Capítulo I
El objetivo
El sistema de Yoga que
seguimos aquí tiene un propósito diferente de los otros, puesto que su
meta no es tan sólo elevarnos de la habitual consciencia-terrestre
ignorante hasta la consciencia divina, sino hacer descender el poder
supramental de esa consciencia divina hasta la ignorancia de la mente, de
la vida y del cuerpo, para transformarlos, para manifestar al Divino aquí
en la tierra y crear una vida divina en la Materia. Éste es un propósito
extremadamente difícil y un difícil Yoga; a muchos o a la mayoría les parecerá imposible. Todas las fuerzas establecidas de la
habitual consciencia-terrestre ignorante se oponen a ello, lo rechazan y
tratan de impedirlo, y el sadhaka hallará que su propia mente, su vida y
su cuerpo están llenos de los obstáculos más rebeldes a la realización de
este objetivo. Si eres capaz de aceptar el ideal con todo tu corazón,
enfrentarte a todas las dificultades, dejar atrás el pasado y sus lazos y
estás dispuesto a renunciar a todo y arriesgarlo todo por esta divina
posibilidad, entonces y sólo entonces puedes tener la esperanza de
descubrir con tu propia experiencia la Verdad que está detrás.
La sadhana de este Yoga no procede por ninguna enseñanza
mental preestablecida, ni por formas prescritas de meditación, mantras u
otras cosas, sino por aspiración, por concentración hacia adentro o hacia arriba, por
apertura a la Influencia, al Poder Divino encima de nosotros y a su acción
en nosotros, a la Presencia Divina en el corazón, y por la repulsa de todo
lo que es extraño a estas cosas. Sólo la fe, la aspiración y la entrega de
uno mismo pueden conseguir la realización de esta apertura.
***
La única creación para la que hay lugar aquí es la
supramental, es decir el descenso de la Verdad divina sobre la tierra, no
solamente a la mente y al vital, sino también hasta el cuerpo y la
Materia. Nuestro objetivo no es eliminar todas las «limitaciones» que
dificultan la expansión del ego, ni dejar libre curso y abrir un campo
ilimitado a la ejecución de las ideas de la mente humana o de los deseos
de la fuerza vital egocéntrica. Ninguno de nosotros está aquí «para hacer
lo que quiera» o para crear un mundo en el que finalmente podamos hacer lo
que nos guste; estamos aquí para hacer lo que quiere el Divino y para
crear un mundo en el que la Voluntad Divina podrá al fin manifestar su
verdad sin que ésta sea en lo sucesivo deformada por la ignorancia humana,
ni pervertida y desnaturalizada por el deseo vital. La obra que el sadhaka
del Yoga supramental tiene que efectuar no es su trabajo personal al que
puede poner sus propias condiciones, sino la obra divina que tiene que
ejecutar de acuerdo con las condiciones establecidas por el Divino.
Nuestro Yoga no es por nosotros mismos, sino por el Divino. No es nuestra
expresión personal lo que tenemos que buscar, la manifestación del ego
individual liberado de toda limitación y de toda traba, sino la
manifestación del Divino. De esta manifestación, nuestra propia
liberación, nuestra perfección y nuestra plenitud espiritual serán un
resultado y una parte, pero no en un sentido egoísta o por un fin personal
o interesado. Esta liberación, esta perfección, esta plenitud, no deben
tampoco ser perseguidas para nosotros mismos, sino para el Divino.
***
Este Yoga implica no
solamente la realización de Dios, sino además una consagración y una
transformación completas de la vida interior y exterior, hasta que sea
apta para manifestar una consciencia divina y convertirse en parte de una
obra divina. Esto implica una disciplina interior mucho más exigente y
difícil que la mera austeridad moral y física. No hay que iniciarse en
esta vía mucho más vasta y más ardua que la de la mayor parte de Yogas, a
no ser que se esté seguro de la llamada psíquica y de la propia resolución
de perseverar hasta el fin.
***
En los Yogas anteriores
era la experiencia del Espíritu, siempre libre y uno con el Divino, lo que
se buscaba. La naturaleza tenía que cambiar solamente en la medida que
fuera necesaria para dejar de ser un obstáculo para este conocimiento y
esta experiencia. Un cambio completo que abarcara incluso el plano físico
del ser no fue intentado más que por unos pocos y aun fue más bien como un
siddhi que otra cosa, no como la manifestación de una nueva Naturaleza en
la consciencia terrestre.
***
En el ser humano, que
es el ser mental incorporado a la Materia viviente, toda la consciencia
tiene que elevarse a fin de llegar hasta la consciencia superior. Y la
consciencia superior tiene también que descender a la mente, a la vida y a
la Materia. De este modo las barreras serán derribadas y la consciencia
superior podrá hacerse cargo de la totalidad de la naturaleza inferior y
transformarla por medio del poder de la Supermente.
***
La tierra es un campo material de evolución. La Mente
y la Vida, la Supermente, sachchidananda, están desde su origen
involucionadas en la consciencia-terrestre; pero sólo la Materia se
organiza al principio. Después la vida desciende desde el plano vital para
dar forma, organización y actividad al principio de vida en la Materia, y
crea la planta y el animal. Más tarde la mente desciende desde el plano
mental, y crea al hombre. Ahora ha de descender la Supermente para crear
el ser supramental.
***
Para llegar a la realización dinámica no es suficiente liberar
el purusha del yugo de prakriti; es preciso que la obediencia del purusha
sea transferida de la prakriti inferior, con su juego de Fuerzas
ignorantes, a la shakti Divina Suprema, la Madre.
Es un error identificar
la Madre con la prakriti inferior y su mecanismo de fuerzas. Prakriti no
es más que un mecanismo establecido aquí abajo para el funcionamiento de
la ignorancia evolutiva. Así como el ser ignorante, mental, vital o
físico, no es él mismo el Divino -aunque proceda del Divino- tampoco el
mecanismo de prakriti es la Madre Divina. Sin duda hay alguna cosa de la
Madre en este mecanismo y detrás de él que lo sostiene para los fines de
la evolución; pero ella, en sí misma, no es una shakti de la avidya, sino
la Consciencia, la Luz, el Poder Divinos -para prakriti- hacia la que nos
dirigimos para obtener la liberación y la realización divina.
La realización de la consciencia del purusha tranquilo y
libre, que observa el juego de las fuerzas pero sin apegarse ni
involucrarse en ella, es un medio de liberación. Hay que hacer que la
calma, el desapego, la fuerza y el gozo apacibles atmarati de lo alto
desciendan y se asienten tanto en el ser vital y el ser físico como en la
mente; si se logra esto, ya no se es más una víctima del torbellino de las
fuerzas vitales. Pero esta calma, esta paz, esta fuerza y este gozo
silenciosos no son más que el primer descenso del Poder de la Madre en el
adhara. Más allá de esto hay un Conocimiento, un Poder de ejecución, un
ananda dinámico, que no son los de la prakriti ordinaria, ni siquiera
cuando ésta se formula en su mejor y más sattvika expresión, sino Divinos
en su naturaleza.
Primero, sin embargo, se necesita la calma, la paz y
la liberación. Tratar de hacer descender el lado dinámico demasiado pronto
no es aconsejable, porque éste descendería entonces en una naturaleza
agitada e impura, incapaz de asimilarlo, y como consecuencia de ello
podrían surgir serias perturbaciones.
***
Si la Supermente no tuviera que darnos una verdad más
grande y más completa que ninguna otra de los planos inferiores, no
valdría la pena intentar alcanzarla. Cada plano tiene sus propias
verdades; algunas dejan de ser verdad, en un plano más elevado. Por
ejemplo, el deseo y el ego son verdades de la Ignorancia mental, vital y
física; en este dominio, un hombre sin ego ni deseo sería un autómata
tamásico. Si ascendemos más, el deseo y el ego ya no aparecen como
verdades; son engaños que desfiguran la persona verdadera y la voluntad
verdadera. La lucha entre los Poderes de la Luz y los Poderes de las
Tinieblas es una verdad aquí; pero a medida que nos elevamos va dejando de
serlo cada vez más y en la supermente ya no lo es en absoluto.
Otras verdades subsisten, pero cambian de carácter, de importancia y
de posición en el conjunto. La diferencia o el contraste entre el Personal
y el Impersonal es una verdad en la Sobremente; en la Supermente esos
aspectos no son una verdad separada, son inseparablemente una sola cosa.
Pero quien no ha conquistado y vivido las verdades de la Sobremente no
puede alcanzar la Verdad Supramental. El orgullo incompetente del
intelecto del hombre hace distinciones tajantes y quiere llegar de una
sola vez hasta la más alta verdad, sea la que fuere, y proclamar que todo
lo demás es falsedad; pero eso es un error de la ambición y de la
arrogancia. Hay que escalar apoyándose firmemente en los pies a cada paso
si se quiere llegar a la cumbre.
***
Es un error vivir
demasiado pendiente de la naturaleza inferior y de sus obstáculos, que no
es más que el lado negativo de la sadhana. Hay que verlos y purificarlos,
pero preocuparse de ello como de la única cosa importante no es
provechoso. Es el lado positivo de la experiencia del descenso lo que más
importa. Si tuviera uno que esperar a que la naturaleza inferior estuviera
entera y definitivamente purificada para pedir el descenso de la
experiencia positiva, tal vez tendría que esperar eternamente.
Es verdad que cuanto
más se purifica la naturaleza inferior, tanto más fácil se toma el
descenso de la Naturaleza superior; pero también es verdad -y aun lo es
más- que cuanto más desciende la Naturaleza superior, más se purifica la
naturaleza inferior. Ni la purificación completa, ni la manifestación
perfecta y permanente pueden producirse de repente; es cosa de tiempo y de
progreso paciente. Ambas -purificación y manifestación- avanzan a la par y
adquieren cada vez más fuerza para ayudarse mutuamente. Esta es el curso
habitual de la sadhana.
***
Intensidades como esa no permanecen en tanto que la consciencia no haya sido
transformada; ha de haber un periodo de asimilación. Cuando el ser es
inconsciente, la asimilación prosigue detrás del velo o debajo de la
superficie, y mientras tanto la consciencia superficial ve únicamente
estancamiento y pérdida de lo que había obtenido anteriormente. Pero
cuando te tornas consciente, puedes percibir que la asimilación prosigue y
te das cuenta de que nada se ha perdido, de que lo que acontecía no era
otra cosa que una sosegada consolidación de lo que había descendido.
La inmensidad, la calma y el silencio
irresistibles en los que te sientes inmerso son lo que se denomina el
atman o el brahmán silencioso. El único objetivo de muchos Yogas es esta
realización del atman o del brahmán silencioso y vivir en ella. En nuestro
Yoga no es más que la primera etapa de la realización del Divino y de ese
crecimiento del ser en la Consciencia superior o divina que nosotros
denominamos transformación.
***
El ser verdadero puede
ser realizado bajo uno de los dos aspectos siguientes o bajo ambos: el
Ser-en-Sí o atman y el alma o antaratman, llamado también el ser psíquico
o chaitya purusha. La diferencia consiste en que el uno es percibido como
universal, el otro como individual y sosteniendo la mente, la vida y el
cuerpo. Cuando realizas primero el atman, lo percibes como algo separado
de todas las cosas, existiendo en sí mismo y desapegado, es a esta
realización que cabe aplicarle la imagen de la cáscara de un coco seco.
Cuando se realiza el ser psíquico, no ocurre lo mismo; porque esta
realización aporta el sentimiento de unión con el Divino, de dependencia
de El, de exclusiva consagración al Divino solamente, y el poder de
cambiar la naturaleza y de descubrir en sí mismo el verdadero ser mental,
el verdadero ser vital y el verdadero ser físico. Ambas realizaciones son
necesarias para este Yoga.
El «yo» o pequeño ego
está constituido por la Naturaleza y es una formación a la vez mental,
vital y física, destinada a facilitar la centralización y la
individualización de la consciencia y de la acción exteriores. Una
vez que ha sido descubierto el ser verdadero cesa la utilidad del ego y
esta formación tiene que desaparecer; en su lugar se percibe el ser
verdadero.
***
Los tres gunas se purifican, se refinan y se transforman en
sus equivalentes divinos: sattva se convierten en jyoti, la 1uz espiritual
auténtica; rajas se convierte en tapas, la fuerza divina sosegadamente
intensa; tamas se convierte en shama, el sosiego, la paz, el reposo
divinos.
Todas las cosas están sometidas a tres
poderes del cosmos: la creación, la conservación y la destrucción; todo lo
creado dura un cierto tiempo, después empieza a desmoronarse. La
eliminación de la fuerza de la destrucción implica una creación que no sea
destruida, una creación que dure y que se desarrolle sin cesar. En la
Ignorancia la destrucción es necesaria para el progreso; pero en el
Conocimiento, en la creación-de-la Verdad, la ley es la de un desarrollo
constante sin ningún pralaya.
Capítulo II
Planos y partes del ser
El hombre no se conoce
a sí mismo y no ha aprendido a distinguirlas diferentes partes de su ser;
generalmente las agrupa en un bloque único bajo el nombre de riente,
porque es a través de una percepción y de una comprensión traducida a la
mente que las conoce o las siente. Por esta razón no entiende sus propios
estados y acciones, o, en todo caso, no los entiende más que de una manera
superficial. Adquirir consciencia de la gran complejidad de nuestra
naturaleza, ver las distintas fuerzas que la mueven y conseguir sobre ella
el control de un conocimiento rector es, todo ello, una parte de los
fundamentos del Yoga.
Estamos compuestos de
muchas partes cada una de las cuales contribuye de algún modo al
movimiento total de nuestra consciencia, de nuestro pensamiento, de
nuestra voluntad, de nuestras sensaciones, sentimientos y acciones. Pero
no vemos ni el origen, ni el curso de estos impulsos; sólo percibimos sus
confusos e inciertos resultados superficiales sobre los que, en el mejor
de los casos, no podemos imponer nada más que un orden precario e
inestable.
El remedio puede venir
únicamente de las partes del ser que ya están dirigidas hacia la luz.
Pedir a la luz de la Divina Consciencia que descienda desde lo alto hasta
nosotros, hacer que el ser psíquico se sitúe en primer plano, y encender
una aspiración cuya llama despierte espiritualmente la mente exterior e
inflama el ser vital, tal es la solución.
***
Yoga significa unión con el Divino -una unión
bien sea trascendental (por encina del universo) o bien cósmica
(universal) o individual o bien, como en nuestro Yoga, las tres a la vez.
