Esta práctica nuestra no es fácil. Tal vez sepamos algunas cosas pero
todavía hay mucho que no sabemos. Por ejemplo, cuando oímos enseñanzas
tales como “conoce el cuerpo, después conoce la mente que hay dentro del
cuerpo”; o “conoce la mente, después conoce la mente que hay dentro de la
mente”. Si todavía no hemos practicado estas cosas, entonces cuando las
oímos podemos sentirnos desconcertados. El Vinaya [1] es
así. En el pasado yo era un maestro, [2] pero era sólo un “maestro
pequeño”, no era uno grande. ¿Por qué digo un “maestro pequeño?” Porque no
practicaba. Enseñaba el Vinaya pero no lo practicaba. A esto le
llamo un maestro pequeño, un maestro inferior. Digo un “maestro inferior”
porque cuando se trataba de la práctica yo era deficiente. La mayor parte
de mi práctica estaba muy lejos de la teoría, como si yo no me hubiese
aprendido el Vinaya en absoluto.
Sin embargo, me gustaría decir que en términos prácticos es imposible
conocer el Vinaya completamente, porque algunas cosas, las sepamos
o no, todavía son faltas. Esto es complicado. E incluso se hace hincapié
en que si todavía no comprendemos alguna regla o enseñanza particular de
la formación, debemos estudiar esa regla con entusiasmo y respeto. Si no
sabemos, entonces debemos hacer un esfuerzo por aprender. Si no hacemos un
esfuerzo, eso es en sí mismo una falta.
Por ejemplo, si dudas... suponte que hay una mujer y, sin saber si es una
mujer o un hombre, la acariciases. [3] No estás seguro, pero aún
así continúas acariciándola... eso sigue siendo incorrecto. Yo me solía
preguntar por qué estaría mal eso, pero cuando tuve en cuenta la práctica,
comprendí que un meditador debe tener sati, debe ser
prudente. Ya sea hablando, tocando o sujetando cosas, debe antes de nada
pensar meticulosamente. El error es en este caso que no hay sati, o
no hay suficiente sati, o hay falta de inquietud en ese momento.
Toma otro ejemplo: sólo son las once de la mañana pero en ese momento el
cielo está nublado, no podemos ver el sol, y no tenemos reloj. Ahora
suponte que calculamos que es probablemente por la tarde... realmente
sentimos que es por la tarde... y sin embargo procedemos a comer algo.
Empezamos a comer y entonces las nubes desaparecen y vemos por la posición
del sol que sólo son las once pasadas. Esto también es una falta.
[4]
Yo me solía preguntar, “¿Eh? Todavía no es mediodía, ¿por qué es esto una
falta?”
Aquí se comete una falta a causa de la negligencia, de la falta de
cuidado, no pensamos meticulosamente. Hay falta de compostura. Si hay
dudas y actuamos sobre la duda, hay falta dukkata [5]
sólo por actuar ante la duda. Pensamos que es por la tarde cuando de hecho
no lo es. El hecho de comer no es incorrecto en sí mismo, pero aquí hay
una falta porque somos descuidados y negligentes. Si realmente es por la
tarde pero pensamos que no lo es, entonces es pacittiya una
falta más grave. Si actuamos con duda, ya sea la acción equivocada
o no, aún así cometemos una falta. Si la acción no es incorrecta en si
misma es una falta menor; si es incorrecta entonces se ha cometido una
falta más grave. Por lo tanto el Vinaya puede volverse bastante
desconcertante.
Una vez fui a ver al Venerable Ajahn Mun. [6] En esa época yo
acababa de empezar a practicar. Me había leído el Pubbasikkha
[7] y lo entendía bastante bien. Así que continué leyendo el
Visuddhimagga, donde el autor escribe del Silanidesa (Libro de
los Preceptos), del Samadhinidesa (Libro de Formación de la Mente)
y del Pannanidesa (Libro de la Comprensión)... ¡Sentía que mi
cabeza iba a estallar! Después de leer eso, sentí que el practicar estaba
más allá de la capacidad de un ser humano. Pero luego me di cuenta de que
el Buda no enseñaría algo que es imposible de practicar. No lo enseñaría y
no lo afirmaría, porque esas cosas no serían útiles ni para él ni para los
demás. El Silanidesa es extremadamente meticuloso, el
Samadhinidesa más aún, y el Pannanidesa ¡incluso más todavía!
