Homenaje al Bendito,
al Arahant y al Totalmente Iluminado
Ànàpàna-sati, la
meditación en la respiración (inhalación y exhalación), es el primer tipo
de meditación expuesta por el Buddha en el Mahà Satipatthàna Sutta, el
Gran Discurso de los Fundamentos de la Atención. El Buddha puso especial
énfasis a esta meditación, ya que es la puerta de entrada a la iluminación
y al Nibbàna; y porque ha sido adoptada por todos los Buddhas del pasado
como la base principal de su logro de la Buddheidad. Cuando el Bendito se
sentó al pie del Árbol del Bodhi y resolvió no levantarse de ahí hasta que
alcanzara la iluminación, tomó el ànàpàna-sati como su objeto de
meditación. Sobre esta base, alcanzó las cuatro absorciones (jhànas),
recordó sus vidas previas, desentrañó la naturaleza del saçsàra,
experimentó los sucesivos conocimientos introspectivos y, en el atardecer,
mientras temblaban los 100,000 universos, alcanzó la sabiduría ilimitada
de un Buddha Totalmente Iluminado.
Ofrezcamos,
entonces, nuestra veneración al Bendito, ese alguien que llegó a ser un
Buddha incomparable trascendiendo al mundo a través de esta meditación
ànàpàna-sati. Comprendamos completamente este tipo de meditación, con
sabiduría tan resplandeciente como el sol y la luna. Y que a través de su
poder logremos la bendita paz del Nibbàna.
El texto básico
Examinemos primero
el significado del texto expuesto por el Buddha acerca del ànàpàna-sati.
El texto comienza:
"Aquí, monjes, un
monje que se ha ido al bosque, o al pie de un árbol, o a un lugar vacío,
se sienta con las piernas cruzadas, sosteniendo erecta su espalda,
haciendo emerger la atención plena frente a él."
Esto significa que
cualquier persona que pertenezca a uno de los cuatro tipos de individuos
mencionados en esta enseñanza - es decir, bhikkhu (monje), bhikkhùni
(monja), upàsaka (laico), o upàsikà (laica) - deseoso de practicar esta
meditación, debe ir ya sea a un bosque, al pie de un árbol apartado, o a
una morada solitaria. Ahí deberá sentarse con las piernas cruzadas,
manteniendo su cuerpo en posición erecta, fija su atención plena en la
punta de su nariz, el lugar de su objeto de meditación.
Si hace una
inhalación prolongada, deberá comprender tal acto con plena atención. Si
hace una exhalación prolongada, deberá comprender tal acto con plena
atención. Si toma una inhalación corta, deberá comprenderlo con plena
atención, si hace una exhalación corta, deberá comprenderlo con plena
atención.
"Inhala
experimentando el cuerpo en su totalidad, exhala experimentando el cuerpo
en su totalidad"
Esto es, con
atención bien situada, ve el principio, el medio y el final de las dos
fases, la inhalación y la exhalación. Conforme practica la observación de
la inhalación y exhalación con atención, se calmarán y tranquilizarán las
dos funciones de inhalación y exhalación.
El Buddha ilustra
esto con un símil. Cuando un hábil tornero o su aprendiz trabajan un
objeto en su taller, atienden a su labor con atención fija: al hacer un
giro largo o uno corto, saben que están haciendo un giro largo o uno
corto. De la misma manera, si el practicante de meditación inhala
largamente lo comprende como tal; y si exhala largamente, lo comprende
como tal; si hace una inhalación corta, lo comprende como tal y si su
exhalación es corta, lo comprende como tal. Ejercita su atención de tal
forma que ve el principio, el medio y el final de estas dos funciones de
inhalación y exhalación. Comprende con sabiduría la tranquilización de
estos dos aspectos, de la inhalación y la exhalación.
De esta forma, él
comprende las dos funciones de la inhalación y la exhalación en él mismo,
y las dos funciones de la inhalación y exhalación en otras personas.
