I. Generalidades
La ceremonia del
té, que en japonés recibe el nombre de chanoyu, es una costumbre social y
estética característica del Japón, en la que se sirve y se bebe el matcha
(té verde en polvo).
De acuerdo con las
fuentes históricas documentadas, el té fue introducido en el Japón
alrededor del siglo VIII, procedente de China, donde esta infusión se
consumía desde el período de la dinastía Han oriental (años 25-220 de la
era cristiana). El matcha, tal como se consume hoy en día, era aún
desconocido por entonces. Su aparición no se produjo hasta finales del
siglo XII, época en que fue importado de China, país entonces gobernado
por la dinastía Sung. En aquellos tiempos, el té era una especie muy
apreciada; se utilizaba sobre todo como bebida y se le atribuían también
propiedades medicinales.
La costumbre de
beber matcha se extendió gradualmente entre los sacerdotes Zen y las
clases dominantes. A partir del siglo XIV, el matcha se utilizó también en
un juego que recibía el nombre de tocha. Se jugaba en las fiestas y
consistía en servir a los invitados varios tipos distintos de té,
procedentes de diversas regiones. Los jugadores entonces tenían que
adivinar cuál de ellos era el que había sido cultivado en una determinada
zona, famosa por la calidad de su té. Los que conseguían acertar recibían
premios. A medida que aumentó la popularidad de este pasatiempo las
plantaciones de té comenzaron a extenderse, sobre todo en el distrito de
Uji, cerca de Kyoto, en donde aún se produce el mejor té de Japón.
El juego del tocha
se transformó poco a poco en una costumbre social más tranquila que
practicaban las clases elevadas. Dejaron de repartirse premios y el
objetivo de la ceremonia pasó a ser la creación de una atmósfera especial,
en la que los participantes saboreaban el té al tiempo que admiraban
pinturas y otras obras de arte chinas, que se exhibían en un shoin
(estudio). Al mismo tiempo y debido a la influencia de los hábitos y
formas rituales de los samurai (guerreros), que eran entonces la clase
dominante en el Japón, aparecieron ciertas reglas y procedimientos que los
participantes en al ceremonia del té tenían que obedecer. Así se sentaron
las bases del chanoyu actual.
Hacia finales del
siglo XV, un hombre del pueblo llamado Murata Juko, conocedor del
arte del chanoyu practicado por las clases altas, propuso otro tipo de
ceremonia del té, más tarde llamada wabicha, relacionada directamente con
la sensibilidad japonesa y con el budismo zen. Durante el período Momoyama,
en la segunda mitad del siglo XVI, Sen-no Rikyu estableció de modo
definitivo el wabicha como la forma generalizada del chanoyu y se practica
así en la actualidad.
Esta es, en líneas
generales, la evolución del chanoyu, que no es simplemente una forma
refinada de tomar té. Su propósito y su esencia son difíciles de expresar
con palabras. Nos será útil recordar que esta ceremonia se desarrolló bajo
la influencia del budismo Zen cuya finalidad, expresada en pocas palabras,
es purificar el alma, mediante su unión con la naturaleza. Por otro lado,
el chanoyu es el símbolo del esfuerzo instintivo de los japoneses por
conseguir el reconocimiento de la verdadera belleza, que reside en la
sencillez y la simplicidad. El auténtico espíritu del chanoyu podría quizá
definirse con términos tales como calma, naturalidad o
gracia o con la frase: "esteticismo de austera simplicidad y refinada
pobreza". Así por ejemplo, las estrictas normas de etiqueta del chanoyu,
que parecen complicadas y difíciles a primer vista, están calculadas de
hecho para conseguir la mayor economía posible de movimientos y son un
regalo para la vista del iniciado, sobre todo cuando el que las lleva a
cabo es un maestro experimentado.
La costumbre del
chanoyu ha desempeñado un papel importante en la vida artística de los
japoneses ya que, por sus características estéticas, implica la
apreciación del recinto en que se celebra, del jardín adyacente al mismo,
de los utensilios con que se prepara y se sirve el té y de la decoración,
que consiste por lo general en una estampa colgada de la pared y un
chabana o motivo floral especialmente concebido para esta ceremonia. El
desarrollo de la arquitectura, la jardinería, la cerámica y las artes
florales ha obedecido en gran mediad a la influencia de la ceremonia del
té. El espíritu del chanoyu, que representa la belleza de la simplicidad
estudiada y de la armonía con la naturaleza, ha moldeado la base de estas
formas tradiciones de la cultura japonesa.