Quiere decir también alcanzar un estado de consciencia en el que ya no se
está limitado por el pequeño ego, por la mente, el ser vital y el cuerpo
personales, sino que se está unido al Ser-en-Sí o Ser-Esencial supremo o a
la consciencia universal (cósmica) o a una consciencia interior más
profunda en la que se percibe el alma propia, el propio ser interior y la
verdad real de la existencia. En la consciencia yóguica no sólo se
perciben las cosas, sino también las fuerzas; y no sólo las fuerzas, sino
también el ser consciente que está detrás de las fuerzas. Se es consciente
de todo esto no solamente en uno mismo sino en el universo. Hay una fuerza
que acompaña el crecimiento de la nueva consciencia y que a la vez que
crece con ella la ayuda a surgir y a perfeccionarse. Esta fuerza es la
yoga-shakti. Está aquí replegada y dormida en todos los centros (chakras)
de nuestro ser interior y es, en la base de la columna vertebral, la
kundalini shakti de los Tantras. Pero está también encima de nosotros,
encima de nuestra cabeza, como la Fuerza Divina -y allí no está replegada,
ni enrollada, ni dormida, sino despierta, consciente y poderosa, extendida
y vasta; está allí esperando para manifestarse y es a esta Fuerza -al
poder de la Madre- a lo que tenemos que abrirnos. En la mente se
manifiesta como una fuerza-mental divina o como una fuerza-mental
universal y puede hacer todo lo que la mente personal es incapaz de hacer;
es entonces la fuerza mental yóguica. Cuando se manifiesta y actúa de la
misma manera en el ser vital o en el físico, aparece allí como una fuerza
vital yóguica o como fuerza corporal yóguica. Puede despertar bajo todas
esas formas, irrumpiendo hacia afuera y hacia arriba, extendiéndose en
amplitud desde abajo. O bien puede descender y convertirse en un poder
definido para la acción; puede afluir profusamente al cuerpo, actuando,
estableciendo su reino, extendiéndose en amplitud desde lo alto. Puede
unir lo más bajo en nosotros con lo más alto situado por encima de
nosotros; liberar el individuo en una universalidad cósmica o en lo
absoluto y trascendente.
***
En el proceso de
nuestro Yoga cada uno de los centros tiene un empleo y una función general
psicológica determinados que forman la base de todos sus poderes y de
todas sus operaciones especiales. El muladhara gobierna el ser físico
hasta el subconsciente; el centro abdominal -svadhisthana- gobierna el
vital inferior; el centro umbilical nabhipadma- o -manipura- gobierna el vital más vasto; el centro del corazón hridpadma- o -anahata- gobierna el ser emotivo; el
centro de la garganta -visuddha gobierna la mente de la expresión y de la
exteriorización; el centro entre las dos cejas ajñacakra- rige la mente
dinámica, la voluntad, la visión y la formación mentales de carácter dinámico; encima, el loto de mil pétalos
-sahasradala- gobierna la mente pensante superior, alberga la mente
iluminada más elevada aún, y en lo más alto se abre a la intuición a
través de la cual -o bien por una acción directa irresistible- la
sobremente puede establecer comunicación o un contacto inmediato con los
otros planos.
***
En nuestro Yoga
denominamos subconsciente a esa parte completamente sumergida de nuestro
ser en la que no hay, conscientemente despiertos y coherentes, ni
pensamientos, ni voluntad, ni sentimientos, ni reacción organizada, pero
que sin embargo recibe oscuramente las impresiones de todas las cosas y
las almacena dentro de sí; es de allí también de donde pueden surgir en el
sueño o incluso en estado de vigilia toda clase de impulsos, de
movimientos habituales inveterados, repetidos crudamente o disfrazados
bajo formas extrañas. Porque si bien estas impresiones surgen
principalmente en sueños de una manera incoherente y caótica, pueden
surgir también y surgen en efecto- en nuestra consciencia de vigilia bajo
la forma de una repetición mecánica de viejos pensamientos, de viejos
hábitos mentales, vitales y físicos, o bajo la forma de un oscuro
avivamiento o estimulación de sensaciones, de acciones, de emociones que
no tienen origen ni proceden de nuestro pensamiento o nuestra voluntad
consciente y que a menudo son incluso contrarias a sus percepciones, su
elección o sus dictados. En el subconsciente hay una mente oscura llena de
obstinados samskáras: impresiones, asociaciones, nociones estereotipadas,
reacciones habituales formadas por nuestro pasado; un oscuro vital lleno
de las semillas de las sensaciones, las reacciones nerviosas y los deseos
habituales; un físico-material extremadamente oscuro que gobierna mucho de
lo relativo a la condición del cuerpo. Es en gran medida responsable de
nuestras enfermedades; éstas, tanto si son crónicas como si son recurrentes, son realmente debidas sobre todo al subconsciente, a su obstinada memoria
y a su costumbre de repetir todo lo que se ha grabado en la consciencia
corporal. Pero hay que distinguir claramente entre este subconsciente
físico y las partes subliminales de nuestro ser, tales como la consciencia
física interior o sutil, el ser vital interior o la mente interior; porque
estas partes no son en absoluto oscuras, incoherentes o mal organizadas,
sino tan sólo veladas a nuestra consciencia superficial. Nuestra
superficie recibe constantemente alguna cosa -toques interiores,
comunicaciones o influencias- de estas fuentes, pero en la mayoría de los
casos no sabe de donde proceden.
***
Hay un plano vital (autoexistente) encima del
universo material que nosotros vemos; hay un plano mental (autoexistente)
encima del plano vital y del material. Estos tres planos juntos, -el
mental, el vital y el físico- forman el llamado triple universo del
hemisferio inferior. Se han ido estableciendo en la consciencia terrestre
por medio de la evolución; pero todos ellos existen por sí mismos desde
antes de la evolución, por encima de la consciencia-terrestre y del plano
material al que la tierra pertenece.
***
Detrás de toda la naturaleza vital del hombre está,
escondido e inmóvil, su verdadero ser vital, que es completamente
diferente que la naturaleza vital superficial. El vital superficial es
estrecho, ignorante, limitado, está lleno de deseos oscuros, de pasiones,
apetitos, rebeldías, placeres y dolores, de alegrías y penas efímeras, de
entusiasmos y depresiones. El ser vital verdadero, por el contrario, es
vasto, grande, tranquilo, fuerte, sin limitaciones, firme e inmutable,
capaz de todo poder, de todo conocimiento, de todo ananda. Está, además,
desprovisto de ego, pues sabe que es una proyección y un instrumento del
Divino: es el guerrero divino, puro y perfecto; en él reside una Fuerza
instrumental para la ejecución de todas las realizaciones divinas. Es
éste, el verdadero ser vital, el que se ha despertado dentro de ti y se ha
situado en primer plano. Del mismo modo existe también un ser mental
verdadero, un ser físico verdadero. Cuando éstos son evidentemente
manifiestos te tornas consciente de una doble existencia: la que está
detrás es siempre sosegada y fuerte, únicamente la que discurre por la
superficie es atormentada y oscura. Pero si el ser verdadero situado
detrás permanece estable y vives en él, la agitación y la oscuridad
permanecen tan sólo en la superficie; de este modo, las partes exteriores
pueden ser tratadas de manera más eficaz y alcanzar también la libertad y
la perfección.
***
La palabra mente en su acepción corriente abarca
indistintamente la totalidad de la consciencia, porque el hombre es un ser
mental y ve todas las cosas bajo el aspecto mental; pero en la
terminología de nuestro Yoga el sustantivo «mente» y el adjetivo «mental»
se utilizan para denotar especialmente aquella parte de la naturaleza que
está relacionada con el conocimiento y la inteligencia, con las ideas, las
percepciones mentales o del pensamiento, las reacciones del pensamiento
ante las cosas, las formaciones y los movimientos verdaderamente mentales,
la visión y la voluntad mentales, etc., con todo lo que es parte de la
inteligencia del hombre. El vital tiene que ser cuidadosamente
diferenciado de la mente, aunque contenga un elemento mental transfundido
en él; el vital es la naturaleza de la Vida, hecha de deseos, sensaciones,
sentimientos, pasiones, energías de la acción, impulsos del deseo,
reacciones del alma humana del deseo y de todo ese juego de instintos de
posesión y otros instintos relacionados, como la ira, el miedo, la
codicia, la lujuria, etc., que pertenecen a este campo de la naturaleza.
En la superficie de la consciencia la mente y el vital se hallan
mezclados, pero en realidad son fuerzas completamente distintas y tan
pronto como se sitúa uno detrás de la consciencia superficial ordinaria
las ve separadas, descubre su diferencia y puede con la ayuda de este
conocimiento analizar sus mezclas superficiales. Es perfectamente posible
e incluso corriente que durante un tiempo más o menos largo, algunas veces
muy largo, la mente acepte al Divino o el ideal yóguico en tanto que el
vital, no convencido ni sometido aún a El, sigue obstinadamente la senda
del deseo, de la pasión y de la atracción por la vida ordinaria. Esta división o conflicto entre la mente y el
vital es la causa de la mayor parte de las dificultades más arduas de la
sadhana.
***
El ser mental, desde el
interior, vigila, observa y juzga todo lo que acontece en nosotros. El ser
psíquico no vigila ni observa de esta suerte como un testigo, pero lo
siente y lo sabe espontáneamente de una manera más directa y luminosa, por
la pureza misma de su propia naturaleza y el divino instinto que existe
dentro de él, y así, siempre que se sitúa en primer plano revela en el
acto cuales son los movimientos justos y cuales son los movimientos falsos
de nuestra naturaleza.
El ser humano está
compuesto de los siguientes elementos: el psíquico detrás sosteniéndolo
todo, el ser mental, el vital y el físico interiores, y la naturaleza
exterior, la naturaleza completamente externa de la mente, de la vida y
del cuerpo que es su instrumento de expresión. Pero por encima de todo
está el ser central (jivatman), una parte del Ser-Esencial o Espíritu del
Divino que se sirve de todos ellos para su manifestación. Esta realidad de
sí mismo permanece oculta sin embargo para el hombre exterior que
sustituye esta alma y este yo recónditos por el ego mental y vital. Es
solamente aquel que ha empezado a conocerse a sí mismo quien se torna
consciente de su verdadero ser central; éste, sin embargo, está siempre
allí presente detrás de la acción de la mente, de la vida y del cuerpo, y
el psíquico, él mismo una chispa del Divino, es quien más directamente lo
representa. El crecimiento del elemento psíquico en nuestra propia
naturaleza es lo que nos permite iniciar un contacto consciente con
nuestro ser central situado encima. Cuando eso sucede y el ser central
utiliza una voluntad consciente para controlar y organizar los movimientos
de la naturaleza, se posee un dominio real y espiritual de sí mismo y no
sólo un dominio parcial y meramente mental o moral.
***
En nuestro Yoga la
expresión «ser central» se utiliza generalmente para designar la parte del
Divino en nosotros que sostiene todo el resto y que sobrevive a través de
la muerte y del nacimiento. Este ser central tiene dos formas: en lo alto,
es el jivatman, el ser verdadero, del cual se adquiere consciencia cuando
llega a uno el más alto conocimiento de sí mismo, -abajo, es el ser
psíquico que está situado detrás de la mente, el cuerpo y la vida. El
jivatman está encima de la manifestación de la vida y la preside; el ser
psíquico está presente detrás de la manifestación de la vida y la
sostiene.
La actitud natural del ser psíquico es la de
sentirse el Niño, el Hijo de Dios, elbhakta; es una parte del Divino, uno
con Él en esencia, aunque en la dinámica de la manifestación haya siempre
una diferencia, incluso en la identidad. El jivatman, por el contrario
vive en la esencia y puede fundirse en una entidad con el Divino; pero
éste también, desde el momento en que preside la dinámica de la
manifestación, se reconoce como un centro del Divino múltiple, no como el
parameshwara, el Señor Supremo. Es importante recordar esta distinción;
porque, de otra manera, si existe el menor rastro de egoísmo vital, puedes
empezar a creerte un Avatar o bien perder el equilibrio, como Hridaya con
Ramakrishna.
***
El Espíritu es el atman,
brahmán, el Divino esencial.
Cuando el Divino único manifiesta la multiplicidad siempre
inherente a Él, este Ser-Esencial o atman se convierte para esa
manifestación en el Ser central que desde lo alto preside la evolución de
sus personalidades y de sus vidas terrenas; pero en sí mismo es una parte
eterna del Divino, anterior a la manifestación terrestre, para prakritir
jivabhuta.
En esta manifestación
inferior, apara prakriti, esta parte eterna del Divino aparece como el
alma -chispa del Fuego Divino- que sirve de apoyo a la evolución
individual y sostiene el ser mental, vital y físico. El ser psíquico es la
chispa que crece y se convierte en Fuego, evolucionando con el desarrollo
de la consciencia. El ser psíquico es por tanto evolutivo y no, como el
jivatman, anterior a la evolución.
Pero el hombre no tiene consciencia del Ser-Esencial o jivatman, sólo tiene consciencia de su ego, o
bien del ser mental que dirige la vida y el cuerpo. Sin embargo, si
penetra profundamente en su interior puede adquirir consciencia de su alma
o ser psíquico como de su centro verdadero, el purusha en el corazón. El
psíquico es el ser central en la evolución, emana del jivatman, parte
eterna del Divino, y lo representa. En el estado de plena consciencia, el
jivatman y el ser psíquico se unen.
El ego es una formación
de la Naturaleza; pero no es una formación de naturaleza física solamente;
por esa razón no cesa con el cuerpo. Hay también un ego mental y vital.
La base de la consciencia material aquí no es solamente la
Ignorancia, sino también la Inconsciencia, porque la consciencia esta
involucionada en la forma de la Materia y en la energía de la Materia. No
es sólo la consciencia material, sino también la vital y la mental las que
están separadas de la Verdad por la Ignorancia.
***
La palabra jiva tiene dos significados en las
lenguas sánscritas; significa un ser viviente, y significa también el
espíritu individualizado que sostiene al ser viviente en el proceso de su
evolución de nacimiento en nacimiento. En este último sentido el término
completo es jivatman: el atman, Espíritu o Ser-en-Sí eterno del ser
viviente. La Gita habla de él metafóricamente como «de una parte eterna
del Divino». Pero la palabra fragmentación (empleada por ti) es demasiado
fuerte; podría aplicarse a las formas, pero no al espíritu que contienen.
Además, el Divino múltiple es una realidad eterna, anterior a la creación
de cualquier universo. Una descripción válida del jivatman sería: «el
Divino múltiple manifestado aquí como el ser-en-sí-esencial o espíritu
individualizado del ser creado». El jivatman en su esencia no cambia ni
evoluciona, su esencia permanece por encima de la evolución personal. En
la evolución está representado por el ser psíquico en evolución que
sostiene a todo el resto de la naturaleza.
