INTRODUCCION
La obra titulada
Yoga-Vasishtha, conocida también como Maharamayana,
comprende treinta y dos mil versos atribuidos al sabio Valmiki, el
primer poeta que se expresó en la lengua sánscrita tal como aún hoy la
conocemos. En verdad, Valmiki podrá siempre reclamar para sí el hecho
de ser el más grande de los poetas sánscritos, y el Yoga-Vasishtha está penetrado de una poesía de la más alta inspiración. Swami
Vidyaranya, ilustre estrella en el firmamento de la filosofía
oriental, cita más de un centenar de versos del Yoga-Vasishtha
en su célebre obra Jivan-Mukti-Viveka, redactada mucho antes de
que naciera Shakespeare.
El
Yoga-Vasishtha
ha sido el libro preferido de yoguis y ermitaños en
sus retiros del Himalaya, así como el de reyes y hombres de estado de
la India. Comparten la opinión de que quien lo estudia con atención y
vive sus enseñanzas se alza por encima de las limitaciones de la
materia y, experimentando una inmutable beatitud en su propio ser,
hace partícipe a su prójimo de su propia exaltación espiritual por
medio de la bondad y de la verdadera filantropía. Las enseñanzas
yóguicas tradicionales, tal como son entendidas y practicadas por las
más altas autoridades de la ciencia espiritual de Oriente, se
encuentran resumidas en los extractos que hemos seleccionado para
confeccionar este volumen.
PRIMERA CONVERSACIÓN
Cuando el santo y sabio
Vasishtha, con hábito amarillo y levemente
inclinado, hizo su entrada, a las seis de la mañana, en la asamblea
real, el soberano y sus ministros se levantaron y, todos en pie,
exclamaron: ¡Om Namo Narayanaya1,
Mahatma!2
El
santo Rishi 3 les
bendijo y, ocupando el asiento más elevado, empezó a hablar
dirigiéndose al príncipe Rama:
«Cualquiera que sea la compañía con la que pueda encontrarse cuando
cumple con los deberes de la vida, el hombre sabio controla los
movimientos de su mente. No debe ser absorbido por las preocupaciones
del mundo ni ocuparse de pensamientos relativos a las cosas de esta
vida. A la mente no se la debe dejar errar por el extenso ámbito de
los placeres exteriores ni apegarse a los objetos y a las acciones de
los sentidos.
Deja que descanse únicamente en la buddhi
4 sin que guste delicia
alguna si no es la delicia propia. El hombre sabio permanece
concentrado por completo en sí mismo y su tranquilidad de espíritu es
comparable a la firmeza de una cima del Himalaya, inmutable en todo
tiempo y en toda estación. Un estado de mente así alcanza la madurez
con el tiempo y se adquiere con una constante práctica del Yoga
5 y con el servicio
al Maestro.
1 Om Namo Narayanaya: Om. Salutaciones a Dios, Señor de todas
las cosas.
2 Mahatma: «Aquel que está dotado de una gran alma.»
3 Rishi: Sabio que ha realizado a Dios; alma perfecta; aquel
que ha alcanzado el conocimiento de su propia divinidad y la identidad
de la mente con Dios.
4 Buddhi: Facultad de discriminación o razón intuitiva. Se
trata del aspecto superior de la inteligencia por oposición a la mente
inferior (manas).
5 Yoga: Aquí significa una vía (que tiene como meta el
conocimiento o la iluminación) que consiste en ser discípulo bajo la
autoridad de un Maestro tradicional. Los cuatro aspectos de esta vía
yóguica son:
I. Estudio de su doctrina espiritual con examen de conciencia y
auto-control.
II. Práctica de la meditación según el método tradicional recibido.
III. Servicio al Maestro espiritual.
IV. Vida conforme con los preceptos religiosos (dharma) guiada
conscientemente hacia la honestidad, la virtud, la bondad y la
humildad, siempre teniendo cuidado en no perjudicar a ninguna criatura
viva.
Entonces el yogui se libera tanto del sufrimiento como del miedo y
supera las ilusiones y aflicciones del mundo; no teme perder ese
estado. Quien ha llegado a ese objetivo, aparta con risa y desprecio
la turbulenta esfera de la tierra, como alguien que, desde una
cúspide, observa sonriente los objetos situados debajo de él.
Oh
Rama, los maestros del Yoga Adhyatma
6 afirman que uno de los
medios más fáciles para alcanzar ese estado es la suprema devoción a
Dios, así como el Yoga.
Tú,
oh Rama, has conocido la verdad —al saber que Dios gobierna el mundo—
y has entendido la Naturaleza divina en la totalidad de su triple
estado 7. Como no
ves en el océano sino una única y vasta sustancia, el agua, tampoco en
el imperio del universo distingues otra cosa que el Señor universal.
Así
como la percepción de una flor se acompaña de la percepción de su
perfume, asimismo el conocimiento de Atman
8 es inseparable del
conocimiento de la mente. Como en un espejo no se ve más que una parte
de los cielos que lo cubren todo, así el omnipresente Atman no
puede percibirse más que en parte en el espejo de la mente. El
Espíritu supremo, no limitado por el tiempo ni el espacio, se da a Sí
mismo, por su propia voluntad y en virtud de Su omnipotencia, las
formas limitadas del tiempo y el espacio. Sabe, que el mundo no tiene
nada de sustancial, aunque pudiera parecerlo: no es más que vacío,
sólo una apariencia creada por las imágenes y fantasías de la mente.
Sabe que el mundo es un teatro de sortilegios procedente de la magia
de maya 9.
Todo este mundo es Brahman 10.
¿Qué hay fuera de Él? ¿De dónde podría venir eso?
¿Dónde hallaría lugar? El mundo es creación del error e ídolo de los
insensatos. Aparta de él todo deseo falaz y todo pensamiento, oh Rama,
oh hijo bien amado, y recuerda a tu siempre luminoso Atman.»
6 Yoga Adhyatma: Literalmente, «el Yoga que se refiere al Sí
mismo». Su base metafísica es no dualista (a-dwaita) y su más
grande representante y comentador fue Shri Shankaracharya.
7 Triple estado: Se dice que la naturaleza (Prakriti)
está compuesta en su totalidad por tres cualidades fundamentales (gunas),
que son sattva (luz, armonía), rajas (pasión,
actividad) y tamas (oscuridad, inercia).
8 Atman: El verdadero Sí mismo; el Espíritu inmortal e
inmutable del hombre.
9 Maya: El poder creador y autocondicionante del Señor
omnisciente y omnipresente; el medio irreal por el que el Espíritu
supremo (Brahman) Se manifiesta. No posee ninguna existencia
independiente de Dios, y por ello no puede considerarse ni como
absolutamente existente, ni como no-existente. Se trata del Poder
divino que permite a la realidad espiritual aparecer como mundo
fenoménico.
10 Brahman: Lo Absoluto, designado así porque no hay nada en el
universo, pasado, presente o futuro, que esté en relación con Él. La
palabra significa «Majestad». Brahman es lo Eterno, lo
nocondicionado y la suprema Realidad, sin segundo (advaita),
sin atributos, sin acción e imposible de acercarse a Él mediante
palabra o pensamiento. El Avadhut Gita dice: «Brahman no
es ni el Conocedor ni lo Conocido; las Escrituras (Vedas) no
pueden demostrarlo: las palabras no pueden describir esta Consciencia
absoluta; ante su Majestad, la mente está perdida. ¿Cómo podría yo
describirte a este Eterno?»
Rama reflexionó sobre las palabras de su santo instructor.
«¿Qué significa esta peregrinación que hacemos por el mundo», pensó,
«y por qué todos estos seres humanos y animales se ven forzados a
hacer su entrada y salida en el escenario de este teatro evanescente
que es la vida? ¿Cuál es la naturaleza de nuestra mente y cómo debe
gobernarse? ¿Qué es esta maya del universo? ¿Cuál es su origen
y cómo podemos eludirla? ¿Cómo encadena a la mente
11 y qué ventaja o
desventaja hay en desembarazarse de esta ilusión? ¿Qué dice el Muni
12 de los métodos
destinados a domeñar los apetitos del espíritu y de los resultados que
con ellos se obtienen? ¿Qué dice de la tranquilidad del espíritu?
Nuestros corazones y nuestras mentes son quienes tienden a desplegar
el mundo fenoménico ante nosotros y, de esta existencia irreal,
hacemos una realidad. Todas esas cosas están entrelazadas entre ellas
en nuestras mentes y se difuminan cuando nuestros apetitos mentales
disminuyen. La débil luz de la razón se ve eclipsada por las sombrías
nubes de las pasiones y codicias. ¿Cómo puedo, pues, distinguir lo
justo de lo falso?
Por
una parte, la mente nos conduce al conocimiento espiritual y, por
otra, nos desvía hacia la mundanalidad. ¿Cuándo se calmarán por
completo mis ansiedades? ¿Cuándo finalizarán mis inquietudes? ¿Cuándo
poseerá mi mente su santidad? ¿Cuándo detendrá su vuelo mi capricho
para concentrarse en la Verdad interior? ¿Cuándo mi mente se absorberá
en el Espíritu supremo como se apacigua una ola agitada en el seno de
un mar en calma? ¿Cuándo la luz de la razón disipará esta sombría nube
de ignorancia que
envuelve a mi Esencia divina con el velo de esta
forma lamentable?
Tengo que reflexonar sobre las enseñanzas del bienaventurado Sabio y
después sobre la conducta que debe seguir quien aspira a la liberación
13. Quiero
practicar la virtud, quiero participar en Sat-Sangs
14 con una intención pura
y servir a mi Instructor. Debo tener oídos sordos para todo lo que no
es divino; debo vivir en la plegaria y en la práctica de la
meditación.»
11 Atma (jiva): La consciencia individualizada o condicionada.
12 Muni: Vidente.
13 Liberación (moksha) de la esclavitud de la existencia mortal
junto con todos sus sufrimientos y limitaciones mediante la
adquisición del conocimiento espiritual. Es la destrucción de la
ignorancia (avidya), que proporciona al yogui la liberación del
ciclo recurrente del nacimiento y de la muerte, así como la
realización del verdadero conocimiento de Sí mismo.
14 Sat-Sang: Asamblea tradicional de yoguis presidida por un
Maestro tradicional en la que se enseña y medita la verdad espiritual.
SEGUNDA CONVERSACIÓN
Cuando la música anunció la llegada de un nuevo amanecer, Rama, junto
a su padre el rey y sus hermanos, volvió a la asamblea.
El
bienaventurado Vasishtha dijo:
«Oh
Rama-ji, sabe que este mundo es una continua ilusión alimentada por
hombres de naturaleza apasionada o indolente
1: ellos son quienes
mantienen este edificio irreal, de la misma manera que los pilares
apuntalan una construcción.
El
hombre inteligente debe observar los fenómenos del mundo y,
discerniendo en ellos lo real de lo irreal, aferrarse sólo a la
realidad.
La
mente es quien crea el mundo y lo despliega en su propia imaginación.
El mejor medio de preservar a la mente de la ilusión es, ante todo,
conocer los elementos de esta sabiduría sagrada; después, la práctica
del humor estable y, por último, el trato con los hombres buenos, que
conduce al espíritu hacia la pureza .La mente penetrada de santidad y
de humildad debe recurrir a maestros de Yoga que cuenten con
nuestra bendición y que estén versados en filosofía. Gracias a sus
enseñanzas, la mente llega a percibir, por sus propias meditaciones,
la presencia de Dios en sí misma; y ve al universo desplegarse ante
ella como los claros rayos de la luna.
El
Espíritu divino es imperecedero y, cuando se ha dado a conocer a la
mente humana, deja de subsistir hasta el último ápice de error. Oh
hombres, desconociendo al Espíritu divino, Brahman, no hacéis
más que someter vuestras almas al sufrimiento; y, en cambio,
conociendo a Brahman, alcanzáis la felicidad eterna y la
serenidad. Oh Rama-ji, sabe que el Espíritu se ve tan poco mancillado
por su vestido externo como el cielo por las nubes de polvo. Por
extensos que sean, todos los fenómenos del mundo que percibimos a
nuestro alrededor no son sino las olas del océano ilimitado del
Espíritu divino.
1 Naturaleza apasionada o indolente: La mente y el
cuerpo físico, como el resto de la creación, participan de las tres
cualidades constitutivas de la Naturaleza (prakriti). Así, la
naturaleza de la «personalidad » de todo ser humano está determinada
por el predominio de estas tres cualidades (gunas): pureza y
bondad (sattva), pasión-combate (rajas) o pereza e
ignorancia (tamas).
Meditando sobre el Espíritu supremo 2
dentro de ti y contemplándolo a la luz de tu pura buddhi, te
sumergirás en la gloria de Brahman.
Sé
tolerante, calmo y de humor estable; mantente ponderado, reservado en
palabras y dulce en tu mente, y sé como una joya preciosa que brilla
con su luz interior. Te verás, así, liberado del tráfago febril de
esta vida mundanal.
Libérate del hábito de tus deseos y limpia de tus ojos el afeite de la
afección ilusoria. Deja a tu mente satisfecha reposar en tu Atman
y liberarse de las obsesivas inquietudes de este mundo.
Conociendo la irrealidad del mundo, ningún hombre con sabiduría se
deja engañar por sus siempre cambiantes decorados.
El
maestro espiritual es quien, con la justeza de su argumentación,
despierta a la mente indolente y dormida y quien, a continuación,
instila en ella la palabra de verdad.
Primero sirviendo con diligencia a los buenos y compasivos gurus
3 y después gracias
al razonamiento, los hombres de intención pura alcanzan la luz de la
Verdad percibida como resplandor divino en su mente. Llegan a ser como
yo soy, oh Rama-ji.»
Preguntó Rama:
«Dime, oh Sabio de mente elevada, ¿cómo puede la creación proceder del
supremo Brahman, de quien has dicho que está inmóvil en el
vacío?»
Respondió
Vasishtha:
«Oh
príncipe, la naturaleza de Brahman es de tal modo que todo
poder procede incesantemente de Él: por eso se dice que todo poder
reside en Él. En Él están la entidad y la no-entidad; en Él también
están la unidad, la dualidad y la pluralidad, así como el principio y
el fin de todas las cosas.»
Dijo Rama:
«Venerado Señor, tus palabras son muy oscuras y no logro comprender lo
que dices.
Todo lo que está producido por algo es invariablemente de la misma
naturaleza que su productor: la luz es producida por la luz, el trigo
por el trigo y el hombre nace del hombre.
Luego, lo creado por el Espíritu inmutable debe ser también invariable
y de naturaleza espiritual. Por otra parte, el Espíritu inteligente de
Dios es puro e inmaculado, mientras que la creación es impura y hecha
de materia grosera.»
2 El Espíritu supremo: Señalemos que Atman, el principio
eterno o Sí mismo del hombre, y Brahman, el Ser puro, lo Absolutamente
Incondicionado, son en realidad uno e idénticos: la mente
individualizada (uva) imagina erróneamente, bajo los efectos de
la ignorancia (avidya), que hay una diferencia entre ambos.
3 Guru: Instructor tradicional o maestro de Yoga.
Al
escuchar estas palabras, dijo el gran Sabio:
«Rama-ji, Brahman es todo pureza y no hay impureza alguna en
Él: las olas que se mueven en la superficie pueden ser fétidas, pero
no contaminan a las aguas profundas.»
Replicó Rama:
«Señor, Brahman está exento de sufrimiento, mientras que el
mundo está lleno de él. Por eso no puedo comprenderte cuando dices que
éste es una producción de aquél.»
Ante estas palabras, el gran Sabio Vasishtha guardó silencio. Hizo
para sí mismo la siguiente reflexión:
No
es culpa del hombre instruido dudar de una cosa mientras no le haya
sido explicadas de manera satisfactoria, como es el caso del príncipe
Rama. Pero el hombre instruido a medias no es apto para recibir una
enseñanza espiritual, ya que su visión del mundo visible, circunscrita
a los objetos inmediatos, demuestra la causa de su perdición.
Quien llega a contemplar la luz trascendente y vislumbra con claridad
las verdades espirituales, no siente el deseo de placeres sensoriales;
con el tiempo, llega a la conclusión de que Brahman es todo en
todo.
El
discípulo debe primero estar preparado y purificado por la meditación,
la piedad y la práctica del Yoga, así como por el ejercicio
cotidiano de la calma y el autocontrol, y entonces se irá iniciando
lentamente en la convicción de Kham Brahman
4.
Dijo entonces Vasishtha:
«Te
diré, oh Rama, al final de estas conversaciones, si el desecho de los
cuerpos groseros puede o no atribuirse a Brahman. Por el
momento, sabe que Brahman es omnipotente, que penetra todo y
que Él es todo Él mismo, de la misma manera que los magos, mediante
prácticas diversas, producen a la vista de la gente numerosas cosas
que son irreales apariencias.
Todo lo que se produce, con cualquier forma, en cualquier tiempo o en
cualquier lugar, no es sino una variación de la Unica Realidad que
existe por Sí misma. En consecuencia, oh Rama, deberías maravillarte
de cada cambio acaecido en el tiempo y en el espacio, que está lleno
del Espíritu de Dios e ilustra el aspecto ilimitado del Infinito.
La
mente de aquél que en todo ve a Dios y permanece firme de carácter ya
no tiene razón de fluctuar según las variaciones de la naturaleza o
las vicisitudes de la fortuna. El Señor manifiesta los poderes que
residen en Él, como el mar manifiesta las olas sin salir de sí mismo.
4 Kham Brahman: «Todo es Dios» (porque toda diferencia, toda
creación, es sólo fenoménica y no real).
La
mente que es testigo de las verdades espirituales y se establece en
una perfecta ecuanimidad sin ser afectada por los accidentes
exteriores, llega a columbrar que la luz de la Verdad reside en ella.
Cuando hay una lámpara, también hay luz; y el sol radiante trae
consigo el día; donde hay una flor también hay perfume; así, allá
donde está el Espíritu vivo, allá está el conocimiento del mundo.
El
mundo que aparece a su alrededor es como la luz de Atman. Las
almas de los hombres están dotadas de este conocimiento desde que
nacen. Después, a medida que crecen, se despliegan en el curso del
tiempo en forma de este amplio bosque del mundo.
Sabe, oh Rama-ji, que aunque al hablar de ello se diga corrientemente:
‘Todo está creado por, o todo viene de Dios’, en realidad, en el
sentido espiritual no es así. Ningún cambio, ninguna separación, ni
ninguna relación de espacio o de tiempo tiene que ver con el Supremo,
que es inmutable, infinito y eterno; ni aparición o desaparición
alguna Le conciernen.
La
mente, por el hecho de haber nacido de Él, dispone tanto del poder
como de la inteligencia de Su intelecto y, si se aplica con ardor,
alcanza la meta que se ha propuesto. Decir que la llama de un fuego es
producto de otra llama es una sofistería y una aserción así no
contiene la verdad. No se trata de un producto, sino de la misma cosa.
Pretender que uno es el productor del otro es igualmente falso, dado
que el Brahman único no puede, siendo infinito, producir otra
cosa que Él mismo. Brahman es el intelecto (buddhi). Brahman
es la mente (manas). Es la inteligencia (chit). El
universo entero es Brahman y, sin embargo, Él está más allá de
todo eso. En realidad, el mundo es una no-entidad, ya que todo es
únicamente Brahman.
Nada puede probarse como absolutamente cierto más allá de la
existencia de Brahman, y la santa Shruti
5 declara: «En verdad,
todo es Brahman.»
Me
extenderé por completo sobre este tema, oh Rama, en mis últimas
conversaciones; tu mente debe progresar más antes de que puedas
comprenderlo. Como un arma es esquivada por otra y una forma de
impureza puede ser borrada por otra 6,
como un veneno se elimina con otro, así la abolición del conocimiento
erróneo por un conocimiento superior trae la alegría a la mente.
5 Shruti: Literalmente, «lo que ha sido revelado». Los Vedas
y las demás Escrituras que son autoridad, donde se contienen las
Verdades espiritualmente reveladas a los videntes de tiempos antiguos,
se conocen en conjunto con el término Shruti.
6 Una forma de impureza puede ser borrada por otra: Quizá se
trate de una alusión a la nuez kataka, ejemplo citado por el
gran filósofo Shri Shankaracharya. Cuando se sacude una de sus
semillas dentro de una jarra de agua, adquiere el poder de precipitar
hacia el fondo todas las partículas de lodo y polvo, devolviendo así
al agua su claridad.
La
existencia del mundo depende en verdad de la existencia del supremo
Brahman; sábelo y no te preguntes cómo o de dónde ha llegado la
existencia. Domina tus deseos, oh Rama, y practica la renuncia y el
desapego. Sirve a todos los seres vivos; escucha las enseñanzas y sé
simple de espíritu. No te parezcas a aquellos que, presos en la
centuplicada trampa de los vanos deseos y sometiéndose a las múltiples
formas de sus ansias, pasan de un cuerpo a otro, de encarnación en
encarnación, como los pájaros vuelan de un árbol para volver a posarse
en otro.
Intenta deshacerte de todo deseo terrenal, oh Rama, y consagra tu
corazón al santo Yoga.»
TERCERA CONVERSACIÓN
Continuó el Bienaventurado Vasishtha:
«Todas las cosas debes considerarlas a la luz de los Shastras
1 y penetrar en su
verdadero significado; también sacarás provecho de las enseñanzas de
tu Maestro meditándolas en tu mente y con el constante empeño en
desdeñar lo visible hasta que llegues a conocer al Uno invisible.
Puedes llegar a ese estado de santidad mediante la quietud, el
conocimiento de los Shastras y de su doctrina, escuchando las
homilías de los maestros espirituales, así como adquiriendo la
convicción de que eres capaz de lograrlo.»
Dijo Rama:
«Santo instructor, tú eres el sol del día del Conocimiento espiritual;
eres un fuego resplandeciente en la noche de mis dudas; eres la luna
que refresca el calor de mi ignorancia.
Sé
suficientemente bueno como para explicarme quién tiene mayor mérito,
el devoto que vive en sociedad o aquel que se retira en soledad.»
Respondió Vasishtha:
«Ambas almas son felices mientras gocen de la calma en sí mismas.
Quien ve las cualidades y propiedades de las cosas como algo distinto
del Espíritu, goza de una paz serena dentro de él que se llama
samadhi 2.
El
hombre de mente esclarecida que es activo en el mundo y el sabio
iluminado que permanece en su retiro son semejantes en su serenidad
espiritual e indudablemente han conseguido el estado de beatitud.
En
la actividad o inactividad de la mente reside la única causa de la
agitación o la tranquilidad de los hombres. Apremiantes deseos invaden
a la mente de la vanidad que corresponde a su naturaleza, y esa es la
causa de todas sus desdichas: esfuérzate, por tanto, en atenuar en
todo momento tus inclinaciones mundanas.
1 Shastras: Las Escrituras hindúes.
2 Samadhi: Estado mental que acompaña a la iluminación
espiritual y que se adquiere tras una larga práctica de la meditación
y del Yoga, así como con la liberación del propio intelecto de
todas sus asociaciones groseras e impurezas.
