama agitada por el viento.
En el Budo, la
conciencia y la acción deben estar siempre en unidad. Al principio en el
aikido, en el kendo... se repite el wasa, las técnicas, y los kata, las
formas. Se repite sin cesar durante dos o tres años. Por eso, los kata y
los wasa, formas y técnicas, se convierten en un hábito. Al comienzo para
practicarlo hay que servirse de la conciencia personal. Lo mismo sucede
para tocar el piano, el tambor o la conciencia, sin apego, sin servirse de
los principios. Se puede tocar naturalmente, automáticamente. Es posible
crear algo fresco por esta sabiduría. De la misma manera sucede en vuestra
vida cotidiana Esto es el Zen, el espíritu de la Vía.
Las grandes obras
de arte han sido creadas más allá de la técnica. En el mundo de la
tecnología y la ciencia, los grandes descubrimientos superan los
principios y las técnicas. No estar atado más que a una idea, a una
categoría, a un sistema de valores, es una concepción falsa, contraria a
las leyes de la vida y de la Vía. De la idea a la acción se debe obtener
la verdadera libertad. En zazen, tanto al principio como al final, la
postura es lo más importante, porque todo nuestro ser se encuentra en
ella, en totalidad.
En el Zen, como en
el Budo, se debe encontrar la unidad directa con la verdad auténtica del
cosmos. Hay que pensar más allá de la conciencia personal, con todo
nuestro cuerpo entero y no solamente con el cerebro. Pensar con todo el
cuerpo.
He aquí un poema
sobre la esencia del tiro con arco, el secreto de kyudo:
La tensión de la tensión
mi arco está completamente tenso
¿dónde va la flecha a lo lejos?
No sé.
Y he aquí un nuevo
poema sobre el secreto del kendo:
No se debe pensar
En el antes y en el después
hacia adelante, hacia atrás
Solamente la libertad
del punto del medio.
También ésta es la
Vía. La Vía del Medio.
No pensar
Yo digo siempre que zazen debe ser mushotoko, sin meta y sin provecho, de la misma manera que
no es necesario pensar hacia dónde va la flecha. Hay que concentrarse
solamente sobre la tensión de la cuerda del arco. El arco japonés está
hecho de bambú; es muy sólido y es necesario una energía muy fuerte para
tensarlo. Si solamente pensamos en el resultado, en el fruto, con nuestra
conciencia personal, no podremos concentrarnos ni dejar que nuestra
energía plena salga. Si solamente se hace el esfuerzo, el fruto más grande
aparecerá entonces inconscientemente naturalmente. Algunas veces se puede
hacer la experiencia. La práctica sin conciencia es mejor que la práctica
consciente. Al comienzo de zazen, cuando se siente dolor, se piensa: “Mi
postura es buena o no es buena, debo recoger el mentón, estirar la nuca,
la columna vertebral, empujar el zafu con mis nalgas, concentrarme sobre
la expiración.” Pero con el tiempo se olvida todo, y esto se convierte en
no-conciencia. Esta condición del espíritu es muy importante. Después de
uno o de dos años de práctica se ha cogido el hábito demasiado. Ya no hay
concentración. Se piensa que la postura es buena y no se la corrige.
Incluso si el responsable del kyosaku corrige la postura, no se acepta.
Algunos practican un año, dos años o más tiempo aún y sus posturas se vuelven malas, no hacen más que empeorar. Esto es
debido a un ego muy fuerte y a una falta de esfuerzo. Esto es ir en otra
dirección. No hay que olvidar el espíritu del principiante. Zazen:
nuestra energía, nuestro espíritu, se armoniza con la energía cósmica, y
la energía cósmica infinita dirige nuestra propia energía. Entonces,
podemos dirigir las diez mil cosas en una sola. Podemos ser verdaderamente
libres gracias a la energía del cosmos, esta verdad invisible. Lo mismo
sucede en la práctica justa de las artes marciales.
Mondo
Es suficiente con que
no haya amor ni odio
para que la comprensión
aparezca
espontáneamente clara
como la luz del día en
una caverna.
Shin Jin Mei
P.----¿De dónde
vienen las artes marciales?
R.----El arte de la
espada, de la lanza, del tiro con arco, del combate a manos desnudas, es
en última instancia casi tan antiguo como el hombre, que siempre ha tenido necesidad de defenderse contra las agresiones del mundo exterior y
de cazar para asegurarse su subsistencia y la de su tribu. Primeramente se
descubre el arma: la jabalina, el hacha de piedra, la honda, el arco...
Después, con el curso de las experiencias, se formó poco a poco la mejor
técnica posible para la utilización de estas armas. En el combate contra
un adversario, se descubre por ejemplo los golpes mortales y peligrosos,
su parada, la contra-parada, y así sucesivamente. Las armas también se perfeccionaron, la técnica
se afirmo y esto se convirtió en una parte del arte de la guerra y de la
caza en el que también son importantes otros elementos: El conocimiento
del tiempo, las señales naturales (ruidos, huellas, olores...), el
conocimiento del medio natural, de la psicología del adversario (o del
animal cazado), la intuición del acto justo, etc. Un buen guerrero-cazador
debe saber fundirse en la naturaleza que recorre, hacerse uno con ella:
conocerla íntimamente y respetarla.
Volviendo a las
artes marciales de Oriente, se puede decir más precisamente que la técnica
del combate a manos desnudas viene del hecho que los monjes errantes eran
a menudo atacados y desvalijados, si no asesinados por soldados o
salteadores, ya que estos monjes no podían servirse de armas porque sus
preceptos lo prohibían: de esta manera, en China bajo Bodhidarma, se
desarrolló un arte de combate sin armas que se dividió mas tarde en
kárate, judo, y tai- chi, este arte permitió a los monjes defenderse en
todas las circunstancias. Los gestos precisos, y eficaces que se
encuentran en el kárate, las llaves sutiles del judo que se sirven de la
fuerza del adversario, las paradas lentas, flexibles, felinas del tai-chi,
vienen de aquí; ellas permitían que cada monje dispusiera de medios de
defensa natural adaptada a su propia energía. Estas artes marciales suaves
no estaban entonces separadas en categorías distintas sino que debían
presentarse simplemente bajo forma de una serie de movimientos, de golpes
y de “trucos” que se enseñaban los unos a los otros en sus encuentros, de
la misma manera que intercambiaban secretos para curar (plantas útiles,
masajes eficaces...), técnicas de meditación (acordaros del Buda que antes
de sentarse bajo su árbol en zazen recibió la enseñanza de numerosos yogis
con los que se había cruzado en su camino). Se compartía igualmente las
experiencias vividas de las cuales se podía sacar una lección, a la vez
moral y práctica para la vida.
Los monjes errantes
llevaron esta enseñanza de China al Japón, donde conoció, partiendo de la
región de Okinawa, un impulso espectacular. Allí se desarrollaron sobre
todo el kárate y el judo, El tai-chi permaneció mas específicamente chino.
P---- Hoy día aún se practica en China, todos los días, en las calles, en las
fábricas... He visto una película que mostraba multitudes inmensas que
hacían los mismos gestos en un cierto tipo de ballet lento, fascinante...
R.----Antiguamente,
el tai-chi estaba reservado a las mujeres, a los niños, a los ancianos, a
la gente débil. Es un ejercicio muy interesante ya que enseña a respirar
correctamente (como en zazen), a suavizar todo el cuerpo y a concentrar el
espíritu. Incluso se le ha llamado “Zen de pie”; pero a pesar de todo no
es más que una danza, una gimnasia de la cual el espíritu del Zen ha
escapado.
P.----¿Qué es lo
más importante en la practica de las artes marciales?
R.----La
respiración. ¿Cómo está usted de la parte baja del ombligo? (Risas). ¡No
hablo del sexo, eh!. Sino del hara que se encuentra tres dedos bajo el
ombligo. Por la respiración justa podemos desarrollar el poder del hara,
concentrar en el toda la energía...
P.----¿Cuál es el
arte marcial más noble?
R.----El kendo,
arte de la espada, ha sido siempre considerado como la práctica más
elevada, más noble, la más cercana al espíritu del Zen. ¿Por qué? Porque
todos los samuráis y los maestros japoneses sabían que antes de ser digno
de matar a alguien, les era necesario primeramente saber matarse a sí
mismo: con la espada aprendían no solamente a cortar al adversario sino
sobre todo a cortar su propia conciencia. Si no podían hacerlo no lograban
ganar.
¿Cómo morir, cómo
vivir? La vía del sable, el kendo, planteaba sin cesar esta pregunta: en
esto se acercaba a la vía y encontraba el espíritu del Zen. El tiro con
arco, el kyudo, es también una práctica de alta dimensión espiritual.