El adwaita vedanta
(monismo) declara que el jiva no tiene existencia real ya que el Divino es
indivisible. Otra escuela atribuye al jiva una existencia real, pero no
independiente; es, según esta escuela, uno en la esencia, diferente en la
manifestación, y dado que la manifestación es real, eterna y no es una
ilusión, el jiva no puede ser denominado irreal. Las escuelas dualistas
afirman que el jiva constituye una categoría independiente o insisten en
la triplicidad de Dios, Alma y Naturaleza.
***
El alma pasa por el
nacimiento cada vez, y cada vez se forma una mente, un vital y un cuerpo
con los materiales de la naturaleza universal, de acuerdo con la evolución
del alma en el pasado y sus necesidades para el futuro.
Cuando el cuerpo se disuelve, el vital va al plano vital y permanece allí durante algún
tiempo, pero transcurrido éste la envoltura vital desaparece. Lo último
que se disuelve es la envoltura mental. Finalmente, el alma o ser psíquico
se retira al mundo psíquico para reposar allí hasta que llegue la hora de
un nuevo nacimiento.
Tal es el proceso habitual para los seres humanos regularmente
desarrollados. Hay variaciones según la naturaleza del individuo y su
desarrollo. Por ejemplo, si la mente está muy desarrollada, el ser mental
puede entonces permanecer -y lo mismo ocurre con el vital- con tal que
estén organizados por el verdadero ser psíquico y centrados en torno a él;
comparten entonces la inmortalidad del psíquico.
El alma recoge los
elementos esenciales de sus experiencias en la vida y hace con ellos su
base de crecimiento en la evolución; cuando retorna al nacimiento toma
junto con su envoltura mental, vital y física, tanto de su karma como le
sea útil en la nueva vida para aumentar su experiencia.
Es en realidad por la
parte vital del ser que se hacen el shraddha y los ritos -para ayudar al ser a desembarazarse de las vibraciones vitales que le atan aún a
la tierra o a los mundos vitales, a fin de que pueda alcanzar rápidamente
el reposo en la paz psíquica.
***
La consciencia del individuo se expande en la
consciencia cósmica al exterior y puede tener con ella relaciones de
cualquier clase: puede penetrar en ella, conocer sus movimientos, actuar
sobre ella o recibir de ella, tornarse incluso tan vasta como ella o
contenerla; era eso lo que en el lenguaje de los antiguos Yogas
significaba la expresión «tener el brahmanda dentro de sí».
La consciencia cósmica es la del universo, del
espíritu cósmico y de la Naturaleza cósmica con todos los seres y todas
las fuerzas contenidos en ella. Todo eso como conjunto es tan consciente
como el individuo aisladamente, aunque de modo diferente. La consciencia
del individuo es una parte de ésta, pero es una parte que se siente como
un ser distinto. Sin embargo, durante todo el tiempo la mayor parte de lo
que él es le viene de la consciencia cósmica. Pero hay un muro de
ignorancia separativa que se interpone. Una vez abatido este muro, el
individuo comienza a percibir el Ser-en-Sí o Espíritu cósmico, la
consciencia de la Naturaleza cósmica, las fuerzas que actúan en ella, etc.
Capta todo eso del mismo modo que ahora percibe las cosas y los impactos
físicos. Él descubre que todo eso es uno con su Ser-Esencial más vasto o
universal.
***
Hay una Naturaleza mental, una Naturaleza
vital, una Naturaleza física universales, y con una selección de sus
fuerzas y movimientos se forma la mente, el vital y el físico
individuales. El alma viene de más allá de esta naturaleza mental, vital y
física. Pertenece al trascendente y por eso podemos abrirnos a la
Naturaleza superior que está más allá.
El Divino es siempre el
Uno y el Múltiple a la vez. El espíritu individual forma parte del aspecto
«Múltiple» del Uno, y el ser psíquico es lo que él despliega para que
evolucione aquí, en la naturaleza terrestre. Cuando obtiene la liberación
el ser individual se reconoce a sí mismo como el Uno (que, sin embargo, es
el Múltiple). Puede sumergirse en el Uno y fundirse o esconderse en su
seno -es el laya del adwaita; puede sentir su unidad y, no obstante, en
tanto que parte del Múltiple que es el Uno gozar del Divino- es la
liberación dwaitadwaita; puede insistir en su aspecto Múltiple y ser
poseído por el Divino, es la vishishtadwaita, o seguir jugando con Krishna
en el eterno vrindavan, que es la liberación dwaita. O puede incluso,
aunque haya alcanzado la liberación, permanecer en la lila o manifestación
o descender a ella las veces que quiera. El Divino no está atado por las
filosofías humanas; es libre en su juego y libre en su esencia.
***
Lo que se designa con la palabra prakriti, o Naturaleza, es el lado exterior o
ejecutivo de la shakti o Fuerza Consciente que forma y mueve los mundos.
Este lado exterior aparece aquí como algo mecánico, como una acción de
fuerzas, de gunas, etc. Pero detrás de él está la Consciencia y la Fuerza
vivientes del Divino, la shakti divina. La prakriti misma se divide en
inferior y superior. La inferior es la prakriti de la Ignorancia, la
prakriti de la mente, de la vida y de la Materia, separadas del Divino en
su consciencia; la superior es la prakriti Divina del sachchidananda con
su poder de manifestar la Supermente, siempre consciente del Divino y
libre de la Ignorancia y de sus consecuencias. El hombre, en tanto que
permanece en la ignorancia está sujeto a la prakriti inferior, pero
mediante la evolución espiritual adquiere consciencia de la Naturaleza
superior y trata de establecer contacto con ella. Puede ascender hasta
ella y ella puede descender hasta él; este
doble movimiento ascendente y descendente hace posible la transformación
de la naturaleza inferior de la mente, la vida y la Materia.
***
Hay que alcanzar y hacer descender la Sobremente
para que la Supermente tenga alguna posibilidad de descender, porque la
Sobremente es el paso a través del cual se pasa de la Mente a la
Supermente.
En la Sobremente es en
donde tienen su origen todos estos arreglos diversos de la Verdad
creativa de las cosas. De la Sobremente descienden a la Intuición desde
donde son transmitidos a la Mente Iluminada y a la Mente Superior para
ser allí adaptados a nuestra inteligencia. Pero en la transmisión y a
medida que descienden a los niveles inferiores, pierden cada vez más su
poder y su certidumbre. Al llegar a la mente humana han perdido ya la
energía que tenían de la Verdad directamente percibida; porque al
intelecto humano sólo se presentan como ideas especulativas, no como una
Verdad realizada, no como una percepción directa, como una visión
dinámica unida a una experiencia concreta e incontestable.
***
La Supermente está entre sachchidananda y la creación inferior. Ella sola
contiene la Verdad autodeterminante de la Consciencia Divina y es
necesaria para una creación-de la- Verdad.
Es posible
evidentemente realizar también sachchidananda en relación con la mente,
la vida y el cuerpo; pero entonces es algo estable que sostiene con su
presencia la prakriti inferior, pero no la transforma. Sólo la Supermente
puede transformar la naturaleza inferior.
***
Sachchidananda (sat-chit-ananda) es el Uno bajo un
triple aspecto. En el Supremo, los tres no son tres, sino uno; la
existencia (sat) es consciencia (chit), la consciencia es bienaventuranza
(ananda), y los tres son así inseparables, no sólo inseparables sino tan
idénticos que no cabe ninguna distinción entre ellos. En los planos
superiores de la manifestación se convierten en tres en uno; aunque
continúan siendo inseparables, uno de ellos puede predominar y servir de
base o de guía para los demás. Por debajo, en los planos inferiores, se
tornan separables en apariencia, aunque no lo sean en su realidad
secreta, y en el mundo fenoménico cada uno de ellos puede existir sin los
demás de tal modo que adquirimos consciencia de lo que nos parece ser una
existencia inconsciente o dolorosa o una consciencia sin ananda. De
hecho, sin esta separación entre ellos en nuestra experiencia, el dolor,
la ignorancia, la mentira, la muerte y eso que denominamos inconsciencia
no se podrían haber manifestado; esta evolución de una consciencia
limitada y sufriente surgiendo de la nesciencia universal de la Materia no
habría podido tener lugar.
Capítulo III
Sumisión y apertura
Todo el principio de este Yoga consiste en darse
enteramente al Divino solamente y a nada ni a nadie más, y hacer
descender hasta nosotros por medio de la unión con la Madre Divina toda
la luz, el poder, la inmensidad, la paz, la pureza, la Consciencia- Verdad
y el ananda trascendentes del Divino Supramental.
***
Radha es la personificación del amor absoluto al Divino,
amor total e integral de todas las partes del ser desde las partes
espirituales más elevadas hasta las físicas, que conduce a la entrega
absoluta y a la consagración total de todo el ser y hace descender el ananda
supremo al cuerpo y a la naturaleza más material.
La pureza consiste en no aceptar ninguna otra influencia
que no sea la influencia del Divino.
La fidelidad consiste en no admitir ni manifestar
ningún otro movimiento que los movimientos inspirados y guiados por el
Divino.
***
Ser sincero significa elevar todos los
movimientos del ser hasta el nivel de la consciencia y la realización más
altos que uno haya alcanzado ya.
La sinceridad exige la unificación y la armonización de la totalidad del ser en
todas sus partes y en todos sus movimientos alrededor de la Voluntad
Divina central.
***
El Divino se da a los
que se dan a sí mismo al Divino sin reservas y en todas sus partes. Para
ellos la calma, la luz, el poder, la bienaventuranza, la libertad, la
inmensidad, las cumbres del conocimiento, los océanos del ananda.
***
Hablar de sumisión o tener una mera idea o un tibio
deseo de consagración integral no es suficiente; ha de haber una voluntad
y un esfuerzo decididos para una total y radical transformación.
No es adoptando simplemente una actitud mental
como puede conseguirse esto ni tampoco en virtud de un cierto número de
experiencias interiores que dejan al hombre exterior tal cual es. Es este hombre
exterior el que debe abrirse, entregarse y transformarse. El menor de sus
movimientos, de sus hábitos y de sus actos ha de ser sometido, visto,
presentado, expuesto a la Luz divina, ofrecido a la Fuerza divina para
que sus viejas formas y motivos sean destruidos y la Verdad divina y la
acción de la consciencia transformadora de la Madre Divina ocupen su
lugar.
***
No tiene mucho sentido espiritual el hecho de
mantenerse abierto a la Madre si se rehúsa la sumisión. La autoentrega o
sumisión es una exigencia para quienes practican este Yoga, porque sin esta sumisión
progresiva del ser es completamente imposible acercarse siquiera un poco
al objetivo. Mantenerse abierto significa pedir a la Fuerza de la Madre
que penetre y ejerza su acción en ti, y si no te sometes a ella quiere
decir que no le das a la Fuerza la menor oportunidad de trabajar en ti o
que sólo le permites actuar de la forma que tú quieres y no según su
propia manera que es al de la Verdad Divina. Una tendencia de este género
procede generalmente de algún Poder adverso o de algún elemento egoísta de la mente o del vital que
quiere la Gracia o la Fuerza, pero sólo con el fin de utilizarla para sus propios
designios, y que no quiere vivir para el Designio Divino; lo que quiere
es sacar del Divino todo lo que pueda obtener, pero no darse a sí mismo
al Divino. El alma, el ser verdadero, por el contrario, se dirige hacia el
Divino y no sólo tiene buena voluntad sino también el ansia y el gozo de
entregarse.
En este Yoga se
presupone una meta que está más allá de cualquier cultura idealista
mental. Las ideas y los ideales pertenecen a la mente y no son más que
medias verdades; la mente además se contenta frecuentemente teniendo
simplemente un ideal, plenamente satisfecha con el placer de idealizar,
mientras que la vida permanece siempre igual, sin transformar o
modificada un poco solamente y más que nada en apariencia. El
buscador espiritual no abandona su esfuerzo por conseguir la realización espiritual al sentirse satisfecho con una
mera idealización. No idealizar, sino o realizar la Verdad Divina es
siempre su propósito, bien sea en el más allá o también en esta vida. Y
en este último caso es necesario transformar la mente y la vida, lo cual
no se puede conseguir sin someterse a la acción de la Fuerza Divina, a la
acción de la Madre.
La búsqueda del Impersonal es el camino de los que
quieren retirarse de la vida; generalmente tratan de alcanzar su objetivo
por su propio esfuerzo, no abriéndose a un Poder superior o por la vía de
la entrega o don de sí; porque el Impersonal no es algo que guíe o que
ayude, sino algo que hay que alcanzar y deja que cada hombre lo alcance
según la manera y la capacidad de su naturaleza. Por otro lado, a través
de la apertura y el don de sí a la Madre puedes
realizar el Impersonal y además todos los demás aspectos de la Verdad.
La sumisión o don de sí debe ser necesariamente
progresiva. Nadie puede efectuar una sumisión completa desde el comienzo:
así pues es completamente natural que al contemplar tu interior constates
su ausencia. Lo cual no es una razón por la que no debas aceptar el
principio de la sumisión y no la lleves a término con perseverancia, paso
a paso, de un ámbito a otro, aplicándola sucesivamente a todas las partes
de la naturaleza.
***
n
los primeros tiempos de la sadhana -y al decir primeros tiempos no me
refiero a un breve periodo- el esfuerzo es indispensable. Tienes que
someterte, indudablemente; pero la sumisión o don-de-sí es algo que no se
consigue en un día. La mente tiene sus ideas y se adhiere a ellas; el
vital humano se resiste a la sumisión, porque lo que denomina sumisión en
los comienzos es un especie dudosa de autoentrega que comporta una
exigencia; la consciencia física es como una piedra y lo que entiende por
sumisión a menudo no es nada más que inercia. Únicamente el ser psíquico
sabe como someterse y el psíquico está en general
sumamente velado en los comienzos. Cuando el psíquico se despierta, puede
producirse un don de sí súbito y verdadero de la totalidad del ser, pues
la dificultad que presenta el resto es rápidamente superada y desaparece.
Pero hasta llegar a este punto el esfuerzo es indispensable. O al menos
es necesario hasta que la Fuerza de lo alto descienda al ser inundándolo
y asuma la sadhana, la haga ella por ti cada vez más y la deje cada vez
menos en manos de tu esfuerzo individual; pero incluso en este caso, si no el esfuerzo, al menos
la aspiración y la vigilancia son necesarias hasta que la posesión de la
mente, la voluntad, la vida y el cuerpo por el Poder Divino sea completa.
