El año
de 1956 marca los dos mil quinientos años del Parinirvàna del Buda y de
acuerdo con una antigua tradición sostenida por millones de budistas
conduciría a un período en que el Dhamma, el mensaje del Buda, se
extendería a través del mundo, los gobiernos poco a poco se inclinarán
hacia la justicia, y habría una incremento de la paz y la felicidad.
La
profecía anterior puede que no sea más que una esperanza milenarista. Sin
embargo, el budismo tiene un mensaje muy importante para el mundo moderno.
No es una fe en un dios imaginario o alguna deidad ante quien toda
responsabilidad es entregada. Es fe en el ser humano. El budismo da
completa responsabilidad y dignidad al ser humano, y lo hace su propio
maestro.
El
budismo es absolutamente humano. Entre todos los grandes maestros
religiosos, Buda ha sido el único que no declara ser otra cosa que un ser
humano. No reclamó ser un mensajero divino, y atribuyó su realización y
logros al esfuerzo y la inteligencia humana.
Buda
exhortaba a sus discípulos a ser refugio para sí mismos, y no buscar ayuda
o refugio en algún otro lado. Enseñó, estimuló y alentó para que cada
persona se desarrollara totalmente y trabajara su propia emancipación,
pues a través de su propia inteligencia y esfuerzo, el ser humano posee el
poder de liberarse a sí mismo de toda servidumbre. Buda dijo: "Ustedes
deberán hacer el esfuerzo por sí mismos, pues los Tathagatas sólo señalan
el camino."
Sería
más apropiado en esta importante conmemoración (jayanti) de Buda, cuando
se celebran dos mil quinientos años del Parinirvàna del Maestro, discutir
algunas de sus enseñanzas esenciales, las cuales son unánimemente
aceptadas por cientos de millones de sus seguidores en el mundo, en lugar
de vagas generalizaciones. Debemos recordar, en primer lugar, que las
enseñanzas de Buda constituyen una forma de vida que debe ser practicada y
experimentada en la vida diaria, en nuestra vida social y política, aquí y
ahora. Son un vasto y completo sistema de enseñanzas ético filosóficas y
psicológicas basadas en un método altamente analítico y científico, el
cual se dirige a los aspectos profundos de la vida humana. Son un camino
que conduce, gradualmente, al ser humano a través de su propia disciplina
y desarrollo moral, intelectual y espiritual, a la más alta comprensión de
la verdad absoluta, la realización del Nirvana.
Es
difícil explicar este enorme sistema en unas pocas palabras. Pero si
tomamos las Cuatro Nobles Verdades (cattàri ariyasaccàni), a saber: dukkha;
samudaya, el surgimiento u origen de dukkha; Nirodha, la cesación de
dukkha; y magga, el camino que conduce a la cesación de dukkha, podemos,
entonces, discutir brevemente todas las enseñanzas fundamentales del
budismo.
La
primera verdad dukkha-ariyasacca, es traducida por casi todos los
estudiosos como la Noble Verdad del Sufrimiento, y se interpreta en el
sentido de que la vida, de acuerdo con el budismo, es sólo sufrimiento y
dolor. Ambas, traducción e interpretación, son insatisfactorias y
erróneas. Debido a esto, mucha gente ha considerado al budismo pesimista.
El budismo no es ni pesimista ni optimista, sino que tiene una visión
realista de la vida y del mundo, y ve las cosas objetivamente. Dice con
exactitud y objetividad (yatthàbhùtam) lo que uno es, lo que es el mundo,
y muestra el recto camino hacia la perfecta libertad, paz, tranquilidad y
felicidad.
Un
médico puede exagerar la gravedad de una enfermedad y con ello eliminar
también la esperanza. Otro, por ignorancia, puede declarar que no existe
enfermedad y que no es necesario un tratamiento, y de esta manera engañar
al paciente con un falso consuelo. Uno puede considerar al primero
pesimista y al segundo optimista. Ambas son actitudes erróneas. Pero un
tercer médico diagnostica los síntomas correctamente, comprende la causa y
la naturaleza de la enfermedad, ve con claridad que debe ser curada y con
firmeza aplica el tratamiento que salva al paciente. El Buda es como este
médico. Es el médico, científico y sabio que se requiere para curar la
enfermedad del mundo.
Es
cierto que la palabra Pâli dukkha (sánscrito duhkha) significa comúnmente
‘sufrimiento’, ‘dolor’ o ‘miseria’ en oposición a la palabra sukha que
significa ‘felicidad’, ‘bienestar’ o ‘tranquilidad’. Sin embargo, como
Primera Noble Verdad, el concepto dukkha tiene un significado filosófico y
un sentido mucho más amplio. El concepto dukkha en la Primera Noble Verdad
incluye el significado ordinario de ‘sufrimiento’, pero también incluye
ideas profundas como ‘imperfección’, ‘impermanencia’, ‘vacuidad’,
‘insubstancialidad’ y ‘conflicto’. Es difícil, por lo tanto, encontrar una
palabra que abarque toda la idea del concepto dukkha de la Primera Noble
Verdad, así que es mejor dejarla sin traducir en vez de dar una idea
errónea al traducirla como sufrimiento y dolor.
