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Antes de empezar

 

 

Casi siempre, la respiración se efectúa por la nariz, tanto para inspirar como para espirar. Sólo en algunas técnicas, como sitali y sitakari, la respiración se efectúa por la boca.

Antes de iniciar la práctica diaria comprobar que no es preciso vaciar la vejiga o el intestino. Si es preciso hay que efectuar una limpieza nasal previa (neti) para aliviar la congestión nasal leve.

La práctica tiene que ser regular y constante. Hay que practicar cinco o seis días a la semana, siempre a la misma hora. La progresión debe ser muy gradual.

Cuerpo y mente deben estar relajados antes, durante y después de la práctica. Para ello es conveniente practicar unos minutos de relajación al principio y al final, y concentrarse en el flujo de la respiración durante la práctica.

Durante el prânâyâma es fundamental mantener una actitud mental pasiva que permita desarrollar la práctica desde lo más profundo de nosotros mismos, como si dijéramos, de forma intuitiva.

Precauciones

No practicar prânâyâma con indicios de enfermedad física o problemas mentales.

Interrumpir la práctica si aparecen sensaciones desagradables en cualquier parte del cuerpo, especialmente en la cabeza; en estos casos, practicar la relajación y retomar la práctica al día siguiente si han desaparecido los efectos negativos.

En momentos de depresión, negatividad o cansancio físico excesivo, no practicar en absoluto.

No practicar si se padece de hipertensión.

Si se padece de asma, practicar solo técnicas específicas bajo supervisión médica y con la guía de un instructor competente.

Hay que suspender el ejercicio al menor signo de fatiga que nos impida completar una espiración con comodidad. Igualmente hay que suspender si, tras una espiración no se puede mantener la suspensión con los pulmones vacíos o el cuerpo precisa de una inspiración acelerada.

Dieta

La alimentación debe ser sana, equilibrada, agradable, armoniosa, simple y adaptada al individuo, a la sociedad y al entorno que le rodea.

Lo principal es una dieta moderada que deje libre una cuarta parte del estómago y que consista preferentemente de alimentos nutritivos y dulces, ni demasiado fríos, ni demasiado calientes.

Se desaconsejan una serie de alimentos que pueden considerarse como tamásicos (pesados, no frescos) y rajásicos (excitantes, cargados de toxinas), entre los que cabría incluir la carne y el pescado, pero también numerosos alimentos vegetales, como el ajo y la cebolla.

Se recomiendan alimentos sátvicos (puros), como cereales, legumbres, leche y mantequilla, así como verduras y frutas locales.

La dieta mas recomendable podría ser una mezcla entre vegetariana, macrobiótica y mediterránea, consumiendo productos locales y de temporada, lo mas frescos posibles y con la menor cantidad posible de toxinas.

Cuando y donde practicar

Generalmente, el prânâyâma se practica después de las âsanas. Si la práctica de âsanas es fuerte, el prânâyâma se puede efectuar antes de ellas. Pero si las âsanas no son fatigantes o si se puede hacer una buena relajación tras ellas, es mejor practicar prânâyâma después de las posturas. Si no se practican antes âsanas pero el cuerpo está muy cansado, debe efectuarse primero una completa relajación.

Aunque las técnicas iniciales pueden aprenderse en clases colectivas, la enseñanza avanzada y la práctica deben ser solitarias. Cuando la práctica alcanza un nivel determinado, la asistencia personal de un maestro es fundamental.

Tradicionalmente en una práctica avanzada, se debe practicar cuatro veces al día, durante media o una hora cada vez, dependiendo del programa del practicante. Sin embargo, salvo los "profesionales" del prânâyâma, la práctica se reduce a una o como mucho dos veces diarias, entre 10 y 30 minutos de práctica por sesión.

Las mejores horas para la práctica son el amanecer y el anochecer, pero si no es posible hacerlo a estas horas cualquier momento puede servir teniendo en cuenta que lo más importante es la regularidad y la constancia en la práctica.

Siempre hay que practicar en el mismo sitio y en las mismas condiciones ambientales, en un lugar bien ventilado y tranquilo, donde no puedan interrumpirnos.

No es conveniente quemar incienso porque el humo puede irritar las vías respiratorias.

Preferiblemente, salvo los sonidos de la naturaleza, el silencio debe ser absoluto para facilitar la concentración en cada detalle del proceso; pero si el lugar es ruidoso puede practicarse con música relajante, de “nueva era” o “meditación”.

En caso de congestión nasal

Si se tiene congestionada parcialmente una fosa nasal (o las dos), se pueden practicar respiraciones alternas ayudándose con los dedos que no taponan la fosa nasal para abrir ésta lo suficiente como para permitir que el aire entre y salga sin dificultad.

Si la congestión no es muy fuerte, se debe iniciar la práctica del prânâyâma con un kapalabhati suave, sin forzar la exhalación al punto que se taponen los oídos.

Si la congestión es mas severa, pero se puede utilizar la nariz para respirar con suavidad, se puede intenta la práctica de ujjayi inspirando y espirando por ambas fosas nasales.

Las fosas nasales suelen descongestionarse un poco tras permanecer unos minutos en total quietud en una postura de meditación; por tanto, no hay que iniciar la práctica inmediatamente después de incorporarse de la postura de relajación.

En todos estos casos, hay que practicar neti antes del prânâyâma.

Posición para la práctica

La mejor posición para prânâyâma es el loto (padmasana). Es la posición más estable, al disponer de un gran apoyo en el suelo. En ella, el cruce de las piernas frena la circulación, lo cual favorece que la sangre afluya con más intensidad a los pulmones.

Alternativamente, el medio loto (ardha padmasana) la sustituye perfectamente... siempre que pueda mantenerse con relativa comodidad. Si lo anterior no es posible, cualquier postura de piernas cruzadas que pueda mantenerse bastante tiempo con comodidad, con la espalda recta y completamente inmóvil.

También, en su defecto, la postura del “rayo” o “diamante” (vajrasana) puede ser una opción válida, pues permite mantener la espalda erguida con comodidad en prácticas de poco tiempo. Sin embargo, esta postura no se recomienda generalmente para el prânâyâma, entre otras cosas porque no se puede mantener tanto tiempo como el loto, ya que las piernas se duermen antes, y porque no ofrece una superficie de apoyo tan estable y firme como padmasana.

La última opción es sentado en una silla con la espalda recta, los pies separados y paralelos, y las plantas apoyadas completamente en el suelo.

En cualquier caso, la postura debe mantenerse correctamente, con la espalda erguida en todo momento. Mantener la espalda recta es esencial; para lograrlo hay que sentarse sobre los isquiones. Durante los primeros minutos puede ser fácil pero luego se va perdiendo tono muscular en la espalda y ésta cede poco a poco, doblándose imperceptiblemente a los pocos minutos de iniciar la práctica.

Si se efectúa el loto o el medio loto, las rodillas deben tocar el suelo formando con el cóccix una base triangular muy estable que permite relajar la espalda y mantenerla recta y estirada largo tiempo sin tensión.

Por eso es muy recomendable sentarse con las piernas cruzadas sobre un cojín, una manta doblada o un zafu de meditación (el que se utiliza en el zen es lo mejor), con objeto de levantar la pelvis y acercar las rodillas al suelo

 

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