I SAMÂDHIPÂDAH
I. 1 Aquí comienza la
enseñanza del Yoga que ejerce autoridad.
I. 2 El Yoga es la
aptitud para dirigir la mente exclusivamente hacia un objeto y mantener
esa dirección sin distracción alguna.
I. 3 Entonces nace la
capacidad de comprender plena y correctamente el objeto.
I. 4 La aptitud para
comprender el objeto se ve simplemente reemplazada por la concepción que
la mente tiene de dicho objeto, o bien por una falta total de comprensión.
I. 5 Las actividades
de la mente son cinco, Cada una de ellas puede ser beneficiosa y puede
causar problemas.
I. 6 Las cinco
actividades son: la comprensión, la comprensión defectuosa, la
imaginación, el sueño profundo y la memoria.
I. 7 La comprensión se
basa en la observación directa del objeto, la inferencia y la referencia a
autoridades dignas de confianza.
I. 8 La comprensión
defectuosa es la comprensión que se toma por correcta hasta que
condiciones más favorables revelan la naturaleza real del objeto.
I. 9 La imaginación es
la comprensión de un objeto basada únicamente en palabras y expresiones,
incluso en ausencia del objeto.
I. 10 Hay sueño
profundo cuando la mente está inmersa en la pesadez y ninguna otra
actividad está presente.
I. 11 La memoria es la
retención mental de una experiencia consciente.
I. 12 La mente puede
alcanzar el estado de Yoga por medio de la práctica y el desapego.
I. 13 La práctica es,
fundamentalmente, el justo esfuerzo necesario para avanzar hacia el estado
de Yoga, alcanzarlo y mantenerlo.
I. 14 Sólo si la
práctica adecuada se mantiene largo tiempo, sin interrupciones, con las
cualidades de celo y actitud positiva, puede ésta triunfar.
I. 15 En el más alto
grado hay ausencia total de aspiración a contentar los sentidos o a vivir
experiencias extraordinarias.
I. 16 Quien ha
alcanzado la plena comprensión de su verdadero ser ya no se verá
perturbado por influencias que le distraigan, tanto en su interior como a
su alrededor.
I. 17 Entonces el
objeto es gradualmente comprendido de manera plena. Esta comprensión es,
al principio, más o menos superficial pero, con el tiempo, se hace más
profunda. Llega un día que es total. Nace una alegría pura como
consecuencia de una tal profundidad de comprensión que entonces el
individuo está tan unido al objeto que pierde consciencia de lo que le
rodea.
I. 18 Las
perturbaciones mentales habituales están ausentes. A pesar de ello, los
recuerdos del pasado subsisten.
I. 19 Habrá algunas
personas nacidas en un estado de Yoga. No necesitan practicar ni
disciplinarse.
I. 20 Gracias a la fe,
que proporcionará la energía suficiente para superar todas las
situaciones, se mantendrá la dirección. La consecuencia del objetivo del
Yoga exige tiempo.
I. 21 A más intensa es
la fe y el esfuerzo, más cercano está el objetivo.
I. 22 La profundidad
de la fe varía inevitablemente de una persona a otra y, en una misma
persona, varía con el tiempo. Los resultados reflejarán estas variaciones.
I. 23 Ofrecer
regularmente plegarias a Dios, con sentimiento de sumisión a Su poder,
permite ciertamente alcanzar el estado de Yoga.
I. 24 Dios es el Ser
Supremo, cuyas acciones no se basan jamás en la comprensión defectuosa.
I. 25 Él conoce todo
lo que se puede conocer.
I. 26 Dios es eterno.
De hecho es el enseñante último. Es la fuente de "Guía" para todos los
instructores pasados, presentes y futuros.
I. 27 La forma más
apropiada tiene en cuenta las cualidades de Dios.
I. 28 Para estar en
relación con Dios es necesario dirigirse a Él de una manera adecuada y
reflexionar regularmente sobre Sus cualidades.
I. 29 Llegará un
momento en que la persona percibirá su auténtica naturaleza. Ya no se verá
perturbada por ninguna de las interrupciones que pueden aparecer a lo
largo de su camino hacia el estado de Yoga.
I. 30 Hay nueve tipos
de interrupciones al desarrollo de la claridad mental: la enfermedad, el
estancamiento mental, las dudas, la imprevisión, la fatiga, el exceso de
complacencia, las ilusiones sobre el verdadero estado mental de uno mismo,
la falta de perseverancia y la regresión. Son obstáculos porque crean
perturbaciones mentales y refuerzan las distracciones.