He tratado este asunto, creo, en uno de los capítulos de «La Madre».
Por otro lado hay algunas personas que empiezan con una
genuina y dinámica voluntad de entrega total. Son aquellas que están
gobernadas por el ser psíquico o por una voluntad mental lúcida e
iluminada que, habiendo aceptado de una vez para siempre la sumisión como
la ley de la sadhana, no admite más ningún equívoco acerca de ella e
insiste en que las otras partes del ser sigan su dirección. Aquí todavía
hay esfuerzo; pero es tan fácil y espontáneo y se tiene
de un modo tan claro la percepción de la acción de una Fuerza más grande
detrás de sí que el sadhaka apenas se da cuenta de que hace un esfuerzo. Por el contrario, cuando
existe en la mente o en el vital una determinación de conservar su
voluntad autónoma, una resistencia a renunciar a su independencia de
movimientos, tiene que haber lucha y esfuerzo hasta que sea abatido el
muro que separa el instrumento que está al frente y la
Divinidad situada detrás o encima de él. No se puede dar ninguna regla
que sea aplicable indistintamente a todo el mundo; las variaciones de la
naturaleza humana son demasiado grandes para que una sola regla unívoca
sirva para todos los casos.
***
Hay un estado en el cual el sadhaka es consciente de la Fuerza Divina
trabajando en él o al menos de sus resultados y no obstruye su descenso o
su acción con sus propias actividades mentales, su agitación vital o su
oscuridad e inercia físicas. Es la apertura al Divino. La ofrenda de sí es el mejor camino
para la apertura; pero la aspiración y el sosiego pueden conducir a ella
hasta un cierto punto en tanto no se haya producido el don-de-sí o
sumisión. El don-de-sí significa consagrar todo lo que hay en tu ser al
Divino, ofrecerle todo lo que eres y todo lo que tienes, no insistir en
tus ideas, tus deseos, tus hábitos, etc., sino permitir a la Verdad
divina que los sustituya en todas partes por su conocimiento, su voluntad
y su acción.
***
Mantente siempre en contacto con la Fuerza Divina. Lo mejor para ti
es hacer simplemente eso y dejar que la Fuerza haga su obra; en donde sea
necesario, se apoderará de las energías inferiores y las purificará; en
otras ocasiones te vaciará de ellas y te llenará de Ella misma. Pero
si dejas que tu mente tome el mando y discuta y decida lo que hay que
hacer, perderás el contacto con la Fuerza Divina y las energías inferiores
empezarán a actuar a su antojo y todo será confusión y movimiento falso.
***
Sólo entonces puede el ser psíquico abrirse plenamente, cuando el
sadhaka se ha desembarazado de las motivaciones vitales que se mezclan
con su sadhana y es capaz de hacer una ofrenda-de-sí simple y sincera a
la Madre. Si hay alguna clase de tendencia egoísta o falta de sinceridad en la
motivación, si el Yoga se hace bajo la presión de las exigencias vitales, o en parte o únicamente,
para satisfacer alguna ambición espiritual o de cualquier otro tipo, por
orgullo, vanidad, búsqueda de poder, posición o influencia sobre los
demás, o bien bajo el impulso del deseo de satisfacer un apetito vital
cualquiera con la ayuda de la fuerza yóguica, entonces el psíquico no
puede abrirse, o se abre sólo parcialmente o de vez en cuando y se cierra
de nuevo porque es velado por las actividades del vital; la llama
psíquica se extingue, asfixiada por la humareda vital. La misma
incapacidad aparece igualmente si la mente asume la parte rectora del Yoga
y empuja el alma interior hacia
el fondo, o si la bhakti o los otros movimientos de la sadhana adoptan una forma más vital que psíquica. La pureza, una sinceridad simple y la capacidad de darse
sin egoísmo ni reserva, sin pretensiones ni exigencias, son las
condiciones necesarias para que el ser psíquico pueda abrirse plenamente.
***
Secar el corazón no forma parte de este Yoga; pero las
emociones deben ser dirigidas hacia el Divino. Puede haber cortos
periodos durante los cuales el corazón esté sosegado, alejado de los
sentimientos ordinarios y esperando el influjo de lo alto; pero tales
estados no son estados de sequedad sino de silencio y de paz. El corazón
en este Yoga ha de ser en realidad el centro principal de concentración
hasta que la consciencia se eleve hacia lo alto.
***
Todo apego es un impedimento para la sadhana. Has de tener buena voluntad hacia
todos, afecto psíquico para todos, pero no apego vital.
***
El amor del sadhaka
debe ser al Divino. Sólo cuando tiene plenamente ese amor puede el
sadhaka amar a los demás con amor verdadero.
***
No hay razón por la que no debas recibir a través
del intelecto, lo mismo que puedes recibir a través del ser vital, del
emocional y del cuerpo. El intelecto es tan capaz de recibir como las
demás partes del ser y, puesto que ha de ser transformado como el resto,
es menester que sea entrenado para recibir. De otra manera no sería
posible que se realizara en él ninguna transformación.
Es la actividad
ordinaria del intelecto no iluminado aún lo que constituye un obstáculo
para la experiencia espiritual, del mismo modo que es un obstáculo la
ordinaria y todavía no regenerada actividad del ser vital o la oscura y
estúpidamente obstructora consciencia del cuerpo. De lo primero que ha de
estar especialmente prevenido el sadhaka en los procesos defectuosos del
intelecto es de no confundir ciertas ideas e impresiones mentales o
conclusiones intelectuales con una realización; en segundo lugar, de la
agitada actividad simplemente mental que perturba la precisión espontánea de la experiencia psíquica
y espiritual e impide el descenso del verdadero conocimiento iluminador o
lo deforma desde el instante en que toca el plano mental humano o incluso
antes de que lo toque plenamente. Hay también por supuesto los vicios
habituales del intelecto: su inclinación por la duda estéril en vez de una
recepción luminosa y un tranquilo discernimiento clarividente; su
orgullosa tendencia a juzgar, según los criterios sacados de su propia
experiencia limitada, cosas que están más allá de su capacidad, que le
son desconocidas, demasiado profundas para él; sus tentativas de explicar
lo suprafísico por medio de lo físico; su insistencia en querer la prueba
de las cosas superiores y ocultas según los criterios propios de la
Materia y de la mente en la Materia; y otros muchos demasiado numerosos
para enumerarlos aquí. El intelecto está siempre sustituyendo al
conocimiento verdadero con sus propias representaciones, construcciones y
opiniones. Pero si el intelecto se somete, se abre, se aquieta y se torna
receptivo, no hay ninguna razón para que no sea un medio de recepción de
la luz o una ayuda para la experiencia de los estados espirituales y para
la plenitud de la transformación interior.
***
El tumulto de la
actividad mental (intelectual) ha de ser también reducido al silencio,
como la actividad vital del deseo, a fin de que la calma y la paz puedan
ser completas. El conocimiento tiene que venir -pero de
lo alto. En esta calma las características mentales ordinarias lo mismo
que las actividades vitales ordinarias se tornan movimientos
superficiales con los cuales el ser interior silencioso no tiene conexión.
Es la liberación necesaria para que el conocimiento verdadero y la
verdadera actividad-de la- vida puedan reemplazar o transformar las
actividades de la Ignorancia.
***
El alma, el ser
psíquico, está en contacto directo con la Verdad divina, pero en el
hombre el alma está escondida detrás de la mente, del ser vital y de la
naturaleza física. Se puede practicar el Yoga y conseguir iluminaciones
en la mente y en la razón; se puede adquirir poder y gozar de toda suerte
de experiencias en el vital; se pueden incluso obtener sorprendentes
siddhis físicos; pero si el verdadero poder-del-alma que está detrás no se manifiesta, si la
naturaleza psíquica no pasa al primer plano, nada genuino ha sido
realizado. En este Yoga el ser psíquico es lo que abre el resto de la
naturaleza a la verdadera luz supramental y finalmente al ananda supremo.
La mente puede abrirse por sí misma a sus propias regiones superiores;
puede silenciarse a sí misma y expandirse en el Impersonal; puede también
espiritualizarse en una especie de liberación estática o nirvana; pero el
Supramental no puede hallar una base suficiente en la sola mente
espiritualizada. Si el alma más recóndita se despierta, si hay un nuevo
nacimiento que trascendiendo la simple consciencia mental, vital y
física, se manifiesta en la consciencia psíquica, entonces se
puede practicar este Yoga; de otro modo (por el poder mental solamente o
de cualquier otra parte) es imposible... Si se rehúsa el nuevo nacimiento
psíquico, si se niega uno a convertirse en el niño recién nacido de la
Madre, debido al apego al conocimiento intelectual o a las ideas mentales
o a algún deseo vital, entonces la sadhana está predestinada al
fracaso.
***
He dicho que la vía más decisiva para que la Paz y el
Silencio puedan venir es un descenso desde lo alto. De hecho, realmente
-aunque no siempre ostensiblemente- siempre es así como vienen; no siempre
de manera ostensible, porque el sadhaka no siempre se da cuenta del
progreso; siente que la paz se establece o al menos se manifiesta en él,
pero no tiene consciencia de cómo ni de dónde ha venido. No obstante la
verdad es que todo lo que pertenece a la consciencia superior viene de lo
alto, no sólo la paz y el silencio espirituales, sino también la Luz, el
Poder, el Conocimiento, la visión y el pensamiento superiores, el ananda.
Todo eso puede también hasta cierto punto, venir del interior, pero lo
que en realidad sucede entonces es que el ser psíquico está directamente abierto a estas
cosas y que éstas descienden primero al psíquico y se revelan después al
resto del ser, bien sea emergiendo del psíquico o bien situándose este
último al frente. Una revelación interior o un descenso desde lo alto,
éstas son las dos vías soberanas del siddhi del Yoga. Un esfuerzo de la
mente exterior de superficie o de las emociones, un tapasya de algún tipo
pueden dar la impresión de promover alguna de estas realizaciones, pero los
resultados son generalmente inciertos y fragmentarios, comparados con los
resultados de estas dos vías radicales. Esa es la razón por la cual en este Yoga insistimos siempre en la necesidad de
«abrirse» para que la sadhana dé sus frutos, es decir, de abrir hacia
dentro la mente, el vital y el físico interiores, hacia la parte más
recóndita en nosotros -el ser psíquico- y abrirnos también hacia lo alto,
hacia lo que está por encima de la mente.
La razón fundamental de esto es que esta
pequeña mente, este pequeño vital y este pequeño cuerpo que denominamos
nosotros mismos no es más que un movimiento de la superficie y de ninguna
manera nuestro ser verdadero. Es una pequeña parte exterior de
personalidad situada al frente durante una breve existencia, para el
juego de la Ignorancia. Está provista de una mente ignorante que busca
vacilante fragmentos de verdad, de un vital ignorante que corre de aquí
para allá buscando fragmentos de placer, de un físico oscuro y en su
mayor parte subconsciente que recibe los impactos de las cosas y que
sufre, más bien que posee, el dolor y el placer resultantes. Todo eso es
aceptado hasta que la mente deja de interesarle y comienza a buscar la
Verdad real de sí misma y de las cosas, el ser vital se aburre y comienza
a preguntarse si no existe alguna cosa que sea la verdadera felicidad y
el físico se cansa de todo y quiere ser liberado de sí mismo y de sus
dolores y de sus placeres. Entonces este ignorante fragmento de
personalidad puede retornar a su Ser-Esencial verdadero y con él a estas
realizaciones más vastas, o bien a la extinción de sí mismo, al nirvana.
El Ser-en-Sí real (1)
no está en ninguna parte de la superficie, sino profundamente en el interior y en lo alto. En el
interior es el alma que sostiene la mente interior y el físico interior,
en la que existe la capacidad de una vastedad universal y puede además
proporcionarnos las cosas que ahora estamos buscando: contacto directo
con la verdad del ser y de las cosas, percepción de una bienaventuranza
universal, liberación de la aprisionada pequeñez y de los sufrimientos
del cuerpo físico denso (2). Incluso en Europa se admite hoy en día, muy
frecuentemente, la existencia de alguna cosa detrás de la superficie,
pero se equivocan sobre su naturaleza y lo denominan «subconsciente» o
«subliminal», cuando en realidad es muy consciente a su manera y no es
subliminal sino solamente algo que está detrás del velo. Según nuestra
psicología, el Ser-en-Sí o Ser verdadero está conectado con nuestra
pequeña personalidad exterior por determinados centros de consciencia que
se nos revelan por medio del Yoga. Una pequeña parte solamente de nuestro
ser interior pasa a través de estos centros a la vida exterior, pero esa pequeña parte constituye lo mejor de
nosotros mismos y a ella debemos el arte, la poesía, la filosofía, los
ideales, las aspiraciones religiosas, los esfuerzos en pro del
conocimiento y la perfección. Pero los centros interiores están en su
mayor parte cerrados o dormidos; abrirlos y hacer que estén despiertos y
activos es uno de los objetivos del Yoga. A medida que éstos se abren,
los poderes y las posibilidades del ser interior se animan también en
nosotros; despertamos primero a una consciencia más vasta y después a una
consciencia cósmica; dejamos de ser pequeñas personalidades separadas con
vidas limitadas; nos convertimos en centros de una acción universal, en
contacto directo con fuerzas cósmicas. Es más, en vez de ser
involuntariamente juguetes de esas fuerzas como lo es la personalidad de
la superficie, podamos llegar a ser conscientes y dueños del juego de la
naturaleza, hasta un punto que dependerá del desarrollo del ser interior
y de su apertura a los niveles espirituales superiores. Al propio tiempo
la apertura del centro del corazón libera al ser psíquico que nos hace
tornar conscientes de la presencia del Divino en nuestro interior y de la
Verdad superior por encima de nosotros.