Me senté y pensé, “Bueno, no puedo ir más lejos. No hay camino más
adelante.” Era como si hubiese alcanzado un callejón sin salida.
En
este punto yo estaba luchando con mi práctica... Estaba atascado. Sucedió
que tuve la oportunidad de ir a ver al Venerable Ajahn Mun, así que le
pregunté: “Venerable Ajahn, ¿qué debo hacer? Acabo de empezar a practicar
pero todavía no conozco el camino correcto. Tengo tantas dudas que no
puedo encontrar ningún fundamento en absoluto en la práctica.”
Él
preguntó, “¿Cuál es el problema?”
“En el curso de mi práctica cogí el Visuddhimagga y lo leí, pero
parece imposible de poner en práctica. Los contenidos del Silanidesa,
del Samadhinidesa y del Pannanidesa parecen ser
completamente impracticables. No creo que haya nadie en el mundo que
pudiera hacerlo, es tan detallado y meticuloso. Memorizar todas y cada una
de las reglas sería imposible, está más allá de mi alcance.”
Me
dijo: “Venerable... hay mucho, es cierto, pero realmente es sólo un poco.
Si tuviésemos que tener en cuenta cada una de las reglas de formación del
Silanidesa eso sería difícil... cierto... Pero en realidad, lo que
llamamos Silanidesa se ha desarrollado de la mente humana. Si
instruimos esta mente para que tenga sentido de la vergüenza y miedo a
equivocarse, entonces seremos comedidos, seremos cautelosos...
“Esto nos condicionará a estar complacidos con poco, con pocos deseos,
porque no podemos ocuparnos de mucho. Cuando esto sucede nuestro sati
se hace más fuerte. Podremos mantener el sati en todo momento.
Dondequiera que estemos haremos el esfuerzo de mantener el sati a
fondo. La cautela se desarrollará. De lo que sea que dudes no lo digas, no
actúes sobre ello. Si hay algo que no comprendes, pregunta al maestro. El
intentar practicar todas y cada una de las reglas de la formación sería
verdaderamente pesado, pero deberíamos examinar si estamos preparados para
admitir nuestros fallos o no. ¿Los aceptamos?”
Esta enseñanza es muy importante. No es tanto que tengamos que conocer
cada una de las reglas de la formación, si sabemos cómo entrenar nuestra
propia mente.
“Todas esas cosas que has estado leyendo surgen de la mente. Si todavía no
has entrenado a la mente a tener sensibilidad y claridad estarás dudando
todo el tiempo. Deberías intentar implantar las enseñanzas del Buda en tu
mente. Sé sereno de mente. Todo lo que surja que dudes, abandónalo. Si
realmente no lo sabes con certeza entonces no lo digas o no lo hagas. Por
ejemplo, si te preguntas, “¿Esto es incorrecto o no?” –eso es que no estás
realmente seguro – entonces no lo digas, no actúes en ello, no descartes
tu compostura.”
Mientras me senté y escuché, consideré que esta enseñanza cumplía con los
ocho caminos para medir la verdadera enseñanza del Buda: Cualquier
enseñanza que hable de la reducción de las corrupciones; que te saque del
sufrimiento; que hable de la renuncia (a los placeres sensuales); de la
satisfacción con poco; de la humildad y el desinterés en el rango y el
estatus; del aislamiento y la reclusión; del esfuerzo concienzudo; de ser
fácil de mantener... estas ocho cualidades son características del
verdadero Dhamma-vinaya, la enseñanza del Buda. Cualquier cosa en
contradicción a esto no lo es.
