Buda nació en el año
560 antes de Cristo, en el pueblo de Kapilavastu, en el norte de la India,
antes de su iluminación espiritual se llamaba Príncipe Gautama. Durante su
nacimiento; hombres sabios profetizaron que sería el monarca espiritual;
más grande del mundo.
Cuando era pequeño y
viviendo en un hermoso palacio construido especialmente para él por su
padre el Rey Suddhodhana, sus amigos lo llamaban el compasivo, al irradiar
ternura y buena voluntad a los animales que lo rodeaban. A los 30 años
estando casado con la hermosa Yashodara, tuvo un hijo llamado Rahula.
Pero de pronto, su
vida y significado opulento de existencia cambió en forma drástica.
Fue el momento en el cual estaba rodeado de mendigos, viendo la pobreza de
un país con hambre y miseria. En ese instante se efectuó su súbita y
misteriosa toma de conciencia, comenzando a preguntarse sobre las verdades
humanas y divinas, la justicia y la Fe.
Abandonó su vida
fastuosa. Paso 7 años en oración y meditación. Fue cuando se sentó a
meditar bajo de un árbol, el Bo en Gaya, donde encontró su propia
razón de ser; sobre los secretos de la vida y la muerte y se convirtió en
Buda (iluminado).
Predicó durante los
siguientes 40 años la verdad espiritual y el camino individual del
conocimiento a sí mismo, a través de la renunciación y el sufrimiento.
Murió en otra dimensión, a la edad de 80 años.
El fundador de la
tradición Budista, conocido con el nombre o título de “el Buda”, lo que
significa “el que ha despertado”, no les pidió a sus discípulos una fe
ciega, sino que expresamente los incitó a:
“Poner mis palabras a
prueba, como el orfebre pone a prueba el oro en el fuego. “
Una y otra vez, en los
textos budistas se nos pide poner a prueba lo que escuchamos, antes de
depositar nuestra confianza en ello. Debemos abordar este punto de vista
budista con los ojos abiertos, responsablemente, separando nuestros
pensamientos y sentimientos propios de la masa de suposiciones heredadas.
Debemos tener cuidado
de no aceptar un punto de vista ciegamente, o de una manera poco critica,
ni de rechazarlo a través de prejuicios. Debemos escuchar y observar ese
punto de vista de una manera cuidadosa y prudente, evaluándolo a la luz de
nuestra razón, intuición y experiencia.
Lo que se debemos
desarrollar para alcanzar la meditación Budista: entrar al mundo del
silencio, la contemplación, el auto-control y la meditación. Todos debemos
aprender a conocernos más a nosotros mismos, con nuestras faltas y
nuestras virtudes; y aceptarlas, sin temerlas, ni pensar que seremos
arrojados al infierno.
El peor de los
infiernos es la ignorancia y la falta de interés, el no desear avanzar en
conocimiento y evolución personal encontrando cada uno su verdadero ser
interior. Esa fuente luz que es el Padre Universal. Trabajemos contra la
abulia, la cobardía y transformémoslas en voluntad, fuerza y fe.
Mantengámonos positivos para abrir un nuevo portal de sabiduría con la
meditación. |