Cuando la mente está en paz porque se ha liberado de temores,
aflicciones y deseos y se establece en el reposo, ese estado se llama
samadhi.
La
casa de los jefes de familia que han dominado bien su mente y han
abolido su sentido del egoísmo, es tan buena como la soledad de la
selva, el frescor de las grutas o la paz de los bosques, oh Rama-ji.
Los
hombres de mente apaciguada observan los más espléndidos monumentos
urbanos con la misma mirada impasible con que contemplan los árboles
de un bosque.
Quien, en su Espíritu más interior, ve el mundo en Dios, es en verdad
el Señor de la humanidad.
El
mundo no es, sino paz para los yoguis de mente controlada; es la Mente
divina lo que manifiesta en forma de ego, y lo mismo ocurre en el
mundo, Aquel que ha llegado a la paz exterior e interior gracias a la
práctica del Yoga y de la virtud, así como por el servicio a su
Instructor, y considera al mundo como algo inseparable de Dios, ese
goza del samadhi en todas partes; pero aquel que siente
diferencias y separa su ego de los demás
3, se ve incesantemente
tambaleado por las olas arremolinadas del mar.
A
aquel que cumple con su deber mediante los órganos de acción mientras
guarda su mente en la meditación interior y no es afectado por la
alegría o la aflicción, se le llama yogui impasible.
A
aquel que contempla en calma el transcurso del mundo tal como se
desarrolla o se presenta ante él y permanece sonriente pese a sus
vicisitudes, se le llama yogui impasible.
Aquel que ha llegado a un desapego espiritual y a una serenidad tales,
realiza la perfección suprema y le resulta indiferente ser
exteriormente elevado o rebajado, vivir o morir.
Le
da igual vivir entre lujos en su casa que retirado de la sociedad y
guardando silencio; para él, todo eso es lo mismo.
3 Separa su ego:
Significa que la concepción separativa y falsa de un «yo» y de
un «tú» debe quedar extirpada de la consciencia de un yogui. Otro
Maestro ha definido claramente esta enseñanza esencial en los
siguientes términos: «Esta doctrina de la total unidad interior tiene
como efecto en el yogui que la realiza, suprimir por completo toda
acción y pensamiento inmorales. El ladrón roba a otro hombre porque
cree que él es él y el robado, otro —que hay dos personas—, ¡pero
nunca se ha oído decir que una mano derecha haya robado a una
izquierda! Si en una comunidad los hombres comprendieran que forman
una unidad unos con otros, no sólo no se robarían mutuamente, sino que
los sufrimientos de uno concernirían a todos los demás; las alegrías
de unos serían la felicidad de todos.»
El
conocimiento de la extinción de toda existencia en Dios es el único
remedio capaz de curar el error que consiste en creerse una entidad
dualista separada; es el único medio de lograr la paz de la mente.
Así
como el desvanecimiento de la ilusión que confundía una cuerda con una
serpiente 4 proporciona
paz y alegría, la destrucción del egoísmo en Atman trae paz y
calma a la mente.
Ningún deseo agita a la mente así apaciguada, como ninguna semilla
germina dentro de una piedra, y los anhelos que a veces puedan
manifestarse son como las olas del océano, que emergen y se sumergen
en el mismo elemento.
Todo está en la mente, y la totalidad de este universo, sin división
ni dualidad alguna, se encuentra en ella: es una con el Dios supremo.
Cuando se libera de su habitual inconstancia y de su acaloramiento
febril, reencuentra su antigua serenidad, como la ola, al romper,
retorna al estado de agua en calma del que salió.
Guiadas por su avidez, las almas pequeñas viven entre ocupaciones que
las colman de preocupación, como un hervidero de insectos en el fango,
y su avaricia les lleva a codiciar sólo cosas exteriores y a olvidar
al Atman supremo en su interior.
Oh
Rama-ji, cuando consigas contemplar la grandeza de tu Atman a
la luz del santo Yoga enseñado por el ilustre Manu
5, descubrirás que eres más
grande que el cielo y el océano juntos.
Sabe, oh príncipe bien amado, que, como el sol, que tras ocultarse a
nuestros ojos no deja de enviar su luz al otro hemisferio, tu
intelecto continuará alumbrando incluso después de haber transcurrido
su curso en esta vida.
Libera al elefante —tu mente— de las cadenas del egoísmo y de las
trabas de la avaricia.»
Cuando el bienaventurado Sabio Vasishtha hubo concluido su discurso a
la Asamblea imperial, se inclinó respetuosamente en homenaje a los Yoguis y Brahmacharis 6.
El
Emperador y sus hijos le ofrecieron flores, agua y presentes. Los
devas 7 hicieron llover
flores celestiales y todos exclamaron:
«¡Jai!
¡Jai! ¡Jai!»
4 Confundir una serpiente con una cuerda: Se trata del muy
conocido símil que utilizan los vedantinos para ilustrar la relación
que existe entre Brahman y el mundo fenoménico. El universo
existe fenoménicamente en Brahman, a Quien tiene como soporte,
pero carece de existencia independiente, como es el caso de la ilusión
que cree ver una serpiente en un rincón sombrío de la habitación y que
cuando se mira más de cerca se revela como un trozo de cuerda.
5 Manu: Primer rey y célebre legislador de la antigua India.
6 Brahmachari (fem.: brahmacharini): Discípulo aceptado
que, como estudiante de Yoga, observa la disciplina yóguica y
el voto de continencia mientras sirve a un Instructor tradicional (guru).
7 Deva: Ser celestial. Literalmente, «aquel que brilla» (fem:
devi).
CUARTA CONVERSACIÓN
Dijo Rama:
«Señor, ¿cómo podemos detener la rueda de la ilusión
1 que, con su rápida
rotación, constantemente muele cada parte de nuestro cuerpo?»
Dijo Vasishtha:
«Sabe, Rama, que el mundo, con su curso circular, es la gran rueda; y
el corazón humano su cubo o su eje, el cual, debido a su continua
rotación, produce toda esta ilusión dentro de su circunferencia. Si
con tu valiente esfuerzo eres capaz de parar ese movimiento de tu
corazón, detendrás al mismo tiempo la rotación de la órbita de la
ilusión.
La
mente que descuida este consejo se expone a una miseria sin fin,
mientras que si siempre lo mantiene presente en su espíritu, evitará
todas las dificultades de este mundo.
El
mundo está en la mente como el aire está contenido en un recipiente, y
eres el continuo prisionero de ese mundo mental imaginario que es el
tuyo como una mosca encerrada en la cavidad del recipiente; no
lograrás la liberación si no es escapando de ese encarcelamiento, como
la mosca sale volando al aire libre. El medio de desembarazarte de esa
ilusión de la mente es fijar tu atención en el momento presente y
evitar que tus pensamientos se dirijan hacia hechos pasados o futuros.
La
mente está oscurecida mientras la niebla de sus deseos y caprichos la
envuelva, como el cielo está cubierto mientras ante él se acumulan las
nubes.
Cuando en la mente se produce una actividad, se ve inevitablemente
acompañada de un cortejo de deseos, así como del sentido del placer y
del sufrimiento; sentimientos y pasiones forman su escolta, como
merodean los cuervos cerca de un volcán extinguido.
Las
almas de los sabios no carecen de actividad, pero, como conocen la
vanidad de las cosas terrenas, de lo que sí carecen es de esos
sentimientos que atrapan.
Han
adquirido el conocimiento de la irrealidad y de la inexistencia de los
objetos y hechos terrenos, y ello gracias al conocimiento de la
naturaleza de las cosas y al estudio de las enseñanzas del Yoga
Adhyatma que se imparten en los Sat-Sangs y en otros
lugares, y gracias también a su asiduidad con el Maestro, a su
práctica de la meditación y a su vida libre de egoísmo.
1 Rueda de la ilusión: El ciclo recurrente del nacimiento y de
la muerte.
Deja de lado todo lo que sea tangible o que puedas lograr con tu
acción personal; permanece impasible e indiferente ante todo lo que
sea del mundo, remitiéndote únicamente a tu consciencia de lo
Infinito. Piensa de ti mismo que duermes cuando estás despierto;
piensa de ti mismo que eres todo y uno con el Espíritu supremo.
Reverenciamos a aquellos yoguis que han conocido la naturaleza del Sí
mismo y han alcanzado el estado espiritual.
A
la vista de Atman, las luces de los cuerpos celestes se
extinguen como velas y el resplandor del sol no es más que un débil
reflejo de la Luz de las luces. Quien conoce la verdad de Dios, ocupa
un rango superior dentro de la humanidad por su autosacrificio y por
la grandeza de su mente; y lo ha conseguido gracias a la práctica del
Yoga.
Quienes ignoran la verdad, son más viles que los asnos y demás
criaturas bestiales que viven sobre la faz de la tierra; son
inferiores a los más bajos insectos escondidos en agujeros
subterráneos. Con ellos no se puede contar; es preferible mantenerse
alejado.
El
hombre no espiritual da tumbos por esta tierra y se deja consumir por
sus preocupaciones como es devorado un cadáver por las llamas de su
pira funeraria; pero el yogui es consciente de su inmortalidad.
No
esperes a podar con el hacha afilada de la razón el grueso tronco del
árbol envenenado de la avaricia que se yergue como una montaña en la
cavidad de tu corazón; corta la rama de las esperanzas y apresúrate a
desbrozar las hojas del deseo.
Rama, ¡escucha lo que tu señor dice a los futuros yoguis! Ahuyenta a
la mente voraz que, como un cuervo, anida en tu corazón; le gusta
frecuentar los lugares hediondos, como planean los cuervos sobre los
campos reservados a ritos funerarios y las cornejas eligen su vivienda
allí donde reina la suciedad y se ceban comiendo la carne que se pudre
en los huesos. La mente voraz utiliza sus labios, como la corneja su
pico, sólo para atacar a los demás.
Sabe que la avaricia es una serpiente venenosa que, con su mortal
aliento, mata a quienes le obedecen. Esa serpiente es la causa de la
ruina de la humanidad.
Puesto que el Todo único está en la mente, no hay lugar para el
lamento de haber perdido lo que sea.
Aquel de intención pura, que se ha consagrado a Dios y que tiene como
única compañía a quienes difunden a su alrededor el conocimiento del
Yoga, es tan bello como el cisne blanco entre los graciosos
pájaros de un lago de ondas plateadas.
Las
almas que, en esta vida, ponen su confianza en objetos mundanos, no
pueden saborear verdadera felicidad. Los deseos y pensamientos de la
mente determinan su nacimiento en una próxima encarnación. De ahí que
el recién nacido se vea obsequiado con gran cantidad de sueño porque
cree que está muerto y reposa en la noche de su muerte.
La
búsqueda de la bondad y de la grandeza hace de un hombre que sea
grande o bueno, de la misma manera que quien quisiera ser un Indra
2, cuando duerme
sueña con su propio señorío.
Una
búsqueda sin reservas de la Verdad, extinguirá inmediatamente tus
deseos, y la extinción de tus deseos reestablecerá la paz en tu mente.
El
objetivo de la sabiduría es el conocimiento de que en el mundo no hay
nada real.
Los
verdaderos yoguis, que colocan su progreso espiritual por encima de
toda otra ganancia, que respetan tanto a la Verdad como al Instructor,
que viven para la Verdad divina, tienen el poder de someter a sus
órdenes su propio destino; pueden cambiar en bien todos los males y
volver perpetua su prosperidad.
Quien en sí mismo percibe la omnipotencia del Espíritu infinito y hace
de él su residencia, tiene la justa percepción. Quien ve a su mente
como un hilo en el cual todas las cosas están ensartadas como las
cuentas de un collar, tiene la justa comprensión.
Quien considera que lo que se llaman «los tres mundos»
3 no son más que los fragmentos de su propio Sí mismo
envolviéndole como las olas del mar, tiene razón. Quien observa el
frágil mundo con conmiseración y experimenta hacia la tierra la misma
compasión que experimentaría si se tratara de su hermana pequeña, es
sabio.»
Al
llegar la hora de las oraciones de la noche, el bienaventurado Sabio
terminó su discurso; toda la asamblea se levantó y derramó flores
sobre el trono de Vyasa 4
exclamando:
«¡Jai!
¡Jai! ¡Jai!»
2 Indra: El gobernador de las deidades inferiores.
3 Los tres mundos: Los mundos de los estados de vigilia, sueño
y sueño profundo.
4 Vyasa: Ilustre Sabio que compiló la epopeya clásica
Mahabharata y dio a la literatura védica su forma actual. El
«trono de Vyasa» es el asiento de honor tradicionalmente reservado al
Instructor.
QUINTA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«El
egoísmo es la raíz de las formas de sufrimiento más extendidas por los
bosques de este mundo, cuyos árboles producen las envenenadas flores
de los deseos. Por lo tanto, oh Rama, esfuérzate con diligencia en
hacer desaparecer de tu corazón el sentido del egoísmo y busca la
felicidad comprobando en cada momento la nada de tu pequeño tú
1.
El
error del egoísmo es comparable con una nube oscura: esconde en sus
tinieblas el brillante disco de la luna de la verdad y oculta de
nuestra vista sus rayos luminosos. La errónea impresión de realidad
del mundo no puede borrarse sin el conocimiento de su irrealidad,
conocimiento que procede de los Shastras y de los labios vivos
de un Instructor 2.
Aquel que predica la irrealidad del mundo y la realidad de Brahman
es tomado en broma por el ignorante, que le mira como a un loco.
El sabio y el ignorante no pueden ponerse de acuerdo sobre este tema,
como no pueden entenderse los borrachos con la gente sobria.
El
hombre inteligente, que cree que el Espíritu supremo y siempre sereno
de Brahman penetra el universo, no puede ser desviado de su
sólida convicción.
Los
ignorantes desconocen la noción de Espíritu: creen que la Materia es
la causa y el efecto de su propia producción. Pero el hombre dotado de
sabiduría discierne al Espíritu dominando en todas las formas de
creación de la misma manera que ve la sustancia, es decir, el oro, en
todos los adornos hechos de este metal.
1 Pequeño tú: El ego empírico. Véase nota 3 de la III
conversación.
2 Los labios vivos de un Instructor: La tradición oriental
mantiene que nadie puede lograr la realización sólo con el estudio de
libros, con ceremonias rituales o con prácticas de orden ético; es
necesario un Maestro vivo (guru).
Sólo hay un Ser realmente existente; es en Sí mismo Verdad y
Consciencia; su naturaleza es paz y pura Inteligencia. Es inmaculado,
omnipresente, en constante quietud, sin altibajos.
Siendo quietud y calma perfecta; no ve nada en la existencia; y sus
creaciones subsisten en ese reposo como partículas de Su propio
esplendor.
De
la misma manera que se ve brillar a las estrellas en la oscuridad de
la noche y emerger a las olas en la superficie de las aguas, así todos
estos fenómenos se manifiestan en Su realidad.
Todo lo que este Ser quiera ser, en el acto se autoconcibe siéndolo;
sólo esta Inteligencia es la verdadera Realidad, y todas las demás son
reales sólo en la medida en que se las ve salir de Ella y volver a
Ella.
También nosotros hemos surgido de esa Voluntad divina: así, en ninguno
de nosotros hay realidad ni irrealidad.
Esa
Inteligencia despierta se llama mundo fenoménico y dormida y en calma
lo que denominamos salvación, liberación o extinción del sufrimiento.
Ahora escucha, oh Rama, y te enseñaré a conocer esa Verdad divina.
El
hombre de mente elevada observa el mundo como observaría una brizna de
paja y rechaza sus preocupaciones como se despoja una serpiente de su
piel.
Aquel cuya mente es iluminada por la maravillosa luz de la verdad del
santo Yoga Adhyatma, se encuentra siempre bajo la protección de
las leyes espirituales al igual que el Huevo del mundo
3 está siempre protegido por
Brahma.
Acércate al Instructor, oh Rama, con fe y veneración, y escucha todos
los días la Verdad sagrada que sale de sus labios, sirviéndole con
todas tus fuerzas. Por él recibirás un día la Verdad divina y serás
libre.
Quienes son conocidos por sus virtudes, tienen el poder de gobernar su
destino, de cambiar sus males en bien y de volver duradera su
prosperidad. Quienes están insatisfechos con su presente estado y
desean progresar, así como aquellos que tienen sed de conocimiento y
buscan la Verdad, estos son llamados con toda la razón seres humanos;
todos los demás no son más que brutos.
El
renovado deseo de gozar de lo que se ha gozado y de volver a ver lo
que ya se ha visto, no es el medio de desembarazarse del mundo, sino
la causa de numerosos nacimientos debidos a esos mismos placeres.
3 El Huevo del mundo: En la descripción de la Creación que
hacen los Upanishads, al Universo, en su forma primera y como
alma cósmica (Hiranyagarbha), se le llama Huevo de Brahma,
el Creador según la tradición hindú.
Que
repercuta en el mundo la grandeza de tus virtudes, tu renuncia, la
excelencia de tu conducta, tu servicio desinteresado a los hombres y
tu consagración a Dios en la persona del Instructor, porque de
aquellos cuyas buenas acciones resplandecen como la luz de la luna se
dice que están verdaderamente vivos, mientras que los demás, quienes
no alcanzan un renombre semejante, están muertos aunque vivan.
Los
frutos de la realización maduran siguiendo con paciencia los
mandamientos de los Shastras, repitiendo, sin prisa por
alcanzar el éxito, los mantras 4
recibidos en las iniciaciones y perfeccionándose a través de una
larga práctica.
¿Para qué pueden servir la riqueza, la belleza, la fama o el poder sin
un conocimiento de la Verdad? Conságrate al saber, por tanto, y
considera a la riqueza como un desecho sin valor.
Elévate y acepta el remedio capaz de preservarte de la vejez y de la
muerte: el conocer que toda riqueza y toda prosperidad, todo placer y
todo goce son perjudiciales si no están consagrados al bien de los
demás; si no, su único efecto es hastiar y debilitar nuestro
organismo.
Ahora, Rama-ji, he aquí la Verdad suprema. Bienaventurados quienes la
escuchan y por tres veces benditos quienes, de su realización, hacen
el único objetivo de su vida.
Brahman
es
el intelecto.
Brahman
es
la mente.
Brahman
es
la inteligencia.
Es
sustancia. Es solidez.
Es
el principio de todas las cosas.
El
universo entero es Brahman.
Y,
sin embargo, Él trasciende infinitamente todo esto.
En
realidad, el mundo es nada, porque todo es únicamente Brahman.
Al
margen del hecho de la existencia de Brahman, no hay nada que
pueda comprobarse como absolutamente cierto, y la verdad escrituraria
declara: «Verdaderamente, todo es Brahman. »
Guárdate del grandioso espectáculo de este mundo, que tan sustancial
es para la vista y tan absurdo para la experiencia; es la guarida de
los dragones del deseo lanzando la venenosa espuma de sus pasiones.
Intenta abandonar tus deseos y evitarás todas las dificultades; deja
de pensar en algo y tu antojo por ello desaparecerá por sí solo.
Incluso pisar una flor se acompaña de un esfuerzo, pero ningún
esfuerzo es necesario para destruir tu deseo, porque desaparecerá por
sí mismo si no piensas en él.
4 Mantra: Breve oración mística dada por un Guru tradicional a
un discípulo admitido tras una iniciación yóguica. Cuando se la repite
correctamente, proporciona la consciencia espiritual.
Para coger una flor tienes que abrir la mano, pero para destruir tus
frágiles y engañosos deseos no tienes que hacer nada.
Apartando tus pensamientos de los objetos y fijándolos en Brahman,
serás capaz de realizar lo que para los demás es imposible.
La
entera preocupación de nuestras vidas es desear y hacer, y a
continuación, desear de nuevo; sin embargo, cuando se ha extirpado de
la mente toda su propensión inquieta, queda liberada de toda ansiedad.
Abandona tu loca confianza en los fenómenos visibles, deja todo eso y
permanece enraizado en la consciencia ‘Soy el Infinito’.
Antes de haber borrado de la mente la idea de que hay cosas deseables
y otras que no lo son, es difícil encontrar la paz y la gracia de la
serenidad, como le es difícil al claro de luna traspasar un cielo
encapotado.
Nuestros deseos y nuestras aversiones son dos monos que viven en el
árbol de nuestro corazón; mientras lo sacudan y lo zarandeen con sus
brincos y sobresaltos, no puede haber reposo.»
SEXTA CONVERSACIÓN
Dijo el príncipe Rama:
«Venerable Señor, tú conoces los misterios de todas las cosas. Una
gran duda se encrespa en mi corazón como una ola en el mar. ¿Cómo
puede, Señor, adherirse la impureza a la mente, que está ubicada en la
pureza eterna del Espíritu infinito, Brahman, no limitado por
el tiempo ni el espacio?
Además, si no hay —ni ha habido ni habrá jamás— otra cosa que la
Entidad espiritual, ¿cómo y de dónde ha podido aparecer en Él
semejante impureza?»
Contestó Vasishtha:
«¡Bien dicho, bien amado Príncipe!
Observo que tu comprensión se acerca a la vía de la liberación y
recoge el perfume de las flores que se abren en el jardín del paraíso.
Sin embargo, aún no es el momento apropiado para ti de hacer esa
pregunta. La podrás hacer cuando yo llegue a la conclusión del tema.
Es
preferible examinar la mente con cuidado, percatándose de la
naturaleza de sus actos y operaciones, que contribuyen a provocar los
renovados nacimientos de los humanos.
La
mente se deleita con pensamientos sobre los objetos deseados;
entonces, asimilando la naturaleza de éstos, asume la misma forma de
lo que le proporciona su placer.
Ya
que el cuerpo está sometido a la mente, se moldea en la forma de ésta,
exactamente igual que el viento se embalsama con el perfume de los
macizos de flores sobre los que sopla.
Los
sentidos interiores, una vez estimulados, animan a los órganos
exteriores de los sentidos según sus modalidades. Sea cual fuere la
naturaleza que por sus disposiciones adopte la mente, queda reflejada
en la forma de sus dos actividades: la voluntad y la acción.
Los
Sabios del sagrado Yoga Adhayatma reconocen que la mente, en su
esencia, es Brahman, y recomiendan la paz y el dominio de sí
mismo como únicos medios de alcanzar la liberación.
Discípulo bien amado (Rama tocó los pies del bienaventurado Sabio como
signo de grandísima veneración), sabe que la mente es la fuente de
todas las reglas y métodos como el mar es el origen de toda perla
escondida en su seno.
Así, los discípulos amados de su guru que deseen gozar de la
dicha sin mezcla de su espíritu deben habituar a su mente a permanecer
en ese estado de felicidad.
La
mente que se ha escapado de la esfera del mundo fenoménico está en
adelante libre de todo placer y de todo sufrimiento, como el pajarillo
que sale volando por los aires tras romper el huevo y dejar el suelo
terrestre.
Oh
inocente Rama, no mantengas inclinación alguna hacia el mundo
fenoménico. Es ilusión sin realidad, se halla repleto de temores y
tendencias malas y se despliega para seducir a la mente distraída.