“Si somos auténticamente sinceros tendremos sentido de la vergüenza y
miedo de la maleficencia. Sabremos que si hay duda en nuestra mente no
actuaremos en ella ni hablaremos en ella. El Silanidesa es sólo
palabras. Por ejemplo, el hiri-ottappa [8] de los libros es
una cosa, pero en nuestra mente es otra.”
Estudiando el Vinaya con el Venerable Ajahn Mun aprendí muchas
cosas. Cuando me senté y escuché, el entendimiento surgió.
Así que, cuando se trata del Vinaya yo he estudiado
considerablemente. Algunos días durante el Retiro de las Lluvias yo
estudiaba desde las seis de la tarde hasta el amanecer. Lo comprendo
bastante bien. Todos los factores del apatti [9] que abarca
el Pubbasikkha los anoté en un cuaderno y lo llevaba en mi bolsa.
Realmente puse esfuerzo en ello, pero en épocas posteriores gradualmente
lo abandoné. Era demasiado. No sabía cuál era la esencia y cual era la
paja, yo lo había tomado todo. Cuando comprendí del todo lo dejé porque
era demasiado pesado. Simplemente puse mi atención en mi propia mente y
poco a poco suprimí los textos.
No
obstante, cuando enseño a los monjes aquí todavía tomo el Pubbasikkha
como mi modelo. Durante muchos años aquí en Wat Ba Pong era yo mismo
el que se lo leía a la asamblea. En aquellos días me subía al asiento
Dhamma y continuaba hasta lo menos las once o doce de la noche, algunos
días incluso hasta la una o dos de la madrugada. Estábamos interesados. Y
nos formábamos. Tras escuchar las lecturas del Vinaya
reflexionábamos sobre lo que habíamos oído. No se puede entender realmente
el Vinaya sólo escuchándolo. Después de haberlo escuchado debes
examinarlo y ahondar en él aún más.
Aunque yo estudié estas cosas durante muchos años mi conocimiento todavía
no era completo, porque había muchas ambigüedades en los textos. Ahora que
ha pasado tanto tiempo desde que miraba los libros, mi recuerdo de las
diversas normas de formación se ha desvanecido un poco, pero en mi mente
no hay deficiencia. Hay un modelo ahí. No hay duda, hay entendimiento.
Guardé los libros y me concentré en desarrollar mi propia mente. No tengo
dudas de ninguna de las reglas de formación. La mente tiene aprecio a la
virtud, no osará hacer nada incorrecto, ya sea en público o en privado. Yo
no mato animales, ni siquiera pequeños. Si alguien me pidiese que matara
intencionadamente una hormiga o una termita, que aplastase una con la
mano, por ejemplo, no podría hacerlo, ni siquiera si me ofreciesen miles
de baht (moneda tailandesa) por hacerlo. ¡Ni siquiera una hormiga o
una termita! La vida de la hormiga tendría más valor para mí.
Sin embargo, puede ser que yo le cause la muerte a algo, así como cuando
algo trepa por mi pierna y lo sacudo. Tal vez muera, pero cuando miro en
mi mente no hay sentimiento de culpabilidad. No hay vacilación ni duda.
¿Por qué? Porque no había intención. Silam vadami bhikkhave cetanaham:
“La intención es la esencia del entrenamiento moral.” Mirándolo de
esta forma veo que no había matanza intencional. A veces mientras ando
puedo pisar un insecto y matarlo. En el pasado, antes de comprender
realmente, sufría verdaderamente por cosas así. Pensaba que había cometido
una falta.
“¿Saben qué? No había intención.” No había intención, pero ¡no estaba
teniendo suficiente cuidado!” Continuaba así, angustiándome y
preocupándome.
De
modo que este Vinaya es algo que puede perturbar a los practicantes
del Dhamma, pero también tiene su valor, al ajustarse a lo que los
maestros dicen – “Cualquier regla de la formación que todavía no
sepas debes aprenderla. Si no sabes deberías preguntar a aquellos que sí
saben.”