I. 31 Todas estas
interrupciones provocan uno o más de los siguientes síntomas: incomodidad
mental, pensamiento negativo, incapacidad de sentirse cómodo en diferentes
posturas corporales y dificultad para controlar la propia respiración.
I. 32 Si se puede
escoger y poner en práctica un medio apropiado para estabilizar la mente,
las interrupciones no pueden echar raíces, sean cuales sean las
provocaciones.
I. 33 En la vida
cotidiana vemos, a nuestro alrededor, personas más felices que nosotros.
Algunas hacen cosas dignas de elogio, otras originan problemas. Sea cual
sea nuestra actitud habitual hacia tales personas y sus acciones, si
podemos estar contentos con aquellos que son más felices que nosotros, ser
compasivos con los infortunados, estar alegres con los que realizan
acciones dignas de elogio y si los errores de los demás no nos afligen,
nuestras mentes estarán muy tranquilas.
I. 34 Puede ser útil
la práctica de ejercicios respiratorios a base de expiraciones
prolongadas.
I. 35 Por medio de la
indagación habitual sobre el papel de los sentidos podemos reducir las
distorsiones mentales.
I. 36 Por medio de la
indagación sobre lo que es la vida y sobre lo que nos mantiene vivos,
podemos encontrar algún alivio a nuestras distracciones mentales.
I. 37 Cuando nos
enfrentamos a problemas, el consejo de alguien que haya dominado problemas
similares puede ser de gran ayuda.
I. 38 La exploración
de nuestros sueños, de nuestro sueño y de las experiencias vividas en
estados o en relación con ellos nos puede ayudar a clarificar algunos de
nuestros problemas.
I. 39 Toda indagación
digna de interés puede calmar la mente.
I. 40 Cuando este
estado ha sido alcanzado, no hay nada que sobrepase la capacidad de
comprensión. La mente puede mantenerse y ayudar a comprender lo simple y
lo complejo, lo infinito y lo infinitesimal, lo perceptible y lo
imperceptible.
I. 41 Cuando la mente
está libre de distracción, todos los procesos mentales pueden estar
implicados en el objeto de indagación. Al permanecer en este estado,
gradualmente se llega a estar totalmente absorto en el objeto. Entonces la
mente refleja, como un diamante sin defecto, los trazos de dicho objeto y
nada más.
I. 42 Al principio, a
causa de nuestras experiencias e ideas pasadas, nuestra comprensión del
objeto está deformada. Todo lo que ha sido oído, leído o sentido puede
interferir en nuestra percepción.
I. 43 Cuando se
sostiene la dirección de la mente hacia el objeto, las ideas y recuerdos
del pasado pierden terreno gradualmente, La mente llega a ser transparente
como un cristal y es una sola cosa con el objeto. En este momento no hay
sentimiento de uno mismo. Es la percepción pura.
I. 44 Este proceso es
posible con cualquier tipo de objeto, a todo nivel de percepción:
superficial y general o profundo y específico.
I. 45 La mente no
puede comprender la fuente misma de la percepción que hay en nosotros. Por
lo demás, sus objetos de comprensión son ilimitados.
I. 46 Todos estos
procesos que consisten en dirigir la mente exigen un objeto de indagación.
I. 47 Entonces la
persona empieza a conocerse verdaderamente.
I. 48 Entonces lo que
esa persona ve y comparte con otros está libre de error.
I. 49 Su conocimiento
ya no se basa en la memoria o en la inferencia. Es espontáneo, directo y
se realiza a un nivel y con una intensidad que sobrepasan lo ordinario.
I. 50 A medida que
esta cualidad mental de reciente adquisición se va reafirmando
gradualmente, domina las otras tendencias mentales basadas en la
comprensión defectuosa.
I. 51 La mente alcanza
un estado en el que no hay impresión de ninguna clase. Es abierta,
límpida, simplemente transparente.
II SÂDHANAPÂDAH
II.
1 La
práctica del Yoga debe reducir las impurezas, tanto físicas como mentales.
Debe desarrollar nuestra capacidad de examinarnos a nosotros mismos y debe
ayudarnos a comprender que, al fin y al cabo, no somos los dueños de todo
lo que hacemos.
II. 2 Entonces estas
prácticas eliminarán sin duda los obstáculos que impiden la claridad de
percepción.