Los
sabios han llamado escenario mágico (maya) a nuestra
consciencia del mundo, designándola como aparición de ignorancia,
simple idea y causa y efecto de nuestras acciones.
Sabe que es la mente embaucadora quien desarrolla al mundo visible
ante ti; desempáñala, pues.
La
meditación concentrada del yogui contemplativo y consagrado al santo
Yoga es lo que atenúa las impresiones de fuera y, al disociar a
la mente de todas las cosas exteriores, la mantiene en la estabilidad
y la paz. Entonces la mente no presta atención a sus reflexiones
interiores o exteriores; queda insensible tanto al placer como al
sufrimiento y experimenta en sí misma el deleite de la unidad.
La
mente sometida a incesantes deseos se parece al claro firmamento
oscurecido por nubes; una mente así, oh Rama, sufre como un murciélago
cegado por la luz del día, hasta que desprendiéndose de sus falsas
invenciones alcanza el conocimiento del verdadero Dios y la dicha sin
fin.
Al
igual que al liberarse del imaginario temor de un tigre en la selva se
reencuentra el reposo interior, así, profundizando en tu búsqueda,
descubrirás que no existe cautividad en el mundo: las nociones ‘ése es
el mundo’ y ‘éste soy yo’ no son más que errores de la mente.
Los
caprichos nos asaltan y después se alejan, tomando formas diversas, de
la misma manera que nuestras mujeres desempeñan el papel de esposas
durante nuestra juventud y el de enfermeras en nuestra vejez.
Quien tenga una mente inclinada a saborear los placeres de la carne
debería empezar por reprimir esas propensiones como se arrancan de la
tierra las plantas venenosas.
El
hombre noble y sabio que quiera vencer a sus adversarios deberá, en
primer lugar, esforzarse en someter a los enemigos interiores de su
propio corazón y de su propia mente, así como su cuerpo y sus
miembros.
Los
hombres más afortunados son quienes tienen la valentía de dominar su
mente en lugar de someterse a ella.
Yo
reverencio a esos hombres puros y santos que han amaestrado a la
grande y perversa serpiente de su mente enrollada en el fondo de su
corazón; ellos son quienes reposan en la paz interior y en la
serenidad de su espíritu.
Los
reyes de la tierra, con sus capitales materiales, no son tan felices
como los señores de las ciudades de su propio cuerpo y los maestros de
su propia mente.
El
hombre está a merced de las dificultades de este mundo lúgubre y
oscuro como un pájaro caído en las aguas del mar. Por tanto, oh Rama,
como si fueras un búfalo, saca con tu propio esfuerzo a tu mente fuera
del charco ilusorio del mundo.
El
hombre con una mente no inquietada por la sucesión de alegrías y penas
mundanas ni por las vicisitudes de la enfermedad y de la muerte ya no
es un ser humano, es como un yaksha
1.
Ni
el mundo es tuyo ni tú eres de este mundo; no confundas lo falso con
lo cierto.
Nunca alimentes en tu mente la idea falaz de que serás dueño de
grandes bienes y de cosas agradables, porque tú, como esas cosas,
existes para el deleite del Creador supremo y Dueño de todo.
A
menos de que el bien de todos no se convierta en tu propio bien, oh
Rama, no harás más que añadir trabas a tus pies. Incluso el bien de tu
Imperio es ilusión si es exclusivo y está separado del bien de todos
los seres.
Adora al Siempre-Misericordioso, al infinito Amor, como si se tratase
de tu propia mente, y permanece en la paz dando paz a todos.»
1 Yaksha: Criatura perteneciente a una categoría de seres
celestiales.
SÉPTIMA CONVERSACIÓN
Dijo el príncipe Rama:
«Dime ahora, Señor, cómo puede conseguir la liberación un ignorante o
un perezoso, un débil que nunca haya frecuentado a yoguis ni haya
recibido ninguna instrucción espiritual.»
Respondió Vasishtha:
«Oh
Rama, el ignorante que nunca ha alcanzado ninguno de los grados del
Yoga es arrastrado por la corriente de la reencarnación a través
de centenares de nacimientos, hasta que en un nacimiento u otro tenga
ocasión de adquirir la luz espiritual. Puede ocurrir también que, con
el trato de santos, llegue a sentirse insatisfecho del mundo y que eso
le conduzca a un grado de Yoga.
Oh
Rama-ji, ¡destruye la sensualidad! Ese es el primer grado. ¿Por qué
utilizar muchas palabras cuando se puede expresar con pocas?
El
deseo es nuestra principal esclavitud, y su ausencia nuestra completa
liberación.
Quien posee un sentido tenaz del egoísmo jamás se libera de los
sufrimientos de la vida; es la negación de ese sentimiento lo que
proporciona la liberación.
Quienes están atados a los placeres piensan que la beatitud del
nirvana 1 no es nada;
prefieren la mundanalidad a la felicidad definitiva que otros han
realizado, y quien así se comporta es declarado hombre activo y
enérgico.
Semejante hombre mundano se parece a una tortuga, que recogiendo la
cabeza bajo su caparazón, la saca a veces para beber el agua salada
del mar donde habita; permanece en la misma condición hasta que logra,
tras muchos nacimientos, una vida mejor, orientada hacia su salvación.
Pero quien reflexiona sobre la nada del mundo y sobre la mísera
posición que en ella ocupa no permite que la corriente de las
actividades que día tras día ha ejercido le arrastre ahora.
1 Nirvana: Inmortalidad consciente. Identificación del espíritu
individual con el Espíritu infinito y supremo; libertad eterna;
perfección espiritual.
Cuando un hombre empieza a pensar de qué manera podría sustraerse de
las pasiones y atravesar el tumultuoso océano del mundo es como si
recuperara sus sentidos.
Quien desprecia las fatuas distracciones y las mediocres actividades
de los hombres, quien se entrega a actos meritorios en vez de insistir
en los defectos e imperfecciones ajenos, quien compromete su mente en
actividades útiles sin causar perjuicio a nadie y se muestra
indiferente ante todo placer y gozo corporal, quien mantiene
conversaciones amistosas y compasivas y pronuncia las palabras
oportunas en el lugar adecuado, de un hombre así se dice que se halla
en el primer estadio del Yoga. Para él es un deber buscar la
sociedad de los buenos y moldear en ella pensamientos, palabras y
actos.
Se
hace con libros sobre la filosofía divina y los estudia con
diligencia; medita su contenido y retiene las doctrinas que tienen el
poder de salvarle del mundo depravado.
Llega entonces al segundo grado del Yoga, llamado estadio de la
búsqueda.
Escucha de los labios de los pandits tradicionales la
explicación de los Shrutis y de los Smritis
2, las reglas de buena
conducta y los métodos de meditación y de práctica del Yoga.
Se
despoja de su porte exterior de orgullo y de vanidad, así como de su
envidia y de su avaricia, como se despoja una serpiente de su antigua
piel. Habiendo purificado así su mente, se dedica con devoción al
servicio de los instructores espirituales y de los santos que le
descubren los misterios de la filosofía del Yoga. Accede
entonces al tercer estadio.
Aprende a que su mente se establezca en la perseverancia conforme a
las enseñanzas del Yoga, y consagra su tiempo a conversaciones
sobre temas espirituales y a buenas acciones hacia los demás.
El
hombre dotado de sabiduría que ha llegado hasta este tercer estadio
permanece en un estado de consciencia independiente tanto de la
objetividad como de la subjetividad. Se ha liberado
3 del sentimiento de ser,
bien el sujeto o bien el objeto de sus actos.
Sabe que toda unión acaba en desunión y toda ganancia terrenal en
pérdida; gracias a esa convicción y a la práctica continua de la
meditación y de la virtud llega con certeza a conocer a Dios dentro de
sí con la claridad con que se ve un fruto en la palma de la mano.
El
conocimiento del Autor supremo de la Creación le penetra de la segura
convicción de no ser ‘yo’, sino Dios, quien hace todo en el mundo.
2 Smritis: Literalmente: «lo rememorado». Enseñanza tradicional
transmitida por las anteriores generaciones, por oposición a Shruti,
«lo revelado», las Escrituras reveladas.
3 Liberado: El yogui no se ve a sí mismo como autor de actos ni
como susceptible de ser afectado por ellos.
Habiendo renunciado a su sentido de individualidad
4, un hombre así ya no está
apegado a nada en el mundo.
El
contento es un agradable perfume en la mente y los actos virtuosos son
tan bellos como pétalos de rosa. La flor del discernimiento interior
se abre como un capullo de loto bajo los efectos de los rayos del sol
de la razón y produce un fruto de santidad en el jardín del tercer
estadio de la práctica del Yoga.
El
cumplimiento, incluso parcial, de estos grados del Yoga Adhyatma
es suficiente para anular el mal karma
5 del pasado.
A
estos tres estadios, oh Rama-ji, se les llama en conjunto estado
despierto, porque el yogui conserva en él la percepción de las
diferencias entre las cosas.
Un
yogui así merece veneración; únicamente realiza acciones justas; él
cumple con constancia sus deberes sociales.
Quien ha consagrado su mente al Yoga con un celo total e
inquebrantable y ve todas las cosas en una misma luz se considera que
ha alcanzado el cuarto estadio del Yoga.
Cuando el error de la dualidad se ha desvanecido y el conocimiento de
la unidad interior brilla con resplandor soberano, el yogui se
encuentra en ese cuarto estadio, y observa al mundo como una visión de
su sueño.
El
quinto estadio es un grado de inmensa felicidad, que no es otra que la
felicidad de la visión de Dios en todas partes, oh Rama-ji. El yogui
se alza por encima de eso y, descendiendo a través de su mente a las
regiones inferiores —¡un gran sacrificio sin duda!— sirve en los demás
a su propio Sí mismo.
El
sexto es el estadio de la liberación en vida, oh Rama-ji, en el que
ambas, unidad y dualidad, desaparecen. Quien lo alcanza se sumerge en
el éxtasis divino dentro y fuera de sí y se halla en posesión de
poderes superiores; sin embargo, parece humilde a primera vista.
El
séptimo estadio es imposible de describir con palabras y supera los
límites de la tierra y del cielo. De él se dice que es parecido al
estado de Shiva 6
y Brahma.»
4 Sentido de individualidad: Sentido de la acción, sentimiento
de ser «activo». Egoidad.
5 Karma: Cúmulo de los efectos de las acciones pasadas
(incluidas las acciones realizadas en reencarnaciones precedentes) que
fructifica como destino presente y futuro de la mente individual. Ley
de causalidad considerada respecto al comportamiento humano.
6 Shiva: Tercer aspecto de la trinidad hindú, Brahma, Vishnu y
Shiva, que, respectivamente, presiden la creación, la conservación y
la disolución del universo. A Shiva se le llama también Señor
de los Yoguis.
OCTAVA CONVERSACIÓN
Dijo el príncipe Rama:
«Señor, tus palabras suscitan en mi mente una duda semejante a una
nube otoñal, y te ruego que la disipes.
Dime, Señor, tú que posees perfectamente el conocimiento espiritual,
¿por qué a los cuerpos de los liberados en vida no se les ve subir a
los cielos?»
Respondió el bienaventurado Vasishtha:
«Debes saber, oh Rama, que el poder de subir a los cielos y volar por
los aires pertenece e forma natural a todas las criaturas voladoras,
como los insectos y los pájaros.
Los
diversos movimientos que uno ve producirse en las diferentes
direcciones se acuerdan con las tendencias naturales de los cuerpos y
no son deseados por el yogui liberado.
Volar por los aires no representa nada deseable para el yogui liberado
en vida. Personas no espirituales, no liberadas e ignorantes pueden
adquirir fácilmente el poder de volar mediante procedimientos físicos
artificiales, como mantras y otras prácticas del
Yoga
inferior 1. Volar no es
la ocupación del yogui espiritual, que no se interesa más que por el
conocimiento del Espíritu; se contenta con su conocimiento espiritual
y con la unión con lo Supremo sin mezclarse con las prácticas de los
ignorantes y falsos Hatha-Yoguis 2.
Sabe que toda tendencia terrenal está engendrada por la ceguera
espiritual. ¿Sería, pues, un verdadero yogui aquel que se sumergiera
en esa ignorancia grosera?
1 Yoga inferior: Ciertas prácticas pueden suscitar poderes
psíquicos, como saben quienes practican el Yoga inferior, pero
el verdadero yogui se abstiene de ello, ya que se trata de obstáculos
que impiden progresar en la vía del Yoga.
2 Hatha-Yoguis: El Hatha-Yoga es una forma inferior de
Yoga que se refiere principalmente al cuerpo y que tiene por
objeto el apaciguamiento de las pasiones mediante austeridades físicas
y ejercicios. El Hatha-Yoga, que puede tener efectos peligrosos
si no se practica bajo una vigilancia apropiada y que, en sí, no
conduce a la meta de la propia realización, no constituye una parte
del Yoga superior llamado Adhyatma Yoga.
¡Quien siga semejante carrera, con el bienestar temporal como meta,
debe de estar ciego respecto a su futuro bienestar!
Mediante mantras y otros métodos es posible, tanto para el
sabio como para el ignorante, adquirir el poder de volar por los
aires; pero el verdadero yogui se mantiene a distancia de esas cosas y
no las desea; encuentra el contento en sí mismo y el descanso en
Brahman.
Permanece impasible en todo tiempo de la misma manera que el océano no
se ve en ningún modo afectado por los muchos ríos que desembocan en
él, y prosigue su adoración y su meditación sobre el Espíritu divino
que reside en su propia mente.»
El
príncipe Rama se prosternó a los pies de su Maestro, y el
bienaventurado Vasishtha le bendijo besándole la cabeza, y continuó:
«Sabe, oh noble Príncipe, que el ser poseído por la mente es la causa
de las desdichas, y que extinguirla en Dios es la fuente de la
felicidad. La mente asaltada por vanos deseos, a causa de los objetos
perecederos, está sujeta a repetidos nacimientos, que son fuente de
aflicciones sin fin; mientras que aquella que es penetrada por
cualidades caritativas desea el mayor bien para todos los seres y se
ha liberado de las angustias de los renovados nacimientos en este
mundo de dolor.
El
cuerpo es semejante a un árbol revestido por las plantas trepadoras de
sus acciones; en cuanto a la avaricia, es como una enorme serpiente
que se enrolla alrededor de su tronco, mientras que nuestras pasiones
y deseos son los pájaros que en él anidan.
El
mundo no es sino una creación de nuestra imaginación, como los niños
imaginan que un duende se oculta en la oscuridad. Nuestro conocimiento
de los objetos es tan engañoso como la apariencia del movimiento de
una montaña para el pasajero de un barco. Todas las apariencias son
manifestación del error o de la ignorancia, y se disipan al adquirir
el justo conocimiento.
Oh
Rama, discípulo bien amado, deja las cosas materiales y busca el Uno
universal, fundamento de toda existencia. Aprende a conocer esa Unidad
como totalidad de todos los seres y como Uno único digno de adoración.
Piensa que todos los cuerpos pertenecen a la Única Esencia común y
goza de la completa beatitud dándote cuenta de que tú eres ella, que
abarca todo el espacio. Aquel en quien se disuelve toda existencia
finita permanece en Sí mismo sin cambio; quien Lo conozca en su propio
Sí mismo no puede sufrir dolor, sino gozar de la completa beatitud en
Él.
Todas las cosas creadas se perciben en el espejo de Su inteligencia
como las sombras de los árboles de la ribera de un río se reflejan en
las limpias aguas que transcurren a sus pies.
Es
más brillante que la cosa más brillante, más oscuro que la más oscura;
Él es la base de toda sustancia y sobrepasa por todas partes la
extensión del espacio. Príncipe bien amado, con ardor esfuérzate en
residir en ese supremo estado de felicidad, el más alto que el hombre
puede desear. Por tanto, oh Rama-ji, sé profundamente sabio, aunque
sincero y dulce en tu conversación. Observa todas las cosas en la
única e inmutable luz de Atman; que en tu mente no entre ni el
temor a la esclavitud ni la impaciencia por la liberación. Vive en la
verdad, en la meditación, y escucha con reverencia las enseñanzas
sagradas que salen de mis labios o de cualquier otra fuente.
Es
necesario escuchar los Shastras y comentarlos, oh Rama, porque
inculcan los textos sagrados con dulzura e infunden en la mente el
delicioso bálsamo del verdadero conocimiento.
De
la misma manera que podemos percibir los rayos del sol que bañan los
muros de una casa gracias a nuestros órganos visuales, así la luz del
conocimiento espiritual penetra en la mente de los hombres, cuando
escuchan los Shastras, gracias a sus oídos.
Es
la enseñanza que mejor nos ofrece el conocimiento de la Verdad y es el
verdadero conocimiento el que nos proporciona la serenidad que nos
permite dormir en el olvido del despierto y tumultuoso mundo.»
El
príncipe Rama se inclinó ante el Sabio iluminado y dijo:
«Oh
Señor bienaventurado, me eres más querido que mi propia vida; tu
presencia y tu palabra han hecho brotar de este lugar dulces gotas de
alegría y santidad; ¡en verdad, la compañía de los virtuosos es la
felicidad suprema del hombre!»
El
rey, la reina y los ministros se levantaron en señal de veneración,
tocaron los pies del bienaventurado Sabio, le ofrecieron flores, agua
y presentes y él, bendiciéndoles, les dijo:
«¡Om Tat Sat! 3 ¡Shanti!
4 ¡Shanti!
¡Shanti!»
3 Om Tat Sat: Triple designación de Brahma.
4 Shanti: Paz.
NOVENA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«En
una región del norte, entre las cumbres del Himalaya, hay una cima
llamada Kailasha.
Allí es donde Shiva, la gran Divinidad, pasea observando las cascadas
que brotan de las cavernas de la montaña y vuelven a ser tragadas por
ellas.
Allí una vez vivió una raza de hombres que tenían a Surghu como jefe.
Era poderoso, hospitalario y reflexivo.
Los
sabios acostumbran a viajar, aliviando sufrimientos y reduciendo la
ignorancia, y así ocurrió que, un día, el sabio Mandavya visitó a ese
pueblo.
Surghu dio la bienvenida al sabio y dijo: ‘Me siento tan sumamente
gozoso de recibir esta visita como la tierra cuando llega la
primavera. El pensamiento de las recompensas y castigos que he
distribuido entre mis súbditos atormenta sin cesar mi corazón.
Dígnate, pues, bienaventurado sabio, aliviarme de este dolor y permite
al sol de la paz y la serenidad iluminar la oscuridad de mi mente.’
Mandavya respondió: ‘Oh príncipe, con el esfuerzo y con la confianza
en las propias fuerzas es como las dudas de la mente se funden, como
la nieve bajo los rayos del sol.
El
autoconocimiento, oh príncipe, es también esencial.
Pregúntate en tu mente: ¿Quién soy yo? ¿Qué es esta vida nuestra y qué
es esa muerte que nos acecha? Seguramente estas preguntas te
conducirán al discernimiento.
Cuando, reflexionando sobre la condición de tu mente, llegues a
conocer tu verdadera naturaleza, permanecerás imperturbable tanto ante
la alegría como ante la pena, y serás firme como una roca.
A
los desapasionados se les honra como a los más afortunados de los
hombres, y quien conoce esta verdad conserva el contento interior y es
un sabio.
Las
grandes almas evitan preocuparse de las cosas exteriores para poder
contemplar la pura luz del Espíritu supremo en su propio interior.
Hasta que no te hayas liberado de los desvelos por tus fruslerías
particulares no podrás tener ninguna visión del Espíritu universal.
Sólo tras la desaparición de todo interés por el mundo el Espíritu
trascendente se da a conocer.
Deshazte de todo sentimiento hacia las cosas particulares y tendrás un
conocimiento de lo que es universal; empezarás a comprender al
Atman que lo engloba todo.
Sólo a condición de empeñarte en conocer al supremo Espíritu de todo
corazón y con toda la mente y de sacrificar en esa búsqueda cualquier
otro objeto o intención se convierte en posible conocer ese Espíritu
en Su plenitud. Todos los objetos visibles que parecen ligados por el
hilo de las causas y de los efectos son creación de la mente, que los
mantiene unidos como el cordón sujeta las perlas de un collar. Aquello
que permanece tras la disolución de la mente y de sus cuerpos creados
en sólo Atman, que es el Dios supremo, Aquel que es más
exaltado que todo.’
El
jefe Surghu ofreció regalos, frutos y flores al sabio, que partió
hacia otras regiones para seguir su misión.
Entonces Surghu, siguiendo la enseñanza del sabio, meditó asiduamente
durante tres años en el silencio de su mente y se percató de su
divinidad.
Dijo: ‘Mi Atman está dotado de toda belleza y es la luz que
ilumina todo objeto.
¡Veo! ¡Veo! Mi Atman carece de forma y, sin embargo, es capaz
de tomar toda forma y manifestación.
La
causa de la felicidad y miseria humanas consiste en una falsa
representación de la facultad de entender. Este mundo es un escenario
instalado por la mente, que juega a protagonista mientras Atman
asiste silencioso como espectador de la obra.
Contemplo esta maravillosa esfera del intelecto que ahora brilla sobre
mí con todo su esplendor, y yo te saludo, oh luz santa, a quien veo
ante mí resplandecer.’
El
jefe Surghu reinó cien años en ese estado de iluminación, tras lo
cual, por impulso propio, abandonó la habitación de su frágil cuerpo.
Esa
mente inteligente, liberada de la servidumbre de la reencarnación, se
convirtió en uno con el Espíritu inmaculado y fue absorbida en el
supremo único, al igual que el aire contenido en un recipiente se une
con el firmamento que lo engloba todo cuando el recipiente se rompe.»
El
bienaventurado Vasishtha continuó:
«Estas son algunas de las enseñanzas de ese noble príncipe, oh
Rama-ji, que te ofrezco para el bien de la humanidad:
‘Qué es samadhi? La insensibilidad
de la mente al tumulto del orgullo y el rencor es conocida por el
sabio con el término samadhi; cuando la mente es inquebrantable
como una roca, resistiendo con firmeza al viento rugiente de las
pasiones, está en samadhi.
Soy
puro, iluminado y plenamente consciente en todo momento. Mi mente está
tranquila y mi corazón descansa en cualquier circunstancia.
Nada podría perturbar el dulce reposo de mi mente, anclada en una
comunión ininterrumpida con el Santo Espíritu, Brahman.
Nada hay en el mundo que podamos considerar como anterior a nosotros,
porque todo lo que brilla y reluce aquí abajo en realidad no es nada y
está desprovisto de valor intrínseco.
Como aquí no hay nada que pueda desear, tampoco hay nada que me
repela, porque la ausencia de una cosa también implica la ausencia de
su contrario.
El
sabio silencioso que conoce todo, que es santo, tranquilo y sereno
dentro de sí, jamás es molestado por una mente rebelde.
Con
la seguridad que proporciona el servicio al magnánimo Maestro, la
mente dotada de sabiduría recibe el saber y medita para salvarse del
océano de este mundo exactamente igual que un viajero obtiene de un
barquero el batel que le permitirá atravesar un río.