Porque el Ser espiritual supremo no está ni siquiera
detrás de nuestra personalidad y existencia corporal sino encima, y la excede por
completo. El más elevado de los centros interiores está situado en la
cabeza, en tanto que el más profundo está situado en el corazón; pero el centro que se abre
directamente al Ser Verdadero o Espíritu está encima de la cabeza, completamente
fuera del cuerpo físico, en lo que se denomina el cuerpo sutil, suksma
sarira. Este Ser-en-Sí tiene dos aspectos y los resultados de su
realización corresponden a estos dos aspectos. Uno es estático, un estado
de inmensa paz, libertad y silencio; el Ser-en-Sí silente no es afectado
por ninguna acción o experiencia; las sostiene con imparcialidad pero no
parece de ningún modo engendrarlas, sino más bien mantenerse detrás
desapegado o indiferente, udasina. El otro aspecto es dinámico y es
percibido como un Ser o Espíritu cósmico que no sólo sostiene, sino que
engendra y contiene también toda la acción cósmica -no sólo la parte de esta acción que concierne a
nuestro ser físico sino también todo lo que está más allá de él -este
mundo y todos los demás mundos, tanto los dominios suprafísicos como los
dominios físicos del universo. Además percibimos que este Ser es una en
todo; pero lo sentimos también por encima de todo, trascendente, más allá
de cualquier nacimiento individual o existencia cósmica. Entrar en este
Ser-en-Sí o Espíritu universal -uno en todo- es estar liberado del ego;
el ego entonces o bien se convierte en una simple circunstancia
instrumental de la consciencia o bien desaparece incluso de nuestra
consciencia por completo. Esto último es la extinción o nirvana del ego.
Penetrar en el Ser-en-Sí trascendente, por encima de todo, nos hace
capaces de trascender completamente incluso la misma consciencia y acción
cósmicas: ésta puede ser la vía hacia esa liberación completa de la
existencia en el mundo que se denomina también extinción, laya, moksha, nirvana.
Hay que advertir sin embargo que la paz, el silencio y el
nirvana no son necesariamente el único resultado de la apertura hacia lo
alto. El sadhaka se torna consciente no sólo de una paz, de una amplitud,
de un silencio inmensos -finalmente infinitos- por encima de él, por
encima de su cabeza, por así decirlo y extendiéndose por todo el espacio
físico y suprafísico, sino que puede también tornarse consciente otras
cosas: de una Fuerza inmensa en la que está todo poder, una Luz inmensa
en la que está todo conocimiento, un ananda inmenso en el que están toda
bienaventuranza y todo éxtasis. Al principio esas cosas aparecen como
algo esencial, indeterminado, absoluto, simple, kevala: parece posible un
nirvana en cualquiera de estas cosas. Pero podemos llegar a ver también
que esta Fuerza contiene todas las fuerzas, esta Luz todas las luces, este ananda todo el gozo y toda la
bienaventuranza posibles. Y todo eso puede descender hasta nosotros.
Todas esas cosas y no solamente la paz pueden descender hasta nosotros,
por separado o simultáneamente; pero lo más prudente es hacer descender
primero una calma y una paz absolutas, porque eso da más seguridad al
descenso del resto; de otra manera puede ser difícil para la naturaleza
exterior contener o soportar tanta Fuerza, Luz, Conocimiento o ananda. El
conjunto de todas esas cosas constituye lo que llamamos la consciencia
espiritual superior o Consciencia Divina. La apertura psíquica a través
del corazón nos pone primordialmente en contacto con el Divino
individual, el Divino en su relación interior con nosotros; ésta es
especialmente la fuente del amor y la bhakti. La apertura hacia lo alto
nos pone en relación directa con el Divino integral y puede crear en
nosotros la consciencia divina y un nuevo nacimiento o nuevos nacimientos
del espíritu. Una vez establecida la Paz, esta Fuerza superior o divina
procedente de lo alto puede descender y trabajar en nosotros.
Generalmente desciende primero a la cabeza y libera los centros de la
mente interior, después al centro del corazón y libera completamente el
ser psíquico y el ser emocional, después al ombligo y a los otros centros
del vital y libera el vital interior, después al muladhara y por debajo
de él y libera el ser físico interior. Trabaja tanto para el
perfeccionamiento como para la liberación; toma la naturaleza entera el
elemento por elemento y la trata, rechazando todo lo que tiene que ser
rechazado, sublimando lo que tiene que ser sublimado, creando lo que tiene
que ser creado. Integra, armoniza, establece un nuevo ritmo en la
naturaleza. Puede también hacer descender una fuerza y un ámbito cada vez
más elevados de la naturaleza superior, hasta que resulta posible, si tal
es el propósito de la sadhana, promover el descenso de 1 a fuerza y la
existencia supramentales. Todo esto es preparado, facilitado y sostenido
por la acción del ser psíquico en el centro del corazón; cuanto más
abierto, más al frente y activo esté, más rápido, seguro y fácil será el
trabajo de la Fuerza. Cuanto más crecen en el corazón el amor, la bhakti
y el don-de-sí, más rápida y perfecta es la evolución de la sadhana. Porque el
descenso y la transformación implican al mismo tiempo una unión y un
contacto crecientes con el Divino.
Tal es el análisis fundamental de la sadhana. Es
evidente que las dos cosas más importantes aquí son la apertura del
centro del corazón y la apertura de los centros de la mente a todo lo que
esté detrás y por encima de ellos. Porque el corazón se abre al ser
psíquico y los centros de la mente se abren a la consciencia superior y
el nexo entre el ser psíquico y la consciencia superior es el medio
principal para la consecución del «siddhi». La primera apertura se
efectúa mediante una concentración en el corazón, una llamada al Divino
para que se manifieste, dentro de nosotros y para que, a través del ser
psíquico, asuma toda nuestra naturaleza y la dirija. La aspiración, la
adoración, la bhakti, el amor, el don-de-sí son los soportes principales
de esta parte de la sadhana, acompañados de un rechazamiento de todo lo
que obstaculiza el sendero que conduce a lo que aspiramos. La segunda
apertura se efectúa mediante una concentración de la consciencia en la
cabeza (después, encima de ella) y una aspiración y una llamada y una
voluntad sostenida para hacer descender al ser la Paz, el Poder, la Luz,
el Conocimiento el ananda divinos; primero la Paz, o la Paz y la
Fuerza la vez. Algunos en realidad reciben primero la Luz o el ananda o
son súbitamente invadidos por el Conocimiento. Otros experimentan primero
una apertura que les revela un Silencio, una Fuerza, una Luz o una
Bienaventuranza inmensos, infinitos, por encima de ellos, y después o bien
ascienden ellos hasta eso o estas cosas comienzan a descender hasta la
naturaleza inferior. En otros casos hay, bien sea un descenso, primero a
la cabeza, luego hasta el nivel del corazón, después hasta el ombligo y
por debajo y a través de todo el cuerpo, o bien una apertura inexplicable
-sin ninguna sensación de descenso- de paz, de luz, de inmensidad o de
poder, o bien una apertura horizontal a la consciencia cósmica o una
irrupción de conocimiento en una mente súbitamente potenciada.
Todo lo que venga tiene que ser bien acogido
-porque no hay ninguna regla absoluta aplicable a todos- pero si no es la
paz lo primero que viene, hay que tener cuidado de no infatuarse por una
exaltación vanidosa o perder el equilibrio. De todas maneras, el
movimiento capital se produce cuando la shakti o Fuerza Divina, el poder
de la Madre, desciende y toma el control, porque entonces la organización
de la consciencia comienza y la base del Yoga se torna más vasta.
El resultado de la
concentración generalmente no es inmediato, aunque en ciertas personas
aparezca brusca y rápidamente; pero la mayoría pasa por un tiempo más o
menos largo de adaptación o de preparación, especialmente si la
naturaleza no ha sido preparada ya hasta cierto punto por la aspiración y
el tapasya. La obtención de resultados puede ser facilitada algunas veces
asociando a l a concentración alguno de los procesos del antiguo Yoga.
Hay el método adwaita del camino del conocimiento que consiste en
rechazar la identificación de uno mismo con la mente, el vital y el
cuerpo, diciendo constantemente: «yo no soy la mente, yo no soy el vital,
yo no soy el cuerpo», contemplando estas cosas como algo separado de
nuestro ser verdadero; al cabo de un cierto tiempo uno advierte que todas
las actividades mentales, vitales y corporales y hasta la percepción
misma de la mente, del vital y del cuerpo, se exteriorizan y se
convierten en algo que está fuera de uno, mientras que en el interior y
desapegado de ellos, crece la presencia de un ser
distinto y autoexistente que se abre a la realización del espíritu cósmico y trascendente. Hay también el
método -un método muy poderoso- de los sankhyas que se basa en la
separación del purusha y de la prakriti. Se impone a la mente la posición
de testigo: toda acción de la mente, del vital y del físico se convierte en un juego exterior que no es yo ni
es mío, sino de la Naturaleza y que ha sido impuesto a un yo exterior a
mi verdadero ser; yo soy purusha, el testigo; soy silencioso, desapegado,
no atado por ninguna de estas cosas. Como consecuencia de esto se produce
una división en el ser; el sadhaka siente crecer en su interior una
consciencia distinta, tranquila y silenciosa, que se percibe a sí misma
como una cosa completamente separada del juego superficial de la
Naturaleza mental, vital y física. Normalmente, cuando eso sucede, es
posible hacer descender muy rápidamente la paz de la consciencia superior
y la acción de la Fuerza superior y el pleno movimiento del Yoga. Pero a
menudo la Fuerza misma desciende en primer lugar como respuesta a la
concentración y a la llamada y entonces, si estos procesos son
necesarios, los efectúa ella misma o emplea cualquier otro
medio o procedimiento que sea útil o indispensable.
Otra cosa más. En este proceso de
descenso de lo alto y de desarrollo de la sadhana es sumamente importante no confiar
exclusivamente en sí mismo, sino en la dirección del Guru y someter todo
lo que suceda a su juicio, arbitrio y decisión. Porque sucede a menudo
que las fuerzas de la naturaleza inferior resultan estimuladas y excitadas
por el descenso y quieren mezclarse con él y desviarlo para beneficio
propio. Ocurre también con frecuencia que algún Poder o algunos Poderes
de naturaleza no divina se quieren hacer pasar por la Madre Divina y
exigen al ser servicio y sumisión. Si uno consiente eso, las con secuencias son desastrosas en
extremo. Si el sadhaka verdaderamente sólo da su consentimiento a la
acción del Divino y se somete o se entrega a su dirección, entonces todo puede desarrollarse suavemente.
Este consentimiento y la repulsa de todas las fuerzas egoístas o de las
fuerzas que complacen al ego son la salvaguardia del sadhaka durante todo
el proceso de la sadhana. Pero los senderos de la naturaleza están llenos
de celadas, los disfraces del ego son innumerables, los engaños de los
Poderes de las Tinieblas, rakshasi maya, son extraordinariamente hábiles;
la razón es un guía insuficiente y a menudo nos traiciona; el deseo vital
nos acompaña siempre y nos incita a que sigamos cualquier insinuación
seductora. Por esta razón en este Yoga insistimos tanto en lo que
llamamos samarpana, que se traduce al español aunque insuficientemente
con las palabras don-de-sí, entrega o sumisión.
Si el centro del corazón está plenamente abierto y el
psíquico mantiene siempre el control, no hay ningún problema; todo está a
salvo. Pero el ser psíquico puede en cualquier momento ser velado por una
ola procedente de los ámbitos inferiores. Pocos son los que están exentos
de estos peligros y son precisamente aquellos a quienes la sumisión es
fácil. En esta difícil empresa la dirección de alguien que sea él mismo
por identificación el Divino o que lo represente, es imperativa e
indispensable.
Lo que he escrito hasta aquí puede ayudarte a formar una
idea clara de lo que entiendo por el proceso central del
Yoga. He escrito con alguna extensión, pero evidentemente no he podido tratar más que las cosas fundamentales.
Todo lo que pertenece al ámbito de las circunstancias y de los detalles
deberá surgir a medida que uno elabora el método, o más bien que el
método se elabora a sí mismo; porque esto último es lo que ocurre
generalmente cuando comienza realmente la acción de la sadhana.
***
Pasemos ahora a la concentración. Generalmente la
consciencia se extiende por todas partes, se dispersa y corre en todas
las direcciones, tras de este sujeto o de aquel objeto sin limitación.
Cuando hay que hacer algo de carácter sostenido lo primero que se hace es recoger toda esta consciencia
dispersa y concentrarse. Entonces, si se mira atentamente, la consciencia
está forzosamente concentrada en un solo sitio y centrada en una sola
ocupación, sujeto u objeto; como ocurre cuando compones un poema o un
botánico estudia una flor. El sitio generalmente es alguna parte del
cerebro o del corazón, según se concentre uno en el pensamiento o en el
sentimiento. La concentración yóguica es simplemente una extensión y una
intensificación de la misma operación. El objeto de la polarización puede
ser una cosa, como cuando se hace tratak sobre un punto brillante.
Entonces has de polarizar o focalizar la consciencia de tal modo que no
vea más que ese punto y que no tenga más pensamiento que ese. Puede ser
una idea, o una palabra o un nombre: la idea del Divino, la palabra OM,
el nombre de Krishna, o la combinación de una idea y una palabra o de una
idea y un nombre. Pero cuando estás más adelantado en el Yoga puedes
concentrarte también en un sitio determinado. Hay la famosa regla de
concentrarse entre las cejas, donde está situado el centro de la mente
interior, de la visión oculta y de la voluntad. El procedimiento que se
sigue consiste en pensar fijamente desde allí en el objeto elegido para
la concentración, o bien en tratar de ver desde allí la imagen del citado
objeto. Si logras hacerlo, al cabo de un tiempo adviertes que la
totalidad de tu consciencia está centrada en ese sitio; de momento, por
supuesto. Después de haberlo hecho durante algún tiempo y con frecuencia,
resulta fácil y normal.
Confío que esto esté claro. Pues bien, en este Yoga se hace
lo mismo, no necesariamente en este sitio en particular entre las cejas,
sino en cualquier parte de la cabeza o en la parte central del pecho en
donde los fisiólogos han situado el plexo cardíaco. Al concentrarte en la
cabeza en lugar de polarizar la atención en una cosa, has de focalizar la
consciencia en una voluntad, en una llamada para que descienda la paz de
lo alto o, como hacen algunos, para que se abra la barrera invisible y la
consciencia se eleve hacia las alturas. En el centro del
corazón el objeto de la concentración ha de ser la aspiración a una
apertura, a la presencia de la imagen viviente del Divino en el corazón o
cualquier otra cosa que sea nuestro objetivo. Puede utilizarse el «Japa»
(la repetición) de un nombre, pero, en este caso, la concentración debe
dirigirse también a este nombre y éste tiene que repetirse
por sí mismo en el centro del corazón. Cabe preguntar que ocurre con el
resto de la consciencia cuando se hace esta clase de concentración local.
Pues bien, ésta se sumerge en el silencio como en cualquier concentración
o, de no ser así, los pensamientos o las cosas pueden ir y venir, como si
estuvieran en el exterior, pero la parte concentrada no
los atiende o no los advierte. Eso acontece cuando la concentración es
razonablemente efectiva.