II. 3 Los obstáculos
son las comprensiones defectuosas, la confusión de valores, el exceso de
apego, las aversiones irracionales y el sentimiento de inseguridad.
II. 4 La comprensión
defectuosa es la fuente de todos los demás obstáculos, que no aparecen
necesariamente al mismo tiempo y cuyo impacto es variable. A veces son
oscuros y apenas discernibles, a veces visibles y dominantes.
II. 5 La comprensión
defectuosa conduce a errores de comprensión de las características, origen
y efectos de los objetos percibidos.
II. 6 La falsa
identificación se establece cuando consideramos la actividad mental como
la verdadera fuente de la percepción.
II. 7 El apego
excesivo está basado en la convicción de que contribuirá a la felicidad
eterna.
II. 8 Las aversiones
irracionales suelen ser el resultado de experiencias penosas sufridas en
el pasado, ligadas a situaciones y objetos concretos.
II. 9 La inseguridad
es el sentimiento innato de ansiedad ante el futuro. Afecta tanto a
ignorantes como a sabios.
II. 10 Cuando los
obstáculos parecen no estar presentes, es importante mostrarse vigilante.
II. 11 Avanzar hacia
un estado de reflexión para reducir su impacto e impedirles recobrar la
fuerza.
II. 12 Los obstáculos
influyen en nuestras acciones y sus consecuencias. Dichas consecuencias
pueden ser o no evidentes en el momento de la acción.
II. 13 Mientras
prevalecen los obstáculos, todos los aspectos de la acción se afectan: su
ejecución, su duración y sus consecuencias.
II. 14 Las
consecuencias de una acción serán dolorosas o beneficiosas según si los
obstáculos estaban o no presentes en el planteamiento o realización de
dicha acción.
II. 15 Los efectos
dolorosos de todo objeto o situación pueden provenir de uno o varios de
los factores siguientes: cambios en el objeto percibido, deseo de repetir
experiencias agradables y poderoso efecto del condicionamiento
pasado. Por otra parte, pueden influir cambios que se produzcan en el
propio individuo.
II. 16 Los efectos
dolorosos que pueden producirse deben ser previstos y evitados.
II. 17 La causa de las
acciones que producen efectos dolorosos es la incapacidad para distinguir
lo que es percibido de lo que percibe.
II. 18 Todo lo que es
percibido abarca no sólo los objetos externos, sino también la mente y los
sentidos. Comparten tres cualidades: pesadez, actividad y claridad.
Ejercen dos tipos de efectos: exponer a "lo que percibe" a sus influencias
o procurar lo medios para hacer la distinción entre ellos y "lo que
percibe".
II. 19 Todo lo que es
percibido está relacionado porque comparte las tres cualidades.
II. 20 Lo que se
percibe no está sometido a ninguna variación, pero percibe siempre por
medio de la mente.
II. 21 Todo lo
perceptible sólo tiene una finalidad: ser percibido.
II. 22 La existencia y
la apariencia de todos los objetos de percepción son independientes de las
necesidades de un "lo que percibe" en concreto. Existen sin referencia
individual para poder atender a las diversas necesidades de otros
individuos.
II. 23 Todo lo que es
percibido, sea lo que sea y sea cual sea su efecto sobre un individuo
dado, no tiene, en definitiva, más que una finalidad: clarificar la
distinción entre el mundo exterior que es visto y el mundo interior que
ve.
II. 24 La falta de
claridad en la distinción entre lo que percibe y lo que es percibido se
debe al cúmulo de comprensión defectuosa.
II. 25 Cuando la
comprensión defectuosa se reduce, la claridad aumenta proporcionalmente.
Esta es la vía hacia la libertad.
II. 26 Los medios
deben ser dirigidos esencialmente hacia el desarrollo de la claridad, para
que se convierta en evidente la diferencia entre las cualidades cambiantes
de lo que es percibido y la inmutable cualidad de lo que se percibe.
II. 27 La obtención de
la claridad es un proceso gradual.
II. 28 La práctica y
la indagación sobre los diversos aspectos del Yoga reducen gradualmente
los obstáculos como la comprensión defectuosa. Entonces la luz de la
percepción aparece y la distinción entre lo que percibe y lo que es
percibido se hace más evidente. Ahora todo puede ser comprendido sin
error.