Este es el verdadero camino que conduce a la mente a la pureza y que
te volverá capaz de desenredarte de las trampas de tu mente, liberando
a tu corazón de las redes del egoísmo.»
DÉCIMA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Este mundo está hecho de realidad y de irrealidad, y lleva el sello
del Todopoderoso; está constituido de unidad y de dualidad y, sin
embargo, está libre de ambas.
El
intelecto caído que se asimila a sí mismo al cuerpo se encuentra
realmente confinado en él; pero cuando sabe que es idéntico al puro
Atman se libera de su confinamiento.
Brahman
es
todo en todos; es perfecta paz, sin segundo, sin equivalencia ni
comparación.
Como Infinito, Se extiende mediante Su propio poder y despliega Su
intelecto en tres direcciones diferentes: creación, preservación y
disolución.
Una
vez dominada la mente, y que sus sentidos y órganos se hallan
concentrados en Atman, aparece ante ella una luz deslumbrante
que borra el mundo irreal, como desaparecen las tinieblas de la noche
ante la luz del sol.
El
mundo imaginario se retira de la vista y cae como una hoja muerta, y
jiva queda como una semilla marchita, sin poder de crecimiento
ni reproducción.
El
intelecto, desprendido de la nube de ilusión que cubría a la mente
engañada, brilla con el resplandor de un claro cielo de otoño.
Ahora te he hablado, oh Rama-ji, de la sumisión y rebajamiento de la
mente, primera etapa con vistas a su santificación por el Yoga;
a continuación te hablaré de la segunda etapa, que es la edificación y
fortalecimiento del intelecto.
Continúa con paciencia, valentía y celo incansables tus meditaciones y
tu autoexamen y adora a Dios en el santo Yoga. Recuerda que, si
una mente es mezquina, codiciosa o se cree superior a otras, no podrá
ver a Dios.
Con
la inquebrantable perseverancia en esta vía, el peregrino realiza un
largo camino hacia un estado que supera todas mis posibilidades de
descripción, pero del cual el santo adepto puede tener experiencia a
lo largo de su trayecto. En ese estado yóguico todo es paz y bondad.
La sílaba OM 1 es el
símbolo de la totalidad.
Aprende ahora el método de adorar a Dios, oh discípulo bien amado. En
la adoración, en todas sus formas, debes dejar de pensar en tu cuerpo
y separar a tu mente de tu personalidad. Es necesario que tu mente se
aplique asiduamente, bajo la dirección de tu Maestro, en pensar en el
espíritu puro e inmaterial, que desde dentro es testigo de los hechos
y gestos de tu cuerpo.
La
verdadera adoración consiste sólo en meditar interiormente sin ninguna
forma exterior; obliga, pues, a tu mente a la adoración del Espíritu
universal meditando dentro de ti.
Él
es la forma del intelecto, la fuente de toda luz, ¡y tan
resplandeciente como millones de soles! Es la luz interior de la
mente. Su cabeza y Sus hombros sobrepasan al cielo de los cielos; Sus
pies de loto descienden más abajo que el más profundo abismo del
espacio.
Los
mundos que evolucionan unos sobre otros no ocupan más que un rincón de
su inmenso seno. Su resplandor supera los límites del vacío ilimitado.
Hacia arriba, hacia abajo, en los cuatro puntos cardinales y hacia
todas las direcciones del espacio Se extiende sin jamás disminuir y
siempre sin fin.
Contiene en Sí mismo la esfera de este mundo, así como todos los demás
mundos con sus montañas y todo lo que se halla en ellos; y el Tiempo
irresistible, que sin cesar les precipita hacia adelante, es el
guardián en el umbral de Su eternidad.
Se
encuentra en el centro de todas las cosas, de las que constituye Su
único dispensador de fuerza y de energía ¡Tat Twam Asi!
2 ¡Eso eres tú!
¡Adóralo dentro de ti! Para ello no exige que uno sea un iluminado ni
que se le queme incienso.
Con
la continua conversación sobre este tema sagrado y reanudando
constantemente su búsqueda cuando se interrumpe se llega a ser
plenamente consciente del Sí mismo.
La
ofrenda de un corazón purificado y liberado tanto del deseo como de la
aversión
Le
resulta más agradable que joyas preciosas y que las más perfumadas
flores.
1 Om (o Aum) es la Palabra de Poder que no pertenece a
ningún lenguaje particular pero que, en todo Oriente, donde está
considerada como el más alto nombre de Dios, se utiliza exclusivamente
como un símbolo del Supremo.
2 Tat Twam Asi («Eso eres tú»): Tat (Eso) significa la
Realidad trascendente (Brahman). Twam (tú) significa el jiva
o alma individualizada y condicionada. Asi (eres) expresa
la eterna identidad de ambos, jiva y Brahman. Se trata
de una de las cuatro grandes sentencias en las que se encuentra
cristalizada la verdad espiritual de los Vedas.
La
mejor meditación es la que se acompaña de la ofrenda de sí mismo al
Señor o al santo Yoga.
Quien adora al Señor así durante una hora completa obtendrá la
recompensa de cumplir el sacrificio de Raja
3, y el practicar esta forma
de adoración a media noche corresponderá al mérito de realizar un
millón de sacrificios.
Cuando los benéficos rayos de la misericordia iluminen la mente del
yogui compasivo y la dulce influencia de la simpatía alcance su
corazón, entonces él será el más agradable y el más apropiado para
servir, mediante meditaciones yóguicas, al Señor que reside en su
interior.
Cuando un hombre ha controlado las turbulentas pasiones de su mente
gracias a la rectitud de su juicio y ha extendido sobre su corazón y
su mente el suave manto de la compasión y del contento apaciguante,
entonces debe adorar a la divina serenidad dentro de sí.
Se
debe meditar en Atman y servir al Maestro tanto en la alegría
como en la pena.
Nunca lamentes lo perdido y utiliza lo que posees; adora al Espíritu
supremo, en tu mente y en tu alma con una constancia sin
desfallecimiento.
Por
el bien de todos los seres vivos y por la salvación del universo,
mantén tu constancia incluso entre las actividades inicuas de los
hombres y permanece fiel a tu voto de estar santamente consagrado en
todo tiempo a Brahman y al guru.
Deja de pensar en ti mismo como tal o cual persona; evita todo lo
trivial y, sabiendo que todo es el Uno universal, quédate firme en tu
voto de adoración al Espíritu supremo, Brahman.
Situado en un mundo de sufrimiento, el hombre no debería prestar
ninguna atención al espectáculo de las más o menos graves calamidades
que se presentan ante su vista. No se trata más que de tintes y
tonalidades fugitivos que colorean la vacía bóveda del cielo y que
pronto se desvanecen en la nada.
Cualquiera que sea el sacrificio ofrecido para servir al Señor, sabe
que la ecuanimidad de la mente es la mejor ofrenda y la más eficaz. La
ecuanimidad es de un agradable sabor y posee el poder sobrenatural de
transformar todo en ambrosía.
La
ecuanimidad dilata el corazón y regocija a la mente como inunda la luz
del sol la bóveda celeste, y se la considera la devoción más elevada.
3 Sacrificio del Raja: En la antigüedad se cumplía el
Raja-suya con ocasión de la coronación y unción ritual de un rey,
con el acompañamiento de cánticos solemnes, generosas donaciones a los
santos brahmanes y limosnas a los pobres.
Confiando en el razonamiento correcto combinado con el hábito de la
calma, los hombres llegan a ser capaces de atravesar los oscuros y
peligrosos torrentes de este mundo.
El
hombre virtuoso, tranquilo y sereno, benévolo hacia todos los seres
vivos, experimenta la benéfica influencia de la Verdad suprema que se
manifiesta en su alma.
Quien tiene una mente tan serena como el claro de luna, sea en
vísperas de una fiesta o de una batalla, o incluso en el momento de la
muerte, ése, en verdad, es un santo.
Quien con la mirada satisfecha infunde sobre todas las cosas a su
alrededor el esplendor de su benevolencia, ése es llamado santo.
Quien no tolera en su mente las tribulaciones de esta vida por graves
y persistentes que sean y no se ve a sí mismo dentro del marco de su
cuerpo, ése es conocido por ser un santo.
Oh
príncipe virtuoso, quienquiera que acoja con fe y piedad estas
palabras que digo, con certeza crecerá día tras día en el conocimiento
de Dios.
Todo sufrimiento cesa para quien medita en su interior estas
enseñanzas espirituales.»
Cuando se puso el sol, difundiendo su oro sobre el horizonte, y los
lotos del lago cerraron sus pétalos, el bienaventurado sabio Vasishtha
terminó su discurso. El emperador y la familia real tocaron los pies
del sabio y lo colmaron de regalos, de plata, oro y piedras preciosas;
los devas hicieron llover flores celestiales sobre los
asistentes exclamando:
«¡Jai! ¡Jai! ¡Jai!»
DECIMOPRIMERA CONVERSACIÓN
Dijo Rama:
«De
todas las prácticas de las que has hablado, oh compasivo Señor, dime
cuál es la más esencial para conducirnos al supremo Brahman.»
Contestó Vasishtha:
«Gracias a tu valor viril puedes renunciar a tu deseo de objetos
temporales y consagrar tus esfuerzos a la búsqueda del primero y mejor
de los objetivos, y si permaneces en una meditación profunda y
exclusiva sobre el Ser supremo, ciertamente verás a la Luz divina
brillar en ti y ante ti.
No
es posible reconocer instantáneamente al Espíritu conocible a menos de
que Lo guardes continuamente en tu consciencia. Si te empeñas en
renunciar a tus aspiraciones terrenales, te verás liberado de la
enfermedad y del peligro. Mientras no domines a tu mente, no podrás
deshacerte de tus deseos, y sin reprimir tus deseos no podrás amansar
a tu mente turbulenta.
Por
tanto, el conocimiento de la Verdad, la sumisión de la mente y la
renuncia a los deseos conducen en conjunto a la beatitud espiritual,
que no es posible alcanzar practicando una de estas virtudes sin las
otras.
A
menos de que se llegue a ser un adepto en la práctica de las tres, es
imposible conseguir el estado de perfección divina únicamente por la
devoción, aunque sea durante todo un siglo.
Persiste en practicarlas durante toda tu vida, te halles tranquilo o
en movimiento, hables o escuches.
Los
ignorantes que intentan someter a su mente con la práctica del
Hatha-Yoga o mediante tensiones corporales se parecen a insensatos
que quisieran disipar la oscuridad con tinta negra en vez de utilizar
una lámpara encendida.
Quédate tranquilo y sereno, poniendo tu fe en tu Consciencia interior.
Sabe que el conocimiento es poder y que el conocedor es el ser más
poderoso de la tierra; sé, pues, sabio en todos los aspectos.
El
hombre que ha adquirido un conocimiento perfecto de Dios está colmado
de un entusiasmo inagotable; se ha liberado desde esta vida y reina
soberano en el imperio de su mente. No presta atención a nada
agradable o amargo, sino que encuentra su deleite en sus propios
pensamientos.
Sabiendo que el mundo está hecho de Consciencia, la mente del sabio
está arrebatada por el pensamiento de su universalidad, y se desplaza
libremente viendo el cosmos como si fuera un espacio de su propia
Consciencia.
Sabe que tu Sí mismo —tu Consciencia— es todo en todos, oh Príncipe
sagaz, y rechaza como falsa toda apariencia que pudiera hacerte pensar
de forma distinta: como todo se encuentra contenido en ti mismo, nada
existe que puedas reivindicar ni repudiar.
Es
el abandono espiritual de las ataduras lo que se llama liberación; es
el rechazo de los apegos terrenales lo que nos dispensa de nacer de
nuevo; es la libertad respecto a los pensamientos mundanos lo que nos
emancipa en esta vida.
Quien cumple con los deberes hereditarios que la vida le ha impuesto y
los satisface con una mente libre de todo interés y de toda
expectación, ése verdaderamente tiene la felicidad consigo.
Vive para la corriente cristalina y cantarina de tu búsqueda de la
Verdad y a la luz de tu comprensión y podrás fundirte en el estado
puro e incorruptible de Atman.
Oh
Rama, todo lo que existe sobre la faz de la tierra, en las nubes o en
los cielos puedes obtenerlo renunciando tanto a tus fervientes deseos
como a tus aversiones.
Cualquier cosa por la que un hombre se esfuerce, manteniendo su mente
firme al margen de sus simpatías o antipatías, gracias a ese esfuerzo
lo conseguirá.»
Cuando el santo instructor Vasishtha hubo terminado su discurso ante
la asamblea real, todos se levantaron en señal de respeto, y el
emperador, la reina y los ministros tocaron los pies del santo
guru, ofreciéndole presentes y exclamando a continuación:
«¡Jai! ¡Jai! ¡Jai!»
DECIMOSEGUNDA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Escucha ahora lo que voy a decirte sobre el mejor remedio contra la
enfermedad del corazón: todos tienen en sí mismos el poder de
conseguirlo, no hace daño y se toma como un jarabe de agradable sabor.
Recurriendo a tu propia consciencia y rechazando resueltamente todos
los objetos de deseo es como lograrás sojuzgar a tu mente refractaria.
Quien permanece sosegado y renuncia a los objetos de su deseo es en
verdad el conquistador de su mente.
A
la mente se la debe tratar con vigilancia mediante una lógica fría,
los preceptos de los Shastras y la compañía de hombres
desapasionados.
Como no resulta difícil, cuando un niño juega, hacer que se vuelva
hacia uno y otro lado, tampoco lo es apartar a la mente a voluntad de
un objeto a otro.
Utiliza tu mente para actos de bondad realizados a la luz de tu
comprensión y a tu mente ocúpala en meditar en Dios a la luz de tu
espíritu.
La
renuncia a un objeto sumamente deseable está en el poder de quien se
resigna a la voluntad divina. Quien puede aceptar tanto lo agradable
como lo desagradable puede dominar a su mente con la misma facilidad
con que un gigante vence a un niño.
Brahman,
en
perfecto reposo y penetrando todo, no puede ser conocido más que
cuando los deseos de la mente son suprimidos mediante el arma de la
indiferencia ante las cosas del mundo.
En
primer lugar, únete a tus pensamientos intelectuales o abstractos y, a
continuación, a tus aspiraciones espirituales. Siendo entonces el
dueño de tu mente, contempla la naturaleza de Brahman.
Por
tu aplicación y tu intención imperturbables, oh Rama, podrás corregir
los errores de tu mente. La tranquilidad de espíritu favorece la
ausencia de ansiedad, y el hombre que ha sido capaz de dominar a su
mente se ríe del dominio del mundo.
Nadie nace ni muere en ningún momento; es la mente quien imagina su
nacimiento y su muerte, así como su migración por otros cuerpos y
otros mundos.
La
siempre fluctuante facultad de movimiento implantada en la mente es de
la misma naturaleza que la fuerza generadora de energía de la mente
divina, causa del movimiento e impulsión de los mundos.
Sólo la mente puede sojuzgar a la mente: ¿quién podría someter a un
rey si no es también rey?
Reprime tus deseos de goces terrenales y abandona tu sentido de la
dualidad, y después desembarázate de las impresiones de entidad y de
no-entidad, feliz con el conocimiento de la unidad.
Sé
sabio, oh Rama, y no pienses de la misma manera que el ignorante.
Reflexiona bien sobre lo que te digo. No hay una segunda luna en el
cielo, y si a pesar de todo lo parece, es debido a una ilusión óptica.
No existe en ningún lugar nada real ni irreal fuera de la esencia una
y verdadera de Dios.
No
hay ninguna realidad existente o inexistente en ninguna cosa; todo es
creación de tu sí mismo quimérico. No atribuyas, por tanto, ninguna
forma ni te hagas representación alguna del Espíritu eterno, ilimitado
y puro de Dios.
Puesto que el mundo es una apariencia mágica e irreal, ¿qué confianza
se le puede otorgar y qué significan placer y sufrimiento? Sabe que
este mundo es una ideafantasma que aparece para embaucar a nuestras
almas.
A
veces parece recto y a veces curvo; tan pronto es largo como corto;
tan pronto se mueve como se queda de nuevo inmóvil, y nada en él cesa
de cambiar, aunque dé la impresión de estable.
Los
hombres piensan mucho en su propio éxito y en muchos otros asuntos
mundanos; pero no hay progreso en este mundo declinante que se parece
a un plato apetecible aderezado de forma seductora, pero cuyo interior
estuviera lleno de hiel.
Es
como una lámpara apagada cuya llama se ha perdido, huida no se sabe
dónde. Inasible como una bruma, intenta cogerlo: ¡eso probará que no
es nada!
Conoce a Dios, oh Rama, y sirve a quienes te hablan de Él. Sólo Él es
real. Sábelo ahora ¡o tras un millón de reencarnaciones!
Capta cuán provechosa es la práctica del Sat-Sang, así como la
proximidad de un Maestro, y conoce a Dios.
Este mundo no es nada más que una red surgida de nuestra imaginación,
como los gnomos imaginados por los niños en la oscuridad.
Todas las apariencias son expresiones del error o de la ignorancia y
desaparecen en el alba del verdadero Conocimiento.
El
sabio llama perfección de conocimiento a la certeza interior de que el
mundo es ilusorio; y del mismo modo, un conocimiento de todas las
cosas vistas es una ilusión de la mente. Por eso es necesario
empeñarse en borrar esas impresiones de tu consciencia, sabiendo que
la persistencia en esos errores es la causa de tu esclavitud en el
mundo.
Cuando la mente desapegada no piensa en nada y permanece en sí misma
en una quietud serena dominada por su consciencia interior, adquiere
entonces la sabiduría, sin estar ya sujeta ni al tumulto del mundo ni
a la fatalidad de futuros nacimientos.
Realiza los más perseverantes esfuerzos para expulsar de tu mente las
imágenes del mundo y atraviesa el peligroso océano de la aflicción,
que es el mundo, en la segura embarcación de tus virtudes.
Cuando por el poder de la imaginación la mente consciente concibe la
idea de una forma cualquiera, ésta se convierte en la semilla de su
reproducción o de su nacimiento en la forma que se ha visualizado.
Así, la mente se auto-reproduce 1
y, extraviada por su elección, se convierte en su propia víctima;
entonces pierde la consciencia de su libertad sometiéndose a la
esclavitud de la vida. Cualquiera que sea la forma a la que su
inclinación le ate, la revestirá, y mientras dure su afecto no podrá
deshacerse de ella, como tampoco podrá retomar a su pureza original a
menos de que se libre de las pasiones impuras.
Y
te digo, oh Rama, que si no puedes prescindir de amar una forma,
entonces ama la forma de un Avatar de Dios, porque uno se
convierte en aquello que ama y a lo que sirve con sinceridad.
Hasta que no conozcas la Verdad no podrás encontrar la paz de la
mente, y mientras no poseas la quietud mental, estás excluido del
conocimiento de la Verdad.
Mientras no elimines los deseos terrenales no alcanzarás la luz de la
Verdad. El control de la mente y el abandono de los deseos constituyen
conjuntamente el acceso a la beatitud espiritual, que no se puede
lograr si se realizan por separado.
Conságrate a tus meditaciones y al bien de todos los seres vivos.
Un
verdadero yogui Adhyatma no está triste ni melancólico durante
sus peregrinaciones por el mundo, ni se encuentra más satisfecho y
alegre cuando se halla en reposo.
Es
feliz de cumplir con su deber con un corazón ligero, como un porteador
que continúa ágil a pesar de su carga.
Aunque su cuerpo se rompa bajo las ruedas, empalado entre cadáveres o
exiliado en un desierto, le atraviese una lanza o sea molido a
garrotazos, quien cree en el verdadero Dios permanece inquebrantable.
1 Se autorreproduce: El Bhagavad-Gita enseña: «Un hombre
existe según su fe; como es su fe, así es él.» Por eso es de máxima
importancia para el futuro bien de la mente que las propias acciones
se conformen a la rectitud (dharma).
Vive en función de la corriente cristalina de tu búsqueda y
encontrarás el descanso en el estado sin mancha de la pura
Consciencia; entonces, consiguiendo gracias a la luz de la comprensión
el conocimiento y la visión de Brahman, dejarás de estar atado
a las cadenas de futuros nacimientos en esta tierra.»
DECIMOTERCERA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Suplicaba un día al bienaventurado sabio Bhushundi que nos dijera
cómo lograba él escapar de las manos de la Muerte mientras que todas
las demás criaturas del mundo están condenadas a ser trituradas por
las mandíbulas que todo lo devoran.
Contestó Bhushundi:
‘Tú, Señor, que todo lo conoces, ¿aún
quieres que te diga lo que sabes perfectamente?
Una
pregunta así, viniendo de su Maestro, enardece a tu servidor para
hablar, cuando de otra manera hubiera guardado silencio.
La
muerte no destruirá al hombre que no lleve consigo las joyas de sus
deseos corruptores, como un ladrón no matará a un viajero que no
adorne su cuello con una cadena de oro precioso. La muerte no hará su
presa de quien no esté corrompido por el veneno de la cólera y de la
animosidad, de aquel cuyo corazón no alimente al dragón de la avaricia
y cuya mente no esté corroída por la úlcera de la inquietud.
La
muerte no mata a aquel cuyo cuerpo no está abrasado por la ardiente
pasión del apego, que, como un incendio, consume el grano almacenado
del buen sentido.
La
muerte no se acerca al hombre que pone su confianza en el Espíritu sin
mancha y purificador de Dios y cuya mente reposa en el seno de la
mente suprema.
Así, la mente que descansa junto a su Creador en un inalterable estado
de serenidad no puede ser alcanzada por los males y sufrimientos del
mundo.
Quien tiene la mente absorbida en la santa meditación no da nada ni
nada recibe de los demás; jamás intenta rechazar lo que tiene ni
conseguir lo que no tiene.
Aquel cuya mente ha encontrado el reposo en la santa meditación ya no
tiene motivo por el que arrepentirse.
Eleva tu mente por encima de la multiplicidad de las posesiones
terrenales y establécela en la unidad del Espíritu.
Dispón tu corazón con vistas a esa felicidad suprema que tan deseable
es al principio como al final.
Fija a tu mente en Brahman, que está más allá de nuestra
comprensión, luz santa, origen y fuente de todas las cosas en quien
reside toda dicha y de donde viene la ambrosía que alimenta a nuestras
almas.
Nada hay tan bello ni duradero en las esferas superiores e inferiores
que nos envuelven como la paz imperturbable de una mente concentrada
en Dios.
No
es bueno inquietar a la mente con preocupaciones referentes a las
diversas ramas del saber, y no es de ningún provecho esclavizarla en
el servicio a otro cuando aún se desconoce uno mismo y se ignora cuál
es el verdadero bien propio.
La
mera longevidad no es buena, si se está afligido por las enfermedades
y pesadumbres de la vida.
Puesto que todo es inconstante, inútil y enojoso para los hombres, el
sabio ve que no hay otra cosa que la Realidad Una, imperecedera,
situada más allá de todo error y que, aunque presente en todas partes,
trasciende el conocimiento de todas las cosas.