Es más, el
desarrollo de las fórmulas de cortesía cotidiana de los japoneses obedece
sobre todo a los formalismos que se observan en la ceremonia del chanoyu.
En consonancia con este hecho, es práctica común entre las jóvenes el
recibir lecciones en este arte antes de casarse, con el fin de cultivar el
estío refinado y la gracia de movimientos propias de mismo.
Al morir Sen-no Rikyu, sus enseñanzas se
difundieron entre las siguientes generaciones de discípulos y seguidores.
En la época de sus nietos, existían ya las tres escuelas que han perdurado
hasta nuestros días: la Omotesenke, la Urasenke y la Mushakojisenke. La
más extendida de ellas, no obstante, es la Urasenke, que es la que cuenta
con más partidarios. Esta escuela tiene como cabeza visible en la
actualidad a Soshitsu Sen, decimoquinto
descendiente del fundador. Los herederos de Rikyu fundaron a su vez
diversas escuelas, entre las que cabe citar la
Enshu, creada por Kobori
Enshu; la Sekishu, cuyo
fundador fue Katagiri Sekishu; y la Sohen, obra de
Yamada Sohen. Las diferencias entre
las diversas escuelas residen en los detalles de las ceremonias, pero
todas ellas conservan la esencia y el espíritu de las normas instituidas
por el maestro. Dicha esencia se ha transmitido de padres a hijos hasta
hoy y uno de los elementos comunes es el respeto a la figura del fundador.
II. La ceremonia del té típica
Existen muchas
formas de realizar la ceremonia del té, según la escuela a que pertenezca
el encargado de ello. Los métodos varían igualmente según las ocasiones y
la época del año. Sin embargo, existe una similitud básica en los
elementos esenciales.
1. Materiales y
equipos:
1) La sukiya o casa de té.
Es costumbre el llevar a cabo la ceremonia en una casa especialmente
dedicada a ello, que recibe el nombre de sukiya. Consiste en una sala de
ceremonias, propiamente dicha (cha-sitshu), una sala para los preparativos
(mizu-ya) una sala de espera (yoritsuki) y un camino de acceso (roji)
flanqueado por un jardín, que acaba en la puerta de la casa de té. Dicho
edificio suele estar situado en una zona arbolada.
2) Utensilios
Los utensilios principales son el cha-wan (tetera), el chai-re (recipiente
para el té), el cha-sen (agitador especial de bambú) y la cha-shaku
(cucharón de servir, de bambú). Estos utensilios suelen ser valiosos
objetos artísticos.
3) Ropas y ornamentos
Para las ropas, se prefieren los colores poco llamativos. Cuando se trata
de ceremonias formales, los hombres llevan kimonos de seda de colores
lisos, con los blasones de la familia y los tradicionales tabi
(calcetines) blancos. Las mujeres, por su parte, llevan también kimonos
blasonados de aire tradicional y tabi blancos. Los invitados deben traer
un pequeño abanico plegable y unas cuantas kaishi (servilletas de papel
pequeñas), cada uno.
2. La ceremonia en
sí:
La ceremonia
normal del té consiste en las siguientes fases: 1) una comida ligera,
llamada kaiseki, 2) el maka-dachi, o pausa intermedia; 3) el goza-iri, que
es la fase principal de la que se sirve un tipo de té espeso y 4) el
usucha, fase final, en la que se sirve té claro. La ceremonia completa
dura unas cuatro horas, aunque muchas veces se limita a la última fase o
usucha, que dura alrededor de una hora.
1) Primera fase
Los invitados, en número de cinco, se reúnen en la sala de espera. El
maestro de ceremonias aparece y los conduce, por el camino del jardín,
hasta la sala de ceremonias. A un lado del camino hay un recipiente de
piedra con agua fresca, en el que los invitados se lavan las manos y se
enjuagan la boca. La entrada a la sala de ceremonias es muy baja, lo cual
quiere decir que los invitados tienen que entrar a gatas, como gesto de
humildad. En la sala hay un horno de albañilería fijo o bien un brasero
portátil, para calentar el agua. Cada invitado se arrodilla ante la
capilla o tokonoma. Luego hace las mismas operaciones ante el hornillo o
brasero. Una vez que todos os invitados han terminado de admirar estos
artículos, se sientan; el invitado principal se coloca más cerca que los
demás del maestro de ceremonias. Una vez que éste y os invitados han
intercambiado las cortesías de rigor, se sirve la kaiseki, que termina con
unos dulces a manera de postre.