El
budismo no rechaza la felicidad en la vida. Por el contrario, admite
diferentes formas de felicidad, materiales y espirituales, tanto para
laicos como para monjes. Pero, todas ellas están incluidas en dukkha.
Están incluidos en dukkha aun los estados espirituales más puros de dhyana
(recueillement o absorción) que se obtienen en la práctica más elevada de
meditación y se encuentran libres de cualquier sombra de sufrimiento, en
el sentido común de la palabra, por lo que pueden ser descritos como mera
felicidad; así como también el estado de dhyana que está libre de
sensaciones, tanto placenteras (sukha) como desagradables (dukkha), y que
es pura ecuanimidad y conciencia, -aun estos elevados estados espirituales
están incluidos en dukkha. No porque ellos sean sufrimiento o dolor, sino
porque ellos también son condicionados (saækhàra), sujetos a cambio,
impermanentes e insubstanciales.
La idea
de dukkha puede verse desde tres aspectos: dukkha como sufrimiento
ordinario o común (dukkha-dukkha); dukkha como cambio (viparinàma-dukkha);
y dukkha como estados condicionados (saækharadukkha)
(Visuddhimagga
(PTS), p. 499; Abhidharma-samuccaya, pp.36, 38
(ed.
Pradhan, Santiniketan, 1950).
Están
incluidos en dukkha como sufrimiento ordinario (dukkha-dukkha) todo tipo
de sufrimiento en la vida como el nacer, envejecer, enfermarse, morir,
asociarse a condiciones desagradables, separarse de nuestros seres
queridos y situaciones agradables, no conseguir lo que se desea, pena,
lamento, intranquilidad y todo tipo de sufrimiento físico y mental
universalmente aceptado como sufrimiento o dolor.
Un
sentimiento de felicidad o una condición feliz en nuestra vida no es ni
permanente ni eterna. Tarde o temprano cambiará, y cuando esto sucede, se
produce un sentimiento y condición de infelicidad. Esta vicisitud se
incluye en dukkha como cambio (viparinàma-dukkha) El aspecto filosófico
más importante de la Primera Noble Verdad se encuentra en la tercera forma
de dukkha como estado condicionado (saækhàra-dukkha). Ésta requiere una
explicación analítica de lo que es un ‘ser’, ‘individuo’, o ‘yo’. De
acuerdo a la filosofía budista un ‘ser’, ‘individuo’, o ‘yo’ es sólo una
combinación de energías físicas y mentales en constante cambio las cuales
pueden dividirse en cinco agregados (pañcakkhandha). Buda afirma: "En
resumen, estos cinco agregados del apego o adherencia son dukkha (saækhittena
pañcupàdànakkhandhà dukkha). Es importante aclarar que dukkha y los cinco
agregados no son dos cosas diferentes; los cinco agregados en sí mismos
son dukkha. Esto se comprende mejor si tenemos una idea más clara acerca
de los cinco agregados.
El
primer agregado es el de la materia (rùpakkhanddha). En este concepto se
incluyen los cuatro tradicionales grandes elementos (cattàri mahàbhùtàni),
es decir los elementos de solidez, fluidez, calor y movilidad, así como
sus derivados (upàdàya-rùpa). En el concepto de los ‘derivados de los
cuatro elementos’ se incluyen los cinco órganos sensoriales materiales, es
decir, las facultades del ojo, oído, nariz, lengua y cuerpo y sus objetos
correspondientes en el mundo externo como la forma visible, sonido, olor,
tacto e incluso algunos pensamientos o ideas, que son objetos de la mente.
Así que todos los aspectos de la materia, interna y externa, están
incluidos en el agregado de la materia.
El
segundo agregado es el de las sensaciones (vedanàkkhandha). En este grupo
se incluyen todas las sensaciones agradables y desagradables, o las que no
son ni agradables ni desagradables, y que se experimentan a través del
contacto de los órganos sensoriales con el mundo externo. Estas son las
sensaciones experimentadas a través del contacto del ojo con el objeto
visible, el oído con los sonidos, la nariz con los olores, la lengua con
el gusto, el cuerpo con los objetos tangibles y la mente (que es la sexta
facultad en la filosofía budista) con los objetos mentales, pensamientos o
ideas. Se incluyen en este grupo todas las sensaciones físicas y mentales.
El tercer agregado es el de la percepción (saññàkkhandha). Las
percepciones, al igual que las sensaciones, también se producen a través
del contacto de las facultades con el mundo externo.