Realmente ponen énfasis en esto.
Ahora si no conocemos las reglas de la formación, no seremos conscientes
de nuestras transgresiones contra ellas. Toma, por ejemplo, un Venerable
Thera del pasado, el Ajahn Pow de Wat Kow Wong Got en la provincia de
Lopburi. Un día un cierto Maha, [10] un discípulo suyo,
estaba sentado con él, cuando llegaron algunas mujeres y preguntaron,
“¡Luang Por! Queremos invitarle a hacer con nosotras una excursión,
¿vendrá?”
Luang Por Pow no respondió. El Maha sentado cerca de él pensó que
el Venerable Ajahn Pow no lo había oído, así que dijo,
“¡Luang Por, Luang Por! ¿Ha oído? Estas mujeres le han invitado a ir de
viaje.”
Él
dijo, “Lo he oído.”
Las mujeres preguntaron de nuevo, “Luang Por, ¿Viene o no?”
El
simplemente se sentó ahí sin contestar, así que no pasó nada con la
invitación. Cuando se hubieron ido, el Maha dijo,
“Luang Por, ¿por qué no contestó a aquellas mujeres?”
Él
dijo, “Oh, Maha, ¿no conoce esta regla? Esas personas que estaban
aquí ahora mismo eran mujeres todas. Si las mujeres le invitan a viajar
con ellas no debería acceder. Si hacen planes ellas mismas está bien. Si
quiero ir puedo, porque no he tomado parte en hacer los planes.”
El
Maha se sentó y pensó, “Oh, realmente he hecho el ridículo.”
El
Vinaya declara que el hacer un plan con mujeres y luego viajar con
ellas, aunque no sea como pareja, es una falta pacittiya.
Toma otro caso. Las personas seglares trajeron dinero para ofrecer al
Venerable Ajahn Pow en una bandeja. Él extendió su paño de ofrendas,
[11] sujetándolo por un extremo. Pero cuando acercaron la bandeja para
ponerla sobre el paño él quitó la mano del paño. Entonces simplemente dejó
el dinero donde había caído. Él sabía que estaba ahí, pero no puso interés
en él, sólo se levantó y se fue, porque en el Vinaya se dice que si
uno no accede al dinero no es necesario prohibir a los seglares el
ofrecerlo. Si él tuviese deseo de dinero, tendría que decir, “Mi señor,
esto no es aceptable para un monje”. Él tendría que decírselo a ellos. Si
tienes deseo de dinero, debes prohibirles ofrecer eso que es inaceptable.
Sin embargo, si realmente no tienes deseo de ello, no es necesario.
Sencillamente lo dejas ahí y te vas.
A
pesar de que el Ajahn y sus discípulos vivían juntos desde hacía muchos
años, todavía algunos de sus discípulos no entendían la práctica del Ajahn
Pow. Esta es una triste circunstancia. En cuanto a mí mismo, investigué y
contemplé muchos de los más sutiles puntos de la práctica del Venerable
Ajahn Pow.
El
Vinaya puede incluso hacer que algunas personas dejen los hábitos.
Cuando lo estudian todas las dudas aparecen. Va directamente al pasado...
“mi ordenación, ¿fue adecuada? [12] ¿Era puro mi preceptor? Ninguno
de los monjes que asistieron a mi ordenación sabía nada sobre el Vinaya,
¿estaban sentados a la distancia apropiada? ¿Eran correctos los
cantos?” Las dudas vienen una detrás de otra... “La sala en la que me
ordené ¿era adecuada? Era tan pequeña...” Dudan de todo y caen en el
infierno.
Así que hasta que sabes cómo mantener la mente firme es realmente difícil.
Tienes que ser muy calmado, no puedes simplemente entrar de golpe en las
cosas. Pero el ser tan calmado que no te molestes en investigar las cosas
también es equivocado. Yo estaba tan confundido que casi dejé los hábitos
porque veía muchos fallos en mi propia práctica y en la de algunos de mis
maestros. Estaba encendido y no podía dormir a causa de esas dudas.