También comprende las dos funciones de la inhalación y exhalación en él
mismo y en los otros en rápida alternación. Comprende también la causa del
surgimiento de la inhalación y la exhalación y la causa de la cesación de
la inhalación y la exhalación, y el momento a momento del surgimiento y la
cesación de la inhalación y la exhalación.
Se da cuenta
entonces de que su cuerpo, el cual ejercita las dos funciones de
inhalación y exhalación, es únicamente un cuerpo, no un ego o "Yo". Esta
atención plena y sabiduría son útiles para desarrollar una mejor y más
profunda atención y sabiduría, capacitándolo para descartar las
concepciones erróneas de las cosas en términos de "Yo" y "mío". Entonces,
llega a estar capacitado para la vida con sabiduría respecto a este cuerpo
y no se aferra a nada en el mundo con avidez, engreimiento o visión
errónea. Viviendo sin apego, el meditador recorre el camino hacia Nibbàna
a través de la contemplación de la naturaleza del cuerpo.
Esta es una
paráfrasis amplificada del pasaje del Mahà Satipatthàna Sutta sobre el
ànàpàna-sati. Esta meditación ha sido explicada en dieciséis formas
distintas en varios suttas. De estas dieciséis, el primer grupo de cuatro
ha sido explicado aquí. Pero estas cuatro son los fundamentos de las
dieciséis formas en las que puede practicarse el ànàpàna-sati.
Los preliminares de
la práctica
Ahora debemos
investigar las etapas preliminares de la práctica de esta meditación. En
primer lugar, el Buddha indicó una morada apartada para practicar el
ànàpàna-sati. En el sutta ha mencionado tres lugares; el bosque, el pie de
un árbol, o un lugar vacío. Este puede ser una tranquila cabaña, o un
lugar de habitación libre de la presencia de otras personas. Hasta podemos
considerar a una sala de meditación como un lugar vacío. Aunque puede
haber una gran cantidad de personas en dicho lugar, si cada uno permanece
quieto y callado puede considerársele un lugar vacío.
El Buddha recomendó
un lugar así por la razón de que, para practicar el ànàpàna-sati, el
silencio es un factor esencial. Un meditador principiante encontrará más
fácil desarrollar su concentración mental en la respiración sólo si hay
silencio. Aún si uno no pudiera encontrar el silencio completo, se debería
elegir un lugar tranquilo en donde se pueda disfrutar de privacidad.
Luego, el Buddha
explicó la posición de sentado. Hay cuatro posturas que pueden adoptarse
para la meditación: de pie, sentado, acostado y caminando. De estas la
postura más adecuada para la práctica del ànàpàna-sati al principio, es la
postura sentada.
La persona que desee
practicar el ànàpàna-sati debe sentarse con las piernas cruzadas. Para los
bhikkhus y hombres laicos, el Buddha ha recomendado la posición de piernas
cruzadas. Ésta no es una postura fácil para todos, pero puede dominarse
gradualmente. La posición media de piernas cruzadas se ha recomendado para
bhikkhùnis y mujeres laicas. Esta es la postura de sentado con una pierna
doblada. Será muy benéfica si la postura de piernas cruzadas recomendada
para bhikkhus y hombres laicos pudiera adoptarse en la posición de "loto"
con los pies volteados hacia arriba y descansándolos en los muslos
opuestos. Si esto es inconveniente, uno puede sentarse con ambos pies
recogidos debajo del cuerpo.
En la práctica del
ànàpàna-sati, es imperativo sostener el cuerpo derecho. El torso debe
mantenerse erecto, pero no tirante ni rígido. Uno puede cultivar esta
meditación adecuadamente sólo si todos los huesos de la espina están
alineados en una posición erecta. Por lo tanto, este consejo del Buddha de
mantener erecta la parte superior del cuerpo debe ser comprendido y
seguido claramente.
Las manos deben
colocarse suavemente en el regazo, el dorso de la mano derecha sobre la
palma de la mano izquierda. Los ojos pueden estar cerrados suavemente o
semicerrados, lo que resulte más cómodo. La cabeza debe sostenerse
derecha, inclinada ligeramente en ángulo hacia abajo, la nariz
perpendicular al ombligo.