No es conveniente fatigarse al principio con largas concentraciones si no se está
acostumbrado a ellas, porque en una mente cansada pierden su poder y su
valor. En este caso puedes relajarte y meditar en vez de concentrarte.
Sólo cuando la concentración se torna una cosa normal puedes prolongarla
progresivamente cada vez más.
NOTAS:
1. El Ser-en-Sí, el Ser esencial o Espíritu (atman o jivatman) (Nota del tr.)
2. en contraposición al físico sutil. (Nota del tr.)
Capítulo IV
Trabajo
Penetrar enteramente en el interior de uno mismo para tener experiencias y descuidar
el trabajo, la consciencia exterior, es estar
desequilibrado, excesivamente inclinado hacia una parte de la sadhana;
porque nuestro Yoga es integral. Así mismo, lanzarse hacia afuera y vivir
únicamente en el ser exterior es también estar desequilibrado, demasiado
inclinado hacia un lado de la sadhana. Hay que tener la misma consciencia
en la experiencia interior que en la acción
exterior y hacer que ambas estén llenas de la Madre.
***
Proseguir el trabajo ayuda a mantener el equilibrio entre la
experiencia interior y el desarrollo exterior; de otro modo se corre el
riesgo de promover un desarrollo unilateral y una (alta de equilibrio y
de mesura. Por otra parte, es necesario proseguir la sadhana del trabajo
por el Divino porque al final esta permite al sadhaka transferir los
progresos interiores a la naturaleza y la vida exteriores y contribuye a
la integridad de la sadhana.
***
Todo depende del estado interior; la condición exterior es útil
solamente como un medio y una ayuda para expresar o confirmar el estado
interior y tornarlo dinámico y efectivo. Si haces o dices una cosa con el
psíquico predominante o con el contacto interior apropiado, será eficaz;
si haces o dices la misma cosa por un impulso mental o vital o sumido en
una atmósfera mala o impura, puede resultar completamente ineficaz. Para
hacer la cosa verdadera de una manera verdadera en cada caso y a cada
momento es menester estar en la consciencia verdadera; no se puede
hacer siguiendo una regla mental fija, porque ésta podría convenir en
determinadas circunstancias y no convenir de ninguna manera en otras.
Cabe establecer un principio general si éste está de acuerdo con la
Verdad, pero su aplicación debe ser determinada por la consciencia
interior que ve en cada caso lo que hay que hacer y lo que no hay que
hacer. Esto es factible de una manera creciente si predomina el ser
psíquico y si el ser está enteramente dirigido hacia la Madre y obedece
al psíquico.
***
No es suficiente una actitud general; hay que ofrecer cada
trabajo a la Madre a fin de mantener siempre viva esta actitud. En el
momento del trabajo no hay que meditar, porque eso apartaría la atención
del trabajo, pero hay que tener presente constantemente la memoria de
Aquel a quien se ofrece el trabajo. Esto no es más que una primera etapa;
porque cuando puedas sentir constantemente la presencia de un ser
interior tranquilo, concentrado en la percepción de la Presencia Divina
en tanto que la mente-de-la superficie realiza la acción o cuando puedas
empezar a ser siempre consciente de que es la fuerza de la Madre la que
está efectuando el trabajo y que tú no eres más que un canal o un
instrumento, entonces en lugar de la memoria habrá comenzado la
realización automática y constante del Yoga, la unión divina, en las
obras.
***
Las únicas obras que purifican espiritualmente
son las que se efectúan sin ninguna motivación personal, sin el deseo de
alcanzar la fama o el reconocimiento público o los honores mundanos, sin
empeñarse en secundar las propias motivaciones mentales, las exigencias o concupiscencias vitales, o las
preferencias físicas, sin vanidad, sin querer imponerse brutalmente ni
buscar posición o prestigio; es el trabajo hecho solamente por amor al
Divino y bajo el mandato del Divino. Toda acción hecha con espíritu
egoísta, por buena que sea para el prójimo en el mundo de la Ignorancia,
no es de ninguna utilidad para el buscador del Yoga.
En la vida ordinaria se
trabaja para fines personales y para la satisfacción de los deseos bajo
un control mental o moral, influido a veces por un ideal mental. El Yoga
de la Gita consiste en ofrecer el trabajo propio como un sacrificio al
Divino, en la conquista del deseo, en una acción
desprovista de ego y de deseo, en vivir con bhakti por el Divino, en
entrar en la consciencia cósmica, en sentir la unidad de uno con todas
las criaturas y en unirse al Divino. Nuestro Yoga añade a todo esto el
descenso de la Luz y de la Fuerza supramentales (lo que constituye su
meta final) y la transformación de la naturaleza.
***
La consagración de uno mismo no depende tanto
de la clase de actividad que se hace como del espíritu con el que se
realiza ésta, sea de la clase que sea. Cualquier trabajo correcta y
cuidadosamente ejecutado como un sacrificio al Divino, sin deseo ni egoísmo,
con un espíritu ecuánime y una imperturbable tranquilidad tanto en la
buena como en la mala fortuna, hecho por amor al Divino y no por el afán
de un beneficio, un premio o un resultado personal, con la consciencia de
que es al Poder Divino a quien pertenece toda acción, es un medio de
autoconsagración a través del karma.
***
Incluso el trabajo más puramente físico y mecánico no se
puede hacer de manera conveniente si se acepta la incapacidad, la inercia
y la pasividad. El remedio no consiste en confinarse en un trabajo mecánico,
sino en rechazar y librarse de la incapacidad, la pasividad y la inercia
y abrirse a la fuerza de la Madre. Si la vanidad, la ambición y el amor
propio obstaculizan tu camino, expúlsalos lejos de ti. No conseguirás
desembarazarte de estas cosas esperando simplemente que desaparezcan. Si
te limitas a esperar a que las cosas acontezcan, no
hay ninguna razón por la cual tengan que ocurrir. Si es sin embargo la
incapacidad y la debilidad lo que constituye un obstáculo, a medida que
te vayas abriendo de un modo auténtico y creciente a la fuerza de la
Madre, la energía y la capacidad necesarias para la acción te
serán conferidas y se incrementarán en el adhar.
***
Los que trabajan para la Madre con toda sinceridad son
preparados por este mismo trabajo para recibir la consciencia verdadera,
aunque no se sienten para meditar ni sigan ninguna práctica determinada
del Yoga. No es necesario decirte como tienes que meditar; todo lo que
pueda ser útil llegará por sí mismo si en tu trabajo y en todo momento
eres sincero y te mantienes abierto a la Madre.
***
Abrirse en el trabajo significa lo mismo que abrirse a la consciencia.
La misma Fuerza que actúa en tu consciencia durante la meditación y que
disipa los nubarrones y la confusión siempre que te abres a ella, puede
también encargarse de tu acción, no sólo haciendo que percibas los
defectos de ésta, sino manteniéndote así mismo consciente de lo que debes
hacer y dirigiendo tu mente y tus manos para ejecutarlo. Si te abres a
ella en tu trabajo, empezarás a sentir su
dirección cada vez más hasta que detrás de todas tus actividades
advertirás la Fuerza de la Madre.
***
No hay ninguna etapa de la sadhana en
la que el trabajo sea imposible, ningún paso en el sendero donde no exista un punto de apoyo
y donde haya que renunciar a la acción porque sea incompatible con la
concentración en el Divino. El punto de apoyo existe siempre; el punto de
apoyo es la confianza en el Divino, la apertura del ser, de la voluntad,
de las energías al Divino, la entrega y sometimiento al Divino. Todo
trabajo hecho con este espíritu puede constituir un medio para la sadhana.
Puede ser necesario para algún individuo determinado sumirse durante
algún tiempo en la meditación e interrumpir su trabajo durante ese tiempo
o no otorgarle más que una importancia secundaria; pero eso no puede
darse más que en casos individuales y como un retiro temporal. Es más,
una completa suspensión del trabajo y la retirada total en el interior de
un mismo es raramente aconsejable; puede promover un estado excesivamente
unilateral y visionario en el que vivas en una especie de mundo
intermedio de experiencias puramente subjetivas, sin una base
firme ni para la realidad exterior ni para la Realidad suprema y sin la
utilización apropiada de la experiencia subjetiva para crear un firme
vínculo y después la unificación entre la Realidad suprema y la
realización exterior en la vida.
El trabajo puede ser de
dos clases: el que es un campo de experiencias utilizado por la sadhana,
para una progresiva armonización y transformación del ser y de sus
actividades, y el que es una expresión realizada del Divino. Pero el
momento de este tipo de actividad no llegará hasta que la Realización
haya descendido plenamente a la consciencia terrestre; hasta entonces
todo trabajo ha de constituir un campo de entrenamiento y una escuela de experiencia.
***
1. Nunca he puesto mi veto en contra de la bhakti. Y
tampoco soy consciente de haber prohibido nunca la meditación. En mi Yoga
he insistido tanto en la bhakti y el conocimiento como en las obras,
aunque yo no haya dado a ninguna de éstas vías una importancia exclusiva
como Shankara o Chaitanya.
2. La dificultad que experimentas o que cualquier sadhaka experimenta
relativa a la sadhana no proviene en realidad de una oposición entre la
meditación y la bhakti o el trabajo. La dificultad reside en la actitud
que hay que adoptar, en el planteamiento o enfoque o como quieras llamarlo.
3. Si no puedes todavía acordarte continuamente del Divino cuando trabajas, eso no tiene gran
importancia. De momento es suficiente que lo recuerdes y le consagres tu
trabajo cuando vayas a iniciarlo y le des gracias al finalizarlo. O a lo
sumo recordarlo también cuando haya una pausa.
Tu método me parece más bien penoso y difícil; parece como si estuvieras
tratando de recordar y de trabajar con una misma parte de la mente. Yo no
se si eso es posible. Cuando se está recordando constantemente durante el
trabajo (lo cual es factible), se hace generalmente con la parte
posterior de la mente o bien es que se ha creado progresivamente una
facultad de desdoblamiento del pensamiento o incluso un desdoblamiento de
la consciencia: una parte frontal activa y otra en el interior que hace
de testigo y que recuerda. Hay también otro sistema que fue el mío
durante mucho tiempo; es un estado en el cual el trabajo se efectúa
automáticamente y sin intervención del pensamiento personal o de la
acción mental, mientras que la consciencia permanece silenciosa en el
Divino. Este estado, sin embargo, no se obtiene tanto en virtud del
esfuerzo como por una aspiración y una voluntad de consagración muy simples y constantes; o bien por
un movimiento de la consciencia que separa el ser interior del ser
instrumental. La aspiración y la voluntad de consagración pidiendo el
descenso de una fuerza más grande que realice el trabajo es el método que
proporciona mejores resultados, aunque algunos requieren mucho tiempo
para alcanzarlo. Ese es el gran secreto de la sadhana, saber como
conseguir que el Poder que está detrás o encima de nosotros haga las
cosas, en lugar de hacerlo todo con el esfuerzo de nuestra mente. No
quiero decir con eso que el esfuerzo de la mente sea innecesario o que no
produzca ningún resultado; sólo quiero señalar que si la mente trata de
hacerlo todo por sí misma, se entra por la senda de un esfuerzo laborioso
y arduo para todos salvo para los atletas espirituales. Tampoco quiero
indicar que el otro método satisfaga el natural anhelo de brevedad; como
ya he dicho, el resultado puede hacerse esperar mucho tiempo. La
paciencia y una firme resolución son cosas necesarias en cualquier método
de sadhana.
La Fuerza está muy bien para los fuertes, pero la aspiración y
la Gracia respondiendo a ella no son de ninguna manera mitos, son grandes
realidades de la vida espiritual.
***
Al decir trabajo no me refiero a una acción hecha
en el ego y en la ignorancia, para la satisfacción del ego y bajo el
impulso del deseo rajásico. No puede haber karma-yoga sin la voluntad de
desembarazarse del ego, el rajas y el deseo, que son los sellos de la
ignorancia.
***
No me refiero a la filantropía, ni al servicio a la humanidad, ni a
todas esas otras cosas -morales o idealistas- que en la mente humana
sustituyen a la verdad más profunda del trabajo.
***
Al decir trabajo me refiero a una acción hecha
por el Divino; por el Divino solamente y por nada más. Naturalmente eso
no es fácil al principio, como tampoco es fácil la meditación profunda y
el Conocimiento iluminado o incluso el amor y la bhakti verdaderos. Pero
al igual que las otras cosas el trabajo tiene que emprenderse con el espíritu y la actitud verdaderos, con la auténtica
voluntad dentro de ti, y así lo demás vendrá por sí mismo.
Las obras realizadas con este espíritu son tan
efectivas como la bhakti o la contemplación. Mediante el rechazamiento
del deseo, el rajas y el ego, se obtiene un sosiego y una pureza en los
que puede descender la Paz inefable; por medio de la consagración de la
voluntad al Divino, por la inmersión de la voluntad propia en la Voluntad
Divina se obtiene la extinción del ego y la expansión en la consciencia
cósmica o bien el ascenso hasta lo que está por encima y más allá del
cosmos; se experimenta la separación del purusha de la
prakriti y se libera el ser de las cadenas de la naturaleza exterior; nos
tornamos conscientes del ser interior y percibimos el ser exterior como un instrumento; nos percatamos de que
el trabajo es ejecutado por la Fuerza universal y que el Ser-Esencial o
purusha vigila u observa, pero permanece libre; nos damos cuenta de que
todas las obras nos han sido sustraídas y son realizadas por la Madre universal o suprema o por
el Poder Divino que controla y actúa desde detrás del corazón. Si
sometemos constantemente toda nuestra voluntad y nuestras obras al
Divino, el amor y la adoración se acrecientan y el ser psíquico se sitúa
al frente. Ofreciéndose al Poder que está en lo alto, podemos llegar a
sentirlo por encima de nosotros, ser conscientes de su descenso y
percibir la apertura de nuestro ser a una consciencia y a un conocimiento
crecientes. Finalmente, las obras, la bhakti y el conocimiento van
juntos, y la perfección de uno mismo, lo que llamamos la transformación
de la naturaleza, se toma posible.
Estos resultados no se
producen ciertamente de una manera repentina; vienen de una manera más o
menos lenta, más o menos completa según el estado del ser y su
crecimiento. No existe un camino privilegiado que conduzca a la
realización divina.