Cuanto más dudaba, más meditaba, más practicaba. Dondequiera que surgía la
duda yo practicaba en ese mismo instante. La sabiduría brotó. Las cosas
empezaron a cambiar. Es difícil explicar el cambio que tuvo lugar. La
mente cambió hasta que ya no había más dudas. No sé cómo cambió, si
tuviera que contárselo a alguien probablemente no me entendería.
De
modo que reflexioné sobre la enseñanza Paccattam veditabbo viññuhi
–
los sabios deben conocer por sí mismos. Debe ser un conocimiento que surge
a través de la experiencia directa. El estudiar el Dhamma-vinaya es
sin duda correcto, pero si sólo es el estudio, todavía carece de algo. Si
realmente te pones con la práctica empiezas a dudar de todo. Antes de
empezar a practicar yo no estaba interesado en las faltas menores, pero
cuando empecé a practicar, incluso las faltas dukkata se volvieron
tan importantes como las faltas parajika. Antes, las faltas
dukkata no parecían nada, simplemente una nimiedad. Así es como las
veía. Por la tarde las podías confesar y habrías acabado con ellas. Luego
podías transgredirlas de nuevo. Este tipo de confesión es impura, porque
no paras, no decides cambiar. No hay restricción, simplemente lo haces una
y otra vez. No hay percepción de la verdad, no hay abandono.
En
realidad, en términos de la verdad última, no es necesario pasar por la
rutina de confesar las faltas. Si vemos que nuestra mente es pura y no hay
rastro de duda, entonces esas faltas decaen allí mismo. El que no seamos
puros todavía es porque aún dudamos, aún vacilamos. No somos realmente
puros así que no podemos soltar. No nos vemos a nosotros mismos, esta es
la cuestión. Este Vinaya nuestro es como una valla para evitarnos
el cometer errores, así que es algo con lo que tenemos que ser
escrupulosos.
Si
no ves el verdadero valor del Vinaya por ti mismo es difícil.
Muchos años antes de venir a Wat Ba Pong decidí renunciar al dinero.
Durante la mayor parte de un Retiro de las Lluvias pensé en ello. Al final
agarré mi cartera y fui a un cierto Maha que vivía conmigo en ese
momento, y coloqué la cartera delante de él.
“Tome, Maha, coja este dinero. De hoy en adelante, mientras yo sea
un monje, no recibiré ni guardaré dinero. Usted puede ser mi testigo.”
“Guárdelo usted, Venerable, puede necesitarlo para sus estudios”... El
Venerable Maha no era muy partidario de coger el dinero, le daba
vergüenza...
“¿Por qué quiere tirar todo este dinero?”
“No tiene que preocuparse por mí. He tomado una decisión. Lo decidí
anoche.”
Desde el día en que cogió ese dinero fue como si una brecha se hubiera
abierto entre nosotros. Ya no podíamos entendernos el uno al otro. Él
sigue siendo mi testigo hasta el día de hoy. Desde aquel día no he
utilizado dinero ni me he involucrado en comprar o vender. He sido sobrio
con el dinero en todo sentido. Constantemente me cuidaba de hacer el mal,
aunque no hubiese hecho nada malo. Interiormente mantenía la práctica de
la meditación. Ya no necesitaba riqueza, la veía como un veneno. Ya sea
que le des veneno a un ser humano, a un perro o a cualquier otra cosa,
invariablemente causa muerte o sufrimiento. Si vemos claramente de este
modo estaremos constantemente alerta de no tomar ese “veneno.” Cuando
vemos claramente el perjuicio en él, no es difícil abandonarlo.