II. 29 La práctica del
Yoga comprende:
Yama (nuestras actitudes
respecto a lo que nos rodea), Niyama( nuestras actitudes
hacia nosotros mismos.), Âsana (la práctica de ejercicios físicos),
Prânâyâma (la práctica de ejercicios respiratorios), Pratyâhâra
(la sujeción de los sentidos), Dhâranâ (la capacidad de dirigir la
mente), Dhyâna (la capacidad de desarrollar interacciones con lo
que intentamos comprender), Samâdhi (la integración completa con el
objeto de nuestra comprensión).
II. 30 Yama.
Consideración hacia todos los seres vivos, en particular hacia los
inocentes, los que están en apuros o en una situación peor que la nuestra.
Comunicación adecuada por medio del lenguaje, escritos, gestos y acciones.
Abandono de la codicia o capacidad de resistir al deseo de lo que no nos
pertenece. Moderación en todos nuestros actos. Abandono de la avaricia o
capacidad de aceptar sólo lo apropiado.
II. 31 Cuando la
adopción de estas actitudes frente al mundo que nos rodea ya no es un mero
compromiso, sea cual sea la situación social, cultural, intelectual e
individual, es que se acerca a la irreversibilidad.
II. 32 Niyama.
Limpieza, es decir, mantener limpio y aseado nuestro cuerpo y nuestro
entorno. Contentamiento o facultad de sentirse a gusto con lo que se posee
y lo que no se posee. Eliminación de las impurezas que hay en nuestro
organismo físico y mental por la práctica de hábitos correctos de sueño,
ejercicio, nutrición, trabajo y relajación. Estudio y necesidad de revisar
y evaluar nuestros progresos. Veneración de una inteligencia superior o
aceptación de nuestros límites frente a Dios, el Omnisciente.
II. 33 Cuando estas
actitudes son cuestionadas, puede ser útil la reflexión sobre las posibles
consecuencias de otras actitudes alternativas.
II. 34 Por ejemplo, un
deseo súbito de actuar con rudeza, de apoyar o aprobar acciones duras,
puede ser frenado reflexionando sobre sus consecuencias nocivas. Actos de
este tipo provienen, a menudo, de instintos inferiores como la cólera, la
posesividad o un juicio deficiente. Sea cual sea la importancia de estas
acciones, la reflexión en una atmósfera favorable puede frenar nuestros
deseos de actuar de esta manera.
II. 35 A más
considerado se es, más se estimulan sentimientos amigables en todos
aquellos que se encuentran en nuestra presencia.
II. 36 Quien muestra
un fino sentido de la comunicación no errará en sus actos.
II. 37 Quien es digno
de confianza, porque no codicia lo que pertenece a otros, tiene
naturalmente la confianza de todos, que lo comparten todo con él, por muy
preciosa que sea la cosa a compartir.
II. 38 A su más alto
nivel, la moderación produce la más alta vitalidad individual.
II. 39 Quien no es
avaricioso está seguro. Tiene tiempo de entregarse a la reflexión
profunda. Su comprensión de sí mismo es completa.
II. 40 La limpieza, al
desarrollarse, señala lo que debe ser constantemente cuidado y lo que es
eternamente limpio. Lo que se deteriora es exterior. Lo que no se
deteriora está, profundamente en nuestro interior.
II. 41 Además llegamos
a ser capaces de reflexionar sobre la muy profunda naturaleza de nuestra
propia individualidad, incluyendo la fuente de la percepción, sin sufrir
la distracción de los sentidos y libres de la comprensión defectuosa
acumulada en el pasado.
II. 42 El resultado
del contentamiento es la felicidad completa.
II. 43 La eliminación
de las impurezas permite un funcionamiento más eficaz del cuerpo.
II. 44 El estudio,
llevado a su más alto grado, nos acerca a fuerzas superiores que ayudan a
comprender lo más complejo.
II. 45 Venerar a Dios
proporciona la capacidad de comprender completamente cualquier objeto que
se elija.
II. 46 Âsana y
prânâyâma La âsana debe tener una doble cualidad: la atención y la
relajación
II. 47 Estas
cualidades pueden ser obtenidas reconociendo y observando las reacciones
del cuerpo y de la respiración a las diferentes posturas que constituyen
la práctica de âsana. Una vez conocidas, estas reacciones pueden ser
dominadas paso a paso.
II. 48 Si estos
principios se siguen correctamente, la práctica de âsana ayudará al
practicante a soportar, e incluso minimizar, el efecto de las influencias
exteriores sobre el cuerpo: la edad, el clima, la alimentación y el
trabajo.