Atman
es
esa Esencia y la meditación sobre él es el único medio de anular toda
penalidad y todo padecimiento. Sólo Ella destruye la visión errónea
del mundo.
La
contemplación divina despunta en la atmósfera límpida de una mente
purificada y se abre paso extendiéndose como la luz del sol; disipa la
oscuridad del dolor y del sufrimiento, así como la errónea idea de la
dualidad.
La
meditación divina en la forma de So-Hum
1 o de Shivo-Hum
2 no acompañada de ningún
deseo ni preocupación egoísta, penetra como los rayos de la luna a
través de la noche de la ignorancia.
Sólo hay un lejano parecido entre esa luz espiritual y la luz
intelectual de los filósofos.
Yo
estoy siempre en paz mientras mi pensamiento sigue el ritmo de mi
respiración, y no me muevo de esta disposición aunque tiemble el monte
Meru bajo mis pies.
Desde el gran Diluvio, la tierra ha resurgido y se ha vuelto a hundir
repetidas veces y yo he sido testigo de la sumersión y emersión de los
continentes sin que se viese afectada mi paz nacida de la realización
de Dios.
Observo cómo mi inspiración y espiración discurren, y contemplo la
suprema excelencia de Brahman, por quien permanezco satisfecho
en mí y gozo de mi larga vida sin dolor ni enfermedad.
Nunca apruebo ni desapruebo ningún acto realizado por mí o por otros,
y ese desvinculamiento de toda preocupación me ha conducido a este
feliz estado de longevidad despreocupada.
1 So-Hurn: «Yo soy Él».
2 Shivo-Hum: «Yo soy la Felicidad», «Yo soy Shiva».
He
liberado a mi mente, oh gran Muni, de sus defectos de
inconstancia e inútil curiosidad, y la he establecido en Brahman
por encima de toda aflicción y de toda inquietud; ha llegado a ser
prudente, tranquila, serena y así es como he logrado esta larga vida.
No
temo ni a la muerte ni a la enfermedad ni a la vejez y no me regocijo
con la idea de ganar un imperio; este desapego es la causa de mi
longevidad física.
A
nadie considero, oh gran Sabio, amigo ni enemigo, y esta ecuanimidad
es la causa de mi larga vida.
Observo toda existencia como la reflexión de Brahman, existente
por Sí mismo, que es todo en todo, y conozco el Sí mismo como Eso,
So-Hum, y ahí está la causa de mi larga vida, oh gran Rishi.
Jamás considero que este cuerpo físico sea mi Atman, y mi larga
vida se la debo a ese supremo conocimiento.
Hasta tal punto soy dueño de mi mente, que nunca la dejo mezclarse en
los asuntos del mundo, como tampoco dejo que esos asuntos alcancen mi
corazón, y eso es lo que me ha valido el beneficio de esta longevidad
inagotable.
Soy
feliz con la ventura ajena, intento que desaparezca el sufrimiento en
todos los seres, y este sentimiento de simpatía universal respecto a
la suerte de mis hermanos me ha mantenido vivo y juvenil a través de
los tiempos.
En
la adversidad, me quedo imperturbable como una roca y en la
prosperidad, soy benévolo para con todos. Ni la pobreza ni la
opulencia me afectan, y esa firmeza de mente es la causa de mi
inextinguible longevidad.
Tengo la firme convicción de ser esa Inteligencia que se manifiesta en
el universo, que reside arriba, en los cielos, y abajo, en los
bosques; y esa convicción me ha hecho
Dueño de la vida y de la muerte.
Así
es, oh bienaventurado Sabio, como resido en el cáliz de los tres
mundos, como una abeja habita en el corazón de una flor de loto, y soy
conocido en todo el mundo como el Sabio inmortal llamado Bhushundi.’
Le
respondí:
‘Oh venerable Señor, me has dirigido un
discurso maravilloso. A lo largo de mis peregrinaciones a través del
mundo he sido testigo de la grandeza y de la dignidad de dioses y
sabios, pero no había visto a Sabio tan santo como tú. ¡Yo te saludo,
oh conocedor de Brahman!’»
DECIMOCUARTA CONVERSACIÓN
Continuó el bienaventurado Vasishtha:
«Oye ahora los métodos a los que debe recurrir el yogui para librarse
de las cargas e inquietudes del mundo.
Mientras el germen de la discriminación echa brotes en la mente (al
principio, como resultado de una actitud de desprecio respecto al
mundo), los mejores de los hombres buscan la amplia sombra del gran
árbol de la sabiduría, al igual que el viajero fatigado y agobiado por
el sol detiene su marcha a la sombra refrescante del bosque.
El
hombre dotado de sabiduría evita al ignorante. Tanto por su
comportamiento correcto y cortés como por su rostro amable, se parece
a la luna serena con sus rayos de ambrosía. Actúa con sabiduría y
prudencia, es educado y solícito en sus maneras; es rápido en servir y
complacer a los demás, y su conducta es pura.
Como las límpidas aguas del Ganges, el río celeste, la compañía de
hombres santos y sabios contribuye a limpiar y purificar las almas de
los pecadores.
En
la mente del santo crece, como el árbol de llantén en la selva, una
comprensión penetrante que la enseñanza de los Shastras
favorece.
El
hombre dotado de sabiduría sigue la conducta de los santos y los
preceptos de los Shastras, imitando a aquéllos y practicando
éstos.
El
adepto que, día tras día, disminuye sus apetitos y sus placeres, se
parece a la luna creciente, que cotidianamente aumenta su resplandor;
ilumina a su familia al igual que la luna difunde su claridad sobre
los astros que la rodean.
Entonces, para su mayor y más duradero bien, va a la búsqueda de la
compañía de los santos, y llega a ser equilibrado y robusto, como
recupera la salud un enfermo gracias a la abstinencia y a los cuidados
de los médicos.
Desde ese momento, penetra con mayor profundidad, gracias a la
elevación de su mente, en el sentido de los Shastras, como se
sumerge un gran elefante en un lago de limpias, aguas.
Para los hombres virtuosos es algo natural ayudar a sus prójimos en
peligro o angustiados y conducirles hacia la seguridad y la ventura,
como el sol dirige a las gentes hacia la luz.
Toda riqueza no es más que desgracia acrecentada y la prosperidad es
augurio de adversidad; todos los placeres no son más que falsas
apariencias y todo bien terreno se convierte en su contrario.
En
este mundo pasajero de muerte y sufrimiento no hay más que un elixir
que pueda garantizar al hombre salud y vida perpetuas, y es el
contento.
La
primavera está llena de encanto, como los jardines del Paraíso, pero
todos esos gozos se encuentran en el contento, que es capaz de
proporcionar cualquier delicia.
Quien posee el contento en donde quiera que esté, bien, sea en
soledad, lejos de su patria, en una selva o en el mar, en los lejanos
desiertos o en un jardín, se encuentra perfectamente en su casa en
todo lugar.
No
se enamora de ningún ambiente, pero se mantiene con seguridad en toda
situación, bien sea en compañía de amigos en un bello jardín o en
medio de una asamblea de sabios discutiendo doctamente.
Allá donde vaya o allá donde se quede, siempre mantiene la calma y la
ponderación, silencioso y señor de sí mismo. Aunque se halle bien
informado, siempre está en búsqueda de conocimiento e incesantemente
en pos de la Verdad.
Así, el sabio bienaventurado está habituado a sentarse en el suelo en
meditación y, por su constante práctica, es absorbido en el Uno
supremo, en un estado de beatitud trascendente.
Ese
estado supremo consiste en ignorar los objetos sensibles y en
permanecer consciente de la presencia del Espíritu omnisciente que
llena por completo el espacio.
El
sabio que ha percibido la gloria de Dios, se establece en una región
de luz; y, como una lámpara encendida, disipa las tinieblas
interiores, así como todos sus temores, animosidades y apegos
exteriores.
Yo
me inclino ante ese sabio semejante al sol y que está más allá, en
todas las direcciones, de la oscuridad; que se ha alzado por encima de
todo lo creado, y cuya gloria nunca más podrá sufrir merma.»
Dijo Vasishtha:
«Oh
Rama, oh sabio príncipe, gracias a tu penetrante intelecto has
conocido, en teoría, la verdad espiritual y nada te queda ya por
aprender; pero tu mente, aunque sea naturalmente pura, todavía debe
pasar por un pequeño cambio para que puedas realizar la Verdad en la
práctica.
El
intelecto de Shuka Deva, hijo del bienaventurado sabio Vyasa, había
conocido, en teoría, la verdad por su ilustre padre, si bien la
realización le fue concedida mediante la proximidad del Maestro. Tu
caso es semejante al de Shuka Deva.»
Dijo Rama:
«Oh
Señor, ¿cómo puede ser que el hijo de Vyasa, que había conocido la
Verdad, permaneciese fuera de la beatitud hasta que se la enseñara su
Maestro? Sé suficientemente bueno para explicármelo.»
Contestó Vasishtha:
«Oh
príncipe, el bienaventurado Vyasa, cuyas luces y saber carecen de
límites, se halla ahora sentado en la asamblea de tu padre, el rey, y
su hijo Shuka Deva también está ahí.
Éste, durante su adolescencia, reflexionaba profundamente y conocía la
Verdad esencial gracias a la discriminación y a la práctica incesante
de la meditación; sin embargo, su corazón no estaba en paz y
desconocía el sabor del néctar de la serenidad. La razón de esa
ausencia de paz era que Shuka Deva no llegaba a vislumbrar que sólo el
Sí mismo es la más alta Verdad.
Tras numerosos sufrimientos, su corazón se volvió totalmente
indiferente a los placeres del mundo.
Shuka Deva, con el corazón purificado, se instaló en la soledad del
monte Meru y preguntó al sabio Vyasa con gran respeto: ‘Oh Señor, sé
suficientemente bueno para decirme cuándo y dónde nació este mundo
ilusorio que engaña a todos los hombres; y también cómo y cuándo
finalizará.’
Al
escuchar estas palabras, el gran sabio, que veía la Verdad, expuso por
entero a su hijo la doctrina sobre el origen y la desaparición del
mundo de la ilusión.
Tras las palabras de su padre, Shuka Deva se dijo: ‘El Sabio no me ha
dicho nada nuevo; ¡toda esa doctrina la conocía ya!’ No otorgó una
consideración suficientemente respetuosa a las enseñanzas de su padre.
El
venerable Vyasa, versado en todos los saberes del mundo, dijo a su
hijo que ya nada podía añadir a lo ya enseñado y le aconsejó que se
dirigiera a la corte del rey-sabio Janaka para aprender más de él.
Abandonó Shuka Deva la pacífica atmósfera del monte Meru y se fue a la
capital del rey Janaka, donde solicitó de la guardia de palacio una
audiencia con el soberano.
La
guardia se llegó junto al sabio monarca y le anunció que Shuka Deva,
hijo del gran Vyasa, se encontraba en la puerta.
El
rey pensó que si a Shuka Deva le hacía demasiado fáciles las
enseñanzas, quizá no las apreciara en su justo valor, pues es
frecuente que los hombres no hagan suficiente caso de lo que consiguen
sin sacrificio. Ordenó, pues, a la guardia: ‘¡Dejadlo que espere!’
Durante siete días no envió respuesta alguna a Shuka Deva, puesto que
estimaba esencial probar la fuerza de su aspiración al conocimiento,
así como su disciplina moral y su indiferencia respecto a las
seducciones del mundo.
Al
cabo de esos siete días, el rey autorizó a Shuka Deva a entrar en el
patio exterior del palacio, aunque, aparte de eso, no prestó ninguna
atención a su presencia. Sin embargo, Shuka Deva permanecía
imperturbable e impasible ante la falta de consideración que se le
testimoniaba, a él, hijo de un sabio venerable y famoso en el mundo
entero. Finalmente, el rey hizo entrar a Shuka Deva en sus estancias
privadas, donde se encontró rodeado de todo lo que el lujo de un rey
puede ofrecer. Numerosas tentaciones se pusieron al alcance del joven
brahman.
Las
privaciones de catorce días seguidas del lujo del palacio real en
absoluto impresionaron a la mente de Shuka Deva, como tampoco el
desencadenamiento de una tempestad mueve las poderosas cumbres del
Himalaya.
Tan
indiferente hacia la falta de respeto y las adversidades como hacia la
seducción de las delicias del palacio, Shuka Deva esperaba, tal como
se le había dicho.
Terminada la prueba, se le permitió presentarse ante el rey. Dotado
como estaba de discriminación y autocontrol, se mostró respetuoso,
alegre e indiferente al sentimiento del placer.
El
rey se inclinó y, testimoniando un gran respeto al joven brahman, le
dirigió la palabra en estos términos:
‘Ahora que has cumplido con todos tus
deberes en el mundo, ¿qué más deseas, Señor?’
Shuka Deva colocó a los pies del rey los modestos presentes que le
había llevado y, respetuosamente, repitió la pregunta que ya había
realizado a su padre. Ante su gran sorpresa, recibió del soberano la
misma respuesta que le había dado el santo Vyasa.
Al
escuchar la Verdad, Shuka Deva se dio cuenta de que sus propias
reflexiones le habían conducido a las mismas conclusiones y de que la
enseñanza de su padre era la misma que la de las Escrituras del
Vedanta.
‘Esta ilusión de la existencia del mundo,
que crea el sentido de la servidumbre y del sufrimiento, es un
producto de la imaginación-deseo, y se derrumba al desaparecer ésta.
El
Sí mismo, engañado por la ignorancia, imagina la diversidad de las
apariencias. Esta es la convicción de aquellos que conocen la Verdad.’
‘Sin embargo, Señor, yo deseo la paz; ten
la bondad de instalarme en una paz inmutable y libera a mi mente de
las dudas respecto a la Verdad del Vedanta.’
‘¿Qué más podría enseñarte, oh Muni?
Nada es real en el universo excepto el siempre sereno Atman.
Por Su propio pensamiento queda sujeto y por Su propio pensamiento
se libera.
Además, tú has dominado al sentido del placer y has adquirido el ojo
de la discriminación.
¿Qué más deseas? Me siento orgulloso de tenerte hoy como huésped, a
ti, hijo del gran Mahatma Vyasa.
Puesto que los placeres exteriores no te atraen y no caes en la
ciénaga del apego, eres libre; ¡Tú eres Eso, oh Shuka!’
Al
oír estas palabras pronunciadas por el rey, el Muni Shuka Deva
experimentó un relámpago de iluminación interior y vio a su Sí mismo
liberado de lo que puede ser visto y concebido. Libre de dolor, de
temor, de agitación y de actividad, y enraizado en la eterna Paz.
Caminando como un verdadero deva, Señor de todas las cosas,
sumergido en la beatitud de su propia naturaleza, Shuka Deva volvió al
monte Meru y, permaneciendo en samadhi durante mil años,
encontró la paz al verse liberado de su cuerpo, al igual que se apaga
una lámpara por falta de aceite.
Así
Shuka Deva, personificación de la pureza, puso punto final a su
autoidentificación con la impureza de lo perceptible y a la causa de
esa identificación: la ignorancia.
Encontrándose despojado tanto de virtud como de vicio, completamente
libre de la identificación del Sí mismo con el cuerpo, agotado su
karma, se hizo eternamente uno con el Sí mismo, como retorna una
gota de agua al mar.»
DECIMÓQUINTA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Escucha mi consejo, Rama, y esfuérzate con tus actos, tu dicha y tu
liberalidad en ser modelo de gran hombre; cuenta con tu inquebrantable
poder de resistencia para afrontar todas tus cuitas y temores.»
Preguntó Rama:
«Dime, venerable Señor, ¿qué acción es la que confiere mayor grandeza
a quien la realiza? Dime en qué consiste la dicha suprema y también
cuál es la gran liberalidad que me aconsejas.»
Respondió Vasishtha:
«Hace ya mucho tiempo que el dios Shiva, aquel que lleva sobre su
frente la luna creciente, explicó estas tres virtudes al príncipe de
los Bhringis, por ellas liberado de toda enfermedad y toda inquietud.
Dijo Bhringi a Shiva:
‘Señor, me encuentro abrumado de dolor
viendo las olas desencadenadas en este mundo de oscuros abismos en el
que desde hace tanto tiempo nos debatimos sin encontrar el puerto en
calma y seguro de la Verdad. Dime, Señor, ¿cuáles son esa verdad
cierta y esa seguridad interior en las que podemos poner nuestra
confianza, capaces de procurarnos apaciguamiento y descanso en esta
residencia arruinada que es el mundo?’
El
Señor Shiva contestó:
‘Pon siempre tu confianza en una
paciencia imperturbable, y no te preocupes ni temas por ninguna otra
cosa; esfuérzate en alcanzar la perfecta renuncia a toda pasión y a
toda actividad.
Actúa con la mayor grandeza quien realiza las acciones tal como se
presentan ante él, le proporcionen o no alegría sin temer ni desear su
efecto.
Cumple bien con su función quien realiza sus deberes sin complicación
ni aprensión y mantiene una actitud reservada y la pureza de su
corazón, sin verse manchado por el egoísmo o la envidia.
Cumple bien con su función quien no se ve afectado por nadie ni por
nada y, ante cualquier objeto, se limita a ser únicamente testigo.
Actúa con la mayor grandeza quien considera su propia nacimiento, su
vida y su muerte, así como su elevación o su rebajamiento, en una
misma luz y ante ninguna circunstancia pierde su ecuanimidad.
El
más feliz es aquel que permanece como espectador desvinculado e
indiferente al observar la conducta y el comportamiento de la
humanidad y mira sin elegir nada para sí.
El
hombre más contento es aquel que soporta las vicisitudes de la fortuna
con constante aguante, como oculta el mar las olas tumultuosas en sus
profundidades insondables.
Experimenta los mayores placeres aquel para quien sal y azúcar son
semejantes y no se ve afectado por las circunstancias, ya sean felices
o adversas.
Es
el mejor de los renunciantes aquel que ha abandonado toda preocupación
sobre su vida y su muerte, sobre su placer o su dolor y,
resueltamente, ha desterrado de su mente sus méritos y sus
imperfecciones.
Ha
ofrecido el más grande sacrificio quien ha sacrificado su propia mente
y sus esfuerzos en el altar de la abnegación.
Medita siempre sobre el Espíritu eterno e inmaculado que no tiene
principio ni fin.
Fijando tu pensamiento así, tú mismo llegarás a ser inmaculado y serás
absorbido por el siempre idéntico Brahman, donde todo es paz y
serenidad.
Aprende a conocer a Brahman único e inmortal como alma y
principio de las diversas manifestaciones que de Él emanan. Su
inmensidad se despliega a través de la totalidad de la existencia, al
igual que el cielo infinito abarca y manifiesta todas las cosas dentro
de sí mismo.
Para ninguna cosa es posible, se trate de una existencia positiva o
potencial, subsistir al margen o independientemente de la Esencia
universal. ¡Guarda esta firme convicción en tu mente y te verás libre
de todo temor en el mundo!
Oh
muy virtuoso Rama, estáte siempre atento a tu mente en tu interior y
cumple tus actos exteriores con tu cuerpo y tus miembros. Abandonando
tu sentido del egoísmo y de la personalidad y viéndote por ello libre
de toda preocupación y dolor, alcanzarás la suprema felicidad.»
Dijo Rama a Vasishtha:
«¡Oh muy santo Sabio, conocedor de todo! ¿Qué sucede a la esencia de
la mente después de que el egoísmo de un hombre ha desaparecido de
ésta y ambos, egoísmo y mente, se han disuelto en la nada?»
Contestó el bienaventurado Rishi:
«La
pureza de la mente aparece con toda su evidencia en la expresión
radiante y serena del hombre que ha disuelto el egoísmo y los defectos
que lo acompañan en una mente mortificada.
Todas las trabas que suponen nuestras pasiones y afectos, se quiebran
y caen. Cuando se rompen las ataduras de nuestros deseos, nuestro
resentimiento se atenúa y nuestra ignorancia se va disipando
progresivamente; nuestra codicia disminuye y nuestra ansia levanta el
vuelo alejándose; nuestros miembros se relajan y nuestra desazón se
torna en sosiego.
Entonces, nuestras preocupaciones ya no pueden apenarnos ni la alegría
enajenarnos: en todas partes nos sentimos en calma y la paz reina en
nuestros corazones.
A
veces, la alegría y el dolor pueden marcar la expresión del gnani
1, como una nube
ennegrece el cielo, pero no podrán ya oscurecer su mente, que
permanece clara como un día eterno.
Su
humor es estable y tranquilo, sin ofender ni oponerse a nadie;
entonces, amado y honrado por todos, se queda apartado, cumpliendo su
tarea con asiduidad y gustando en cada instante la dulce tranquilidad
de su mente.
Réprobo es el hombre que se ahoga en su propia ignorancia y que no va
a la búsqueda de la salvación de su mente, asequible mediante la luz
de la razón y que le preserva de todas las dificultades del mundo.
Quien quiera obtener la tan deseada felicidad dominando las oleadas de
las desafortunadas encarnaciones en el vasto océano de este mundo,
debe siempre preguntarse:
‘¿Qué será de mí después de esto? ¿Qué
significan las breves satisfacciones experimentadas aquí? ¿Qué es este
mundo? ¿Hacia dónde va todo esto?’
Necesita seguir a un Maestro tradicional, caso de ser suficientemente
afortunado para encontrar uno.
Descubre la corriente de las aguas profundas de tu consciencia y
zambúllete en ella.
Rechaza todas las cosas exteriores como uno se resguarda en las casas
de los ardientes y perjudiciales rayos solares.
El
océano de la ignorancia rodea el mundo y se desborda sobre él al igual
que las aguas saladas cercan y bañan a una isla; y las distinciones
que hacemos al decir ‘yo’ y ‘mío’ son las olas de ese mar de nuestro
error.
Las
emociones de la mente, así como sus diversos sentimientos y pasiones,
son las oleadas multiformes de ese mar de ignorancia; el egoísmo y el
amor propio forman la vorágine en la que el hombre testarudo
espontáneamente se precipita.
1 Gnani: Aquel que conoce a Dios; hombre iluminado.
Sus
apegos y animosidades son los tiburones que con sus fauces se apoderan
de él y finalmente le arrastran a las profundidades.
Ve
y zambúllete en el sereno mar de la soledad espiritual y lava tu mente
en el néctar de la meditación ambrosiaca. Sumérgete en la profundidad
de la Unidad y aléjate de las olas saladas de la dualidad y de las
aguas salobres de la diversidad.
Reconócete como esa mente única de la que se sabe que está presente en
todo el mundo; ¿y qué existe, al margen de Eso, que puedas lamentar o
deplorar?
Adora al Señor Dios, Creador de los mundos, siempre generoso y
otorgador de toda cosa.
La
adoración a Dios anula todos nuestros pecados y deshace los nudos y
trampas del mundo.
Habiendo vencido a las tinieblas de la ignorancia gracias a la pureza
de tu naturaleza, puedes proseguir la vía del Yoga Adhyatma
bendecido por el adicto servicio a un Maestro.