Herrigel, en su libro, ha hablado muy bien de ella. ¿Quién lanza la
flecha? ¿Cuándo se lanza? Cuando conciencia y cuerpo no forman más que
uno, en un perfecto desapego: entonces la flecha vuela libre hacia su
meta. La postura para el tiro es muy importante, debe ser muy bella, muy
armoniosa ----tanto en el interior como en el exterior de sí mismo. En el
Japón, los grandes maestros del kyudo eran considerados iguales a los
roshi los grandes Maestros del Zen.
Antes del la
guerra, seguí el congreso anual de artes marciales en el que encontraban
los mejores Maestros y sus discípulos. Mí Maestro, el monje Kodo Sawaki,
era allí muy influyente: de esta manera comprendí bien la profundidad de
estos combates. Aquello no-tenia nada que ver con la simple competición,
sino que encerraba la más alta filosofía: el arte de vivir y de morir. Las
posturas eran perfectas. Sí la postura (shi sei: la forma y la fuerza) es
perfecta, el movimiento que lo sigue lo es también. Esto se siente bien en
el tiro con arco que enseña la manera justa de comportarse: una bella
postura, la soledad interior, el espíritu libre, la energía (el ki)
equilibrada entre el cosmos, el ser y el poder del cuerpo, una
respiración correcta en el hara, la conciencia atenta, clara. Tensar el
arco, concentrarse sobre la respiración justa, apuntar exactamente y
después disparar.
P.----¿Cuándo se
dispara?
R.----Herrigel
empleó seis años antes de comprender esto, antes de comprender la belleza
del tiro justo, que es un acto total en la conciencia hishiryo.
La sombra de los pinos
depende de la claridad
de la luna, decía Kodo Sawaki, Este es el espíritu zanshi: el espíritu que
permanece, sin apegarse, vigilante, atento al instante presente y al que
le sigue...
La intuición dicta
entonces el gesto
Los que practican
zazen pueden comprenderlo fácilmente. Y todos los que hacen a la vez la
experiencia de las artes marciales y de zazen sacan de ello una gran
sabiduría y eficacia.
P.----¿Se encuentra este espíritu en otras artes marciales?
R.----Se puede, se
debe, encontrar este espíritu en cada gesto de la vida.
Las técnicas de
combate difieren entre ellas. Pero si wasa (la técnica), ki (la energía),
y shin (la actitud de la conciencia) no forman una unidad, no se puede dar
el acto justo.
P.----¿Es verdad esto para el judo también?
R.----Es verdad
para todas las artes marciales y, en definitiva, para todas las acciones
de nuestra vida. El judo era célebre en el Japón antes del nacimiento de
Cristo y se convirtió en una verdadera ciencia, un arte enteramente
aparte. Saber servirse de la energía del adversario... y conocer los
puntos neurálgicos.
P.----¿Cuáles son?
R.----Numerosos
puntos deben quedar secretos. Corresponde a vuestro Maestro en artes
marciales el tomar sus responsabilidades, siguiendo vuestro grado de
evolución.
P.----¿Cuáles son
los puntos para reanimar a alguien?
R.----¿Los katsu?
Primeramente esta el punto ki-kaitanden, que se encuentra bajo el ombligo,
alrededor de siete u ocho centímetros, entre dos puntos de acupuntura: hay
que agarrar la piel con la mano y retorcer. Es eficaz en caso de coma,
pero también para luchar contra el tifus, contra el cólera...
En caso de
accidente ocurrido en la práctica de artes marciales, es bueno dar masaje
en la zona sancho, que se sitúa ligeramente a la izquierda de la quinta
vértebra dorsal: trabajad ese punto con la rodilla doblando el cuerpo
hasta atrás.
Existe también un
punto llamado koson, en el centro del pie (ver gráfico A) sobre el que se
puede actuar con una aguja de acupuntura, moxas, o con vigorosas presiones
del dedo.
Por último, para
reanimar los latidos del corazón, para disipar los desvanecimientos,
incluso las brumas de una tarde demasiado rociada de alcohol, hay que
presionar larga y fuertemente entre el pulgar y el índice de la otra mano
el punto gokoku, gran punto de reanimación (gráfico B).
Evidentemente, hay
que cuidar la respiración, que por ejemplo en un moribundo se apaga
suavemente. Para eso, trabajar sobre el diafragma dando masajes en el
plexo solar con las dos manos, Excelente también en los casos de gentes
que han estado a punto de ahogarse, así como para aquellos que han
recibido un choque o un mal golpe.
P.----¿Cómo darse
cuenta si alguien esta muerto o no?
R.----Hay que mirar
al dedo pulgar, presionarlo entre dos dedos: si el color no cambia, se
acabo. Pero es el estado de los ojos es a fin de cuentas lo más
importante. Si la pupila permanece dilatada a la luz, no hay nada más que
hacer. Aunque la respiración se haya acabado, aunque el dedo no se
coloree, en último lugar solo el estado de los ojos indica. Al menor signo
de vida, se puede actuar y presionar en los puntos de preanimación.
P.----¿Qué punto se elige?
R.----Para cada
persona es diferente. Es la intuición, el instinto lo que debe
conducirnos. Todo depende de la constitución fuerte o débil de la persona.
El punto situado en la base interna del dedo pulgar (justo antes del
ángulo de carne que lo separa del otro dedo) es eficaz para todo el mundo.
Hay que coger el pulgar (o los dos pulgares) entre dos dedos y presionar
fuertemente mientras se expira largamente, el tiempo necesario para
despertar a las personas desmayadas o que han caído en sincope. Cuando
alguien cae durante zazen o durante kin-hin, actuad sobre este punto o
bien sobre los indicados anteriormente.
P.----¿Existen masajes para mantener la forma o para
curar enfermedades?
R.----¡Desde luego!
Incluso es indispensable darse masaje regularmente, cotidianamente para
hacer que la energía circule por el cuerpo y evitar que se bloquee o que
se disperse. Habría que hacer un libro entero sobre esto. Pero simplemente
podéis dar masajes en las zonas siguientes, amasando, frotando, por
presión de los dedos y golpes del puño. Voy a enseñaros la base esencial
del saber de los masajistas japoneses.
(Sigue una
apasionante demostración sobre los mismos cuerpos de los participantes:
hela aquí resumida por los siguientes gráficos.)
Gráfico I
1.
Descongestiona la
vejiga.
2.
Dar masaje sobre este
punto, situado en el valle que se encuentra bajo el cerebelo derecho,
actúa contra las reglas dolorosas y ayuda a encontrar un sueño apacible en
caso de insomnio o de la nerviosidad.
3.
Vuelve el cerebro claro
y los hombros ligeros.
4.
Da energía.
5.
Los riñones se vuelven
fuertes.
6.
Cura el constipado.
7.
Da energía.
8.
Da fuerza a los
ovarios, suaviza y embellece la piel, aumenta la energía sexual.
9.
Baja la tensión
nerviosa.
10.
Alivia la vejiga,
consolida las carnes, expulsa el exceso de agua en el cuerpo.
Gráfico II
1.
Dar masaje
(frotando) en la garganta, ayuda a que desaparezcan las tensiones; además
los influjos sexuales aumentan y, en las mujeres, los senos se
desarrollan.
2.
Reequilibra el
intestino delgado.
3.
Reequilibra el
intestino grueso.
4.
Reequilibra el
sexo y los riñones.
5.
Dar masaje sobre
este punto kokoro por presión de la palma de la mano, calma las pasiones
del cuerpo y del espíritu.
6.
Dar masaje en el
ombligo, refuerza el bazo.
7.
Ayuda a pasar el
constipado.
8.
Estimula el sexo
y la piel.
9.
Calma el
nerviosismo.
10.
Reequilibra la
circulación de la sangre.
11.
Refuerza los
órganos sexuales femeninos, los intestinos y los riñones.
Para reanimar, como
para combatir o actuar en la vida cotidiana, lo más importante es el ki,
la actividad, la energía. De esta manera, finalmente el método más alto de
combate es el kiai, el kawtz de los maestros Rinzai, los cuales, sin
movimiento, sin armas, sin tocar, podían matar con el sonido transportado
por su ki. Su ki, energía total, fundida con la del cosmos...
La tradición
cuenta el ejemplo de un maestro que podía matar a un ratón o a una rata
simplemente concentrando su mirada sobre ellos. (Risas) ¡Tenia un ki
fuerte!
P.----Háblenos un
poco más del ki...
R.----Tanto en las
artes marciales como en zazen, si la postura y la respiración no son
buenas, es imposible tener un buen ki. Para que el ki sea fuerte, el poder
energético, la fuerza, la conciencia tienen que armonizarse siempre sin
tensión: una respiración correcta armoniza todo esto y alimenta el ki, que
es energía vital.
Si la técnica es
fuerte, pero el ki y el poder son débiles, no sé esta completo. Cada uno
de los términos debe estar equilibrado. Acordaos de la historia de los
gatos. Pero, lo repito, en último lugar, es la conciencia la que dirige,
la conciencia mushin, absoluta sin intención de permanecer o de moverse,
la conciencia objetiva, libre...