II. 49 El prânàyâma es
la regulación consciente y deliberada de la respiración, que reemplaza las
formas inconscientes de respiración. Sólo es posible si se tiene un cierto
dominio de la práctica de âsana.
II. 50 Comprende la
regulación de la expiración, de la inspiración y de la supresión de la
respiración. La regulación de estas tres fases se realiza modulando su
duración y manteniendo esta modulación durante un cierto tiempo. La mente
debe centrarse en este proceso. Los componentes de la respiración deben
ser, a la vez, largos y uniformes.
II. 51 Entonces la
respiración trasciende el plano de la conciencia.
II. 52 La practica
regular de prânâyâma reduce los obstáculos que inhiben la clara
percepción.
II. 53 La mente está
preparada ahora para ser dirigida hacia un objeto elegido.
II. 54 La sujeción de
los sentidos se produce cuando la mente es capaz de permanecer en la
dirección elegida y los sentidos, que se desvían de los diversos objetos
del entorno, siguen fielmente la orientación de la mente.
II. 55 Entonces los
sentidos son dominados.
III
VIBHÛTIPÂDAH
III . 1 La mente ha
alcanzado la capacidad de ser dirigida (dhâranâ) cuando la dirección hacia
un objeto escogido es posible, sin tener en cuenta la existencia de
numerosos objetos potenciales al alcance de la persona.
III. 2
Entonces las actividades mentales forman una corriente ininterrumpida, en
relación exclusiva con el objeto.
III. 3
Pronto la persona estará tan absorbida por el objeto que ya sólo es
aparente la comprensión de dicho objeto. Es como si la persona hubiera
perdido su propia identidad. Es la integración completa en el objeto de
comprensión (samâdhi).
III. 4
Cuando estos procesos se aplican al mismo objeto de forma continua y
exclusiva, la práctica recibe el nombre de samyama.
III. 5
Practicar samyama sobre un objeto elegido lleva a un conocimiento completo
de éste, en todos sus aspectos.
III. 6 El
samyama debe desarrollarse gradualmente.
III. 7
Comparativamente, los tres aspectos del Yoga descritos en estos sûtras (III.
1, 2 y 3) son más complejos que los cinco primeros aspectos del Yoga (sûtra
II. 29).
III. 8 El
estado en que la mente está exenta de toda impresión y nada queda fuera de
su alcance (nirbîjah samâdhi) es más complejo que el estado en que se
dirige la mente hacia un objeto (samâdhi).
III. 9 La
mente puede tener dos estados, basados en dos tendencias distintas: la
distracción y la atención. Ahora bien, a cada instante prevalece un solo
estado y ese estado determina el comportamiento, las actitudes y los modos
de expresión de la persona.
III. 10 Por una
práctica constante e ininterrumpida, la mente puede mantenerse en el
estado de atención durante largo tiempo.
III. 11 La mente
alterna entre la posibilidad de una intensa concentración y un estado que
otros objetos pueden llamar su atención.
III. 12 La mente
alcanza un nivel en que permanece en sólida y continua relación con el
objeto. Las distracciones dejan de aparecer.
III. 13 Así como se ha
establecido que la mente tiene diferentes estados, que originan diversos
modos de comportamiento, actitudes y posibilidades en el individuo,
también se puede decir que los cambios en cuestión pueden suceder en todos
los objetos de percepción y en los sentidos. Estos cambios pueden
manifestarse a distintos niveles y ser influidos por fuerzas exteriores
como el tiempo o nuestra inteligencia.
III. 14 Una sustancia
contiene todas sus características y, según la forma particular que
adopta, aparecerán las características que correspondan a esta forma. Sin
embargo, sea cual sea la forma, sean cuales sean las características
visibles, existe una base que las abarca a todas. Ciertas características
aparecieron en el pasado, otras aparecen ahora y otras pueden revelarse en
el futuro.
III. 15 Al cambiar el
orden o secuencia del cambio, las características de un tipo determinado
pueden ser modificadas hacia otro tipo distinto.
III. 16 Practicar
samyama sobre el proceso de cambio, sobre la forma en que éste sufre la
influencia del tiempo o de otros factores, desarrolla el conocimiento del
pasado y del futuro.
