Enciende una vela y siéntate
frente a ella sobre un cojín con las piernas cruzadas o sobre un silla con
los pies planos en el suelo y la columna cómodamente extendida.
Inspira y espira.
Contempla la llama
de la vela y mientras tanto deja que la respiración se vuelva más lenta y
profunda. Concéntrate en la llama . No parpadees.
Cuando sientas que
estás preparado, cierra los ojos. Concéntrate en la imagen de la llama que
ves en el interior de los párpados.
Sigue respirando
profundamente, concentrándote en la imagen.
A medida que la
imagen empiece a cambiar y desvanecerse, imagina que tu esencia se funde
con la energía de la vela y que se ilumina un camino de serenidad.
Cuando la imagen de
la vela se desvanezca y desaparezca del todo, invita a tu espíritu a
entrar en ese espacio de serenidad. |