Éste es el karma-yoga expuesto en el Gita,
tal como yo lo he desarrollado para la vida espiritual integral. No está
fundamentado en especulaciones y razonamientos, sino en la experiencia. No excluye la meditación y
ciertamente no excluye la bhakti, porque la ofrenda de sí al Divino, la
consagración total de uno mismo al Divino que es la esencia de este karma-yoga es
esencialmente un movimiento de bhakti. Sólo rechaza una meditación
exclusiva que se aparte de la vida, o una bhakti emotiva encerrada en su
propio sueño interior, tomadas como el movimiento total del Yoga. Puedes
tener tus horas de absorción en la meditación pura o de inmóvil adoración
y éxtasis interior; pero no constituyen la totalidad del Yoga integral.
Apéndice (1)
Pregunta: «La diferencia o contraste entre el
Personal y el Impersonal es una verdad de la Sobremente (Overmind); no
hay una verdad separada de ellos en la Supermente, ellos son
inseparablemente uno».
Si esto se refiere al Divino Personal y el Impersonal, la
cuestión de la diferencia difícilmente puede plantearse, porque el Divino
Personal (es decir, el Avatar) no siempre está aquí. Es sólo en muy raras
ocasiones que el Divino se convierte en el Avatar para venir a la tierra.
Respuesta: No entiendo lo que dices. El Divino Personal
no significa el Avatar. Lo que yo dije era que la escisión entre los dos
aspectos del Divino es una creación de la Sobremente que toma varios
aspectos del Divino y los separa convirtiéndolos en entidades separadas. Así, separa Sat,
Chit y Ananda, de tal modo que se forman tres aspectos separados
diferentes entre sí. De hecho en la Realidad no hay ninguna separación,
los tres aspectos están de tal modo fundidos entre sí, son de tal modo
inseparablemente uno que constituyen una única realidad indivisible. Lo
mismo acontece con el Divino Personal y el Impersonal, el Saguna y el
Nirguna, el Brahmán Activo y el Silente En la Realidad no son aspectos
opuestos e incompatibles. Lo que denominamos Personalidad y lo que
denominamos Impersonalidad están inseparablemente fundidas conjuntamente
en una única Verdad. En realidad la frase «fundidas conjuntamente» es
incluso inexacta, porque estos aspectos nunca estuvieron separados de tal
modo que hubiera que fundirlos. Todas las disputas acerca de la cuestión
de si el Impersonal es la única auténtica verdad o si por el contrario la
única verdad suprema es el Divino Personal son querellas creadas por la
mente derivadas de este aspecto divisor de la Sobremente. A diferencia
de la Mente la Sobremente no niega ninguno de los aspectos, los admite
como aspectos de la Verdad Una, pero al separarlos da lugar a que surjan
las disputas en la Mente, más limitada y dividida, porque la Mente no
puede ver cómo dos contrarios pueden existir en una Verdad, cómo el Divino
puede ser ninguno guni (2); no teniendo experiencia alguna de lo que
existe detrás de las dos palabras toma cada una de ellas en un sentido
absoluto. El Impersonal es Existencia, Consciencia, Bienaventuranza, no
es una persona sino un estado. La Persona es el Existente, el Consciente, el Bienaventurado. La
consciencia, la existencia, la bienaventuranza contempladas como cosas
separadas no son más que estados de su ser. Pero en verdad los dos (el
ser personal y el estado eterno) son inseparables y constituyen una sola
realidad.
***
Pregunta: «Además el Divino múltiple es una realidad eterna
anterior a la creación de aquí».
a) ¿Significa esto que las almas
existían eternamente y separadamente del Brahmán? O dicho de otro modo,
¿Están el Jiva y el Brahmán eternamente separados, como en la Dwaitavada?
De ser así, ¿no se corresponde eso con la idea del Jainismo y del Santhya
de que hay una multitud de Purushas que existen eternamente?
b) La expresión «anterior a la creación» ¿se refiere a la
creación que tiene lugar partiendo de la Supermente o simplemente a la
creación material?
c) Si el Divino múltiple es una realidad eterna ¿no
equivale eso a una pura Dwaitavada?
Respuesta: a) El Brahmán no es un uno matemático
con la Multitud como una ilusión. Él es un Uno infinito con una multiplicidad infinita implicada en su Unicidad.
Esto no es Dwaitavada,
porque en la Dwaitavada la multitud está absolutamente diferenciada del
Uno. En el Sankhya la Prakriti es una pero los Purushas son muchos; por
tanto, esto no es Sankhya, ni, supongo, Jainismo, a no ser que el Jainismo
fuera algo completamente distinto de lo que normalmente se dice que es.
b) La creación material o la creación universal
en general.
c) Al contrario, es una Adwaitavada
completa, más completa que la de Shankara que divide el Brahmán en dos
principios incompatibles: el Brahmán y el universo de Maya que no es
Brahmán y sin embargo de algún modo existe. En este punto de vista que es
el de la Gita y de algunas otras escuelas Vedánticas Para Shakti y Maya
son también Brahmán. La Unidad y la Multiplicidad son aspectos del Brahmán, lo mismo que la Personalidad y la
Impersonalidad, Nirguna y Saguna.
***
Pregunta: «Este ser central tiene dos formas -en lo alto,
es el Jivatman... abajo, es el ser psíquico... »
a) ¿Quiere esto decir que el Jivatman y el ser psíquico son
formas diferentes del ser central? Si no son más que formas del ser
central, ¿cómo es posible que sean seres o entes?
b) Otro sí, cuando asciendes desde el estado
inferior hasta el Jivatman en lo alto, ¿deja de existir el ser psíquico?
Y cuando te elevas por encima del Jivatman ¿se convierte el ser central
en algo carente de forma?
Respuesta: a) «Formas» no se usa aquí en un sentido
físico. El ser central es el ser en su eseidad original esencial, el ser
psíquico es el mismo en el devenir.
b) La evolución o devenir continúa, el ser psíquico por
tanto también continúa, al igual que continúa el resto de la naturaleza,
sólo que espiritualizada y percibida como un solo ser en todos los
planos. La cuestión no estriba en si es con forma o sin forma. Como ya he
dicho la palabra formas no se utiliza aquí en su sentido exterior sino en
su sentido interior o metafísico.
***
Pregunta: «El Jivatman... se conoce a sí mismo como un
centro del Divino múltiple, no como el Parameshwara. Es importante
recordar esta distinción; pues, de no ser así, si hay el más mínimo
egoísmo vital, puedes empezar a contemplarte a ti mismo como un Avatar o
perder el juicio como Hridaya con Ramakrishna».
¿Significa esto que el status de Jivatman en el
que «éste preside los dinamismos de la manifestación» puede ser realizado
antes de que sea abolido el egoísmo vital?
Respuesta: Puedes llegar a tener el conocimiento o la percepción, en la mente-
superior, de «Yo soy Eso» cuando el ser vital está todavía sin
transformar. En este caso el ego vital puede aprovecharse de ese
conocimiento y darle una falsa aplicación.
***
Pregunta: Si el egoísmo vital puede persistir incluso después
de haber alcanzado la realización del Jivatman, ¿cómo se puede llegar
hasta el extremo de contemplarse a sí mismo como un Avatar? ¿Es porque la
unión con el Divino y la sensación de omnipotencia que aporta se refleja
en el ego vital como algo grandioso?
Respuesta: Sí. Es cuando sientes que tú eres el Divino,
So’aham, pero no de un modo impersonal en el que todo es el Brahmán uno,
el Ser-Uno, sino de un modo personal «yo soy Dios, el Parameshwara». Es
como en la historia Puránica en la que se da el conocimiento tanto a
Indra como a Virochana, y el Dios lo entendió bien, pero el Asura llegó a la conclusión de que el
ego era el Divino y por consiguiente fue por todas partes tratando de
imponer su ego al universo.
***
Pregunta: «...si la mente está sólidamente
desarrollada, el ser mental puede permanecer; y también puede permanecer
el vital, siempre y cuando estén organizados por el ser psíquico y
centrados en torno a él: en tal caso compartes la inmortalidad del
psíquico».
¿Quiere esto decir que el ser vital de personas de gran fortaleza sigue su
andadura en vidas futuras? ¿Pero cómo se puede saber que
su vital estaba centrado en torno al ser psíquico? Sólo de los Bhaktas y
de los Jnanis se puede decir que estaban centrados en torno al psíquico.
Respuesta: Si se posee un fuerte desarrollo
espiritual, resulta más fácil retener la mente o el vital desarrollados,
después de la muerte. Pero no es absolutamente necesario que la persona
haya sido un Bahkta o un Jnani. De Shelley o de Platón por ejemplo se
podría decir que tenían un ser mental desarrollado, centrado en torno al
psíquico; del vital difícilmente podría decirse lo mismo. Napoleón tenía
un fuerte vital, pero éste no estaba organizado en torno al ser
psíquico.
***
Pregunta: «El ego es una formación de la Naturaleza, pero no es
una formación exclusivamente de la naturaleza física
y por consiguiente no cesa con el cuerpo. Hay también un ego mental y
vital».
¿Significa esto que el ego es llevado por el
psíquico después de la muerte como un principio separado, del mismo modo
que lleva consigo una mente o un vital altamente desarrollados, o que es
cogido por el psíquico como un samskara-semilla, o bien que existe junto al psíquico en el estado posterior
a la muerte?
Respuesta: Lo único que se quiere expresar es que
el ego no es una creación del nacimiento en un cuerpo físico: tanto la
mente como el vital también lo tienen. En tanto que la mente y el vital
estén sometidos a la ignorancia, el ego perdurará también. Cuando el ser
psíquico se retira para descansar toma naturalmente consigo la esencia de
las experiencias pasadas y al volver asume una existencia mental, vital y
física que tiene la impronta del ego y de la ignorancia.
***
Pregunta: «El verdadero ser vital... es vasto, inmenso,
sosegado, fuerte, carente de limitaciones, firme e imperturbable, capaz
de todo poder, todo conocimiento, todo Ananda».
¿Quiere esto decir que el verdadero ser vital pertenece a la consciencia cósmica o supracósmica?
Y si no es así, ¿cómo es posible que tenga tales cualidades?
Respuesta: El verdadero ser mental, vital o físico-sutil tiene siempre las cualidades
superiores de su plano -es el Purusha y lo mismo que el ser psíquico
aunque de otra forma es una proyección del Divino-, está por tanto en
contacto con la consciencia superior y refleja algo de ella, aunque no
sea totalmente eso; está también en contacto con la Verdad cósmica.
***
Pregunta: Si el verdadero vital es «capaz de todo
poder, todo conocimiento, todo Ananda», parece que sea el mismo vital
supramental o el vital del Ishwara. ¿Cómo si no sería posible para el ser
individual tener un vital así?
Respuesta: Él es capaz de recibir los movimientos de
la consciencia superior, y más adelante podrá ser capaz de recibir el
Poder y el Ananda supramentales mayores todavía. De no ser así, el
descenso de la consciencia superior sería imposible y la supramentalización
sería también imposible. No quiere eso decir que posea él mismo estas cosas por derecho propio y que tan
pronto como se torne uno consciente del verdadero ser vital posea todas
estas cosas como inherentes al vital verdadero.
***
Pregunta: En el cambio o transformación de la naturaleza vital, ¿debe
el vital exterior de superficie ser totalmente
eliminado y sustituido por el vital verdadero o es menester mantenerlo y
transformarlo para que adquiera la naturaleza del vital verdadero? En
ambos casos, ¿qué necesidad hay de un vital exterior si el vital
verdadero ya está allí?
Respuesta: El ser vital verdadero está en la consciencia interior; el vital
exterior es instrumental para el juego actual de la Prakriti en la
personalidad de superficie. Cuando tiene lugar el cambio (3) el vital
verdadero rechaza del vital exterior todo lo que no está en armonía con su propia verdad y hace de éste un
instrumento verdadero para su expresión, un medio de expresión de su
voluntad interior, no un elemento que responde a las incitaciones de la
Naturaleza inferior. La clara distinción entre los dos prácticamente
desaparece.
***
Pregunta: «La eliminación de la Fuerza de destrucción
implica una creación que no será destruida, que perdurará y se
desarrollará constantemente».
¿Significa esto que en la Creación-Verdad la
Fuerza de destrucción será eliminada y que sólo permanecerán las Fuerzas
de creación y de conservación? ¿Quiere decir que nadie morirá, ni
siquiera las plantas y los animales?
Respuesta: Eso podría ser cierto si la totalidad del mundo tuviera que supramentalizarse
y si la supramentalización significara incapacidad para el cambio o para despojarse de una forma, pero
no es así.
***
Pregunta: «El Shraddha y los ritos se efectúan realmente por la
parte vital del ser; para ayudar al ser a desembarazarse de las
vibraciones vitales que todavía lo mantienen apegado a la tierra o a los
mundos vitales, de manera que pueda pasar rápidamente a su descanso en la
paz psíquica».
¿Significa esto que la ceremonia del Shraddha
que celebran actualmente los Brahmines es correcta? ¿Dar de comer a la
gente y a los Brahmines se hace con este fin?
Respuesta: Yo solamente indiqué cual era
originalmente el propósito de las ceremonias, los ritos. No me refería al
hecho de que se diera de comer a la gente o a los Brahmines que no es un
rito o ceremonia. Si el Shraddha tal como se celebra es realmente
efectivo es otra cuestión, pues los que lo celebran no poseen ni el
conocimiento ni el poder oculto.
NOTAS:
1. Un sadhaka formuló algunas preguntas a Sri Aurobindo en
1935-36 relativas a ciertos pasajes de Luces sobre el Yoga. En este apéndice se incluyen estas preguntas
junto con las respuestas de Sri Aurobindo. La última pregunta fue hecha
por otro sádhaka. 2. el que posee características y que existe sin
embargo sin ellas, el Impersonal-Personal. (Nota del tr.) 3. o la
transformación (Nota del tr.)
Glosario de los términos sánscritos
Abhyasa: Práctica continua del yoga.
Achanchalatá: Tranquilidad.
Adadra: Vaso, receptáculo, vehículo; el
conjunto formado por la mente, la vida y el cuerpo, considerado como
receptáculo de la consciencia y de la fuerza espirituales.
Advaita: El monismo.
Advaita vedanta: La escuela monista del
vedanta.
Advaitin: Monista vedántico.
Ahaituki bhakti: Devoción que no depende de
nada: devoción absoluta.
Ajna chakra: El centro de la
voluntad (véase chakra).
Anahata: El centro del corazón (véase chakra).
Ananda: Felicidad, bienaventuranza divina o
espiritual.
Anandamaya: Bienaventuranza absoluta.
Ananta: Que no tiene fin.
Anityam-asukham: Efímero y desgraciado.
Antarátman: El ser-esencial interior,
alma.
Antaryámin: El que vigila interiormente.
Anubhava: Experiencia.