III. 17 Practicar
samyama sobre las interacciones entre lenguaje, ideas y objetos consiste
en examinar los rasgos propios de los objetos, los medios de describirlos
y las ideas y sus influencias culturales sobre la mente de quienes los
describen. Por esta vía se puede hallar el modo de comunicación más
preciso y eficaz, sean cuales sean las barreras lingüísticas, culturales o
de otro tipo.
III. 18 Practicar
samyama sobre las propias tendencias y hábitos conduce a sus orígenes. En
consecuencia, se adquiere un conocimiento profundo del propio pasado.
III. 19 Practicar
samyama sobre los cambios que sobrevienen en la mente de una persona y sus
consecuencias, desarrolla en nosotros la capacidad de observar con agudeza
el estado mental de los demás.
III. 20 No, la causa
del estado mental de una persona está más allá del campo de observación de
otra.
III. 21 Practicar
samyama sobre la relación que existe entre los rasgos físicos y lo que la
influencia, puede darnos el medio de fusionarnos con nuestro entorno, de
manera que nuestra propia forma pasa a ser indiscernible.
III. 22 Los resultados
de las acciones pueden ser inmediatos o retardados. Practicar samyama
sobre esto puede conferir la capacidad de predecir la sucesión de acciones
futuras e incluso la propia muerte.
III. 23 Cualidades
como la amistad, la compasión y el contentamiento pueden ser objeto de
indagación por medio de la práctica de samyama. Así se puede aprender a
reforzar la cualidad que se quiera.
III. 24 Practicar
samyama sobre la fuerza física del elefante puede darnos su fuerza.
III. 25 Dirigir la
mente hacia la mismísima fuerza vital y, por medio de samyama, mantener
esta dirección da como resultado el poder de observar finas sutilezas y
comprender lo que impide la observación profunda. En ausencia de tales
sutiles capacidades nuestra observación está claramente limitada.
III. 26 Practicar
samyama sobre el sol da un vasto conocimiento del sistema planetario y de
las regiones cósmicas.
III. 27 Practicar
samyama sobre la luna da un conocimiento completo de la posición de las
estrellas en diferentes momentos.
III. 28 Practicar
samyama sobre la estrella polar da el conocimiento de los movimientos
relativos de las estrellas.
III. 29 Practicar
samyama sobre el ombligo da el conocimiento de los diversos órganos del
cuerpo y su disposición.
III. 30 Tomar la
garganta como punto de indagación en samyama da la comprensión del hambre
y la sed. Esto permite dominar sus manifestaciones extremas.
III. 31 Practicar
samyama sobre la región del pecho, la investigación de las sensaciones que
allí se sienten en diferentes estados físicos y psíquicos procura los
medios para permanecer estable y tranquilo, incluso en situaciones de gran
tensión.
III. 32 Practicar
samyama sobre la fuente de la inteligencia superior en una persona
desarrolla capacidades supranormales.
III. 33 Todo puede ser
comprendido. Una comprensión nueva y espontánea aparece a cada paso.
III. 34 Practicar
samyama sobre el corazón revelará, sin duda alguna, las cualidades de la
mente.
III. 35 La mente que
está sujeta a cambio y "Lo que percibe", que no lo está, están próximos
pero son, sin embargo, de carácter distinto y diferenciado. Cuando la
mente está dirigida hacia el exterior y actúa maquinalmente, dirigiéndose
hacia los objetos, hay placer o dolor. Sin embargo, cuando en el momento
adecuado una persona inicia una indagación sobre la naturaleza misma del
vínculo entre "Lo que percibe" y la percepción, la mente es desconectada
de los objetos externos y aparece la comprensión de "Lo que percibe".
III. 36 Comienza
entonces la adquisición de aptitudes extraordinarias de percepción.
III. 37 Para una
persona que ha de recaer en un estado de distracción, vale la pena poseer
este conocimiento extraordinario y las capacidades adquiridas por medio de
samyama. Pero para alguien que busca únicamente un estado continuo de
Yoga, los resultados del samyama son obstáculos en sí mismos.
III. 38 Por la
indagación sobre la causa de esta rígida situación que liga la mente al
individuo y por el examen de los medios para relajar esta rigidez, aparece
un gran potencial en el individuo para ir más allá de sus límites
personales.
III. 39 Por el dominio
de las fuerzas que transmiten las sensaciones del cuerpo a la mente, es
posible dominar los estímulos externos. Por ejemplo, se puede soportar el
contacto del agua a cualquier temperatura o los pinchazos de espinas; se
puede caminar sobre superficies inestables e incluso sentirse ligero como
un globo.