P.---¿Cómo ejercer
el ki?
R.----¡Por zazen!
(Risas). Pero también ejercitándose al combate, a la acción. Hoy día, los
niños son demasiado débiles: la educación moderna los vuelve débiles,
flojos, sin ki. el Maestro de Obaku educaba siempre con su kyosaku
(bastón) dando grandes golpes a este discípulo demasiado inteligente, que
plateaba demasiadas preguntas y analizaba sin cesar cada situación con su
mente. La historia cuenta que Oboku se cansó de él, y se fue a buscar otro
al que le contó su historia: “Pero su Maestro le enseña la verdadera vía
para cortar su mental y encontrar la verdad que usted busca.” Entonces
Obaku volvió a su antiguo maestro el cual le dijo: “Entonces, ¿ha
comprendido?”. “si”, dijo Obaku, y le propino un fuerte bastonazo.
(Risas). Por el kyosaku, el bastón, el ki se vuelve fuerte. Hay que dar
una educación fuerte para educar un ki fuerte.
P.---¿Qué es el
miedo?
R.---¿El miedo?
P.----Sí, el miedo.
¿Se tiene miedo por falta de ki?
R.----Sí. No hay
ninguna razón para tener miedo, sea por lo que sea. Los que tienen miedo
son demasiado egoístas, no piensan más que en ellos mismos. Hay que
abandonar el ego, y entonces el miedo desaparece. Cuando vais siempre en
contra surge el miedo. Incluso en un combate hay que tener la misma
conciencia que el adversario y no ir en contra, sino “con.” Es un gran
koan.
Hay que fundirse
con la situación y no diferenciarse de ella. Un ser egoísta nunca podrá
ser valiente, nunca. La verdadera educación tradicional de las artes
marciales refuerza el ki, destruye el egoísmo y el miedo, hace abandonar
el espíritu dualista y desarrolla la conciencia mushin, la cual se olvida
a sí misma. No es necesario querer ganar; solamente entonces se puede
ganar. Abandonar el ego... este es el secreto de una vida justa. Reforzar
la voluntad, la fuerza, la habilidad es necesaria tanto en la vida como en
la práctica de las artes marciales. ¡Pero reforzar el espíritu y encontrar
la libertad es a fin de cuentas lo esencial!
Mushin... Nada
P.----¿El ki es la
energía que se tiene en sí?
R.----Sí y no. Esta
existe en el fondo de la energía física. Es la existencia la que crea la
energía, es el movimiento del movimiento. Ki es siempre movimiento: el
flujo impalpable de la vida. La energía propiamente dicha es una forma
puesta en acción por ki. ¿Qué es lo que hace que se mueva la sangre de
nuestras venas, o los influjos nerviosos, o los movimientos de los
intestinos?
El ki motriz que
crea el movimiento de la vida. Por consiguiente, coincidir con ki
significa hacerse uno con esta energía fundamental. Cuando un pianista,
por ejemplo, sabe tocar muy bien el piano, o un guitarrista la guitarra,
es su ki el que termina por tocar, sirviéndose inconscientemente de la
técnica aprendida.
P.----Pero existe
una expresión japonés: “Yowaki que significa: “Esta persona tiene un ki
débil”. Otra dice: “Tesuyokai”, y significa por el contrario que su ki es
fuerte.
R.----Si, algunas
personas tienen un ki muy fuerte, otras un ki débil. Es su manera de
transformar la energía vital lo que difiere. En japonés una expresión
empleada corrientemente es: Ki gai yuku, que significa: el ki se escapa.
Se dice que después de haber hecho el amor, o cuando sé esta fatigado el
ki se escapa. Pero, según se ve, siempre queda ki en si, y hay que saber
renovarlo. Cuando el ki se ha escapado completamente del cuerpo es la
muerte. Nuestra “actividad”, la de la sangre, la de la respiración, la de
los órganos se termina, así como la vida misma de las células. El cerebro
también cesa de funcionar al cabo de algunos días.
P.----¿El espíritu
permanece?
R.----Quizás. Pero
yo no estoy de acuerdo con las teorías occidentales que separan el cuerpo
del espíritu. El espíritu tiene necesidad de una forma para realizarse,
por consiguiente de un cuerpo. Entonces, si el cuerpo ha muerto, aquello
que conocemos bajo el nombre de espíritu muere también, vuelve a la
energía cósmica. Nuestro ki, después de la muerte, vuelve al cosmos.
El verdadero
problema permanece: ¿De donde viene todo esto?
P.----Usted hablaba
hace un instante de “renovar el ki”. ¿Cómo se hace?
R.----Cuando sé
esta vivo, se toma ki sin cesar esencialmente por la respiración, y
también por la alimentación, por la interdependencia con los demás. La
energía cósmica no varía: ella es. La transformación de esta energía por
nuestro cuerpo da el ki, la energía vital. No hay nada de abstracto en el
ki: él es el origen del espíritu. Si el ki no es fuerte, el poder vital es
débil. Si el ki es fuerte, el poder vital es fuerte. En las artes
marciales, como en la vida, es esencial tener ki. La mejor manera para
obtenerlo es la respiración concentrada sobre la expiración profunda. En
zazen, sé esta inmóvil, pero, por la respiración se desarrolla un ki muy
fuerte. Y los grandes Maestros de artes marciales hacen los menos gestos
posibles; permanecen concentrados sobre su expiración en el hara: mientras
que los dan inferiores se agitan y gastan ki inútilmente.
¿Cómo utilizar
nuestro ki? He aquí el punto importante. Cuando se es joven, no se le
presta demasiada atención, pero a medida que se envejece, a medida que el
cuerpo se fatiga, el problema es más agudo. Pero por la práctica de la
respiración justa se puede renovar sin cesar la energía vital y conservar
la fuerza, día tras día. Pero hay que cuidar el no gastarla inútilmente.
Zazen enseña esto. Otro factor de pérdida de energía, sobre todo en la
civilización moderna, es la dispersión, la agitación mental, la ansiedad,
el desorden de los pensamientos: hoy día, se utiliza demasiado el cerebro
frontal, mientras que se debería desarrollar la actividad inconsciente del
hipotálamus para reforzar el cerebro profundo, la intuición, el instinto.
Y la falta de energía vital vuelve a la gente enferma: todo el mundo está
más o menos enfermo hoy día. sin embargo, podrían curarse ellos mismos,
ejerciendo su ki. Hacer que, como en el kiai (grito de los samuráis), el
ki y el cuerpo estén en fusión total. Comprende bien esto: la importancia
de la expiración: ¡intentad lanzar un potente grito cuando inspiráis! La
expiración es la clave del Budo. Y también el arte de utilizar el ki por
la concentración.
P.----¿Qué es la
concentración?
R.----Saber
concentrarse es poner el ki, la energía vital, en una sola acción a la
vez.
El entrenamiento de
la concentración hace que, poco a poco, sepamos concentrarnos sobre una
sola cosa a la vez, pero se está también consciente a todo lo que pasa
alrededor. Siempre es necesario concentrarse sobre un solo punto: de esta
manera, en las artes marciales digo que hay que concentrarse sobre los
ojos. Lo cual no impide, más bien al contrario, sentir el menor movimiento
del adversario.
Cuando se hace
zazen, hay que concentrarse sobre la postura y la respiración; en las
artes marciales hay que concentrarse sobre el entrenamiento, la
respiración, y, en caso de combate, sobre el adversario. En general, hay
que concentrarse plenamente en cada situación. Aquí y ahora, bebo agua; no
hacer mas que eso, beber agua. Concentrarse sobre el agua que se bebe. Y
así sucesivamente. ¡No vale la pena pensar demasiado!
Al contrario,
pensar con el cuerpo, con el instinto. Se puede sentir todo con la ayuda
de la intuición. En la historia del Japón, está el ejemplo de un samurai
ciego al que nadie pudo nunca vencer. No se movía, esperaba y sentía por
la intuición los movimientos del adversario. ¡Sentía las vibraciones más
débiles! Esto es del todo posible. ¡Considerad la cantidad de cosas que se
sienten en zazen! Sé esta inmóvil y sin embargo, se sienten los menores
gestos de los que están alrededor. Vemos con los ojos de la conciencia.
La concentración se
adquiere por el entrenamiento: estar concentrado sobre cada gesto. Volver
a la condición normal del cuerpo y del espíritu. Finalmente, la voluntad
ya no actúa más, sino que esto sucede automáticamente, naturalmente,
inconscientemente. Sin fatiga. Mientras que con la voluntad, el cerebro
frontal se fatiga, y con él, el ser entero. En los combates, los dan
inferiores se fatigan rápidamente porque están tensos, se preguntan sin
cesar que es lo que conviene hacer, cuándo actuar, etc... De la misma
manera un actor que piensa en su papel al representarlo es malo: debe
vivirlo, es todo. Darse plenamente. Gracias a zazen, se comprende esto muy
simplemente.