El siguiente factor
es el lugar para fijar la atención. Para cultivar el ànàpàna-sati uno debe
estar claramente atento al lugar en el que el aire entra y sale tocando
las fosas nasales. Esto se sentirá como un punto debajo de las fosas
nasales o sobre el labio superior, en donde se presente el contacto del
aire al entrar y salir de las fosas nasales, en el que pueda sentirse con
mayor precisión. En ese punto, deberá fijarse la atención, como un
centinela que observa una puerta.
Luego, el Buddha
explica la manera en la que deberá cultivarse el ànàpàna-sati. Uno inhala
atentamente, exhala atentamente. Desde el nacimiento hasta la muerte, esta
función de inhalación y exhalación continúa sin detenerse, sin una pausa,
pero porque no reflexionamos conscientemente en ello, ni siquiera nos
damos cuenta de la presencia de esta respiración. Si lo hacemos, podemos
obtener mucho beneficio por medio de la calma y la introspección. Por lo
tanto, el Buddha nos ha aconsejado que estemos atentos a la función de la
respiración.
El practicante de
meditación que observa conscientemente la respiración de esta manera, no
debe tratar nunca de controlar su respiración o retener su respiración con
esfuerzo. Ya que si controla o retiene su respiración con esfuerzo
consciente, se fatigará y su concentración mental se verá afectada e
interrumpida. La clave de la práctica es fijar la atención de forma
natural en el punto en donde se siente que entran y salen las inhalaciones
y exhalaciones. Entonces, el meditador tiene que mantener su atención en
la sensación de contacto del aire en las fosas nasales, manteniendo la
atención tan continua y consistente como sea posible.
Los ocho pasos
Para ayudar a que
los practicantes desarrollen esta meditación, los comentadores y maestros
de meditación han indicado ocho pasos progresivos en la práctica. Estos
ocho pasos serán enumerados primero, y luego, explicados en relación con
el proceso meditativo real.
Los nombres de los
ocho pasos son: conteo (gananà); seguimiento (anubandhana); contacto
(phusana); fijación (thapana); observación (sallakkhana); alejamiento
(vivattana), purificación (parisuddhi); y retrospección (patipassanà). Los
ocho cubren el curso completo del desarrollo meditativo hasta alcanzar el
estado de Arahat.
(I) Conteo (gananà)
El conteo se indica
para aquellas personas que nunca antes han practicado ànàpàna-sati. No es
necesario para quienes han practicado meditación durante un período
considerable de tiempo. Sin embargo, como es necesario tener un
conocimiento de esto, el conteo debe entenderse de la siguiente manera.
Cuando un meditador
se sienta a meditar, fija su atención en la punta de su nariz y atiende
conscientemente a la secuencia de inhalación y exhalación. Nota mientras
el aire entra, y nota cuando sale, tocando nuevamente la punta de su nariz
o el labio superior. En este momento empieza a contar estos movimientos.
Hay cuatro métodos
de conteo. El más fácil se explica así: La primera inhalación-exhalación
que se siente se cuenta "uno, uno"; la segunda "dos, dos"; la tercera
"tres, tres"; la cuarta "cuatro, cuatro", la quinta "cinco, cinco", y así
hasta la décima inhalación que se cuenta "diez, diez". Luego vuelve a
"uno, uno" y continúa hasta "diez, diez". Esto se repite una y otra vez
del uno al diez.
En si, el sólo hecho
de contar no es la meditación, pero el conteo ha llegado a ser un auxiliar
esencial para la meditación. Una persona que no ha practicado meditación
antes, al encontrar difícil de entender la naturaleza de su mente, podría
pensar que está meditando mientras que su mente corre a troche y moche. El
conteo es un método fácil para controlar la mente errante.
Si una persona fija
bien su atención en su meditación, puede mantener correctamente el conteo.