III. 40 Por el dominio
de samâna se pueden experimentar sensaciones de calor excesivo.
III. 41 Practicar
samyâma sobre la relación entre el oído y el espacio desarrolla un
extraordinario sentido de la audición.
III. 42 Por la
práctica de samyama sobre la relación entre el cuerpo y el espacio y por
el estudio de las propiedades de los objetos que flotan en el aire, como
una flor de algodón, puede conseguirse el conocimiento del desplazamiento
en el espacio.
III. 43 Con el estudio
de estos fenómenos y con el desarrollo de las condiciones en las que la
mente no comete error de percepción aparece una facultad extraordinaria
que permite sondear la mente de los demás. También se reducen las nubes
que oscurecen la percepción correcta.
III. 44 La práctica de
samyama sobre el origen de la materia, bajo todas sus formas,
manifestaciones y usos, permite desarrollar el dominio de los elementos.
III. 45 Cuando los
elementos son dominados ya no se es perturbado por ellos. El cuerpo
alcanza la perfección y ya son posibles capacidades extraordinarias.
III. 46 La perfección
del cuerpo se traduce en bellos rasgos, encanto a los ojos de los demás,
firmeza y fuerza física inhabitúales.
III. 47 El dominio de
los sentidos se adquiere por la práctica de samyama sobre la facultad
sensorial de observar sus respectivos objetos, sobre la manera en que
estos objetos son comprendidos, en que la persona se identifica con el
objeto, en que los objetos, los sentidos, la mente y "Lo que percibe"
están en relación mutua y sobre lo que resulta de dicha percepción.
III. 48 Entonces la
reacción de los sentidos será tan rápida como la de la mente. Éstos
percibirán con agudeza y la persona será capaz de influir en las
características de los elementos.
III. 49 Cuando se
llega a una comprensión clara de la diferencia que existe entre "Lo que
percibe" y la mente, se conocen los diversos estados de la mente y lo que
nos afecta. Así la mente pasa a ser un instrumento perfecto para la
percepción sin defecto de todo lo que debe ser conocido.
III. 50 La libertad,
fin último del Yoga, sólo se alcanza si se abandona el deseo de adquirir
conocimientos extraordinarios y si se domina totalmente la fuente de los
obstáculos.
III. 51 La tentación
de aceptar la consideración social, consecuencia de los conocimientos
adquiridos por samyama debe ser superada. De otro modo, uno se enfrenta a
las mismas consecuencias desagradables que proceden de todos los
obstáculos que se levantan a lo largo de la vía que conduce al estado de
Yoga.
III. 52 Practicar
samyama sobre el tiempo y su secuencia hace nacer la claridad absoluta.
III. 53 Esta claridad
permite diferenciar objetos, incluso cuando la diferencia no es,
aparentemente, muy clara. Una semejanza aparente no debería desviarnos de
la percepción diferenciada de un objeto elegido.
III. 54 Una claridad
tal no excluye ningún objeto, ninguna situación particular, ningún
momento. Esta no es resultado de la lógica ordenada. Es inmediata,
espontánea y total.
III. 55 La libertad es
aquella situación en la que la mente está en identidad total con "Lo que
percibe".
IV KAIVALYAPÂDAH
IV. 1 Facultades
mentales excepcionales pueden ser adquiridas por medio de: la herencia
genética, el empleo de plantas (como está prescrito en los Vedas), la
recitación de encantamientos, la práctica rigurosa de austeridades y por
ese estado de la mente que permanece en contacto con su objeto, sin
distracciones (samâdhi).
IV. 2 El
cambio que va de un conjunto de características a otro es esencialmente un
ajuste de las cualidades fundamentales de la materia.
IV. 3 Pero
tal inteligencia sólo puede retirar los obstáculos que impiden ciertos
cambios. Su papel no es mayor que el de un campesino que abre una brecha
en un embalse para que el agua pueda fluir hacia el campo, donde es
necesaria.
IV. 4 Con
facultades mentales excepcionales, una persona puede influir en el estado
mental de otros seres.
IV. 5 Esta
influencia depende también del estado de quien la recibe.
IV. 6 La
influencia sobre otro de aquél cuya mente haya alcanzado el estado de
dhyâna, nunca puede aumentar la ansiedad u otros obstáculos. De hecho se
reducen.
IV. 7 Y
estas personas actúan sin motivación alguna, mientras que otras personas,
igualmente dotadas de facultades excepcionales, actúan con algún que otro
móvil.
