No fuerces el cuerpo. Respira a través
de cualquier parte tensa y cada vez que exhales, deja que las piernas se
abran un poco más. Al oponer resistencia con las manos cuando las piernas
vuelven al centro, fortaleces al mismo tiempo la parte interior de los
muslos y los músculos de los brazos.
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Siéntate con la
columna cómodamente extendida. Relaja los hombros y no los cuadres.
Al inhalar, une las plantas de los pies y entrelaza los dedos de las manos
alrededor de los dedos de los pies.
Al exhalar, ve bajando las rodillas hacia el suelo sin forzar el
estiramiento. Utiliza las exhalaciones para descender un poco más.
Respira profundamente mientras te estiras. Cada vez que exhales intenta
relajar un poco más los músculos de las ingles. No los empujes ni los
fuerces.
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Tiéndete boca arriba con las rodillas
dobladas y los pies planos en el suelo. Asegúrate de que el mentón no esté
más alto que la frente.
Une las plantas de los pies y deja que las rodillas se separen a los
lados.
Al inhalar ve acercando lentamente las
rodillas nuevamente. Mientras se dirigen al dentro, empuja con las manos
la parte interior de los muslos para oponer una cierta resistencia.
Antes de que las rodillas vuelvan a unirse, conviértelo en un agradable
trayecto de 45 segundos de duración
Mientras estás tendido boca arriba, extiende las piernas verticalmente y
coloca las manos en la parte interior de los muslos.
Al inhalar, separa las piernas tanto como puedas, sin forzarlas.
Al exhalar, vuelva a unirlas verticalmente presionando con las manos la
parte interior de los muslos para oponer resistencia. Sigue haciendo ese
movimiento de 5 a 7 veces |
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