El verdadero Raja Yoga empieza en la concentración, y ésta se funde en la
meditación. La concentración es una fase de la meditación.
La meditación sigue a la concentración.
La concentración es, pues, lo primero y principal que el Sádhaka, o
aspirante, debe adquirir en el sendero espiritual.
La
concentración, o Dharana, consiste en centrar la mente en un único
pensamiento.
Durante la concentración, los diversos rayos de la mente son reunidos y
enfocados hacia el objeto de la concentración. Se desvanece así la
agitación de la mente. Una sola idea ocupa toda la mente. Todas las
energías mentales se unifican en esa idea única. Los sentidos se apaciguan
y dejan de funcionar. Donde hay una concentración profundo no existe
consciencia del cuerpo ni de cuanto le rodea a uno.
Todo el mundo posee una cierta habilidad para concentrarse. Pero para la
evolución personal debe desarrollarse la concentración hasta un grado muy
elevado.
Para el neófito, la práctica de la concentración resulta, al principio,
cansada y desalentadora. Tiene que ir abriendo nuevas capas de la mente y
del cerebro. Pero tras unos meses de práctica, desarrollará un gran
interés en la concentración y disfrutará de un nuevo tipo de felicidad: la
dicha de la concentración, o Ananda. Más tarde, llegará incluso a
inquietarse si deja de sentir ese nuevo tipo de felicidad incluso por un
solo día.
El punto vital de la concentración es atraer la mente hacia el mismo
objeto una y otra vez, limitando al principio sus movimientos a un pequeño
círculo. Ese es el objetivo principal. Así llegará el momento en que la
mente s mantenga en un solo punto. Ese será el fruto de tu Sádhana, o
práctica constante y firme. La felicidad que se siente entonces es
indescriptible. |