2) Nakadachi
Cuando el maestro de ceremonias lo indica, los invitados se retiran a un
banco destinado a ello, colocado en el jardín interior que rodea a la casa
de té.
3) Goza-iri
El anfitrión hace sonar un gong de metal, situado cerca de la sala de
ceremonias, con lo cual indica el principio de la fase principal del rito.
La costumbre establece que el gong se haga sonar cinco o siete veces.
Después de repetir las abluciones purificadoras en el recipiente de agua
fresca, los invitados vuelven a entrar en la sal. Un ayudante retira las
persianas de juncos que cubren las ventanas por fuera, con el fin de dar
más luz al interior. La estampa o pintura ha desaparecido y, en su lugar,
se ve en la tokonoma un recipiente con flores artísticamente arregladas.
Los recipientes de cerámica para el agua y el té están ya colocados en sus
sitios.
A continuación,
entra el maestro de ceremonias, que lleva en sus manos la tetera, con el
agitador de bambú dentro y el cucharón de bambú encima. Los invitados
admiran el adorno floral y la tetera, igual que hicieron anteriormente con
la estampa y el brasero, al principio de la primera fase. El maestro se
retira a la sala de los preparativos y no tarda en volver con el
recipiente para el agua sobrante, la cuchara y el soporte para la tetera o
la cuchara.
A continuación,
limpia el recipiente del té y el cucharón con un paño especial que recibe
el nombre de fukusa y enjuaga el agitador en el cuenco del té, después de
verter en éste agua caliente del recipiente colocado al fuego. Luego,
vierte este agua en el recipiente destinado a ello y limpia el cuenco con
el chakin (paño de hilo) El maestro de ceremonias levanta el cucharón y el
recipiente del té y coloca el matcha (tres cucharadas por invitado) en el
cuenco;
A continuación,
llena el cucharón de agua caliente, que toma del recipiente colocado al
fuego, vierte un tercio del agua en el cuenco y devuelve el resto al
recipiente. Luego agita la mezcla con el agitador de bambú, hasta que
adquiere un aspecto y consistencia similar a una sopa de guisantes espesa.
Esta mezcla recibe el nombre de koicha. El matcha que se utiliza para esta
fase de la ceremonia está hecho de las hojas jóvenes de plantas que tengan
más de veinte años de edad (hasta un máximo de setenta o más años).
El maestro de
ceremonias coloca el cuenco en la palma de su mano izquierda, al tiempo
que lo sujeta por uno de los lados con la derecha. Toma un sorbo, halaga
su sabor y toma otros dos o más sorbos. Luego limpia la parte del cuenco
al invitado siguiente que repite las operaciones del invitado principal.
El cuenco pasa luego sucesivamente a los demás invitados hasta que todos
han bebido su parte del té. Una vez que ha terminado el último invitado,
éste devuelve el cuenco al invitado principal, que lo entrega al maestro
de ceremonias.
4) Usucha
Se diferencia del koicha sólo en que el matcha que se utiliza está hecho
de las hojas jóvenes de plantas que tienen entre tres y quince años de
edad. La mezcla verde que se consigue así tiene consistencia espumosa. Las
normas que se observan en esta parte de la ceremonia son similares a las
que rigen el koichi, con las siguientes diferencias:
a) El té se
prepara individualmente para cada invitado con dos (o dos y media)
cucharadas de matcha. Cada individuo debe beber su cuenco entero.
b) Cada invitado
debe limpiar la parte del borde del cuenco que ha tocado con los labios
con los dedos de su mano derecha y luego limpiarse los dedos con una
kaishi. Una vez que el maestro de ceremonias ha sacado los utensilios de
la sala, hace una reverencia en silencio ante los invitados con lo cual
indica que el rito ha terminado. Los invitados entonces abandonan la
sukiya, seguidos por la mirada del maestro de ceremonias.
Artículo cedido cortésmente por la Embajada de Japón en España
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