P.----¿Qué es la
Vía?
R.----Observar la
conciencia propia, aquí y ahora... Y un koan Zen dice: La Vía esta bajo
vuestros pies.
P.----¿Cómo
seguirla exactamente?
R.----Entrenando el
cuerpo, practicando zazen, y también cultivándose. Pero no hay que llegar
a ser demasiado intelectual, eso consume ki. ¡Por otra parte cada uno
tiene su propio camino, su propio cosmos!.
P.----Un día, usted
me dijo: “Zazen es el entrenamiento de la muerte, las artes marciales el
de la vida.”¿Hay que practicar entonces los dos?
R.----Si, las artes
marciales tienen como fin el que las personas se mantengan en vida de cara
a fuerzas contrarias, mientras que zazen resuelve la pregunta de la
muerte. A menudo digo: Haciendo zazen, es como si entrarais en vuestro
ataúd porque, finalmente, lo abandonáis todo. Los dos pueden ser
complementarios. Pero las artes marciales hoy día son un cierto tipo de
gimnasia y han perdido su profundidad inicial. Por el contrario en zazen,
sé continua la observación de uno mismo: la postura es eterna. Dogen
escribió: “Las cenizas no pueden contemplar los leños, los leños no pueden
contemplar sus cenizas.” De lo que se deduce que, en vida debemos
concentrarnos sobre la vida y próximos a la muerte, debemos abandonar la
vida y saber morir. Esta es la sabiduría. Pero ¿qué es la vida, que es la
muerte?.
Por consiguiente,
si se quiere vivir verdaderamente, hay que conocer la muerte en sí. La
vida es una sucesión de aquí y ahora: hay que concentrarse sin cesar en el
aquí y ahora. La gente que se angustia por el futuro o por el pasado, no
se dan cuenta de la ilusión en la que viven. Hay que resolver la
contradicción en sí mismo, la contradicción producida por nuestro mismo
cerebro. Contradicción que se encuentra en toda nuestra vida, familiar,
social, interior.
El único medio de
resolverla es hannya: la sabiduría. La sabiduría tiene dos caras: por una
parte severa, fría; por otra benévola y compasiva. Como mi cara: algunas
veces tan severa que da miedo, otras veces tan buena y sonriente que todo
el mundo siente deseos de abrazarme. (Risas).
P.----Pero cuando
alguien nos ataca no se puede pensar en todo esto, ¿qué se puede hacer
entonces?
R.----No pensar,
desde luego. Pero reaccionar con sabiduría. Se debe siempre demostrar la
sabiduría. ¡Si alguien le ataca y es mas fuerte que usted, y usted no se
siente verdaderamente a su altura, es mejor huir! ¡No vale la pena recibir
una paliza! (Risas).
Si, no hay que
pelearse. Sin pasión, con instinto, fuerza y sabiduría.
P.----¿Es éste el
secreto?
R.----(Sensei
estalla en risas y responde imitando:) Un día, un joven samurai muy
orgulloso fue a ver a un gran Maestro de kendo y le pregunto: ¿Cuál es el
secreto de su arte? ¡El Maestro cogió tranquilamente su bastón, lo hizo
dar vueltas y propino un bastonazo al joven! ¡Seguramente este último tuvo
el satori!
P.----Buena lección
para él. ¿No es verdad?
R.----¡Desde luego,
si el Maestro lo hizo así! Sin lugar a dudas el joven samurai lo merecía.
¡No seáis estrecho de espíritu! Cada situación exige una reacción
particular. ¿Qué es el bien, que es el mal? La sabiduría profunda, hannya,
debe dictar la respuesta justa, el gesto justo.
¿Cómo concentrarse?
Esta es la verdadera pregunta. Reflexionando sobre uno mismo, entonces se
puede ver las imperfecciones del karma propio, se puede controlar los
bonnos, los deseos y las pasiones. En esto, zazen es el gran espejo de
nosotros mismos que nos permite perfeccionarnos. Si en la vida no se tiene
una práctica así, que reequilibre las tendencias, no se desarrolla más que
una parte de nosotros mismos. Se cae, de una manera o de otra, en un
materialismo excesivo o en un espiritualismo excesivo. Aquí está el error
de toda la civilización moderna y la causa de la crisis actual.
Hay que saber
controlarse a sí mismo, he aquí el secreto.
Controlar la unidad
cuerpo-espíritu. Controlar la vida y la muerte.
La vida y la muerte
El agua pura penetra en
las entrañas de la tierra.
Por eso, cuando el pez
nada en esta agua.
Tiene la libertad del
verdadero pez.
El cielo es vasto y
transparente hasta los confines del
Cosmos.
Por eso, cuando el
pájaro vuela en el cielo.
Tiene la libertad del
verdadero pájaro.
MAESTRO DOGEN
Zazen Shin
A espíritu libre,
universo libre.
Enseñanza a un samurai
He aquí lo que el
Maestro Daicho enseñó al samurai Kikuchi cuando lo ordenó Bodhisattva.
“Si a propósito del
problema fundamental de la vida y de la muerte, quiere usted esclarecer su
ignorancia y tener una certeza, en primer lugar tiene que referirse a
Mujo Bodai Shin: la sabiduría inigualable del Buda.
¿Qué significa
Bodai Shin?
El espíritu que,
profundamente, observa Mujo. Mujo es decir la impermanencia, el eterno
cambio de todas las cosas (todo lo que existe en ku: vació). De todo lo
que vive, sometido a las acciones antagonistas y complementarias de los
dos polos Yin y Yang nada escapa al cambio y a la muerte. Mujo no deja de
acecharos un instante, y os ataca bruscamente, antes de que usted se dé
cuenta. Es por lo que el Sutra dice: “Este día se acaba, con él debe
terminar vuestra vida. Ved, por ejemplo, la ingenua alegría del pez en la
charca, una alegría sin embargo muy amenazada.”
Usted debe
concentrarse y consagrarse enteramente cada día, como si tuviera que
apagar un fuego prendido en sus cabellos. Debe usted ser prudente,
acordarse de mujo y no desfallecer nunca.
Si su vida llega a
caer bajo la copa del horrible demonio de mujo, avanzará usted solitario
por el camino de la muerte, sin compañía, sin ni siquiera la presencia de
su mujer y la de su familia. Ni siquiera los palacios o la corona real
podrán seguir su cuerpo muerto. Su conciencia complicada que se apagaba
tan fuerte y gozaba tanto del amor carnal y de las realizaciones
materiales, se convertirá en un bosque de lanzas o en una montaña de
sables.
Y todas estas armas
le provocarán muchas turbulencias y le causaran muchos contratiempos a
medida que camine. Romperán su cuerpo en trozos y desgarraran su alma. Al
final, descendiendo a las profundidades oscuras del infierno, arrastrado
por el peso y la naturaleza de su karma, renacerá diez mil veces y diez
mil veces morirá, tomando la forma de todos los demonios infernales que
corresponden a los diversos aspectos de su mal karma. Cada día, usted
sufrirá para toda la eternidad.
Por consiguiente,
si comprendiendo todo esto, permanece usted sin embargo incapaz de
realizar que su vida no es nada más que un sueño, una ilusión, una
burbuja, una sombra, seguramente acabara usted por lamentar este
sufrimiento eterno experimentado en el “aterrador dominio de la vida y de
la muerte”. Aquel que busca la autentica vía espiritual del Budismo, debe
comenzar por enraizar Mujo en su corazón.
Su muerte llegara
pronto: no olvide nunca esto, de un instante de conciencia a otro, de una
inspiración a una expiración. Si no es usted así, no es entonces realmente
el que busca la verdadera vía
Ahora, le voy a
indicar el mejor medio para resolver el problema de su vida y de su
muerte: practique zazen. Se le llama zazen al hecho de sentarse sobre su
zafu (cojín) en una habitación silenciosa, perfectamente inmóvil en la
posición exacta y correcta, sin pronunciar ninguna palabra: el espíritu
vacío de todo pensamiento bueno o malo. Continuar únicamente sentándose
apaciblemente delante de un muro. Todos los días.
De esta manera en
zazen, no hay ni misterio especial ni motivación particular. Pero por
zazen, su vida se aclarará y será más perfecta. Por consiguiente, debe
usted abandonar toda intención, renunciar a alcanzar una meta, sea cual
sea, durante zazen.
¿Dónde en su cuerpo
y en su espíritu se encuentra el verdadero método para vivir y para morir?
Usted debe comprender de lo que se trata por una profunda introspección.
Si usted encuentra su ego especial, le ruego que me lo enseñe. Si no lo
encuentra especial le ruego entonces que continué cuidándolo y
protegiéndolo fielmente: y olvide a aquel que habitualmente muestra el
exterior.