Si su mente vuela en todas direcciones, y pierde el conteo, esa persona se
confunde y así puede darse cuenta de que su mente ha divagado. Si la mente
pierde contacto con el conteo, el meditador debe comenzar nuevamente a
contar. De esta manera deberá iniciar nuevamente el conteo desde el
principio, aun si se equivoca mil veces.
Conforme se
desarrolla la práctica, puede haber un tiempo en el que la inhalación y la
exhalación son más frecuentes y no es posible repetir el mismo número
muchas veces. Entonces, el meditador tiene que contar rápidamente "uno",
"dos", "tres", etc. Cuando cuenta de esta manera puede comprender la
diferencia entre la inhalación y exhalación prolongada y la inhalación y
exhalación breves.
(II) Seguimiento
(anubandhana)
"Seguimiento"
significa seguir la respiración con la mente. Cuando la mente ha sido
sometida por el conteo y está fija en la inhalación y exhalación, el
conteo se detiene y se reemplaza por el seguimiento mental del curso de la
respiración. Esto está explicado por el Buddha de la siguiente forma:
"Cuando el meditador
inhala prolongadamente comprende que está inhalando prolongadamente; y
cuando está exhalando prolongadamente, comprende que está exhalando
prolongadamente."
Aquí, uno no toma
deliberadamente una inhalación prolongada o una exhalación prolongada. Uno
simplemente comprende lo que está ocurriendo en realidad.
En el siguiente
pasaje, el Buddha ha declarado que un meditador se entrena a sí mismo
pensando:
"Inhalaré
experimentando la totalidad del cuerpo, y exhalaré experimentando la
totalidad del cuerpo."
Aquí, "la totalidad
del cuerpo" significa el ciclo completo de inhalación y exhalación. El
meditador debe fijar su atención de tal forma que pueda ver el principio,
el medio y el final de cada ciclo de inhalación y exhalación. Es esta la
práctica llamada "experimentando la totalidad del cuerpo."
El principio, el
medio y el final de la respiración deben entenderse correctamente. Es
incorrecto considerar la punta de la nariz como el principio de la
respiración, el pecho como el centro, y el obligo como el final. Si uno
intenta rastrear la respiración desde la nariz a través del pecho hasta el
vientre, o seguirla en su salida desde el vientre a través del pecho hasta
la nariz, la concentración de uno será interrumpida y la mente se volverá
agitada. El principio de la inhalación, entendida adecuadamente, es el
inicio de la inhalación, el medio es la continuación de la inhalación y el
fin es cuando se ha completado la inhalación. De igual forma, respecto a
la exhalación, el inicio es el principio de la exhalación el medio es la
continuación de la exhalación y el fin es cuando se ha completado la
exhalación. "Experimentar la totalidad del cuerpo" significa estar alerta
al ciclo completo de cada inhalación y exhalación, manteniendo la mente
fija en el punto alrededor de las fosas nasales o en el labio superior, en
donde se siente la entrada y la salida del aire.
Este trabajo de
contemplación de la respiración en el área que circunda las fosas nasales,
sin seguir su entrada y salida del cuerpo, se ilustra en los comentarios
con los ejemplos del portero y la sierra.
Así como el portero
examina a cada persona que entra y sale de la ciudad sólo mientras pasa a
través de la puerta, sin seguirlo hacia adentro o hacia afuera de la
ciudad, así el meditador debe estar atento a cada respiración sólo
mientras pasa a través de las fosas nasales, sin seguirlo al interior o al
exterior del cuerpo.
Así como un hombre
aserrando un tronco mantendrá su atención fija en el punto en donde los
dientes de la sierra cortan a través de la madera, sin seguir el
movimiento de los dientes hacia adelante y atrás, así el meditador debe
contemplar la respiración como va y viene alrededor de las fosas nasales,
sin dejar que su atención se distraiga por el paso interior y exterior de
la respiración a través del cuerpo.
Cuando una persona
medita seriamente de esta forma, viendo el proceso entero, un gozoso
estremecimiento penetra su mente. Y ya que la mente no vaga, todo el
cuerpo se calma, sintiéndose fresco y confortable.