Mis
palabras, oh Rama-ji, son las palabras del propio Brahma y nadie las
oye si no es por su sattvika-karma
2 de numerosas
encarnaciones anteriores.»
Al
terminar el discurso, toda la asamblea se inclinó profundamente ante
el santo Instructor, Vasishtha, diciendo:
«¡Jai a ti! ¡Jai a ti, oh Sabio inmortal!»
2 Sattvika-karma: El mérito adquirido por las buenas acciones.
DECIMOSEXTA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Oh
Rama, de nuevo voy a explicarte la esencia de esta sabiduría, que te
conducirá a la realización del Sí mismo. Realización para la que no
podrás tener disposiciones favorables sin una práctica constante. La
ignorancia, que se halla sólidamente instalada, puesto que se prolonga
desde numerosas encarnaciones atrás, dispone de un poderoso punto de
apoyo; se manifiesta tanto en los objetos exteriores como en las
experiencias subjetivas. Sólo cuando la mente y los sentidos dejan de
actuar, se experimenta la verdadera paz.
La
ignorancia tiene dos aspectos, uno superior y otro inferior.
El
conocimiento nace de la ignorancia y la anula
1. La ignorancia subjetiva
que hace que surjan las vrittis 2
es superior; la ignorancia que busca su satisfacción en el mundo
objetivo constituye el aspecto inferior. ¡Destruye la ignorancia, oh
Rama!
La
práctica y la perseverancia conducen al éxito. Todo bien que nos caiga
en suerte es fruto del árbol de una práctica mantenida por largo
tiempo. La ignorancia es resultado de un pensamiento erróneo durante
numerosas encarnaciones, y eso es lo que la hace parecer poderosa,
pero si actúas pacientemente con vistas a la realización del Sí mismo,
la ignorancia terminará 3.
1 El conocimiento nace de la ignorancia y la anula: Un hombre
sueña que está en la selva perseguido por un tigre, lo cual le causa
un gran pavor; pero, acordándose de que lleva un revólver, dispara,
mata al tigre y se despierta. El sueño era una proyección ilusoria de
su mente, así como el revólver; pero el revólver ilusorio le ha
librado del tigre ilusorio. Así, del conocimiento se dice que nace de
la ignorancia pero también que la anula.
Cuando un hombre ha despertado espiritualmente del mundo ilusorio de
la ignorancia, está totalmente liberado de todo temor y realiza la
identidad de su Sí mismo con Brahman.
2 Vrittis: Término técnico del Vedanta que designa una
modificación de la mente. Un ejemplo de tal modificación (vritti)
es el pensamiento: «Yo soy Brahman», que, con el tiempo,
destruye las raíces de la ignorancia y produce el conocimiento del Sí
mismo.
3 La ignorancia terminará: La serpiente imaginada al ver lo que
en realidad era un cabo de cuerda, nunca nació de un huevo y, por
tanto, no tuvo comienzo en el tiempo, pero tiene un final cuando se
discierne la realidad de la cuerda. Así es como la ignorancia llega a
su fin cuando es conocida la Realidad y alcanzada la realización del
Sí mismo.
El
corazón es semejante a un árbol atenazado por las plantas trepadoras
de la ignorancia. Corta esas lianas con la espada del conocimiento, oh
Rama, y cumple con tus deberes normales de la vida. Esa es la vía que
lleva a la felicidad.
Sigue el ejemplo del rey Janaka, que tras haber conocido todo lo que
se puede conocer, vivía en sociedad. Permanece firmemente establecido
en el conocimiento del Sí mismo, en esa convicción profundamente
enraizada de la Verdad, a semejanza de los videntes de los tiempos
antiguos que, aun discerniendo las pasiones interiores de los demás,
estaban libres de ellas.»
Dijo Rama:
«Oh
Maestro, sé suficientemente bueno para decirme a qué convicción debo
aferrarme para elevarme por encima de alegrías y penas.»
Contestó Vasishtha:
«Escucha, oh Rama, esta sabiduría, que es la convicción de quien
conoce la Verdad.
El
conjunto del vasto mundo que percibes es el inmaculado Brahman
que goza de su propia gloria. Así como son agua las olas que surgen
del océano, también todos los objetos que ves son Brahman. El
amigo es Brahman y el enemigo también Lo es. Se halla
eternamente establecido en su propia existencia. Oh Rama, quienes
tienen esta convicción están libres de amor y de aversión y tienen
felicidad. Sabe, oh Rama, que la presencia es Brahman y que la
ausencia también Lo es. Nada está fuera de Brahman y quienes lo
saben ya no tienen apego ni antipatía.
Brahman
conoce a Brahman y está establecido en su propio Sí mismo. Oh
Rama,
Brahman
es
‘Yo soy’; es el Sí mismo interior. La muerte es Brahman; el
cuerpo es Brahman. Brahman muere y Brahman mata. Del
mismo modo que se ve a la serpiente en la cuerda, se ven también en
Brahman alegría y dolor. Lo que las olas son al agua, el mundo es
a Brahman. Los verdaderos videntes lo perciben; pero los demás,
que no han conocido todavía la Verdad, ven de modo diferente. Quien
conoce, ve a Dios en todas partes; el ignorante ve el mundo en toda su
diversidad y sufre como sufre un niño que
imagina que su sombra es un fantasma.
Al
ignorante, el mundo le aparece lleno de sufrimiento, pero para el
sabio no es sino Brahman.
En
la montaña, el eco que se escucha es la propia voz, y en un sueño nos
vemos a punto de ser decapitados, aunque de hecho no hay nada de tal;
así es el mundo, oh Rama.
Brahman
es
el substrato de todo poder y todo lo que Él imagina es visto
efectivamente.
Quien ha alcanzado el perfecto conocimiento ve el mundo tal cual es;
ya no tiene edad y es su propia luz.
Oh
Rama, quien medita en el hecho de que ‘yo soy Brahman’ se
convierte en Brahman.
Brahman
está libre de todo pensamiento, imaginación o emoción. Es siempre
puro, inmutable y sereno. La realización llega a quien conoce la
Verdad:
‘Yo soy Brahman; no tengo ni
sufrimiento ni alegría; no aspiro ni renuncio a nada; soy azul,
amarillo, blanco; estoy en la hierba, en las hojas, en los árboles y
en las flores; soy las colinas, los ríos, los valles y las cumbres;
soy la esencia de todo. Cuando toda imaginación y todo sentimiento han
desaparecido, entonces soy la Realidad trascendente.
El
inmutable, aquel que no tiene nombre, ni forma, es lo que soy; el Sí
mismo- Testigo; soy la base de toda experiencia; soy la luz que hace
posible la experiencia.
Soy
el hombre enamorado de una muchacha y que compara su belleza a la
luna; la consciencia que ilumina la alegría en el corazón de un
enamorado, es lo que soy. Soy el sabor de los dátiles. La ganancia y
la pérdida son lo mismo para mí. Así como el hilo que engarza
las perlas queda oculto, yo soy la Realidad oculta en todos los seres.
Adoro a Atman, que es la esencia de los seres vivos, la dulzura
de la luna y el esplendor del sol.
¡Oh
Rama!, esta es la convicción de aquel que conoce la Verdad.»
DECIMOSÉPTIMA CONVERSACIÓN
El
bienaventurado Vasishtha concluyó en estos términos:
«Ahora, Rama-ji, reflexiona, como el rey Janaka, en el Espíritu
supremo que reside en tu corazón y aprende de los sabios cómo hay que
meditar.
Mientras mantengas los órganos de tus sentidos distantes de sus
objetos, el Espíritu divino te concederá la gracia de su presencia en
lo más profundo de tu mente. La visión del supremo Espíritu hará
desaparecer de tu mente sus múltiples prejuicios y expulsará a todo
sufrimiento y Él derramará generosamente sus favores ante tus ojos.
Ni
los actos de piedad, ni las riquezas, ni los amigos pueden ser de
alguna utilidad a los hombres para librarse de los sufrimientos de la
vida; sólo sus propios esfuerzos serán eficaces para la iluminación de
sus almas.
Quienes cuentan con la fe en sus dioses y dependen de ellos para
realizar sus deseos presentes y futuros, tienen la comprensión
falseada y no pueden heredar la inmortalidad.
La
consciencia que incita a decir ‘soy yo’ es parecida a la oscuridad de
la noche y se disipa con la aurora solar del verdadero conocimiento.
No pienses en la entidad ni en la no entidad de ti o de los demás.
Protege la tranquilidad de tu mente ignorando todo pensamiento
relativo a la existencia positiva o negativa y haz desaparecer el
sentido de la distinción entre causa y efecto.
Además, favorecer una inclinación por ciertas cosas que serían buenas
y una repugnancia por otras que serían malas es una enfermedad de la
mente que suscita la ansiedad.
No
te apegues a lo que consideres bueno y no rechaces lo que te parezca
detestable; deshazte de esos sentimientos antagonistas y sé de humor
equilibrado concentrándote en el Uno, ante quien todas las cosas son
equivalentes e igualmente buenas.
Sabe que tu mente es semejante a un hilo que atraviesa y soporta todas
las cosas de la existencia como si fueran las perlas de un collar.
Hay
tres causas que contribuyen a acercarte a la iluminación espiritual:
en primer lugar, el hecho de no creer en la existencia de la dualidad;
en segundo lugar, el destello de las luces intelectuales que has
recibido por la gracia de Dios, y en tercer lugar, la amplia extensión
del conocimiento que debes a mi enseñanza.
Oh
Rama, medita todos los días de la manera siguiente:
‘Con la forma de Indra, yo reino sobre el
mundo y, como monje, soy el superior del monasterio colocado bajo mi
autoridad. A la vez soy masculino y femenino; a la vez muchacho y
muchacha; soy muy viejo en lo que se refiere a mi mente y joven en lo
que concierne al cuerpo, que renace y se renueva sin cesar. Para su
placer, mi Atman ha desplegado el mundo, como un niño
confecciona juguetes para divertirse.
Soy
el perfume de las flores y el colorido de sus pétalos; soy la forma de
todas las formas y la percepción de todo lo perceptible.
De
todas las cosas del mundo, móviles o inmóviles, yo soy el más profundo
corazón y, sin embargo, estoy siempre libre de sus deseos.
Así
como el elemento esencial de la humedad está difundido por la
naturaleza en las diversas formas que puede tomar el agua, así se
halla mi Espíritu esparcido por toda la vegetación.
Como consciencia, penetro en el más íntimo corazón de todas las cosas
y, por mi propia voluntad, surjo fuera en forma de sensaciones.
Sin
buscarlo ni solicitarlo, he restablecido mi imperio sin límites en
todos los mundos sin necesidad de someterlo.
Oh
vasto e inmenso Espíritu de Dios, me prosterno ante Ti, que eres mi Sí
mismo, y me encuentro perdido en Ti como en el océano del diluvio
universal.
El
templo de Brahman que es este bajo mundo, es demasiado pequeño
y demasiado estrecho para mí, ¡como el ojo de una aguja es demasiado
pequeño para que pueda pasar un elefante!
Yo,
que soy el Espíritu no nacido e increado, reino triunfalmente en el
mundo efímero.
»
Dijo entonces el príncipe Rama:
«¡Ay!, el desconocimiento del Espíritu conduce a los hombres a servir
al cuerpo grosero; así, nuestros ignorantes hermanos colman sus
cuerpos de cuidados, pero sin que de ello resulte ningún bien
duradero.
El
Señor es inmanente a todas las cosas, como el perfume está en las
flores y la fluidez en el agua. Ahora que el santo Instructor,
satisfecho del sacrificio de mi ego, me ha mostrado el camino de la
realización del Sí mismo, he alcanzado el estado de salvación.
Ahora, gracias a la caída del demonio de la ignorancia y a la
desaparición del gnomo de mi egoísmo, me he desembarazado de la
multitud de mis pasiones febriles.
El
halcón de mi ignorancia ha echado a volar de la jaula de mi cuerpo, no
sé en qué dirección, al romper la cuerda de los deseos que ataba sus
patas.
Estoy asombrado por la idea de lo que he sido durante todo este
tiempo, mientras estuve sujeto por mi egoísmo a las cadenas de mi
personalidad.
Semejante a un fuego apagado, mi mente ha encontrado el reposo y se ha
liberado de las preocupaciones del mundo.
Ahora estoy libre de mis afectos y pasiones, así como de las
seducciones del mundo y de la necesidad que de él tenía.
Gracias a la desaparición de mi oscuridad interior y a la visión del
gran Dios, el único en mí y en todas las cosas, he atravesado el
océano infranqueable de los peligros y dificultades, y he vencido los
intolerables males de la transmigración.»
¡Om! ¡Om! ¡Om!
HISTORIA DE LA REINA CHUDALA
CAPÍTULO I
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
Oh
Rama, hace mucho, mucho tiempo, en la edad llamada Dwapara,
vivía un rey virtuoso y bueno que se esforzaba en no dañar a ningún
ser vivo y era amado por todos sus súbditos. Se llamaba Shikhidhwaja y
su reino se extendía por toda la región que hoy es Malwa, en India. Un
día de primavera, cuando los bosques se encontraban en toda su
belleza, salió a cazar. En aquel entornó magnífico, el pensamiento de
una esposa atravesó su mente.
Sus
ministros concertaron un matrimonio con la hija de otro rey. Instruida
y virtuosa, se trataba de una gran yoguini. Su nombre era Chudala. Era
una esposa perfecta y de una extrema belleza.
El
rey y la reina vivían tan felices como Vishnu y Lakshmi, compartiendo
su amor.
Como va penetrando poco a poco el agua por un agujerillo en el casco
de un gran navío, así envejeció la pareja real. A consecuencia de su
gran caridad y de su consagración a Dios, la reina empezó a ser
consciente de la irrealidad del mundo, e hizo partícipe de sus
sentimientos al rey.
Pensaron: ‘El mundo es irreal y la sed de placer nunca quedará
aplacada de modo permanente. La juventud y el poder son pasajeros como
el fulgor de un relámpago.
Nuestra juventud ha huido como el agua entre las manos. El sufrimiento
es el compañero inseparable de la mente. Sigue a nuestras alegrías y
placeres como un gato corre tras un trozo de carne. La muerte
reivindica al cuerpo como si fuera un mango maduro que cae del árbol.
Sea lo que fuere lo que pensamos, no podemos conservar siempre nuestra
juventud y nuestro cuerpo. Debemos hacer algo para poner término a la
enfermedad que es la dependencia del mundo. Nada, fuera del
conocimiento de Brahman, podrá aportar permanente
satisfacción.’
Tras reflexionar de esta manera, el rey y la reina se llegaron cerca
de Mahatmas que habían realizado a Brahman, atravesado el río
de la manifestación del mundo, y que personificaban la verdad y la
sabiduría. Depositaron respetuosamente sus presentes a los pies de un
Rishi y comenzaron a servirle. Este les habló de Atman y
le escucharon con suma atención y reverencia. Le oyeron decir que
Atman es siempre puro, infinito y absolutamente bienaventurado y
que conocerle es vencer los sufrimientos para siempre.
La
reina, con la mente purificada por su buen karma, captó la
verdad y se preguntó:
‘¿Quién soy? ¿Qué es el mundo? ¿Cuál es
su origen?’ Pronto llegó a la conclusión siguiente:
‘Yo no puedo ser el cuerpo, porque es
inerte mientras que yo soy consciente. El cuerpo se mueve por el poder
de los sentidos. Tampoco soy los sentidos, puesto que no son
conscientes de sí mismos. La mente, que pone en movimiento los
sentidos, no es consciente de sí misma, ni la facultad de
discriminación. Luego, dada la consciencia que tengo de mí misma, debo
de ser diferente de ellos.
El
ego no es mi Sí mismo, ya que es la luz de la mente lo que le ilumina.
La mente carece de consciencia permanente, mientras que yo, como
Atman, soy la Consciencia misma. Mi Sí mismo es la Verdad; es un
sol en estado de aurora eterna. ¡Qué maravilloso es mi Sí mismo! Es
absoluta Felicidad. He encontrado mi verdadero estado, indestructible
e infinito.
Como el cielo en Otoño, puro y sin nubes, tampoco yo tengo mancha y
estoy liberada de la fiebre de los afectos aversiones para siempre
jamás. Carezco de deseos y ya no conozco las fluctuaciones de la
percepción. Estoy liberada de ‘yo’ y ‘tú’. Siendo libre de toda
identificación con la mente, soy sin segundo y en permanente sosiego.
En mí no hay ninguna posibilidad de cambio.
Los
grandes yoguis han denominado Brahman al principio eterno. Ese
Sí mismo se manifiesta como mente y como mundo y, sin embargo, no hay
ningún cambio en su naturaleza primera. Del mismo modo que las rocas,
piedras y cantos de una montaña no son sino la montaña misma, así el
mundo perceptible no es sino Atman. Una ciudad fantasma no
tiene existencia propia, como tampoco el mundo. El yogui realizado
vive en la unidad mientras que el ignorante se halla en la dualidad.
Un
niño moldea formas con arcilla y les llama elefante, vaca, caballo,
rey, aunque no son otra cosa que arcilla. La ignorancia proporciona
numerosos colores a la Realidad incolora, Atman. Ahora conozco
claramente la Consciencia fundamental.’
Chudala se dio cuenta de que su Sí mismo era indestructible por el
fuego, impenetrable, sin partes, perpetuamente puro. Y dijo: ‘Soy sin
nacimiento y tampoco hay muerte en mí. El mundo se manifiesta en
virtud de la Consciencia; los devas son todos Atman, y
todas las cosas móviles e inmóviles, también. Así como las olas, las
burbujas y la espuma no son diferentes del mar, nada hay que sea
diferente de Atman. Nada de todo ello tiene existencia propia,
que sólo Atman posee. La «egoidad» nunca, en ningún tiempo, ha
asomado en mí. Habiéndome percatado de esta Verdad, quiero recorrer
libremente el mundo llevando la luz a los demás.’»
Continuó Vasishtha:
«Oh
Rama-ji, en adelante Chudala estuvo liberada de la sed de placeres y
terminaron para ella sufrimientos y temor. Sabía que nada podía
añadirse a su conocimiento. Gozaba de un samadhi eterno y
permanecía en la beatitud sin fin. No hay palabras que puedan
describir la felicidad de la reina.
En
ese estado radiante de paz, la vio el rey; y un maravilloso asombro se
apoderó de él. Dijo: ‘Amada mía, veo que has retornado a la juventud,
y, a mi parecer, has tenido la experiencia de la dicha celestial.
Quizá algún deva te ha dado de beber un néctar que te ha vuelto
inmortal, o un gran yogui te ha concedido sus bendiciones. Tu mente
rebosa de la esencia de la sabiduría y te hallas en posesión de algo
más grande que el imperio de los tres mundos. Has encontrado la paz, y
ya no veo en ti ni deseo ni pasión.’
Contestó Chudala: ‘Oh soberano, he alcanzado este bendito estado, más
allá de lo perecedero y de lo perceptible, en el que definitivamente
está ausente la dualidad. Extraigo placer de la ausencia de placeres
que la realización del Sí mismo me ha procurado.
Al
alzarme por encima de los placeres reales, habito en la felicidad del
Sí mismo, libre de afectos y aversiones. Ahora sé con certeza, oh rey,
que todo lo que se percibe o se concibe no es más que sueño e
irrealidad; y el estado de normalidad que he descubierto está más allá
del alcance de los sentidos y de la mente, y no sufre la corrupción
del ego; es el substrato de todo, el Sí mismo de todo, la esencia de
todo. Tal es el néctar que he bebido, que me ha dado el sentido de la
inmortalidad y me ha librado para siempre del temor.»
Dijo Vasishtha:
«Oh
Rama-ji, el rey no entendió el significado de lo que la reina le había
dicho y empezó a reírse de esa extraña sabiduría, tomándola a broma.
Dijo: ‘Amada mía, tus palabras no tienen sentido y no acepto tu punto
de vista. Llamas irreal a lo perceptible y real a lo imperceptible.
Nadie podría admitir tu afirmación, ya que se halla vacía de sentido.
No puede ser tomado en serio alguien que profese tan singular
sabiduría. Dices ser dichosa por haber renunciado a los placeres
reales. ¿No son esas palabras las de alguien que ha perdido la razón?
¿Qué placer puede haber más allá del ámbito de los sentidos? La
riqueza, la juventud, las diversiones, la alegría, la salud, la
compañía de los jóvenes: todo ello es placer. Tengo la impresión de
que te has vuelto necia mientras te crees sabia. Dices que eres
Brahman. ¿Quién creerá semejante absurdo?
Esas disparatadas ideas no convienen a una reina y aún menos esa
actitud extravagante.’
Tras estas palabras, el rey se levantó y salió de la habitación.
Puesto que era mediodía, se fue a tomar su baño.
La
reina Chudala se asombró del comportamiento del rey y lamentó que él
no hubiese alcanzado la iluminación. Ya no le volvió a hablar más de
la sabiduría divina y vivió en palacio como hasta entonces había
vivido.»
CAPITULO II
«La
reina Chudala era experta tanto en poderes yóguicos como en lo que se
refiere a la realización del Sí mismo. Subió a la esfera intermediaria
y vio a los grandes seres que viven en ella, los devas, las
ninfas y otras criaturas celestes. Después, bajó y volvió al palacio,
a la cámara donde dormía el rey. Este no se percató de la presencia de
la reina.
Se
levantó al alba y, tras sus abluciones, pasó a su oratorio, donde rezó
y meditó.
La
reina empezó a enseñar al rey de modo gradual e indirecto. Pidió a los
pandits que le explicasen que el mundo no es más que un sueño y una
larga enfermedad cuyo único remedio es la realización del Sí mismo.
Pese a sus esfuerzos y los de los pandits, el rey no fue iluminado y
continuó sin verdadera felicidad.»
Dijo Rama:
«Oh
santo Maestro, la reina era una gran yoguini y también había realizado
a Dios; los pandits eran sabios y piadosos; no comprendo, pues, por
qué el rey continuó en laignorancia a pesar de sus enseñanzas. El rey
no era un obtuso y, aunque fue colocadoante el ejemplo de una reina
que había realizado a Dios, no logró esa realización.»
Contestó Vasishtha:
«De
la misma manera que un hilo no puede atravesar una perla no perforada,
así lasenseñanzas de la reina carecían de influencia en el corazón del
rey. Oh Rama-ji, si el discípulo no medita ni reflexiona por sí mismo
poniendo en práctica la enseñanza con celo y perseverancia, las
palabras de Brahma en persona caerían en los oídos de un sordo.
La
razón de ello es que Atman se conoce a Sí mismo y no es objeto
de la razón ni de los sentidos.»
Dijo Rama:
«Oh
Señor, si Atman se conoce a Sí mismo sin estar influido por
ningún agente externo, ¿cuál es, pues, la utilidad del guru, de
los Sat-sangs o del Yoga?»
Vasishtha respondió con esta explicación:
«Oh
Rama-ji, el guru y las Escrituras enseñan el camino e indican
el método. Señalan al discípulo: ‘Tu verdadero Sí mismo es Atman’,
pero no pueden transmitirle su realización de Dios. Es cuestión del
discípulo hacer el resto. El guru no podrá nunca pensar ni
realizar la práctica en lugar del discípulo. A una persona con vista
se le puede mostrar la luna levantándose, pero si es miope no la verá.