Con respecto a los alimentos y las comidas traídas como ofrendas, si
dudaba de ellas no las aceptaba. Daba igual lo delicioso o refinado que
fuera el alimento, yo no lo comía. Toma un ejemplo sencillo, como el
pescado crudo en escabeche. Supón que vives en un bosque y que vas
pidiendo limosna y recibes sólo arroz y algo de pescado en escabeche
envuelto en hojas. Cuando vuelves a tu casa y abres el paquete descubres
que es pescado crudo en escabeche... ¡simplemente deshazte de él! [13]
Comer arroz solo es mejor que transgredir los preceptos. Tiene que ser así
antes de que puedas decir que comprendes realmente, entonces el Vinaya
se vuelve más sencillo.
Si
otros monjes quisieran darme lo indispensable, como un cuenco, una navaja
o lo que sea, no lo aceptaría, a no ser que les conociera como compañeros
practicantes con un nivel parecido de Vinaya. ¿Por qué no? ¿Cómo
puedes fiarte de alguien que es desenfrenado? Pueden hacer todo tipo de
cosas. Los monjes desenfrenados no ven el valor del Vinaya, así que
es posible que hayan obtenido esos objetos de manera deshonesta. Era así
de escrupuloso.
Como resultado, algunos de mis compañeros monjes me miraban con recelo...
“No se socializa, no se relaciona...” Yo era impasible: “Claro, nos
podemos relacionar cuando muramos. Cuando se trata de la muerte todos
estamos en el mismo barco”, pensaba yo. Yo vivía con entereza. Yo era uno
que hablaba poco. Si los demás criticaban mi práctica yo permanecía
inalterable. ¿Por qué? Porque aunque se lo explicase no me entenderían. No
sabían nada acerca de la práctica. Como en aquellas ocasiones en las que
me invitaban a un funeral y alguien decía, “¡No le escuchéis! Poned
simplemente el dinero en su bolsa y no digáis nada sobre ello... no le
dejéis que lo sepa.” [14] Yo solía decir, “Eh, ¿crees que estoy
muerto o algo así? Sólo porque alguien llame perfume al alcohol no le hace
volverse perfume, sabes. Pero vosotros, cuando queréis beber alcohol le
llamáis perfume, así que adelante, bebed. ¡Debéis estar locos!”
El
Vinaya, entonces, puede ser difícil. Tienes que estar satisfecho
con poco, y ser retraído. Debes ver, y ver bien. Una vez, cuando estaba
viajando a través de Saraburi, mi grupo se quedó en un templo de pueblo
por un tiempo. El Abad de allí tenía más o menos la misma antigüedad que
yo. Por la mañana, todos íbamos a pedir limosna juntos, luego volvíamos al
monasterio y dejábamos nuestros cuencos. Enseguida los seglares traían
fuentes de comida a la sala y las colocaban allí. Después los monjes iban
y las recogían, las abrían y las ponían en línea para ofrecerlas
oficialmente. Un monje ponía la mano en la bandeja en el otro lado. ¡Y eso
era todo! Con eso los monjes las llevaban y distribuían para comerlas.
Unos cinco monjes viajaban conmigo en aquel momento, pero ninguno de
nosotros tocaba esa comida. Al pedir limosna todos recibíamos arroz solo,
así que nos sentábamos con ellos y comíamos arroz solo, ninguno se atrevía
a comer la comida de esas fuentes.
Esto prosiguió durante bastantes días, hasta que empecé a percibir que el
Abad se molestaba con nuestro comportamiento. Uno de sus monjes
probablemente se le acercó y le dijo, “Esos monjes visitantes no se comen
ninguno de los alimentos. No sé qué se traen entre manos.”
Yo
me tuve que quedar allí algunos días más, así que fui al Abad a
explicárselo.
Le
dije, “Venerable Señor, ¿me permite un momento por favor? En este momento
me ocupo de un asunto que implica que debo pedirle su hospitalidad por
unos días, pero al hacer esto temo que haya una o dos cosas que usted y
sus compañeros monjes encuentren desconcertantes: concretamente,
referentes a nuestro no comer la comida que ha sido ofrecida por los
seglares. Me gustaría aclarar esto con usted, señor. Realmente no es nada,
es solo que yo he aprendido a practicar así... es decir, el recibir
ofrendas, señor. Cuando las personas seglares dejan la comida y los monjes
luego van y abren las fuentes, las colocan y después las ofrecen
oficialmente... esto es incorrecto. Es una falta dukkata.