Entonces muy
naturalmente, al cabo de algunos meses, de algunos años, podrá
automáticamente e inconscientemente practicar gyodo (la verdadera Vía) con
todo su cuerpo, sin esfuerzo de la voluntad.
Gyodo no significa
solamente practicar una vía particular o entregarse a ceremonias
especiales, sino aplicarse en todas las cosas de la vida cotidiana;
caminar, mantenerse de pie, sentarse, acostarse, incluso lavarse la cara,
ir al cuarto de baño, etc.
Todo debe llegar a
ser gyodo, el fruto del verdadero Zen. Todas las acciones vivientes del
cuerpo y todos los gestos deben armonizarse con la significación del
verdadero Zen. Su conducta y todo su comportamiento deben seguir el orden
cósmico, naturalmente, automáticamente, inconscientemente.
Cuando se logra
crear estas condiciones de la concentración (samadhi), se puede llegar a
ser un verdadero “líder” dotado de una gran profundidad de supervisión, en
el camino de la vida y de la muerte, a lo largo de la terrible errancia.
Aún cuando todas
las existencias de la tierra, el agua, el fuego, el viento, y todos los
elementos se desintegren, aún cuando los ojos, las orejas, la nariz, la
lengua, el cuerpo y la conciencia estén en el error; aún cuando las
complicaciones de sus bonno (ilusiones) engendren turbulencias que surgen
y dan vueltas en el espíritu como las olas agitadas del océano.
Por lo tanto,
cuando usted haya creado en su cuerpo y en su espíritu al estado normal y
justo, se puede decir que está auténticamente despertado y que ha
penetrado el verdadero zazen. Se sabe, además, que la realización del
verdadero samadhi permite dominar y comprender la totalidad de los koans
activos de los maestros de la transmisión. Algunas veces, se llama
Maestros a aquellos que, más allá de toda duda, pueden enseñar el Zen,
gracias a su técnica Zen particular. Pero si estos no crean la condición
de verdadera concentración, no valen más que un maniquí caído en una fosa
de comodidad maloliente, la guarida de una tradición sometida al cambio.
Se puede afirmar que ellos no son del todo verdaderos Maestros Zen.
En nuestra época
lamentamos no recibir koans Zen de verdaderos Maestros Zen, verdaderos
koans activos y vivientes. Casi todos los principiantes experimenta, y tan
a menudo, el estado de kontin (somnolencia) y el de sanran (la
excitación). Esto sucede porque durante zazen su conciencia y zazen son
dos estados distintos, y porque ellos se oponen a su zazen. No hay que
practicar zazen conscientemente queriéndolo.
Harían mejor en
practicar calmadamente, naturalmente, sin ninguna consideración de lo que
son, de su propia conciencia, de lo que entienden o sienten. Y de esta
manera nunca aparecerá la más ligera sombra de kontin o de sanran.
Algunas veces,
cuando usted practique zazen, un gran número de demonios pueden surgir en
su espíritu y perturbar su zazen. No obstante, a partir del momento en el
que deje de practicar la vía conscientemente, estos demonios
desaparecerán.
Con una larga
experiencia, y gracias a los méritos infinitos del zazen, usted
comprenderá todo esto inconscientemente: igual que un viaje, el camino
largo y peligroso pone a prueba el caballo y da la ocasión de apreciar su
fuerza y su energía.
Tampoco de la noche
a la mañana somos sensibles a la bondad de las personas con las que
vivimos. En la vía del Buda, debe usted conservar la esperanza eternamente
sin cansarse nunca, sea en la felicidad o en la desgracia.
Entonces, será
usted uno de los que son auténticamente responsables de la Vía.
He aquí el punto
más importante:
En nosotros mismos
es donde se encuentra la raíz, el origen de la vida y de la muerte.
¿Qué es la práctica del Zen?
Dogen escribió en
el Shobogenzo: “¿Qué es zazen? Estar en el instante presente, más allá de
todas las existencias del universo, alcanzar la dimensión de Buda y vivir
en esta dimensión. Zazen es esto únicamente: más allá de budistas y de
no-budistas, es penetrar en lo mas profundo de la experiencia del Buda.”
Este lenguaje, muy
simple, refleja la esencia misma del Zen que, él mismo, es simplicidad.”
¿Cuál es la esencia
del zazen?
Zazen tiene su
significación en sí mismo.
Se han dicho muchas
cosas falsas a este respecto.
1.
Para algunos, el zazen
es una meditación, una actitud de pensamiento. Pero zazen no es ni un “ismo”,
ni un pensamiento, ni una meditación en el sentido que se la práctica en
el Cristianismo, o en el Hinduismo, por ejemplo. En Europa, Pascal definió
al hombre como “una caña pensante”, expresando así la concepción europea
que hace del acto de pensar la base del comportamiento humano. El
pensamiento ocupa la vida entera, nadie concibe el no-pensamiento.
Profesores, filósofos en particular se entregan al pensamiento, ninguno
tiene la intención de criticar el pensamiento en sí. Zazen no es ni un
pensamiento, ni un no-pensamiento, está más allá del pensamiento, es
pensamiento puro, sin conciencia personal, en armonía con la conciencia
del universo. Dogen cita esta historia de Maestro Yakusan: Un día,
mientras él estaba en zazen, un joven monje le preguntó: “¿En qué piensa
usted durante zazen?” Respondió: “Pienso sin pensar.”
Hishiryo: dimensión de
pensamiento sin conciencia. Tal es la esencia del Zen, de zazen.
El pensamiento
consciente es importante, desde luego, en la vida corriente y no se le
puede hacer desaparecer. Pero algunas veces sucede que se tiene la
experiencia de actuar sin pensar, sin conciencia, sin ego,
espontáneamente, como por ejemplo en el arte, en el deporte, o en
cualquier otro acto en el que están implicados cuerpo y espíritu. La
acción se produce espontáneamente, antes de cualquier pensamiento
consciente. Es una acción pura, esencia del zazen.
2.
La experiencia de zazen
no es tampoco una experiencia especial o misteriosa, una condición
particular del cuerpo y del espíritu. Es la vuelta a la condición normal
del hombre. En general se piensa que una religión debe estar hecha de
misterios y de milagros, por oposición a la ciencia. De la misma manera
para zazen, mucho piensan que se trata de encontrar una “iluminación”, un
estado de espíritu particular. La práctica de la meditación, de la
concentración en la postura de Buda, no tienen nada que ver con todo eso.
Las ceremonias, en las religiones, despiertan emociones, sentimientos,
éxtasis...Mientras que zazen no consiste ni en un éxtasis ni en un
despertar sentimientos ni una condición particular del cuerpo y del
espíritu. Se trata de volver completamente a la pura condición normal del
hombre. Esta condición no es algo exclusivo de los grandes Maestros o de
los santos, sino que es sin misterio, está al alcance de todo el mundo.
Zazen es llegar a ser íntimo consigo mismo, encontrar el sabor, la unidad
interior y armonizarse con la vida universal.
3.
Zazen no es una
mortificación. Algunos piensan que una sesshin (periodo de entrenamiento
intensivo de algunos días ) consiste en hacer zazen durante largas horas,
dormir poco, no comer más que arroz y verduras... Y así, a causa del
debilitamiento, entrar en un estado de éxtasis. Este es un grave error que
comenten también numerosos monjes en el Japón. Sin embargo, Dogen
escribió: “Durante zazen, debéis utilizar un cojín bien grueso y apretado,
puesto sobre la hierba o sobre una manta. El doyo debe estar al abrigo de
las corrientes de aire, del viento o de la lluvia, la atmósfera debe ser
agradable. No debe estar ni muy claro ni muy oscuro; la temperatura debe
estar adaptada a la estación.”
Todo esto es muy
importante, porque zazen no es una mortificación, sino una Vía que conduce
a la verdadera paz, a la libertad del hombre.
¿Cuál es la esencia
del zazen? Solamente la postura, la respiración y la actitud de espíritu.
Todos los gestos de
la vida cotidiana se vuelven Zen. Pero la fuente, el origen, es solamente
sentarse. La postura de zazen realiza la posición sentada justa. El zazen
se práctica sentado sobre un cojín: el zafu. Las piernas están cruzadas
según la postura tradicional del loto. El pie derecho sobre el muslo
izquierdo, y el pie izquierdo sobre el muslo derecho, plantas hacia
arriba. También es posible adoptar el medio loto: solamente un pie reposa
sobre el muslo opuesto. Es muy importante que las rodillas se apoyen en el
suelo.
Posición el cuerpo:
El cuerpo está derecho. La pelvis basculada hacia delante, de manera que
los órganos internos adquieran su posición natural. Mi Maestro decía que
la posición de la espalda debe ser de tal manera que se tenga la impresión
que el ano mira hacia el sol. La cabeza está derecha, el mentón recogido,
de manera que la nariz esté en la vertical del ombligo y las orejas
perpendiculares en la línea de los hombres. El Maestro Dogen decía: “La
espalda debe ser como un precipicio.” La postura de zazen es, como lo
repito tan a menudo, “empujar el cielo con la cabeza, empujar la tierra
con las rodillas.”