Así, el guru y las Escrituras comunican la Verdad espiritual al
discípulo, pero éste debe practicar la reflexión y la meditación para
realizar lo que ellos le han enseñado.
Oh
Rama-ji, Atman no es objeto de los sentidos ni de la mente. Si
me dices: ‘También tú me enseñas por medio de los sentidos. ¿Por qué
lo haces, si sabes que Atman no es objeto de los sentidos?’; la
respuesta a esa objeción será: ‘Rama-ji, olvida los sentidos y la
mente; vuelve a su causa y conocerás a Atman.’ Te lo ilustraré
así: Había una ciudad donde vivía un mercader. Era rico pero avaro. No
compartía sus bienes con los menesterosos ni era generoso con
brahmanes y yoguis. Deseaba acumular siempre más.
Finalmente, deseó poseer la joya llamada Chintamani, de incalculable
valor.
Avistó un montón de basuras y, pensando que allí encontraría la joya,
escudriñó en él durante todo un día. Cayendo la noche, se encontró con
una concha. Pensando que debía haber más cosas, volvió todos los días
para rebuscar. Encontró una segunda concha y después una tercera. Tras
largos años de búsquedas encontró la joya Chintamani.
Oh
Rama-ji, las enseñanzas del guru —Tat Twam Asi y Aham
Brahmasmi 1 son
parecidas a esas conchas. Del mismo modo que su descubrimiento condujo
al de Chintamani, las enseñanzas del guru conducen a la
realización de Dios.»
Dijo Vasishtha:
«Oh
Rama-ji, dejando a la reina Chudala, el rey se dirigió al templo para
hacer en él acto de adoración. Las palabras de sabiduría que había
escuchado de la reina empezaban a hacer efecto y en su corazón
penetraron ideas sobre desapego de las pasiones y renuncia.
Pensaba: ‘Tantos años de mi vida que he pasado gustando de los
placeres y, sin embargo, no estoy satisfecho; siempre al placer le ha
seguido el sufrimiento. Ahora veo que el mundo y sus alegrías son
ilusorios.’
El
rey distribuyó en limosnas oro, tierras, vacas, casas y muchas otras
cosas. Hizo regalos a los brahmanes y dio grandes sumas a los pobres.
La
reina pidió a los sacerdotes de la familia que enseñaran al rey la
doctrina sobre la irrealidad del mundo y que le indicaran que la
realización del Sí mismo es la única fuente de felicidad y el único
medio de poner término al ciclo del nacimiento y de la muerte.
Cuando el rey escuchó esa verdad de labios de los brahmanes, se
preguntó cómo podría librarse de los sufrimientos. Decidió ir en
peregrinación a los santos lugares. Se bañó en los ríos sagrados,
haciendo caridad a brahmanes y necesitados, y encontró a numerosos
rishis y otros seres perfectos.
1 Aham Brahmasmi: Yo soy Brahman, la Realidad trascendente.
Volvió de la peregrinación y, entrando en la habitación de la reina,
le dirigió estas palabras: “Oh querida Chudala, he decidido ir a la
selva y allí hacer penitencia. Todos los placeres del mundo me parecen
sufrimiento bajo una u otra forma, y el reino me parece algo fútil,
sin más valor que un desierto.’
Contestó la reina: ‘Oh rey, no ha llegado el momento para ti de
hacerte ermitaño; todavía eres joven y deberías aprovechar los
placeres de la realeza. Como las flores primaverales pierden su
belleza en el invierno, así, cuando envejezcamos, nos retiraremos a la
selva y allí seremos felices. Cuando nuestros cabellos sean grises
como grises flores de los bosques, entonces habrá llegado para
nosotros el tiempo de vivir en la selva como ermitaños.’
El
rey no se percató de la sabiduría que las palabras de la reina
entrañaban y continuó radicado en el desapego de las pasiones. Sus
peregrinaciones y limosnas habían purificado su corazón y le habían
gratificado con el sentimiento de la irrealidad del mundo. Sin
embargo, así como el nenúfar no alcanza su plena belleza hasta el
claro de luna, tampoco el rey podía encontrar contento y paz sin tener
el conocimiento de la Verdad.
Dijo: ‘Oh reina, déjame renunciar a la realeza y retirarme en la
selva. Quizá te preguntes quién me servirá cuando esté lejos de mis
palacios y de mis servidores. Yo te aseguro, oh reina, que la tierra
me servirá, la vista de los altos árboles me hará compañía, los
cervatillos y los pájaros serán mis hijos, la atmósfera sosegada de
los bosques silenciosos me mantendrá al resguardo, las flores serán
mis ornamentos.’
El
rey abandonó el palacio antes del alba, y la reina, acompañada de sus
damas de honor, le siguió. Todos pasaron la noche en la espesura de la
selva. El rey se despertó a media noche y, al encontrar a la reina y a
sus seguidoras profundamente dormidas, se levantó, las dejó y, solo,
se puso en camino. En una ocasión, se volvió en dirección a su capital
y dijo: ‘¡Adiós, oh riquezas y placeres reales! ¡Adiós, amigos y
compañeros!’
Apresurando el paso, anduvo a través de la frondosa selva oyendo rugir
a los leones y silbar a las serpientes. Al salir el sol, se bañó en el
agua fresca y estimulante de un torrente de montaña y cumplió con su
oración matinal. Recogió algunos frutos maduros y los comió. Temiendo
ser descubierto por sus súbditos, apresuró su paso atravesando valles,
trepando por laderas y vadeando rápidos ríos. Habiendo viajado así
durante doce días, Shikhidhwaja llegó al pie del monte Mandarachal.
Escogió un lugar donde habitar y se construyó una choza con ayuda de
hojas y ramajes. Recolectaba frutos y flores para colocarlos ante el
altar de su modesta morada.
Todos los días se levantaba antes que el sol y, después de sus
abluciones, repetía su mantra con una fe y una concentración
perfectas hasta el mediodía. Entonces, tras su segundo baño, adoraba a
Dios, ofreciéndole frutos y flores. Tomaba una comida sencilla de
frutos salvajes y bayas en la tercera parte del día, y poco después
recomenzaba su mantra. Por la noche dirigía sus plegarias a
Dios y, una vez puesto el sol, volvía a decir su mantra, que
repetía hasta media noche.»
CAPITULO III
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Oh
Rama-ji, ya has oído cómo era la vida cotidiana del rey; oye ahora lo
que le ocurrió a la reina.
Cuando comprobó que el rey la había dejado en el transcurso de las
últimas horas de la noche, se apenó por ello y dijo a sus servidoras:
‘El rey se ha introducido en la selva repleta de peligros. ¡Qué gran
tristeza haber sido abandonadas por nuestro soberano y señor!’
La
reina recurrió a sus poderes yóguicos y subió por los aires. Vislumbró
al rey, que caminaba a través de la tupida selva y reflexionó sobre lo
que su karma le reservaba en el futuro. Descubrió que su propio
karma le aseguraba volver a ver al rey, pero que aún no se
encontraba maduro para recibir la Verdad divina y que sería bueno para
él tener la experiencia de la vida en la selva.
Volvió al palacio y en su habitación durmió un sueño perfectamente
apaciguador. A la mañana siguiente comunicó al primer ministro que el
rey se había ausentado por asuntos personales y que su retorno no era
previsible antes de cierto tiempo. Le dio las instrucciones necesarias
para dirigir la administración.
Ella gobernó el reino con sagaz visión durante ocho años, y aumentó la
paz y la felicidad de sus súbditos. Como un jardinero envuelve de
cuidado y cariño un jardín de lotos, así se ocupaba la reina del bien
de su pueblo.
Mientras tanto, el rey consagraba su tiempo a la meditación, al
estudio de los textos sagrados y a la repetición de su mantra.
Su cuerpo se debilitó, pero se fortaleció su espíritu. Finalmente, la
reina supo que el rey ya era apto para recibir la Verdad espiritual
superior una vez purificado su corazón y vencidos su vanidad, su
ambición y su egoísmo.
Ascendió a las esferas superiores y recorrió los jardines de Indra,
admirando la belleza de las flores celestiales y escuchando el trino
de las aves de variopinto plumaje.
Atravesó entonces la barrera de nubes, los relámpagos y las nieblas.
Sobrevoló las altas montañas luchando contra las tempestades y
observando en tierra todas las chozas de ermitaños construidas en
agrestes pendientes y entre arroyos cantarines. Cuando llegó al monte
Mandarachal, bajó a tierra y, sentada en una roca cristalina, entró en
samadhi.
Vio
al rey, que vivía en una aislada caverna meditando y siguiendo las
prácticas del yoga, pero sin lograr nunca la realización del Sí mismo,
sin verdadera iluminación ni paz.
Ella deseaba con vehemencia conducirle al conocimiento de la Verdad,
pero supo que no sería oportuno enseñarle si mantenía la forma que
tenía entonces: la consideraría como esposa y correría el peligro de
que no la escuchara con suficiente atención. Por lo cual tomó la forma
de un Brahmachari. Como una ola abandona una forma para adoptar otra,
así se convirtió la reina en un joven Brahmachari, y empezó a andar un
palmo por encima del suelo. Y así, como un Brahmachari, con un cuenco
de agua en una mano y un rosario de cuentas de rudraksha en la otra,
la expresión serena, la frente recubierta de ceniza y el cordón
sagrado en forma de aspa, apareció ante el rey.
Al
verlo, éste se levantó, se inclinó ante él, le ofreció flores y frutos
y le rogó que se sentara a la sombra de un árbol. Dijo: “Realmente es
un día feliz el que me permite acogerte en mi humilde casa. Dime, oh
hijo de deva, ¿cuál es el motivo de tu venida aquí?’
Contestó el Brahmachari: ‘Oh rey, efectúo una larga peregrinación,
durante la cual he visto ya bellos ríos, colinas, flores y hermosos
árboles en abundancia, aunque todavía no había visto a nadie tan
repleto de un sentimiento tan puro como el tuyo. Has realizado grandes
penitencias y grandes ejercicios espirituales y has conquistado a tu
yo inferior.
Te
reverencio. Pero dime, oh rey, ¿has hecho alguna cosa para tu
realización del Sí mismo?’
El
rey cogió una guirnalda de flores guardada para el culto a su deva,
la colocó alrededor del cuello del Brahmachari y le veneró.
Dijo: ‘No es frecuente encontrar a un santo como tú, oh Brahmachari. Y
sé que la hospitalidad sinceramente ofrecida a un huésped inesperado
vale más que la adoración a un deva. Oh Brahmachari, qué
agradable es la forma de tu cuerpo; su gracia y su belleza me
recuerdan mucho a mi esposa, muy parecida a ti, aunque tú eres un
Brahmachari consagrado al Yoga, y no voy a decirte que te
pareces a la reina. Dime, santo Brahmachari, ¿de quién eres hijo, por
qué razón me has visitado y cuál es tu destino?’
Dijo el Brahmachari: ‘Oh rey, en otro tiempo el divino sabio Narada
visitó el valle de Sumeru, que es el país de la permanente primavera.
En él se hallan flores, plantas de delicadas hojas, arroyos de dulce
murmullo y graciosos pájaros. Muchos brahmanes que allí practican la
meditación habitan en cabañas. Narada, el divino sabio, era feliz de
ver ese lugar regado por el sagrado Ganges y sólo accesible a los
santos. Se sentó, entró en samadhi y permaneció en ese
bienaventurado estado. Cuando descendió de las alturas del samadhi,
oyó el tintineo de las joyas que una mujer llevaba. Eso le asombró
mucho, y miró a su alrededor buscando el origen de ese sonido. Llegó a
la ribera del Ganges, de aguas risueñas, y siguiendo su curso,
semejante a plata fundida, avistó a Urvashi, la ninfa celestial,
bañándose en el río con sus santas acompañantes. Su mirada cayó sobre
sus formas desnudas; pendió su discriminación y su mente se oscureció
por la idea de placer.’
Dijo el rey: ‘Oh Brahmachari, Narada es un gran sabio; ¿cómo ha podido
ser posible que la mente de un hombre como él se haya enturbiado a la
vista de ninfas desnudas?’
Contestó el Brahmachari: ‘Oh rey, mientras el cuerpo sigue con vida,
funciona según su naturaleza, tanto en el caso del ignorante como en
el del sabio; sin embargo, la diferencia reside en el hecho de que el
sabio no se regocija cuando las sensaciones de placer surgen en su
cuerpo ni le alcanza el dolor cuando el sufrimiento invade su mente,
mientras que el ignorante es un péndulo oscilante entre la sonrisa y
las lágrimas. El ignorante se parece a un trozo de tela blanca que se
puede teñir fácilmente con cualquier color, mientras que el sabio es
como una lámina de cera resistente al color y en la que no puede
penetrar ni una gota de placer ni sufrimiento. La antahkarana
1 del sabio no es
alcanzada por ninguno de ambos. El ignorante ve por aquí placer, y por
allá dolor; pero el sabio todo lo ve como reflejo del gran Atman
subyacente, y por esa razón no se ve afectado pon ello.
Oh
rey, el deseo es la madre de todo movimiento. La agitación original en
la Inteligencia absoluta se convirtió en el mundo. Oh rey, cuando la
consciencia condicionada (jiva) permanece en la kundalini
2 y se identifica
con los sentidos y las emociones, sufre y goza según los reflejos que
en ella se crean. Pero cuando, gracias al poder del conocimiento, se
percata de que está separada de ellos, entonces ve que es en sí misma
Felicidad absoluta. Cuando comprende que “no hay ninguna acción en mí
y yo no soy el cuerpo”, entonces llega a ser impasible y
bienaventurada. Como queda sin hojas ni ramas un árbol quemado, así,
cuando la mente se libera de la ignorancia de los deseos pasionales ya
no es sino felicidad.’
Dijo el rey: ‘Oh bendito Brahmachari-ji, tus palabras contienen tanta
sabiduría y me traen tanta paz que nunca me cansaré de oírlas. ¿Puedes
ser ahora suficientemente bueno para decirme cuál fue tu nacimiento?’
Dijo el Brahmachari: ‘Oh rey, Narada me dio nacimiento de modo
milagroso. No soy nacido de mujer, sino que el divino sabio me creó
por el poder de un santo mantra.
Tras mi nacimiento, Narada me confió a su padre, que me prodigó su
afecto y me bendijo pronunciando estas palabras: “Oh niño, ¡que tú
puedas conocer a Brahman!”. Narada,
el
divino sabio, es mi padre, y mi nombre es Kumbha.’
Dijo el rey: ‘Oh Deva, pareces perfectamente sabio; tus
palabras revelan tu elevado estado.’»
1 Antahkarana: La psique u órgano interior del hombre.
2 Kundalini: La energía cósmica vital contenida en el cuerpo
humano está simbolizada por una serpiente enroscada que duerme en la
base de la médula espinal, desde donde puede ser elevada gracias a
prácticas yóguicas para que active los centros psíquicos del cuerpo.
CAPITULO IV
«Dijo el Brahmachari: ‘Oh rey, he contestado a tu pregunta; ahora
dime, ¿quién eres y qué haces aquí?’
Respondió el rey: ‘Gracias a un excelente karma que incluye
limosnas a los doctos brahmanes y a los pobres, sacrificios y actos de
adoración al Señor, es como se tiene la suerte de encontrar a un sabio
como tú.’
Kumbha le interrumpió con estas palabras: ‘Oh rey, ¡basta ya, basta ya
de elogios! Te ruego que me hables de ti.’
Dijo el rey: ‘Me llamo Shikhidhwaja. He renunciado a mi reino porque
he comprobado que en él abundaban los sufrimientos y las
imperfecciones, causas de nacimiento y muerte. Ahora me encuentro en
esta selva envuelto por la belleza de la naturaleza. Tú sabes todo
sobre mí, de eso estoy seguro; sin embargo, ya que me lo has
preguntado, te lo voy a decir. Rezo y medito tres veces al día y
repito mi mantra con fe. Pero no he conseguido paz interior
duradera. He realizado numerosas peregrinaciones y, sin embargo, no
conozco la paz. Te pido que arrojes luz sobre mí, de manera que
obtenga la paz que nunca cesa.’
Dijo el Brahmachari: ‘Has abandonado tu reino y ahora vives en esta
cabaña practicando austeridades. Antes hablabas del reino como de tu
reino, y ahora dices de la cabaña que es tuya. ¿En qué difiere la
posesión? Eres como el gusano de la mente que vive en el lodo,
desplazándose de una hoja fangosa a otra; tras abandonar un objeto has
adquirido otro.
Desconoces por qué has renunciado al mundo. Antes estabas rodeado de
lujo en tu palacio y ahora estás rodeado de flores, de pieles de
animales y de un rosario. Eso no te proporciona una verdadera paz.
Despiértate a tu verdadero Sí mismo y entonces la obtendrás.
Un
día pregunté a mi padre Narada-ji: “Te ruego que me digas si el
conocimiento es superior a la acción.” Contestó: “El conocimiento
lleva a la felicidad perfecta, aunque los ritos son buenos para los
ignorantes. Si un hombre no cumple con los actos rituales, como
cultos, limosnas y servicio a los brahmanes, se arriesga a cometer
pecados y a exponerse a peores encarnaciones. La acción no conduce a
la paz; sólo el conocimiento lleva a ella.”
Oh
rey, me pregunto por qué has caído en este estanque de ignorancia.
Antes vivías en un palacio y hoy en una cabaña; el resultado es el
mismo. Un cambio de decorado no implica mérito espiritual. Aún eres un
ignorante. Mientras un hombre crea ser el autor de acciones, está en
la ignorancia. Libérate de todo lo que es deseo y acción y despiértate
a tu verdadera naturaleza. No desear es ser libre. Esperar algo
constituye una servidumbre.
Meditar en Atman —“Yo soy Brahman”— sin ningún otro
deseo y estar firmemente establecido en la Consciencia absoluta, ése
es el único objeto del verdadero conocimiento; únicamente eso merece
ser conocido. Oh rey, necesitas conocer tu propio Sí mismo. ¡En qué
remolino de ignorancia has caído! Sin conocimiento del Sí mismo no
puede haber paz ni en este mundo ni en el que vendrá. Como se yergue
inmóvil un árbol cuando no hay viento, así la mente está en paz cuando
nada anhela.’
Exclamó el rey: ‘Oh Brahmachari, tú eres mi padre, tú eres mi guru,
¡has abierto mis ojos a una gran verdad! Puedo ver que los deseos
han sido la causa de mis sufrimientos. Me siento como el tronco de un
árbol seco. Oh Guru Bhagwan, te ruego que me digas cómo se
logra la paz.’
Contestó el Brahmachari:
‘Tras renunciar al mundo, deberías haber
participado en un Sat-sang de Brahmanes doctos y piadosos y
haberles preguntado: “¿Qué es la servidumbre? ¿Qué es la liberación?
¿Quién soy yo? ¿Qué es el mundo? ¿Cómo ha empezado y cómo terminará?”
Al no haber participado en Sat-sangs y no haber tratado a
santos Brahmanes, has llegado a ser como un tronco de árbol. Te
aconsejo que vayas a Sat-sangs y que no pienses más en dichas
pasadas ni en esperanzas futuras. Así lo escuché de mi padre.’
Dijo el rey: ‘Oh Rishi, yo te reconozco como mi guru.
Ten la bondad de disponer Sat-sangs para mí y de enseñarme el
camino que lleva a la liberación final, que es perfección.’
Contestó el Brahmachari: ‘Yo te enseñaré, oh rey, pero las enseñanzas
no fructificarán si no te concentras en ellas y si no las retienes en
lo más profundo de tu corazón. Un cuervo encaramado en el techo oye la
verdad expresada en un Sat-sang, pero continúa siendo un
cuervo. Escucha la Verdad y asimílala. Deja que tu corazón y tu mente
adquieran el color de la Verdad que oyes.’
Dijo Shikhidhwaja: ‘Señor, obedeceré tus órdenes. Como he seguido las
exhortaciones de las Escrituras, así seguiré tus santos mandamientos.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, debes saber bien y sin reserva mental que las
enseñanzas que te doy son para tu mayor beneficio. Del mismo modo que
todo lo que un padre sagaz dice a su hijo contribuye al bien de éste,
sabe que la enseñanza que te voy a dar está destinada a ser tu
provecho. Ten una fe sólida en esta Verdad antigua y sagrada que te
procurará el triunfo más alto: la liberación.
Escucha con fe y concentración; escucha con inteligencia y
recogimiento.’»
CAPITULO V
Continuó el Brahmachari ‘Oh rey, ¿a que has renunciado? El reino no
era tuyo; tampoco eran tuyos las mujeres ni los palacios. Además, el
hecho de haber renunciado a ellos para nada ha cambiado su naturaleza.
Hoy son exactamente iguales que cuando tú os dejaste. Otro tanto puede
decirse de los elefantes, de los caballos y de los jardines a los que
se supone has renunciado. Oh rey, tú no has renunciado en absoluto.
Deshazte de todo lo tuyo y eso será entonces una verdadera renuncia.’
Al
escuchar estas palabras del sabio, el rey susurró para sus adentros:
‘Esta selva es mía, estas flores y estos libros son míos; voy a
renunciar a ellos.’
Dijo al bienaventurado Rishi: ‘Señor, renuncio a esta selva, a
estas flores y a estos libros que son míos. ¿No será esto una renuncia
total?’
Respondió Kumbha: ‘Oh rey, esta selva y estas flores existían mucho
antes que tú y no son tuyas. Abandona lo que te pertenece y serás
dichoso.’
Ante estas palabras, el rey dijo: ‘Sabio bienaventurado, esta cabaña,
este cuenco de agua, este rosario sí son míos, y para que mi renuncia
sea total, me desharé de ellos.’
Replicó Kumbha: ‘Oh rey, la cabaña perteneció al barro y a la madera
con los que está hecha, y lo mismo ocurre con las demás cosas. ¿Con
qué derecho vas a abandonar lo que no te pertenece?’
El
rey ofreció renunciar a sus mantas y utensilios, pero el Brahmachari
le indicó que tampoco esos objetos le pertenecían.
Se
levantó el rey, recogió un poco de leña seca y con ella hizo una
hoguera, a la que arrojó su bastón diciendo: ‘Adiós, querido
compañero, mucho tiempo has estado conmigo y te agradezco tu
compañía.’ Después, despidiéndose del mismo modo, lanzó a las llamas
su piel de gamo y su rosario.
Comenzó a soplar el viento con violencia y el rey, callado y
desapegado de todo, miraba cómo esos objetos se reducían a cenizas en
el silencio del bosque.
Cuando vio que todas sus pertenencias ya no eran más que cenizas,
pensó que iba a ser feliz, puesto que en adelante ya era libre de la
propiedad, del apego y de la aversión.
Dijo: ‘En la raíz del mal se encuentra el sentido de lo propio, pero
ahora ya no hay nada de lo que pueda decir que es mío; he logrado la
felicidad y la verdad; ya soy perfecto; he alcanzado la victoria.’