Concretamente, el manipular o tocar comida que todavía no ha sido
oficialmente ofrecida a las manos de un monje, “estropea” esa comida.
Según el Vinaya, el monje que come esa comida comete una falta.
“Es sólo esta cuestión, señor. No es que esté criticando a nadie, o que
esté intentando forzarle a usted o a sus monjes a dejar de practicar
así... en absoluto. Sólo quería que supiese mis buenas intenciones, porque
necesitaré quedarme aquí otro par de días.
Él
levantó sus manos en anjali, [15] “¡Sadhu!
¡Excelente! Todavía no he visto un monje que cumpla las reglas menores en
Saraburi. No se encuentra ninguno estos días. Si todavía hay monjes así
deben vivir fuera de Saraburi. Déjeme elogiarle. No tengo objeción alguna,
eso está muy bien.”
A
la mañana siguiente cuando volví de pedir limosna ni uno solo de los
monjes se acercaba a aquellos platos. Los seglares mismos los colocaban y
los ofrecían, porque temían que los monjes no comieran. De aquel día en
adelante los monjes y los principiantes de allí parecían realmente
nerviosos, así que intenté explicarles las cosas, para calmar su mente.
Creo que nos tenían miedo, simplemente se fueron a sus cuartos y se
encerraron en silencio.
Durante dos o tres días intenté hacerles sentir cómodos porque estaban muy
avergonzados, yo realmente no tenía nada contra ellos. Yo no decía cosas
como “No hay suficiente comida,” o “traed ‘esta’ o ‘aquella’ comida.” ¿Por
qué no? Porque yo había ayunado antes, a veces durante siete u ocho días.
Aquí tomaba arroz solo, sabía que no iba a morir. De donde sacaba la
fuerza era de la práctica, de haber estudiado y practicado como
corresponde.
Tomé al Buda como mi ejemplo. Dondequiera que fuese, hicieran lo que
hicieran los demás, yo no me involucraba. Me dedicaba únicamente a la
práctica, porque cuidaba de mí mismo, cuidaba la práctica.
Los que no cumplen el Vinaya o no practican la meditación y los que
sí practican, no pueden vivir juntos, deben ir por caminos distintos. Yo
mismo no comprendía esto en el pasado. Como maestro yo enseñaba a los
otros pero no practicaba. Esto está realmente mal. Cuando lo examiné
profundamente, mi práctica y mi conocimiento estaban tan separados como la
tierra y el cielo.
En
consecuencia, aquellos que quieran ir y montar centros de meditación en el
bosque... que no lo hagan. Si todavía no sabes realmente, no te molestes
en intentarlo, sólo será un desastre. Algunos monjes piensan que yéndose a
vivir al bosque encontrarán la paz, pero todavía no comprenden lo básico
de la práctica. Cortan la hierba ellos mismos, [16] hacen todo por
sí mismos... Los que realmente conocen la práctica no están interesados en
lugares como este, no prosperarán. Hacerlo así no conducirá al progreso.
No importa cómo pueda ser el bosque de apacible, no puedes progresar si lo
haces mal.
Ven a los monjes del bosque viviendo en el bosque y van a vivir al bosque
como ellos, pero no es lo mismo. Los mantos no son los mismos, los hábitos
de comida no son los mismos, todo es distinto. A saber, ellos no se
entrenan, no practican. El lugar no está bien aprovechado, no funciona
realmente. Si funciona, funciona sólo como un lugar para presumir o
promocionarse, como un espectáculo de medicina. No va más allá de eso.
Aquellos que sólo han practicado un poco y van a enseñar a otros no están
maduros todavía, no comprenden verdaderamente. En poco tiempo renuncian y
se cae en pedazos. Sólo trae problemas.