Posición de las
manos y de los hombros: Las manos reposan sobre los muslos, palmas hacia
arriba, la mano izquierda sobre la derecha. Los pulgares se unen
horizontalmente, uno en la prolongación de otro, formando el dibujo de un
huevo. Las manos están en contacto con el vientre. Los codos no están
pegados al cuerpo, sino ligeramente separados, mientras que los hombros y
los brazos caen naturalmente.
Posición de la boca
y de la lengua: La boca está cerrada, sin crispación. La extremidad de la
lengua está pegada al paladar, detrás de los dientes.
Posición de los
ojos: Los ojos están semi-cerrados, la mirada puesta, y no fija, a un
metro delante de sí, inmóvil.
La respiración:
Cuando la postura es correcta, la respiración es justa, y se produce de
manera natural. La expiración es más larga que la inspiración, potente y
tranquila como el mugido de una vaca. La inspiración se produce a
continuación automáticamente. Durante la expiración se presiona sobre los
intestinos hacia abajo lo cual provoca una extensión de la parte del
vientre situado bajo el ombligo. La respiración debe ser silenciosa,
natural y nuca forzada, siempre la misma, tanto en zazen como en kin-hin.
Zazen es la
condición normal del cuerpo y del espíritu: tranquilidad, estabilidad,
armonía. Antes de zazen, hay que balancearse ligeramente de derecha a
izquierda para encontrar el equilibrio inmóvil.
Esta experiencia de
zazen permite encontrar la fuerza vital que está en nosotros. No se trata
de una tensión ni de un relajamiento, sino de una verdadera libertad y
armonía. Los Maestros Zen dicen siempre que no se puede expresar esto con
el lenguaje porque esto sería engañar a la gente ofreciéndoles una manzana
pintada en un cuadro. La enseñanza del Zen, como lo repito a menudo, se
hace de mi alma a tu alma.
La unidad del cuerpo y
del espíritu
Zazen y fisiología
tienen relaciones muy profundas. La postura da a los músculos un tono
perfecto, sin tensión ni relajación, un equilibrio del sistema nervioso,
una armonía
entre nosotros mismos y
el universo.
¿Qué es la vida?
En general, separamos nuestra vida individual, la de nuestro cuerpo, de la
vida del universo. Pero nuestra vida no se limita a nuestro cuerpo, sino
que está en perpetuo intercambio con la del universo. Comprender esta
interdependencia es la percepción de ku, la práctica de ku, la verdad más
alta, el amor universal. Esta vida de ku es una energía infinita,
ilimitada que nosotros podemos recibir cuando estamos en armonía con la
vida universal: entonces nos penetra inconscientemente, naturalmente sin
ninguna resistencia.
Normalización del
sistema nervioso en zazen
Cada uno adquiere
sus propios hábitos musculares: movimiento, acción, crispación o
relajación completa, pero ¿cuál es la condición normal del músculo? No es
la tensión ni la relajación, sino el equilibrio intermedio que permite a
su vez el equilibrio del sistema nervioso y del cerebro. Estamos dirigidos
por una doble organización de nervios: por una parte, el sistema
cerebro-espinal o sistema voluntario, relacionado con el córtex y con el
mental, y por otra el sistema neuro-vegetativo relacionado con los centros
internos del cerebro, o sistema nervioso autónomo, llamado así porque no
se puede actuar sobre él conscientemente, el cual controla y acciona las
diferentes necesidades biológicas: regulación emocional, regulación
térmica, metabolismo de las glándulas endocrinas, digestión, sueño.
Zazen regulariza
este sistema autónomo; su equilibrio es la condición de la salud del
cuerpo y del espíritu.
Los nervios
periféricos se extienden por todo el cuerpo y por todos los órganos. El
gran simpático, compuesto por el ortosimpático y por el parasimpático,
condicionan el equilibrio de nuestro cuerpo: tono en hipo y tono en hiper.
Este equilibrio, esta regulación, es la condición de la salud.
La mayoría de la
gente está preocupada por la dietética, por los medicamentos, por las
curas, pero uno mismo puede aprender a controlar su cuerpo. En zazen, al
estar equilibrado este antagonismo del orto y del parasimpático, la
circulación de la sangre, la respiración, la digestión, el control sexual,
el sueño, encuentra sus condiciones normales. Si se rompe este equilibrio
aparece la enfermedad. Los medicamentos no tienen sobre ella más que un
efecto parcial y efímero.
No se puede dirigir
este sistema nervioso por la voluntad, incluso después de haber leído diez
millones de libros o de haber experimentado todas las religiones. Este
sistema autónomo actúa independiente de nuestra conciencia, pero por zazen
podemos adquirir un control inconsciente sobre él; entonces, los músculos
vuelven a su condición normal, el cerebro externo se calma, las
estructuras internas aseguran un control equilibrado del neurovegetativo.
Habiendo olvidado la autorregulación natural de nuestro cuerpo, la
sabiduría del cuerpo, imponemos a estos centros reguladores una violencia
que perturba su ritmo natural. Esta es la principal causa de las
enfermedades que aparecen actualmente: neurosis, cáncer, etc... Al calmar
el córtex, zazen permite que este ritmo se recree.
Zazen es la postura
original de este equilibrio que después se puede encontrar en las cuatro
posturas fundamentales de vida cotidiana: de pie, caminando, sentado,
acostado. ( Se puede considerar igualmente que los occidentales tienen una
postura semi-sedente cuando utilizan una silla) Los mismos principios se
encuentran es estas cuatro posturas. Dogen dijo: “Si estas cuatro posturas
son correctas, el cuerpo y el espíritu encuentran su condición normal.”
La conciencia
(consciente-inconsciente)
Si nuestro espíritu
esta perturbado, las funciones naturales de nuestro cuerpo están en
general desequilibradas. Si el espíritu está tranquilo, el cuerpo puede
actuar espontáneamente; esta acción se vuelve entonces libre y fácil. Si
se utiliza constantemente el mental, el cuerpo se encuentra trabado en su
acción. No debemos pensar únicamente con nuestra conciencia. Corregir el
mental es muy difícil. No es sólo el cerebro el que piensa. Esta es la
razón por la que a menudo repito: “Durante zazen, se debe pensar y vivir
con todo el cuerpo.”
Cuando nuestro
cuerpo y nuestro cerebro son dirigidos por el ego, no pueden ser más que
un circuito cerrado, Durante zazen pueden abrirse a la vida inconsciente y
universal.
En el Hannya
Shingyo se explica:
1. Shiki soku
ze ku: los fenómenos engendran ku, el vació.
2. Ku soku
ze shiki: ku engendra los fenómenos.
Esto significa que
todos los fenómenos son idénticos, que el mundo fenomenal y el mundo
invisible de ku se interpenetran y son intercambiables.
¿Cómo vivir la
relación entre estos dos mundos?
A esto es a lo que
quiere responder el Zen abriendo nuestra conciencia a esta dimensión. Esta
es la respuesta al problema central de nuestra civilización.
La vida auténtica
es conciencia interdependiente (conciencia del universo) más conciencia
dependiente (o conciencia del ego).
Aquellos que tienen
un ego demasiado fuerte no pueden recibir esta conciencia universal. Para
obtener el satori hay que abandonar el ego. Para recibirlo todo hay que
saber abrir las manos y dar. Esta conciencia universal es el origen de la
intuición. La intuición no viene solamente del consciente, o del sistema
nervioso voluntario, sino sobre todo del sistema vegetativo y del conjunto
de células nerviosas del cuerpo, relacionadas con el cuerpo interno, el
cual solamente actúa durante el zazen.
Los monjes Zen, por
un largo ejercicio y entrenamiento a la práctica del Zen, adquieren una
profunda intuición y una gran sabiduría antes de llegar a ser Maestros, a su vez. Siguiendo la enseñanza de
su Maestro, por zazen, inconscientemente, obtienen la vida universal
llamada satori. Antes de tener esta comprensión total de ellos mismo, se
han impregnado de la conciencia ku.
El sueño
Si zazen es
importante para captar la vida universal, también el sueño puede hacernos
comprender cómo se establece la armonía con esta vida universal. Por esto
es por lo que el sueño tiene una gran importancia en nuestra vida.
El día es un
período de actividad, la noche un período de reposo. Porque en el sueño,
al estar inactivos nuestro cuerpo y nuestro cerebro, las células reciben
una nueva energía.
El conjunto del
sistema ortosimpático está activo durante el día, y el conjunto del
sistema parasimpático activo durante la noche.
El sol y la luz
tienen una influencia sobre todas nuestras células. Por eso éstas se
modifican al atardecer y de nuevo al alba. A la luz del día, las células
se vuelven activas, y por la noche son más receptivas a la vida exterior.