IV. 8
Porque la tendencia de la mente a actuar basándose en los cinco
obstáculos, como la comprensión defectuosa, no ha sido eliminada. Estos
obstáculos reaparecerán en el futuro y producirán sus desagradables
consecuencias.
IV. 9 La memoria
y las impresiones latentes están fuertemente unidas. Esta unión persiste
incluso cuando, entre dos acciones semejantes, hay un intervalo de tiempo,
de espacio o de contexto.
IV. 10 Hay una gran
ansia de inmortalidad en todos los hombres de todas las épocas. Por
consiguiente, estas impresiones no pueden atribuirse a una época
particular.
IV. 11 Estas
tendencias son simultáneamente mantenidas y protegidas por las
comprensiones defectuosas, por los estímulos externos, por el apego a los
frutos de la acción y por la cualidad de la mente que alienta la
hiperactividad. Su reducción convierte automáticamente en ineficaces las
impresiones indeseables.
IV. 12 La
sustancia de lo que ha desaparecido y de lo que puede aparecer existe
siempre. Que estas cosas sean o no evidentes depende de la dirección del
cambio.
IV. 13 Que se
manifiesten o no las características particulares depende de las
mutaciones de las tres cualidades.
IV. 14 Las
características de una sustancia en un momento dado representan, de hecho,
un solo cambio en estas cualidades
IV. 15 Las
características de un objeto aparecen de forma diversa, según los estados
mentales del observador.
IV. 16 Si el
objeto no fuese más que la concepción mental de alguien en particular,
¿existiría dicho objeto en ausencia de dicha percepción?
IV. 17 Que un
objeto sea o no percibido depende tanto de su accesibilidad como de la
motivación de la persona.
IV. 18 Las
actividades mentales son siempre conocidas por "Lo que percibe", que es
inmutable y amo de la mente.
IV. 19 Además,
la mente es parte de lo que es percibido y no tiene, por sí misma, el
poder de percibir.
IV. 20 La
premisa según la cual la mente podría jugar dos papeles es insostenible,
porque la mente no puede fabricar y ver lo que fabrica a la vez.
IV. 21 En una persona
que poseyera tal serie de mentes de existencia momentánea, habría desorden
y dificultad para mantener una memoria coherente.
IV. 22 Cuando la
mente no está en relación con los objetos externos y no refleja ninguna
forma externa a "Lo que percibe", entonces toma la forma del propio "Lo
que percibe".
IV. 23 Así pues, la
mente sirve para dos propósitos: presentar el mundo exterior a "Lo que
percibe" y también reflejar o presentar "Lo que percibe" a sí mismo, para
su propia iluminación.
IV. 24 Aunque la mente
haya acumulado varias impresiones de diversos tipos, está continuamente a
disposición de "Lo que percibe". Esto se debe al hecho de que la mente no
puede funcionar sin el poder de "Lo que percibe".
IV. 25 Una
persona que posee una claridad extraordinaria está libre del deseo de
conocer la naturaleza de "Lo que percibe".
IV. 26 Y su
claridad les lleva hacia su único centro de interés: alcanzar un estado de
libertad y permanecer en él.
IV. 27 En la
hipótesis, poco probable, de que se desviase de este objetivo, las
impresiones perturbadoras del pasado amenazan con reaparecer.
IV. 28 No hay
que transigir ante los errores, por pequeños que sean, porque perjudican
tanto como los cinco obstáculos.
IV. 29 nace un
estado mental lleno de claridad sobre toda cosa y en todo momento. Es como
una lluvia de pura claridad.
IV. 30 Este es
verdaderamente, el estado desembarazado de acciones basadas sobre los
cinco obstáculos.
IV. 31 Cuando
una mente se ha liberado de las nubes que impiden la percepción, todo es
conocido, ya no queda nada por conocer.
IV. 32 Las tres
cualidades fundamentales dejan de estar sometidas a la secuencia
alternante de sufrimiento-placer.
IV. 33 Una
secuencia consiste en la sustitución de una característica por otra que le
sigue. Está ligada al momento. La sustitución de unas características por
otras es, igualmente, la base del momento.
IV. 34 Cuando se
ha conseguido el objetivo supremo de la vida, las tres cualidades
fundamentales ya no incitan nunca más a la mente a reaccionar. Es la
libertad. En otras palabras, "Lo que percibe" se presenta sin ninguna
coloración de la mente. |