Dirigiéndose a Kumbha, el Brahmachari, le dijo: ‘Oh hijo de deva,
ahora el espacio es mi vestido, la tierra es mi lecho, la brisa me
acaricia y las nubes me bañan. ¿No es total mi renuncia?’
‘No, todavía no —contestó el
Brahmachari—. ¡Despójate de lo que te pertenece!’
Preguntó el rey: ‘¿Mi renuncia no es total? No, desde luego, veo mi
cuerpo, que me pertenece, y voy a lanzarme desde lo alto de aquella
roca.’ Se puso a correr entonces para poner en práctica sus palabras.
Pero el Brahmachari se lo impidió diciendo: ‘Oh rey, el cuerpo es
resultado de un buenísimo karma. ¡No lo pierdas! Además, el
cuerpo no incurre en ninguna culpa. Cuando las flores y los frutos
caen de un árbol azotado por un vendaval, nadie reprocha al árbol
haberlos perdido. Oh rey, renuncia al ego que gobierna al cuerpo. Como
el viento agita a las olas del mar, así el ego es quien pone en
movimiento al cuerpo.’
‘Sabio bienaventurado, esclaréceme más
ese misterio; es un tema sobre el que nunca había oído nada en la
enseñanza del Hatha-Yoga.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, bhuta y prana
1 están en el origen del
cuerpo; ¡renuncia a ellos! Una serpiente sin veneno es inofensiva.
Todo lo que puede verse en el mundo objetivo es materialización de la
mente. La mente es el principio de la diversidad. Atman es la
Esencia, que no es ni una ni múltiple. La causa fundamental de la
confusión y del sufrimiento es la mente. Renuncia a ella, oh rey, y
serás verdaderamente rey. Para nada importa el despojo de las cosas
materiales. Lo que nace y se reencarna es la mente.
Mientras Atman no se desvincule de ella, continuarán los
sufrimientos en una u otra forma. Esa es la única vía que lleva a la
inmortalidad. Del mismo modo que un campo es la base que permite
germinar a las plantas y semillas, así la mente es la causa del
nacimiento y de la muerte. Si el campo se incendia, queda destruida la
causa de la germinación; renuncia, pues, a la mente, oh rey, y te
verás liberado de nacimientos y muertes.
Sé
libre como el espacio que todo lo contiene y, sin embargo, carece de
apego. El espacio es una lección de renuncia.
Oh
rey, los objetos a los que hay que renunciar están determinados por la
mente. La impasibilidad, el dharma
2 y el poder, los tres,
son sus creaciones. Ella crea el pecado y la virtud y se compromete
con uno o con otra. Cuando tras haber renunciado a ella se retira en
Atman, entonces la renuncia es verdadera.
1 Bhuta y prana: Los elementos materiales que componen
enteramente el mundo físico se llaman bhuta; la fuerza vital,
manifiesta en todo ser vivo, se llama prana, que literalmente
significa «vida respiración».
2 Dharma: Rectitud.
Los
mendigos no reciben favores, oh rey. La mente es un mendigo, porque
crea los deseos y después va a la búsqueda de satisfacerlos.
Cuando haces compañía a la mente, ves el mundo entero en ti mismo.
Como el cordón del rosario sostiene las cuentas, así tu Atman
es el soporte de todo. Luego quien realiza la renuncia mediante el
Conocimiento alcanza la felicidad. Sabe, oh rey, que maya y
ego son diferentes denominaciones para designar a la mente.
Con
el abandono de las posesiones materiales no podrás dominarla; ese
dominio se halla por encima de los deseos. En su compañía no puede
haber paz o felicidad. Atman es beatitud por su propia
naturaleza, y realizar a Atman es ser bienaventurado.
Es
esencial conocer a Atman para desembarazarse de todos los
deseos. Puesto que tu naturaleza es la morada de la felicidad eterna,
¿qué más puedes anhelar? El espacio es el sostén de todos los mundos,
incluso el de los devas. Si se atribuyera al espacio el deseo
de un sostén, ello sería el colmo de la ignorancia. Así, pues, también
tú, oh rey, debes abandonar los deseos. Cuando hayas renunciado a
todos, estarás establecido en la paz del estado sin deseos.
Sabe que tu Atman es el sostén de todo. El pasado, el presente
e incluso el porvenir tienen en ti su sostén. Como están contenidas en
el mar las olas, así está en Atman todo contenido. Lo que
provoca el sufrimiento es la conexión de Atman con la mente.
¿Cómo Atman, que es Consciencia, y, que es impasible, podría
estar amigablemente unido con la mente? Ahí está el nudo de lo
consciente con lo inconsciente, y al hecho de desatarlo se le llama
Conocimiento. Como un árbol está contenido en una minúscula simiente,
así el mundo está contenido en la mente. Si la simiente arde, el árbol
que se halla en ella queda también destruido; si la mente queda
destruida por la ausencia de deseos, el mundo de la ignorancia deja de
existir.’»
CAPÍTULO VI
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Oh
Rama-ji, cuando Kumbha, el Brahmachari, señaló que la verdadera
renuncia era la renuncia de la mente, contestó el rey: ‘Oh
bienaventurado, ahora comprendo que la mente es un mono que salta
entre las ramas del árbol del mundo. Dime, te lo ruego, cómo se la
puede domar.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, domar a la mente es fácil, pero no lo logra más
que aquel que conoce la Verdad.’
‘¿Cómo entonces, oh bienaventurado? Me
parece algo tan difícil como le sería a un niño atrapar un gran pez.’
Contestó Kumbha: ‘Oh rey, primero conoce la naturaleza de la mente.
Está hecha de deseos, de impresiones pasadas y de recuerdos.
Despréndete de los deseos y sabe que los recuerdos agradables son
irreales; la mente entonces cederá.’
Animado, dijo el rey: ‘Señor, la mente es una flor y el mundo es su
perfume. El cuerpo es una brizna de paja y la mente es el viento que
la transporta. Enséñame más, te lo ruego.’
Continuó Kumbha: ‘La Consciencia es un campo siempre puro y sin
mancha. El ego es la semilla que en él se siembra; también se le llama
mente, y es irreal. El movimiento contenido en el ego adquiere forma
de cuerpo y de sentidos. En esa forma se manifiesta un sentimiento de
certidumbre que es la razón. Es el sentimiento que hace decir: “yo
soy”; jiva es ese ego limitado. Es la semilla del árbol del
mundo; las alegrías y las penas son sus frutos dulces y amargos.
Destruyendo al ego —“yo soy”— se cortan las raíces del árbol del
mundo.’
El
rey fue muy dichoso al conocer ese gran secreto y, deseoso de saber
más, dijo:
‘Bienavenurado Brahmachari, veo que tanto
el mundo subjetivo como el objetivo tienen sus raíces en el diminuto
ego. Su extensión es el tiempo-espacio. Como se agita un mar en calma
y con el viento produce olas, así Atman siempre en plena paz es
enturbiado por la manifestación del falso ego. Destruirlo significa
destruir el proceso de manifestación del mundo. ¿No es un conocimiento
maravilloso? ¡Qué ignorante era al recurrir al Yoga físico! He
oído hablar de la enseñanza sobre el fuego y el combustible. ¿Serías
suficientemente bueno para instruirme sobre ello? Si el reino fuera
aún mío, te lo entregaría, oh Señor.’
Kumbha respondió con estas palabras: ‘Oh rey, debes saber esto:
“¿quién soy yo?, ¿qué es el mundo?”. Esta es la búsqueda de la Verdad
que es de fuego. Quema en él al falso “yo”. Una vez cumplido eso, el
yo permanecerá en “Atman”. Ahora dime, oh rey, lo que te he
enseñado.’
Contestó el rey: ‘Bienaventurado Rishi, esto sé: no soy ni la
tierra, ni las colinas, ni el espacio, ni el tiempo. El cuerpo hecho
de sangre, de piel y de huesos tampoco soy. No soy la mente ni la
razón. No soy el ego. Sin embargo, santo maestro, desconozco cuándo y
cómo esta egoidad me ha marcado con su huella. No soy capaz de
desprender mi Atman de ella; tan tenaz es.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, únicamente abandona ese ego limitado. De nada
sirve interrogarse sobre por qué y cómo. Renunciando a él permanecerás
pura consciencia.’
Dijo el rey: ‘Oh bendito instructor, sé que en lo que a mi naturaleza
se refiere, soy Atman, y que mi Atman es el Atman
de todo; sé que soy Beatitud y que todo está iluminado por mí. Pero no
sé cómo me ha hollado el ego con su mancha. En la práctica, todavía
soy incapaz de suprimirlo. También sé que la simiente del mundo es mi
mente y que la mente tiene su origen en el ego. Gracias a tu benéfica
enseñanza sé que mi verdadera naturaleza es Atman y que estoy
libre del sentido de “yo” y “tú”. Pero aún no estoy definitivamente
libre del ego. A veces creo que lo estoy, pero a continuación me
invade de nuevo; siento que soy Shikhidhwaja y que soy del mundo. Te
ruego que me enseñes cómo reducirlo a la nada.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, no hay efecto sin causa. Si alguna vez ves un
efecto sin causa, sabrás que se trata de una ilusión, de algo irreal.
El universo entero, desde Ishwara
1 al más íntimo trocito de madera, es creación del
pensamiento y, por tanto, ilusión. Te puedo asegurar por mi propia
experiencia espiritual que el mundo no es otra cosa que un fuego fatuo
o plata en el nácar. El cuerpo aparece en Atman como una
serpiente en una cuerda: no es sino pura ilusión. Un sueño es sólo
ilusión, y el universo igual. Cuando esa ilusión se separe de ti, ya
no verás más que a Atman. Oh rey, lo que es verdad en el caso
del cuerpo también lo es en el de Ishwara; uno y otro son
creaciones de la ilusión.’
Habló el rey reflexionando: ‘¡Veo, veo, oh gran Rishi! El
universo entero es una ilusión.
En
este momento me despierto y veo que todo en realidad es Atman.
Todo lo que se percibe es irreal; sólo Atman es real. Esa es mi
convicción. La causa de Ishwara es Brahman,
indestructible y real. Ella es mi Atman.’
1 Ishwara: El Señor en su aspecto de Creador del Universo.
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, la causa y el efecto existen en la dualidad y
son irreales; todo objeto condicionado en tiempo, espacio y causalidad
debe ser irreal y transitorio; toda mutabilidad es irrealidad. Oh rey,
Atman es sin segundo; no es ni uno ni más de uno; ni sujeto ni
objeto; su naturaleza es inmutabilidad; ésa es la realidad subyacente
al tiempo y al espacio. Atman no es ni el uno ni el otro; es
Consciencia absoluta. Como una masa de nieve se derrite al calor del
sol, así, oh rey, tu ignorancia se derrite frente a este conocimiento.
Tú mismo verificarás la experiencia mediante la cual he comprobado que
todo es Atman. Ante todo, permanece firmemente enraizado en tu
naturaleza, átmica y observa que todo, desde Ishwara a un
gusanillo, es Atman. Todo lo perceptible es Atman.’
Dijo el rey: ‘Oh santo Rishi, gracias a tu bondad ahora estoy
despierto y sé que soy sin mancha. Yo me inclino respetuosamente ante
mi propio Sí mismo. Dime, oh santo Rishi, ¿por qué dices que
Ishwara está desprovisto de causa? Atman, que es infinito,
no manifestado, indestructible y sin segundo, es la causa de
Ishwara.’
Contestó Kumbha: ‘Oh rey, dices que Atman es infinito. Lo
infinito no puede estar condicionado por el tiempo y el espacio. La
ausencia de dualidad en Atman le hace incapaz de ser causa. Una
causa existe tanto antes como después del efecto, como es el caso de
la arcilla en relación con la jarra. Pero en Atman no hay
principio ni fin. Además, una causa debe modificarse o cambiarse para
producir un efecto. Atman, al ser todo y absoluto, no está
vinculado a la posibilidad de cambio y modificación. Atman es
indestructible e inmutable. Jamás ha decaído de su naturaleza. Al no
haber en Atman ninguna dualidad, tampoco hay sujeto ni objeto.
Ni hay acción alguna en él. Es eternamente puro, como el cielo azul o
el espacio, oh rey, y ésa es tu propia naturaleza.’
Al
escuchar el rey esta gran verdad, dijo: ‘¡Es prodigioso, es
maravilloso! Veo que mi Atman es sin segundo, que no es causa
ni efecto. Es el conocimiento absoluto. A la vez me he liberado del
conocimiento y de la ignorancia. ¡Soy nirvana! ¡Yo me brindo
homenaje!’»
Dijo Vasishtha:
«Después de haber oído las sabias palabras de Kumbha Muni, el rey
Shikhidhwaja entró en nirvana y permaneció en samadhi
durante una hora y media, como una llama a la que la brisa no roza.
Kumbha le devolvió a la consciencia corporal y le dijo: ‘¿Qué más te
da el estado de éxtasis o de consciencia normal? Tu eres Atman
absoluto Una joya no manifiesta su belleza si se la cierra en un
estuche y sólo aparece su brillo cuando se la saca; de la misma
manera, tú has salido del estuche de la ignorancia y el resplandor de
tu realización irradia su luz. Ahora vives en paz y en libertad;
ninguna mancha te alcanzará.’»
CAPITULO VII
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Oh
Rama-ji, tras escuchar esas palabras de gran sabiduría, el rey fue
penetrado de paz.
Dijo: ‘Oh gran Brahmachari, todavía tengo una pregunta que hacer:
Atman es Conocimiento absoluto y eternamente puro. ¿Cómo surge en
él la tríada conocedorconocimiento- conocido?’
Sonrió Kumbha y dijo: ‘Oh rey, todo objeto móvil e inmóvil, exterior e
interior, aparece únicamente mientras dura el mundo. Después queda
sólo Atman; ya no hay entonces luz ni oscuridad. Atman
no es real ni irreal; es siempre luminoso. Como se muestra en sus
rayos el brillo de una joya, así se manifiesta en el mundo la luz de
Atman; pero las formas son ilusión.
Sabe bien, oh rey, que ni “yo” ni “tú” existen en Atman, que es
paz eterna. Es conocimiento absoluto y Beatitud absoluta.
Vive anclado en Atman, que es menor que lo más minúsculo y
mayor que lo más inmenso. El espacio está contenido en Él. El universo
está en Él como una brizna de paja en un vasto campo. Cuando Atman
se exterioriza, el universo aparece como una materialización
parcial de Su luz. El viento tiene la cualidad del movimiento, pero
también la de la inmovilidad. Cuando se mueve se le oye, pero, si no,
pasa inadvertido. De igual manera, cuando Atman se manifiesta,
se percibe el universo como manifestación Suya; pero, cuando retira Su
creación, deja de ser experimentable. Atman es Existencia
absoluta, y el universo se halla en la existencia. Cuando se ve al
universo correctamente, no es sino Atman y beatitud; pero, si
se lo ve incorrectamente, aparece como mundo lleno de sufrimientos.
Aquel cuya mente tiene la cognición del mundo, sufre; pero, para aquel
cuya mente tiene la cognición de Atman, el mundo es un jardín
de felicidad.
Atman
significa el Sí mismo, y aquel que ve el mundo como su propio Sí mismo
está libre de sufrimiento. Oh rey, el mundo sólo existe en tu
pensamiento y en tu sentimiento, y experimentas alegría o pena según
tu propia mente, proyectada como mundo. Para quien no alimenta
pensamiento ni sentimiento envenenados, el veneno no existe, mientras
que para quien tiene envenenados pensamientos, incluso el néctar se
convierte en veneno.
Quien conoce sabe que el mundo no es más que una expresión de su
pensamiento y de su sentimiento, y no experimenta sufrimiento; pero el
ignorante no cesa de sufrir, incluso en el desahogo y en el lujo.
Conoce este gran secreto, oh rey: alma y sentimiento son sólo
denominaciones para designar a Atman. Así como al espacio
también se le llama el vacío, así a Atman se le llama alma,
inteligencia o ego. Los brazaletes, anillos y collares no son sino
oro; de igual manera todo es Atman.
Las
percepciones y sentimientos son los rayos de Atman. La mente ha
creado al mundo en Atman. El inicio es Atman, el medio
es Atman y el final es Atman. Lo que parece distinto de
Atman no es más que pura ilusión.
Sabe, oh rey, que el tiempo-espacio es una ilusión y sé
bienaventurado. El tiempoespacio se percibe a través de los sentidos y
de la mente; pero, cuando se percibe sin tales modificaciones, es
Atman.
Oh
rey, ve a Brahman, ve la Perfección y serás Brahman,
serás la Perfección. Como el espacio existe en su propia naturaleza
—el Vacío—, así todo existe en Brahman.
El
mundo es la manifestación del principio de la mente. El principio de
la mente es Brahma, el Creador. Cuando Él mira hacia el
exterior, crea el mundo y lo percibe; cuando se vuelve hacia el
interior, ve a Atman y se disuelve en su causa.
Oh
rey vive, piensa, ve, siente a Atman y tendrás felicidad y paz
eternas.’»
Dijo Vasishtha:
«Habiendo ofrecido el rey su cabaña a Kumbha para que pudiera quedarse
con él, el Muni habló durante tres horas sobre la verdad según la cual
Atman está libre de acciones y atributos. Declinaba el sol
hacia occidente cuando se levantaron y se dirigieron hacia un estanque
cercano, donde abundaban nenúfares y lotos. Ambos hicieron sus
abluciones, efectuaron las ocho oraciones del atardecer y recitaron el
Gayatri 1.
Penetraron después en un bello bosque de árboles iluminados por los
rayos del sol crepuscular. Caminaron a de lugares sagrados, de
magníficas arboledas y landas, asentadas sus almas en la armonía, sin
encontrar ninguno de los dos agradable ni desagradable la presencia de
su compañero.
La
idea de Kumbha Muni al llevar al rey por diversos parajes consistía en
ver si alguno de ellos le produciría alegría o dolor en su alma.
Anduvieron juntos a través de bosquecillos y vaguadas, a través de los
jardines de los devas y de selvas frecuentadas por leones,
lobos y otras fieras y reptiles peligrosos. Llegaron a una gran
caverna en una montaña y allí se detuvieron para meditar. El rey y su
esposa (siempre con apariencia de Kumbha Muni) llegaron a convertirse
en íntimos amigos. Se bañaban en las mismas fuentes, pronunciaban al
unísono el mismo Gayatri y adoraban a la misma encarnación del
Señor. Incluso sin tener el deseo de servirse uno del otro, se
colmaban mutuamente de atenciones. A veces se revestían con ropajes de
devas y deambulaban a la manera de los habitantes del cielo;
otras veces dormían sobre hojas de bananos o sobre lechos de flores; a
menudo también sobre duras piedras, sin regocijarse ni sufrir,
establecidos como estaban en la contemplación de Atman y
creando luz con sus almas.
1 Gayatri: La gran oración sacada del Rig-Veda y
conocida con la presión de «Madre de los Vedas»
La
reina dijo a su esposo: ‘Oh rey, ahora voy al cielo. Brahma
produjo la creación el primer día del mes de Chaittra y, con esa
ocasión, los devas celebran una fiesta en la que también
participa el sabio Narada. Pero hoy mismo estaré de regreso y hasta
ese momento debes permanecer en profunda meditación. En todo caso, si
retornas a la consciencia sensorial, concéntrate en este manojo de
flores que he recogido para ti.’
Y
con alegría le ofreció las flores que en el cielo ofrece la esposa al
esposo.
Se
alzó la reina hasta los cielos y el rey le siguió con la mirada, como
mira un pavo hacia una nube. Cuando estuvo a punto de desaparecer en
el azul celeste, como un relámpago entre nubes, tomó una guirnalda de
flores que rodeaba su cuello y se la lanzó al rey.
Como reina Chudala, entró en sus habitaciones del palacio real y
celebró un consejo de gobierno. Escuchó los informes de los ministros
sobre los asuntos de la nación y les dio sus instrucciones. Concedió
también una audiencia al principal representante de su pueblo y,
comprobando con satisfacción que la situación del Estado era buena,
volvió a ser el Brahmachari Kumbha, y atravesando las nubes apareció
ante el rey.
La
reina, feliz de ver que el rey era finalmente un hombre que había
realizado a Dios, sólidamente enraizado en el conocimiento de lo
Absoluto tras haber franqueado el mar de la ilusión y de los
fenómenos, se le reveló como Chudala y le explicó cómo se le había
aparecido con los rasgos de Kumbha para enseñarle.
El
rey entró en samadhi, y en su experiencia intuitiva verificó lo
que la reina le había declarado. Dijo entonces: ‘Oh Devi, oh
incomparable Yoguini, oh Mahamani
2, oh Gurú mío,
¿cómo podría testimoniarte mi gratitud? ¡Qué gran esfuerzo has hecho
para enseñarme!
Me
has conducido más allá del océano del ser y del devenir. Cuando un
hombre tiene como compañera a una mujer pura, sabia y sacrificada, no
tarda mucho en realizar a Dios. Bien lo sé.’
La
reina contestó que ella no había realizado nada extraordinario. Sólo
había cumplido con su deber liberándole de los grilletes de la
ignorancia que él mismo había forjado. Y le preguntó si veía alguna
diferencia entre la vida de un soberano y la de un ermitaño.
2 Mahamani: «Gran Madre».
Contestó el rey: ‘Gracias a ti, santo Guru, conozco a Atman,
y para mí es lo mismo vivir en la selva como ermitaño que en un
palacio como rey.’
Cayó a los pies de la reina y los humedeció con sus lágrimas de
reconocimiento.
Dijo: ‘Como el espacio, soy sin atributos, puro como la nieve del
Himalaya. Soy todo. Incluso lo que llamaba mente o maya no es
otra cosa que mi Atman. Soy Paz absoluta.’
Entonces, como le preguntase la reina qué deseaba hacer de ahora en
adelante, respondió:
‘No tengo ningún deseo, ni nada que ganar
ni que perder. Te obedeceré a ti, que eres mi Guru; desde este
momento, mi vida está a tu servicio.’ La reina le llamó Vishnu
y le felicitó.
A
la mañana siguiente meditaron y recitaron juntos el Gayatri por
el bien del mundo. La reina, como guru, le propuso volver a su
reino, puesto que, a los ojos de un verdadero yogui, una selva y un
reino son equivalentes.
El
rey siguió su consejo y ocupó de nuevo el trono. Reinó con sabiduría,
su gobierno fue perfecto y, con Chudala, permaneció a la cabeza del
Estado durante mil años. Durante ese tiempo no hubo guerra, ni hambre,
ni epidemia y el número de conocedores de Brahman creció en el
imperio.»
Dijo Vasishtha:
«Oh
Rama-ji, cuando se hubo agotado su prarabdha karma
3, Shikhidhwaja y Chudala
abandonaron ambos su forma corporal y, definitivamente, se
reintegraron en Brahman.
¡Que ése sea también tu destino!»
OM
3 Prarabdha karma: La parte del karma anterior destinada
a fructificar en la presente encarnación. |