Anumanta: El que da la aprobación.
Aparó prakriti: La naturaleza inferior, la Naturaleza
en la manifestación inferior de la Ignorancia.
Aradhana: Adoración al Divino.
Asana: Posturas físicas del yoga; ejercicios físicos;
parte del hatha-yoga.
Asura: Ser hostil del plano vital-mentalizado;
hijo de la oscuridad y de la división y de un potente florecimiento del
Ego. Titán que se opone a las potencias de la Luz: demonio o gigante del
mal.
Atman: El Ser-en-Sí o Ser-Esencial o Espíritu.
Atmarati: La paz y el gozo inherentes al
Ser-en-Sí.
Avatara: El descenso y encarnación del Divino
en una forma humana.
Avidya: El principio cósmico de la Ignorancia.
Bhakta: Devoto. El que sigue la vía de
la devoción.
Bhakti: Devoción.
Bhaktiyoga: El yoga de la devoción.
Bharta: El que sostiene.
Brahma: Dios como Creador, el primero de la
Trinidad.
Brahmacharya: Celibato, pureza sexual
absoluta. Brahmachari: el que practica Brahmacharya.
Brahmán: La realidad espiritual, universal
y suprema.
Brahmanda: El Cosmos, el Universo.
Brahmica (consciencia): La consciencia
absoluta.
Buddheh paratah: En los planos mentales superiores.
Buddhi: Inteligencia.
Chaitanya: Nombre de un gran místico indio de
Bengala del siglo XVI.
Chaitya purusha: El ser psíquico, el
alma.
Chakra: Centro, plexo; las siete «flores de
loto» o centros psicológicos del cuerpo sutil son: mulahara: El centro
situado en la base de la espina dorsal. svadhisthana: El centro
abdominal. nabhipadma: El centro umbilical. anahata: El centro del
corazón. visuddha: El centro de la garganta ajna: El centro situado
en el entrecejo. sahasradala: El loto de mil pétalos en la cúspide de la
cabeza.
Chitta-vritti: Ondas de consciencia, sus múltiples
actividades; flujos de reacción y de respuesta de la consciencia básica.
Cit: La Consciencia pura, como en Sat-Cit-Ananda;
autoconsciencia creativa; la consciencia esencial del Espíritu.
Citta: La materia mental; la consciencia
mental-vital-física de la que surgen los movimientos de pensamiento,
emoción, sensación, impulso, etc.
Damana: Represión.
Devi: Diosa; poder de Devi: el poder de la
Fuerza Suprema.
Dharma: La Ley del ser; principio fundamental de la actividad.
Dhira shtira: Tranquilo, firme, establecido en el
espíritu.
Dhyana: Meditación, contemplación; concentración
interior de la consciencia.
Durga: La Madre divina como Protectora y
Propiciadora.
Dvaita: El dualismo.
Dvaitadvaita: El monismo dualístico.
Ganesha: El poder que elimina los obstáculos por la fuerza del Conocimiento.
Guna: Cualidades, modos de la Naturaleza;
hay tres gunas: tamas, rajas y sattva (inercia, energía y luz).
Guru: Maestro espiritual.
Guruvada: El culto al gurú.
Hripadma: El centro del corazón (véase chakra).
Ishvara: El Señor; Dios como Señor de la Naturaleza; el
Divino.
Ishvarakoti: Almas capaces tanto de entrar como de
salir de la manifestación (véase jivahoti).
Jada: Inerte.
Jagunnatha: El Señor del mundo.
Jainismo: Religión cuyo fundador fue
Mahavira. Predica la ahimsa (no violencia) y el respeto absoluto a todas
las criaturas vivientes. En su rigor se cubren la boca con un pañuelo
para no respirar insectos, filtran el agua, etc. El Budismo tiene muchos
principios similares.
Japa: Repetición de un conjunto de sonidos o palabras o de un
nombre, como plegaria o invocación.
Jiva: El ser viviente; p. e.: el jiva de Khishna es la criatura de
Krishna, o sea, la criatura de Dios.
Jivahoti: Almas que evolucionan a través de una
serie de nacimientos y de muertes, capaces solamente de ascender, pero
incapaces de volver a la manifestación en el tiempo y en el espacio, una vez obtenida la experiencia
final del nirvatalpa samadhi.
Jivanmukta: Liberado en vida.
Jivatman: El Ser-en-Sí individual.
Jnanayoga: El yoga del conocimiento.
Jnani: El que practica el yoga del conocimiento.
Jyoti: La luz; el principio de la luz
espiritual en la Naturaleza superior o divina.
Karma: Acción, trabajo; la fuerza resultante de las
acciones realizadas en el pasado, especialmente en vidas anteriores.
Karmayoga: El sistema de disciplina espiritual
que tiene como base el trabajo dedicado al Divino.
Kartavyam-karma: La acción o el trabajo que tiene
que ser cumplido; deber.
Kartikeya: El dios que dirige el ejército de seres
divinos, vencedor de las fuerzas hostiles.
Karuna: Gracia.
Kevala: Absoluto, sin mezcla.
Kundalini shakti: El poder que está enrollado
en el centro inferior situado al final de la espina dorsal; es despertado
por el yoga y asciende para unirse con la Presencia o con el Poder divinos
en el sahasradala o séptimo centro (véase chakra).
Laya: Disolución del ser individual fundiéndose
en el seno del ser-Existencia uno.
Lila: El juego del Divino en el universo.
Madhura bhava: Estado o condición de
enamorado. Parte de la bhakti de ciertas sectas vishnuitas, que buscan a
Dios como su Señor y su Enamorado para unirse a El.
Mahakali: La Madre divina como Fuerza
omnipotente.
Manipura: El centro del ombligo (véase chakra).
Mantra: Una combinación de palabras o de sonidos que
tienen un significado y un poder espirituales.
Maya: Poder de la ilusión, la gran Ilusión cósmica.
Mayavadin: El que considera el mundo como una
ilusión.
Moksha: La liberación de la consciencia de
existencia personal; la liberación de la existencia cósmica, de maya.
Muladhara: El centro situado en la base de la espina
dorsal (véase chakra).
Nabhipadma: El centro umbilical (véase
chakra).
Nanyha pantha vidyate ayanaya: «No hay otra vía
que ésta»
Nidra: Sueño profundo
Nirguna: El Impersonal puro; carente de cualidades.
Nirguno-guni: el que posee cualidades
y está exento de cualidades. Impersonal-Personal
Nirvana Extinción espiritual del yo
individual separado.
Nischala niravata Silencio en la inmovilidad
Ojas: Energía primigenia; energía física y físico-vital.
OM (AUM): «A» indica el espíritu que se
encuentra en la materia grosera y exterior.
«U» indica el espíritu que se encuentra en el mundo
sutil e interior.
«M» indica el espíritu de la Omnipotencia secreta y
superconsciente.
Las letras unidas, AUM (OM), indican el sonido primigenio y
representan la Realidad espiritual suprema (turiya).
Pandit: Erudito.
Pani: Fuerzas no divinas de las cuales habla el Rig-veda;
ladrones de los vacas (go) o de la luz, que se ocultan en las «cavernas
de las montañas».
Parameshvara: El Supremo como Amo y Señor del
universo.
Para prakriti: La Naturaleza superior o divina.
Para prakritir jivabhuta: La Naturaleza superior que se ha
convertido en el ser individual.
Parashakti: La Energía, la Fuerza
Suprema.
Patala: El infierno, el subconsciente.
Patanjali: El sistema rajayoga fue
sistematizado por el famoso compilador Patanjali.
Prajnana: Conocimiento por aprehensión.
Prakriti: Naturaleza. Energía activa y
realizadora, diferenciada del alma o ser consciente que observa y
sostiene.
Pralaya: La disolución del Cosmos; la disolución de
todas las cosas creadas.
Prana: Vida.
Pranava japa: La repetición de la sílaba
sagrada OM.
Pranayama: Control y práctica de la respiración; parte del
hatha yoga.
Prarabdha karma: La cadena de la acción puesta ya en
movimiento.
Purusha: El Alma o ser consciente que sostiene la
acción de la Naturaleza.
Prushottama: El Ser Supremo.
Radha: Personificación del amor absoluto por el
Divino (desde la parte más espiritual del ser a la más material).
Rajas: Uno de los tres gunas, cualidades
fundamentales o modos de la naturaleza; el principio dinámico de la
naturaleza caracterizado por el deseo, la acción y la pasión.
Rajásika: Plenitud de la cualidad de rajas, del
principio dinámico.
Rajayoga: Disciplina espiritual que procede
mediante el control de la respiración y de la mente.
Rakshasa: Poderes de las tinieblas. Seres
del plano vital medio.
Rakshasi maya: Las ilusiones creadas por los Poderes de
las tinieblas, los rakshasa.
Rasa: Lo que en las cosas es causa del placer;
gusto íntimo.
Retas: Sustancia física; esperma.
Ripus: Los enemigos vitales; las pasiones.
Sadhaka: El que practica la disciplina yóguica.
Sadhana: La disciplina yóguica como medio de realización; práctica
del yoga.
Saguna: El Personal; que posee cualidades y es
activo. Saguna-Brahmán: el Divino personal y activo.
Sahasradala: El loto de mil pétalos,
el séptimo centro situado en la parte superior de la cabeza (véase
chakra).
Sakshi: Testimonio de la naturaleza mental y
física; simple observador.
Samadhi: Éxtasis yóguico; nirvikalpa samadhi es el último grado del
éxtasis, un estado de catalepsia completa del cual, en principio, no se
retorna.
Samarpana: La ofrenda de sí integral, la
sumisión, la consagración.
Samata: Ecuanimidad; estabilidad de ánimo
perfecta.
Samrajya: Soberanía; dominio del mundo
propio
Samskara: Formaciones mentales, fijas;
impresiones de antiguos hábitos o experiencias acumuladas en las partes
subconscientes.
Sankhya: Sistema de filosofía y de
práctica espiritual fundado en un análisis particularizado de la
naturaleza y de la consciencia: purusha y prakriti.
Sannyasa: Renuncia total para la vida espiritual.
Sannyasi(n): El que practica
sannyasa; un asceta.
Satchitananda: La Realidad Suprema como Ser-autoexistente,
Consciencia y Bienaventuranza.
Sat-purusha: El Yo como ser o
existencia; el ser divino.
Sattva: Una de las tres gunas: el
principio de luz y de armonía en la naturaleza.
Sattvika: Plenitud de la cualidad de sattva.
Shakti: El Poder divino, la Fuerza consciente del Divino.
Shama: La tranquilidad, el reposo; el principio
de la calma y de la paz en la Naturaleza superior o divina.
Shanhara: Célebre protagonista de la
doctrina del mayavada (o ilusionismo), del siglo IX.
Shanti: Paz.
Shastra: Código moral y social; conocimiento de la verdad, de los
principios, poderes y procesos; Sagrada Escritura.
Shishya: Discípulo, el que sigue un Gurú.
Shiva: Dios como destructor, el tercero de la
Trinidad; el Señor de la renuncia y del bien supremo.
Shraddha: Ceremonia de ofrenda de oblaciones a los
muertos.
Shunya: El vacío, la nada, el cero.
Siddha: Un alma perfecta: el que ha alcanzado
una perfección en el yoga y ha realizado la verdad espiritual.
Siddhi: Realización, consumación; también, un poder oculto conseguido por el
yoga.
So´ham: Yo soy Él.
Sthira: Tranquilo.
Sthirata: Calma.
Sukshma deha: El cuerpo sutil.
Sukshma sharira: La envoltura sutil.
Surja savitri: El sol creador.
Svabhava: La naturaleza particular del yo
primigenio de cada uno.
Svadharma: Ley esencial; ley de acción del propio ser.
Svadhisthana: El centro abdominal
(véase chakra).
Svarupa: Forma esencial de cada uno.
Sve dame: En la propia casa.
Tamas: Uno de los tres gunas, el principio de la
oscuridad y de la inercia en la naturaleza.
Tamásico: Plenitud de la cualidad del tamas.
Tantra: Una vía de disciplina espiritual
basada en el principio de la Shakti, la Consciencia- Poder o
Consciencia-Fuerza (concebido como la Madre) como la Suprema Realidad.
Tántrico: El que practica el tantra.
Tapas: Energía de la consciencia: el principio del poder
y de la fuerza espirituales en la Naturaleza superior o divina.
Tapaswin: El que sigue un tapasya; un asceta.
Tapasya: El esfuerzo espiritual
caracterizado por la concentración de las energías en una disciplina o
proceso espiritual; la práctica de una disciplina, y, en general, de
austeridades, con un fin determinado.
Tratak: Fijación de la mirada sobre un punto
determinado a fin de concentrar la consciencia sobre dicho punto.
Udasina: Situado por encima; despegado.
Upari budhna esaham: «Los
fundamentos de estas cosas están en lo alto».
Vairagya: Desapego, alejamiento de la vida;
aversión por el mundo y la vida.
Vedanta: Sistema filosófico de disciplina
espiritual derivado del «Libro del Conocimiento» que constituye la última
parte de los Vedas (las Escrituras más antiguas de la India); la parte
inicial es conocida bajo el nombre de «Libro de las obras».
Vichara: El discernimiento; método de
reflexión intelectual; discriminación; vichara budhi: el intelecto
razonador.
Vijnana: (a) Conocimiento por comprehensión en
contraposición a prajnana o conocimiento por aprehensión. (b) Gnosis,
Supermente.
Vishishtadvaita: El monismo cualificado,
una escuela del Vedanta.
Vishnú: Brahma-Vishnú-Shiva. Uno de los tres aspectos
(Trimurti) del Divino: Brahma- Vishnú-Shiva, como, respectivamente,
creador, preservador y destructor. Vishnú representa la personalidad de
consciencia del Eterno; en Él todo encuentra sostén, en su inmensidad, en
su estabilidad, en su esencia Vishnúes eternidad. Shiva representa, a
través de la destrucción, la posibilidad del renacimiento (Brahma),
renovación espiritual.
Visuddha: El centro de la garganta (véase chakra).
Vrindavan: El cielo de la belleza y la
felicidad eternas, el lugar sagrado donde Krishna, el eterno Amante,
juega con su enamorada (el alma).
Vritti: Olas (véase
chitta-vritti).
Yoga: Unión con el Divino; la
disciplina a través de la cual el ser se despierta y penetra en una
consciencia interna superior.
Yoga-shakti: El Poder que aparece con el
despertar de la consciencia interna superior. Es el poder que efectúa el
yoga.
Yoga-siddhi: La realización o consumación de
los objetivos del yoga. |