Esto es muy importante. En la época actual mucha gente se equivocan
pretendiendo poder estar activos de noche igual que de día. Algunos tratan
a su cuerpo como a una máquina que debe dar vueltas sin cesar. Las
consecuencias son la fatiga, el desequilibrio, la enfermedad, la muerte.
El ciclo actividad-reposo se perturba, y la relación con el universo se
interrumpe. Un sueño natural debería coincidir con el atardecer y con el
amanecer, es decir desde las ocho o las nueve de la tarde hasta las cuatro
o cinco de la mañana. Aunque eso sea muy difícil en la vida actual, es
preferible, en la medida de lo posible, acostarse antes de medianoche y
levantarse temprano. Los monjes Zen en los templos, se acuestan temprano y
se levantan temprano. De esta manera adquieren suficiente energía para no
tener necesidad, a nivel alimenticio, más que de mil calorías en lugar de
dos mil quinientas necesarias al hombre ordinario
El silencio
De la misma manera
que el sueño, el silencio tiene una gran importancia en nuestra vida. En
el Budismo se considera que la actividad (karma) del cuerpo, de la
palabra, del pensamiento, de la conciencia, influencia la eternidad. En la
época actual la gente es demasiado expansiva; cuando hablan, no hablan más
que en función del resultado de sus palabras, a un nivel superficial, por
diplomacia, por interés, por competición. Las relaciones inter-humanas se
vuelven complicadas, ansiosas y orgullosas. Por la práctica del zazen,
aprendemos a mantener relaciones directas, naturales, no influenciadas por
nuestro ego, y nos enseña la virtud del silencio. Ya que el cuerpo y el
espíritu encuentran su unidad natural.
“En el silencio se
eleva el espíritu inmortal.”
La respiración
En las artes
tradicionales japonesas, artes marciales, ikebana, etc., la manera de
respirar se enseña como algo fundamental, esencial, para la concentración.
El aire contiene la
energía y la vida universal que recibimos por los pulmones y por cada una
de nuestras células, por lo tanto es importante saber respirar.
Ordinariamente
respiramos de 15 a 20 veces por minuto, de una manera superficial puesto
que no utilizamos más que una sexta parte de nuestra capacidad pulmonar.
Una respiración profunda y completa no se sitúa solamente a nivel de caja
torácica o del diafragma, sino que se apoya sobre los intestinos. De esta
manera, el ritmo respiratorio es de 5 a 10 veces por minuto, lento,
profundo y tranquilo.
Esta es la
respiración que se practica durante zazen: Expiración más larga que la
inspiración, efectuando una presión hacia abajo sobre los intestinos; la
inspiración se realiza a continuación automáticamente.
Por la práctica del
zazen esta respiración se vuelve poco a poco habitual en nuestra vida
corriente y sobre todo durante el sueño. La energía de la vida universal
contenida en el aire se transforma entonces en energía de la vida humana.
Cuando más receptivo se sea a esta vida universal, más aumenta nuestra
propia energía y menos necesidad se tiene, por ejemplo, de las calorías de
los alimentos.
La fase de
inspiración corresponde a un aprovisionamiento, mientras que la
expiración, lenta y profunda, permite la difusión de esta energía en todo
el cuerpo. Es importante insistir sobre todo en la expiración, en la
difusión, porque la inspiración, la acumulación de energía se hace
inconscientemente y automáticamente.
----Las artes marciales
japonesas utilizan esta manera de respirar: la acción debe llevarse a cabo
siempre durante la expiración (Yan) y si es posible durante la inspiración
del adversario (Yin), momento en el que es más vulnerable.
----La práctica del
katsu se funda igualmente sobre esta respiración; se trata de un grito de
respiración, un kwatz paralizante o reanimante. De esta manera se puede
despertar a alguien que acaba de morir, porque se trata de dar la energía
universal a quien aún puede recibirla.
----Cuando durante
zazen se da el kyosaku, el bastón desciende y golpea durante la
expiración. Esta acción debe hacerse naturalmente, sin participación de la
voluntad. El mejor efecto se obtiene cuando el que recibe el kyosaku, es
golpeado justo al final de su expiración.
----Cuando se canta el
Hannya Shingyo el sonido se debe producir largamente y profundamente,
empujando sobre los intestinos durante la expiración.
Practicando zazen,
se aprende a utilizar inconscientemente esta respiración en la vida
cotidiana, y se adquiere de la misma manera esta energía universal. Esta
respiración es también el medio de realizar la unión del cuerpo y del
espíritu. La gente busca de ordinario que su espíritu domine su cuerpo y
algunos practican zazen bajo esta óptica: la postura se les hace
rápidamente penosa, difícil y abandonan.
Dogen escribió en
el Shobogenzo que si se quiere obtener el satori por el pensamiento
consciente, el mental y el ego cierran la abertura a la percepción de la
vida cósmica y nos encierra en sus límites.
Si se practica sin
meta (mushotoko), entonces se puede obtener inconscientemente el satori,
porque zazen en sí mismo es satori. “Estudiar la vía del Budismo es
estudiarse a sí mismo; estudiarse a sí mismo es abandonar el ego;
abandonar el ego es fundirse con todo el cosmos entero.”
Dogen dice que
hishiryo es el secreto del zazen. ¡Hishiryo es “pensar sin pensar”, sin
ninguna conciencia personal, sin ego! Esta es la libertad total, unidad
perfecta del cuerpo y del espíritu.
El Hara
El hara designa la
parte del bajo vientre, cerca de los órganos genitales. Ahí se concentra
la mayor parte de la energía de los nervios del sistema neuro-vegetativo.
En zazen, naturalmente podemos hacer que la vida cósmica nos penetre por
este centro, de aquí la importancia de la respiración y sobre todo de la
expiración que se concentra ahí: en japonés se dice: “Estirar los músculos
del bajo vientre.”
La energía sexual
La energía cósmica
se concentra en el bajo vientre, y en particular en los órganos genitales.
La energía sexual es, en efecto, la manifestación principal de esta vida
universal en nosotros. Ella permite la relación entre la vida del universo
y la vida individual, entre el mundo de los fenómenos y el mundo invisible
de ku.
El sistema
cerebro-espinal y los cinco sentidos nos permite vivir; el sistema
neurovegetativo y los órganos sexuales nos permiten ser vividos a través
de la vida del universo.
La energía sexual
desde el momento de la procreación permite la manifestación en el mundo
fenomenal de la fuerza (ki) de la vida universal. Al ser creado de esta
manera el ser humano recibe, además de esta vida universal, eterna, vida
de ku, un karma surgido de los que le han engendrado.
Al morir, cuerpo y
conciencia individual desaparecen, mientras que el karma y la vida
universal continúan eternamente: morir es volver a ku, a la verdadera
esencia de nosotros mismos.
Hasta ahora, las
religiones y las morales tradicionales han considerado el problema sexual
como tabú, provocando miedos, ascetismos, frustraciones. Es importante que
la educación moderna devuelva a nuestra sociedad el sentido auténtico y
natural de la sexualidad.
Concebida ésta como
una energía surgida de la vida universal, aporta a las relaciones humanas
una nueva calidad. El amor humano, la vida humana alcanza la más alta
dimensión y la verdadera felicidad.
La práctica de
zazen crea en cada individuo una revolución interior aportando “la
conciencia justa”, la “respiración justa”, el “sueño justo”, la
“sexualidad justa”, que son la base de una auténtica civilización.
Zazen significa
fijarse en el centro del orden del universo, del cosmos. Por la práctica
de zazen, aquí y ahora, a través de todo nuestro ser, existimos en el
centro del sistema cósmico. Esta es la más alta dimensión que podamos
alcanzar. Esta verdad no puede ser alcanzada a través de una concepción
puramente materialista o puramente espiritualista. Una tercera concepción
del universo sería la fusión de estas dos visiones; no una mezcla, no un
medio justo, sino una profunda armonía, porque espíritu y materia no están
separados, son interdependientes como en el ser humano.
En Europa, los
filósofos han intentado realizar esta fusión del espíritu y de la materia,
pero a un nivel poco profundo, únicamente intelectual.
Si esta concepción
alcanza el nivel espiritual y se convierte en objeto de fe, puede adquirir
un poder profundo y una fuerza que significaría la armonía del
conocimiento y de los sentidos, del espíritu y de la materia, del objeto y
del sujeto, de la sustancia y de la esencia, de lo uno y de lo múltiple,
de lo mortal y de lo inmortal, más allá de las categorías relativas y de
las contradicciones. A esta tercera visión del universo yo la llamo Zen.
Este nombre molesta a algunas personas, pero no es más que una palabra
práctica.
Durante zazen poned
energía en la postura, si no será como una cerveza sin gas en una botella
abierta desde días antes...
Hay que estar como
un general a caballo delante de su ejército...
La postura debe ser como la de un león o como la de un tigre y no como la de un
puerco adormilado...