Así que debemos estudiar un poco, mira el Navakovada, [17]
¿qué dice? Estúdialo, memorízalo, hasta que comprendas. De vez en cuando
pregunta a tu maestro con respecto a cuestiones más delicadas, él te las
explicará. Estudia de este modo hasta que realmente comprendas el
Vinaya.
Ajahn Chah
(Extraído de “Alimento para el Corazón”)
Traducido al español por Ameluna Mélie
Notas:
[1] “Vinaya” es un nombre genérico dado al código de disciplina de la
Orden Monástica Budista, las reglas monacales. “Vinaya” significa
literalmente “conducir hacia fuera”, porque el mantenimiento de estas
reglas “conduce hacia fuera” de las acciones desacertadas, y, por
extensión, de estados mentales desacertados; además se puede decir
“conducir hacia fuera” de la vida familiar, y, por extensión, del apego al
mundo.
[2] Esto se refiere a los primeros años de monje religioso del Venerable
Ajahn, antes de que empezase a practicar en serio.
[3]La segunda falta sanghadisesa, que trata de acariciar a una
mujer con intenciones lujuriosas.
[4] Refiriéndose a la falta pacittiya Nº.36, por comer fuera del tiempo
permitido –del amanecer hasta el mediodía.
[5] Dukkata –las faltas de “maleficencia”, la clase más mínima de
ofensas en el Vinaya, de las cuales hay un gran número; y
parajika – las faltas de la negación, de las cuales hay cuatro, y son
las más graves, e implican la expulsión de los Bhikkhu de la Sangha.
[6] El Venerable Ajahn Mun Bhuridatto, probablemente el más célebre y
altamente respetado Maestro de Meditación de la tradición del bosque en
Tailandia. Tuvo muchos discípulos que han sido maestros en derecho propio,
de los cuales el Ajahn Chah es uno. El Venerable Ajahn Mun murió en 1949.
[7] Pubbasikkha Vannana – “La Formación Elemental” – Un comentario
tailandés sobre el Dhamma-Vinaya basado en los comentarios en pali; el
Visuddhimagga – “El Camino a la Pureza” – El comentario exhaustivo de
Acariya Buddhagosa sobre el Dhamma-Vinaya.
[8] Hiri – sentido de la vergüenza; Ottapa – miedo a la
maleficencia. Hiri y Ottappa son estados mentales positivos
que sientan una base para la clara consciencia y la integridad moral. Su
surgimiento se basa en el respeto por uno mismo y por los demás. La
restricción es natural a causa de la clara percepción de causa y efecto.
[9] Apatti: el nombre de las faltas de diversa clase para un monje
budista.
[10] Maha: un título otorgado a los monjes que han estudiado pali y
completado hasta el cuarto año o más.
[11] Un “paño de ofrendas” es un paño utilizado por los monjes tailandeses
para recibir cosas de las mujeres, de las cuales no reciben cosas
directamente. Que el Venerable Ajahn Pow quitase la mano del paño de
ofrendas indicó que él en realidad no iba a recibir el dinero.
[12] Hay normas muy precisas y detalladas que gobiernan el procedimiento
de la ordenación que, si no son respetadas, pueden hacer que la ordenación
sea nula.
[13] El Vinaya prohíbe a los bhikkhus comer carne o pescado crudos.
[14] Aunque es una falta para los monjes el aceptar dinero, hay muchos que
lo hacen. Algunos pueden aceptarlo aunque parezca que no, que es como
probablemente vieron los seglares la negativa de aceptar dinero del
Venerable Ajahn, pensando que en realidad lo aceptaría si no se lo
ofrecieran abiertamente, metiéndoselo en su bolsa.
[15] Anjali – La forma tradicional de saludar o mostrar respeto,
como con el Namaste indio o el wai tailandés. Sadhu –
“Está bien” – una forma de mostrar agradecimiento o conformidad.
[16] Otra transgresión de los preceptos, una falta pacittiya.
[17] Navakovada – Una sinopsis simplificada del Dhamma-Vinaya elemental.
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