(III) Contacto
(phusana) y (IV) Fijación (thapana)
Estos dos aspectos
de la práctica indican el desarrollo de una concentración más fuerte.
Cuando se mantiene la atención plena en la respiración, la respiración en
sí llega a ser más y más sutil y tranquila. Como resultado, el cuerpo se
calma y cesa la sensación de fatiga. El dolor corporal y el adormecimiento
desaparecen, y el cuerpo comienza a sentir un confort estimulante, como su
hubiera sido rociado con una brisa fresca y suave.
En ese momento,
debido a la tranquilidad de la mente, la respiración se vuelve cada vez
más fina hasta que parece que ha cesado. A veces esta condición se
prolonga durante muchos minutos. Esto es cuando la respiración deja de ser
"sentida". En este momento es cuando algunas personas se sienten alarmadas
pensando que su respiración ha cesado, pero no es así. La respiración
existe, pero en una forma muy delicada y sutil. No importa cuán sutil
llegue a ser la respiración, uno debe mantenerse atento todavía al
contacto (phusana) del aire en el área de las fosas nasales sin perder
noción de ello. La mente se libera entonces de los cinco obstáculos -deseo
sensual, enojo, somnolencia, agitación y duda. Como resultado uno se
siente calmado y gozoso.
Ésta es la etapa en
que los "signos" o imágenes mentales aparecen anunciando el triunfo de la
concentración. Primero viene el signo del aprendizaje (uggaha-nimitta),
luego el signo de la contraparte (patibhàga-nimitta). Para algunos, el
signo aparece como una mota de algodón, como una luz eléctrica, una cadena
de plata, como neblina o como una rueda. Al Buddha se le apareció como la
clara y brillante luz del sol de medio día.
El signo del
aprendizaje es inestable, se mueve aquí y allá, arriba y abajo. Pero el
signo de la contraparte que aparece en el punto donde terminan las fosas
nasales es fijo, quieto, sin movimiento. En este momento no hay
obstáculos, la mente es de lo más activa y extremadamente tranquila. Esta
etapa es explicada por el Buddha cuando manifiesta que uno inhala
tranquilizando la actividad del cuerpo, uno exhala tranquilizando la
actividad del cuerpo.
El surgimiento del
signo de la contraparte y la supresión de los cinco obstáculos marca el
logro del acceso a la concentración (upacàra-samàdhi). Posteriormente,
conforme se desarrolla la concentración, el meditador logra la completa
absorción (appanà-samàdhi), comenzando con la primera jhàna. Con la
práctica del ànàpàna-sati pueden lograrse cuatro etapas de absorción es
decir, la primera, segunda, tercera y cuarta jhànas. A estas etapas de
concentración profunda se les llama "fijación" (thapana).
(V) Observación
(sallakkhana)-(VIII) Recapitulación (patipassanà)
Una persona que ha
alcanzado una jhàna no deberá detenerse ahí, sino continuar hasta
desarrollar la meditación de introspección (vipassanà). A las etapas de
introspección se les llama "observación" (sallakhana). Cuando la
introspección logra su clímax, el meditador alcanza los senderos
supramundanos, comenzando con la etapa de la entrada en la corriente.
Debido a que estos senderos alejan los grilletes que lo unen a uno al
ciclo de nacimiento y muerte, se les llama "alejamiento" (vivattana).
Los senderos son
seguidos por su respectivo estado de fruición; esta etapa es llamada de la
"purificación" (parisuddhi) ya que uno ha sido limpiado de sus impurezas.
De ahí en adelante uno logra la etapa final, el conocimiento de
recapitulación, llamado retrospección (patipassanà) ya que uno ve hacia
atrás el propio camino de progresos y logros, en su totalidad. Ésta es una
revisión breve de las etapas principales a lo largo del camino al Nibbàna,
basado en la meditación de ànàpàna-sati. Ahora examinemos el curso de la
práctica en términos de las siete etapas de purificación.
