Por el término sánscrito
prânâyâma, se conoce un extenso conjunto de técnicas para controlar el
prâna, concepto que significa a la vez energía y vida. Prâna es un término
sánscrito para denominar la energía esencial del universo, y es concepto
intraducible en toda su profundidad a nuestro idioma. Por otro lado ayama
significa controlar y expandir o alargar. De ahí nace el término para
denominar el conjunto de técnicas de control de la respiración, prânâyâma:
control o expansión del prâna, de la energía universal que recorre nuestro
cuerpo.
El prâna se encuentra impregnando de vida, fuerza o actividad todo lo que
de por si es inerte, inactivo. En la cultura científica, sus formas mas
conocidas son las distintas energías que contempla la ciencia:
electricidad, magnetismo, energía atómica, etc. Sin embargo,
tradicionalmente, el prâna es el motor evolutivo que podemos encontrar en
los cinco elementos de la naturaleza: tierra, agua, aire, luz y espacio
vacío. Dada su gran variedad de manifestaciones, el prâna podemos
encontrarlo en todo aquello que nos proporciona fuerza y salud: luz solar,
aire, agua y alimentos puros. Pero no solo en cosas concretas, también se
halla en las emociones positivas (alegría, amor, serenidad), las acciones
puras y el comportamiento correcto. El prâna se halla íntimamente
conectado con nuestros aspectos mental y espiritual. Por eso mismo, la
concentración durante la ejecución de los ejercicios es fundamental.
Con todo, la fuente más importante del prâna es la atmósfera. Por medio
del prânâyâma regulamos el prâna en nuestro interior, a través de ciertos
ejercicios respiratorios. De esta forma podemos influir en su adquisición
del exterior y en su distribución dentro del cuerpo.
El objetivo es doble: 1) cargarnos de energía vital que nos mejore la
salud física, y 2) activar ciertas energías latentes en nuestro interior
que nos puedan conectar con otra dimensión mas profunda, con otra forma de
“ver” la realidad.
El prâna dentro del cuerpo se divide a su vez en cinco categorías
distintas (vayus, aires), dependiendo de sus funciones principales:
— prâna vayu es la función de apropiación de energía y se asocia
principalmente con la inspiración. Reside en el tórax.
— samana vayu, es la función de asimilación de la energía; se asocia
principalmente con los procesos digestivos. Reside en el vientre.
— vyâna vayu es la función de distribución de la energía; se asocia con la
circulación sanguínea y linfática, así como con el sistema nervioso. Se
halla en todo el cuerpo.
— apâna vayu es la función de eliminación de la energía, asociada con la
espiración y con todas las funciones excretoras del organismo. Reside en
el ano.
— udana vayu es la función de expresión de la energía; se asocia con el
habla y reside en la garganta.
El funcionamiento equilibrado de prâna y apâna condiciona y asegura casi
automáticamente el funcionamiento correcto de samana y vyâna. Pero,
además, durante el prânâyâma, se efectúa un esfuerzo especial para
invertir la corriente de energía apâna, por lo general dirigida hacia
abajo, para atraerla hacia arriba y llevarla al encuentro de prâna. Se
considera que la unión de prâna y apâna proporciona resultados de
particular importancia para la experiencia última del yoga. |