Si vuestra postura
es justa, influencia a vuestros nervios autónomos y vuestro cerebro
profundo. Vuestro cerebro externo se vuelve quieto y tranquilo. Vuestra
intuición se vuelve fuerte.
Por zazen y
solamente por zazen vuestros músculos y vuestros tendones en justa
tensión, influencian vuestro parasimpático y vuestro ortosimpatico. Sus
funciones son opuestas y complementarias y si vuestra atención es
buena equilibra las dos fuerzas.
Los brazos deben estar ligeramente separados del cuerpo. Debéis tener una
tensión en las manos y especialmente en los dedos. Los pulgares deben
estar juntos y horizontales: ni montaña, ni valle.
El cielo se desintegra y se transforma en polvo.
La gran tierra se
vuelve apacible y nadie puede verla.
El árbol seco hace que florezca bruscamente su
única flor.
Llamando de nuevo una
primavera más allá de la historia.
Enseñanza de Daichi al samurai Kikuchien la nieve.
Este poema trata
del estado del cuerpo y de la conciencia en zazen: la substancia
misma de zazen se encuentra aquí descrita. En efecto, cuando se ha
tomado esta postura, todo el cosmos tangible se metamorfosea en partículas
microscópicas en nuestro ser.
Y nuestro ser...
¿dónde esta? No hay nada misterioso o esotérico en esto. Si la paz
del espíritu se crea en zazen, en la
perfecta concentración del cuerpo, el mundo de los fenómenos se
vuelve puro como un cristal y todo aparece claro en la vía. Nuestra
con-ciencia se vuelve a apacible, quieta como la nieve, que acaba de
caer sobre un antiguo paisaje.
Pero no debemos
atarnos ni a la tierra de cristal ni al cielo vació, ni a la
nieve blanca. ni al vació (ku), ni a los fenómenos (shiki)...
Debemos abandonar todo apego y estar ahí, concentrado en zazen.
Aquí y ahora.
Nota final
En las artes, el
Zen ocupa un lugar privilegiado. Algunas son específicamente Zen, incluso
sobre un plano puramente histórico, tales como la ceremonia del té, el
arte de las flores, una parte importante del arte de los jardines, el arte
de la alfarería en todo un período de su evolución. Otras fueron
profundamente transformadas y para decirlo así recreadas por el Zen, como
la pintura y la caligrafía, y las artes marciales.
Cuando el Zen llega
al Japón, encontró a un pueblo cuya ocupación habitual era la guerra:
guerras civiles, violencias, expoliaciones, masacres, deportaciones,
separaciones, eran desde el norte hasta el sur del país, la suerte común
de los japoneses de esta época. El genio del Zen transformo las técnicas
brutales de la guerra en artes que no se preocupaban mucho de la eficacia
guerrera sino de la búsqueda de sí mismo. Todas estas técnicas se
convirtieron en método de perfeccionamiento espiritual. El sable, el arco
y las flechas ya no eran instrumentos de muerte, sino soportes de
meditación. Este combate se volvió un combate puramente espiritual, el
enemigo fue descubierto en sí mismo, en las ilusiones del ego que nos
impiden ver nuestra verdadera naturaleza y a las que hay que destruir sin
piedad. Bajo esta maravillosa influencia, nació el Bushido, conjunto de
principios morales, código de honor, disciplina caballeresca que
recomienda la cultura de cualidades físicas y morales, el coraje, la
simplicidad y la frugalidad, la lealtad y la justicia, el desinterés y el
menosprecio de la muerte. Tanto y tan bien que el Zen fue llamado “la
religión de los samuráis”.
Aparentes u
ocultos, se encuentran todos estos elementos en las artes marciales
modernas, y más especialmente en el kendo, en el caído, arte de la
manipulación del verdadero sable, y en el tiro con arco. Se los encuentra
también en el espíritu del aikido, codificación moderna de las más
antiguas artes de auto-defensa. También existen, pero de una manera menos
aparente, en el judo.
Sea cual sea el
arte que practiquéis, sea cual sea la manera de practicarle, siguiendo
cada uno su temperamento, no podéis impedir que un día u otro encontréis
el Zen y que seáis profundamente impregnados por su esencia. El Zen puede
ayudaros en esta lucha de todos los instantes que es la vida moderna, y
permitiros, mejor que cualquier otra influencia espiritual, encontrar este
equilibrio físico y moral que tan ávidamente busca el hombre del siglo XX.
Un día, desde la
cima de un promontorio, un hombre veía el mar por primera vez en su vida.
“¡Que bello! ¡Que
grande!” decía con el aliento cortado.
“¡Y eso que no ves
más que la superficie!”, le dijo su amigo.
El Zen y mi maestro
Taisen Deshimaru me han enseñado a ver algo más que la superficie del mar,
algo más que lo exterior del mundo, algo más que la apariencia del hombre,
algo mas que las técnicas de artes marciales. Ellos me han enseñado a
encontrar a través de su ruda educación y no sin dolores algunas veces, el
verdadero sentido de las artes marciales y el verdadero sentido de la
vida.
Deseo que los
lectores de este libro y todos los practicantes de artes marciales sepan
también apreciar y conservar esta inestimable maravilla que Taisen
Deshimaru Roshi les ofrece con toda su experiencia de artes marciales
aclaradas en sus profundidades y sublimadas por su enseñanza: esta
enseñanza superior es zazen, la meditación sedente del Zen, que es el
común denominador y el punto en el que culminan todas las prácticas, todas
las artes, todas las maneras de vivir.
Doctor Claude Durix
3er Dan de Judo - 3er
Dan de kendo - 2do Dan de Iaido – 2do Dan de Aikido
Glosario
Aikido: Vía de la armonía con el sistema cósmico.
Bodhisattva: “Buda viviente.” Cada uno puede realizar lo que él es, y consagrar su vida a ayudar a los demás, participando en la
realidad social. Nada lo distingue de ello, pero su espíritu es Buda.
Buda: “El que ha
despertado.”
Budo: Las artes
marciales. La Vía de los samuráis, exactamente: el Bushido. Budo es la vía
del combate. Pero el kanji bu significa verdaderamente: detener la espada,
dejar de utilizarla, cesar de pelearse.
Doyo: Lugar en el que
se práctica la meditación Zen.
Ego: El pequeño yo, posesivo y limitado, que hay que destruir, en la
medida en que hecho de ilusiones, mientras que cada uno tiende a
atribuirle una verdadera realidad.
Hishiryo: Pensar sin
pensar. Más allá del pensamiento.
Judo: Vencer la fuerza
con la suavidad.
Kame: Actitud, postura:
muy importante en las artes marciales.
Kata: “Forma” del Budo.
Todas las artes marciales, judo, kendo, aikido, etc...Tienen kata: forma,
acción, entrenamiento para vencer. Los principiantes deben aprender los
kata, asimilarlo, utilizarlo y a continuación crear a partir de ello, de esta forma
original específica a cada una de las artes marciales.
Katsu: Tres
significaciones (una misma pronunciación):
1.
Ganar.
2.
Lanzar un grito
especial con una voz fuerte.
3.
Técnica para despertar
el ki, para reanimar la vida.
Kendo: Combate de
sable.
Ki: Actividad invisible repleta de energía cósmica. Se vuelve la energía del
cuerpo, en todas sus células.
Koan: Originalmente,
ley, principio de gobierno. Problema contradictorio de la existencia.
Principio de verdad eterna transmitido por un Maestro.
Ku: Vacuidad. La existencia sin noúmeno En Budismo es también: lo invisible. Concepto idéntico al
concepto de Dios. Todas las existencias del cosmos existen pero no se
puede asir su noúmeno, su esencia.
Mondo: Pregunta y
respuesta entre Maestro y discípulos.
Mushotoku: Sin meta ni
espíritu de provecho.
Rinzai: En Chino Lin Tsi.
En la secta Rinzai se utiliza más formalmente los koan. El zazen, que
se practica de cara al centro del Doyo, se ha convertido en un método para
alcanzar el satori.
Sampai: Prosternación
ante el Buda o ante el Maestro, frente en tierra, las palmas de la mano
dirigidas hacia el cielo a cada lado de la cabeza (simbólicamente para
recibir los pasos del Buda).
Satori: Despertarse a
la verdad cósmica
Sesshin: Período de
entrenamiento intensivo al zazen. De uno a varios días de vida colectiva,
de concentración y de silencio en el doyo; se hacen de cuatro a cinco
horas de zazen por día, entrecortadas por conferencias, mondo, trabajo
manual (samu), y comidas.
Shikantaza: Solamente
Sentarse, concentrarse sobre la práctica de zazen.
Shiki: Los fenómenos,
el mundo visible.
Yawara: El judo
tradicional
Zen: Tch’an en chino; Dhyana en sánscrito. Verdadero y profundo silencio.
Habitualmente traducido por: concentración, meditación sin objeto; el
espíritu original y puro del ser humano.
|