Las siete etapas de
purificación
La persona que ha
asumido la práctica comienza estableciéndose a sí misma en un código moral
adecuado. Si es un laico, primero establece los cinco preceptos o los diez
preceptos. Si es un bhikkhu, comienza su meditación mientras mantiene
escrupulosamente el código moral prescrito para él. La observancia
ininterrumpida de su código moral respectivo constituye la purificación de
la moralidad (sìla-visuddhi).
Después, él se
aplica a su tópico de meditación, y como resultado, los obstáculos llegan
a ser subyugados y la mente se fija en la concentración. Esta es la
purificación de la mente (citta-visuddhi) - la mente en la que los
obstáculos ya han sido superados completamente - e incluye tanto el acceso
a la concentración como las cuatro jhànas.
Cuando el meditador
está bien establecido en la concentración, el siguiente paso es volver su
atención a la meditación de introspección. Para desarrollar la
introspección en base del ànàpàna-sati, el meditador considerará primero
que este proceso de inhalar y exhalar es únicamente forma, una serie de
eventos corporales -no un "yo" o ego. Los factores mentales que contemplan
la respiración son, en cambio, sólo mente, una serie de eventos mentales
-no un "yo" o ego. Esta discriminación de mente y materia (nàma-rùpa) es
llamada la purificación de la visión (ditthi-visuddhi).
Aquel que ha llegado
a esta etapa comprende el proceso de inhalación y exhalación por medio de
las condiciones de surgimiento y cesación de los fenómenos corporales y
mentales involucrados en el proceso de la respiración. Este conocimiento,
que llega a extenderse a todos los fenómenos corporales y mentales en
términos de su surgimiento dependiente, se llama la comprensión de las
condiciones. Conforme madura el entendimiento, se desvanecen todas las
dudas concebidas por él, en relación al pasado, futuro y presente. Por lo
tanto, esta etapa es llamada "purificación mediante la trascendencia de
las dudas."
Después de haber
entendido las relaciones causales de mente y materia, el meditador procede
a la meditación de introspección, y en su momento surge la sabiduría
"viendo el surgir y cesar de las cosas". Cuando el meditador inhala y
exhala, ve los estados corporales y mentales surgiendo y cesando de
existir momento a momento. Conforme se vuelve más clara esta sabiduría, la
mente se ilumina y surgen la felicidad y la tranquilidad, junto con la fe,
el esfuerzo, la atención plena, la sabiduría y la ecuanimidad.
Cuando aparecen
estos factores, él reflexiona en ellos, observando sus tres
características de impermanencia, sufrimiento y ausencia de ego. A la
sabiduría que distingue entre los resultados regocijantes de la práctica y
la tarea de la contemplación sin apego, se le llama "purificación por el
conocimiento y la visión del verdadero sendero y del falso sendero" Su
mente, purificada así, ve muy claramente el surgimiento y cesación de la
mente y la materia.
Luego ve, con cada
inhalación y exhalación, el rompimiento de los fenómenos concomitantes
mentales y corporales, los cuales aparecen exactamente como la explosión
de las burbujas en una olla con arroz hirviente, o como el rompimiento de
las burbujas cuando llueve en un charco de agua, o como el crujir de las
semillas de mostaza o ajonjolí cuando se las pone en una sartén al rojo
vivo. Esta sabiduría que ve el rompimiento constante e instantáneo de los
fenómenos mentales y corporales es llamada "el conocimiento de
disolución". A través de esta sabiduría se adquiere la habilidad de ver
cómo todos los factores de la mente y el cuerpo en todas partes del mundo
surgen y desaparecen.
Luego surge en él la
sabiduría que ve todos estos fenómenos como un espectáculo temible. Ve que
en ninguna de las esferas de existencia, ni siquiera en los planos
celestiales, hay un placer o felicidad genuinos, y comprende el infortunio
y el peligro.
Entonces concibe una
repugnancia hacia toda la existencia condicionada.
Emerge en él un
urgente deseo de liberarse del mundo y un intenso deseo de liberación.
Luego, al considerar los medios para liberarse a sí mismo, surge ahí en él
un estado de sabiduría que inmediatamente capta la impermanencia, el
sufrimiento y la ausencia de ego, y conduce a niveles sutiles y profundos
de introspección.
Ahora aparece en él
la compresión de que los agregados de la mente y el cuerpo que aparecen en
todos los sistemas del mundo están afligidos por el sufrimiento, y se da
cuenta de que el estado de Nibbàna, que trasciende el mundo, es
enormemente pacífico y confortante. Cuando comprende esta situación, su
mente alcanza el conocimiento de la ecuanimidad acerca de las formaciones.
Éste es el clímax de la meditación de introspección, llamada "purificación
por el conocimiento y visión de progreso."
Conforme se vuelve
inmutable, aumenta su destreza en la meditación, y cuando sus facultades
están totalmente maduras entra al proceso cognitivo del sendero de la
entrada en la corriente (sotàpatti). Con el sendero de la entrada en la
corriente, él realiza Nibbàna y comprende directamente las Cuatro Nobles
Verdades. El sendero es seguido por dos o tres momentos del fruto de la
entrada en la corriente, por los cuales él disfruta de los frutos de su
logro. De ahí en adelante surge ahí el conocimiento de recapitulación, por
medio del cual él reflexiona en su progreso y su logro.
Si uno continúa la
meditación con aspiración seria, desarrollará de un modo nuevo las etapas
del conocimiento de introspección y realiza los tres más elevados senderos
y sus frutos: del que retorna una vez más, del que no retorna y del
Arahat. Estos logros, junto con la entrada en la corriente, forman la
séptima etapa de purificación, purificación por el conocimiento y visión.
Con cada uno de estos logros se da cuenta plenamente del significado de
las Cuatro Nobles Verdades, que hasta entonces había sido inalcanzado a lo
largo de la propia permanencia prolongada en el ciclo de renacimientos.
Como resultado, todas las impurezas contenidas en la mente son arrancadas
y destruidas, y la mente de uno se vuelve completamente pura y limpia.
Entonces, uno realiza el estado de Nibbàna, en el que uno es liberado de
todo el sufrimiento de nacer, envejecer y morir, del pesar, de la
lamentación, del dolor, de la aflicción y desesperación.
Conclusión
Nacimientos como los
nuestros son raros en el samsàra. Hemos sido afortunados de encontrar el
mensaje del Buddha, de disfrutar la asociación con buenos amigos, de tener
la oportunidad de escuchar el Dharma. Como hemos estado dotados con todas
estas bendiciones, si nuestras aspiraciones maduran, podemos alcanzar, en
esta vida, el objetivo final del Nibbàna a través de sus etapas graduales
de la entrada en la corriente, del que retorna una vez, del que no retorna
y del estado de Arahat. Por lo tanto, hagamos que nuestra vida fructifique
desarrollando regularmente la meditación del ànàpàna-sati. Habiendo
recibido las instrucciones adecuadas de cómo practicar este método de
meditación, uno deberá purificar la propia virtud moral, observando los
preceptos y ofreciendo la propia vida a la Triple Joya.
Uno deberá elegir un
tiempo conveniente para la meditación y practicar con la mayor
regularidad, reservando el mismo período de tiempo cada día para la propia
práctica. Uno podría comenzar reflexionando brevemente sobre las
abundantes virtudes del Buddha, extendiendo la benevolencia hacia todos lo
seres, reflexionando en el aspecto repulsivo del cuerpo y considerando la
inevitabilidad de la muerte. Luego, haciendo emerger la confianza de que
uno está caminando por el sendero hacia el Nibbàna, transitado por todos
los iluminados del pasado, deberá progresar en el camino de la meditación
y esforzarse con diligente empeño.
Originalmente
expresada como un sermón bajo el Árbol Bodhi en Kalutara.
Traducido del cingalés al inglés por el Profesor U.D. Jayasekera.
Traducido del inglés al español por Gloria Ávila Fecha: 1997 |