El
cuarto agregado es el de las formaciones mentales (saækhàrakkhandha). En
este grupo se incluyen todas las actividades mentales volitivas, tanto
buenas como malas, que producen efectos kámmicos, tales como atención (manasikàra),
voluntad (chanda), determinación (adhimokkha), confianza (saddhà),
concentración (samàdhi), inteligencia o sabiduría (Pañña), energía (viriya),
deseo (ràga), repugnancia u odio (patigha), ignorancia (avijjà), vanidad (màna),
idea de un yo (sakkàya-diååhi), etc. Existen cincuenta y dos de tales
actividades mentales que constituyen el agregado de formaciones mentales.
El
quinto agregado de la conciencia (viññàäakkhandha) es una reacción o
respuesta que tiene como base una de las seis facultades (ojo, oído,
nariz, lengua, cuerpo y mente) y como objeto un fenómeno externo. La
conciencia visual, por ejemplo, tiene al ojo como su base y una forma
visible como su objeto. De la misma manera acontece con la conciencia
conectada con otras facultades.
Hemos
visto, en forma resumida, los cinco agregados. Lo que denominamos un
‘ser’, ‘individuo’ o un ‘yo’, es sólo un nombre o una etiqueta que se da a
esa combinación de cinco grupos. Todos ellos son impermanentes y
constituyen un flujo momentáneo que surge y cesa. Un fenómeno desaparece y
condiciona la aparición del siguiente en una serie interminable de causa y
efecto. No hay substancialidad ni nada detrás de los mismos que pueda
considerarse un ser (àtma) permanente, individualidad o algún ente que
pueda ser llamado ‘yo’. Todos están de acuerdo en que ni la materia,
sensación, percepción, alguna actividad mental, y la conciencia pueden
realmente ser consideradas como un ‘yo’. Pero obtenemos la idea de que
existe un ‘yo’ cuando estos cinco agregados físicos y mentales, que son
interdependientes, trabajan juntos y en combinación como un mecanismo
psico-fisiológico. Pero esto es sólo una falsa idea mental, que no es sino
una de las cincuenta y dos funciones mentales del cuarto agregado que
expuse con anterioridad. Esto es lo que constituye la idea de ser (sakkàya-diååhi).
El
conjunto de estos cinco agregados, que comúnmente llamamos un ser, son en
sí mismos dukkha (saækhàradukkha). No existe ningún ser o ‘yo’ detrás de
estos cinco agregados que experimente dukkha. No hay un autor inmóvil
detrás del movimiento. Sólo existe el movimiento. En otras palabras, no
existe pensador detrás del pensamiento. El pensamiento en sí es el
pensador. Si se quita el pensamiento no hay pensador. No podemos evitar
observar cómo el punto de vista budista es diametralmente opuesto a la
idea del cogito cartesiano.*
Lo
anterior constituye la Noble Verdad de dukkha. Ésta no hace, en absoluto,
la vida de un budista melancólica y sufrida como imaginan erróneamente
algunas personas. Por el contrario, el verdadero budista es feliz y no
sufre de miedo o angustia. Siempre está tranquilo y no se perturba o
desalienta por cambios y desgracias, pues acepta las cosas tal como son.
Buda nunca fue melancólico o sombrío, y sus contemporáneos siempre lo
describieron como un hombre ‘siempre sonriente’ (mihitapubbaægama). Buda
siempre es representado, en las pinturas y esculturas, con una faz feliz y
serena, sin ningún rasgo de agonía o sufrimiento.
El Theragàthà y Therìgàthà, dos antiguos
textos budistas, están llenos de felices y alegres expresiones de los
discípulos de Buda, hombres y mujeres, que encontraron paz y felicidad en
sus enseñanzas. El rey de Kosala comentó a Buda, en cierta ocasión, que a
diferencia de muchos discípulos de otras religiones, cuya apariencia
generalmente era demacrada, burda, pálida, emaciada y poco atractiva, los
discípulos de Buda lucían ‘gozosos’, ‘regocijados’ (haååhapahaååha),
jubilosos (udaggudagga), disfrutaban la vida religiosa (abhiratarùpa),
satisfechos (pìäitindriya), libres de ansiedad (appossukka), serenos (pannaloma),
pacíficos (paradavutta) y vivían con mente de gacelas (migabhùtena cetasà),
es decir, sin conflictos ni preocupaciones. El rey añadió que él
consideraba que esta sana disposición se debía al hecho de que "estos
venerables, ciertamente, habían comprendido el sentido completo y lo
magnífico de las enseñanzas del Afortunado, etc." (Majjhima-Nikàya II
(PTS), p. 121) El budismo es, verdaderamente, opuesto a actitudes mentales
melancólicas, tristes y sombrías las cuales son consideradas obstáculos
para la comprensión de la Verdad. Por otra parte, es interesante recordar
que el gozo (pìti) es una de las siete cualidades esenciales (bojjhaægas)
que deben cultivarse para la realización de Nibbana
La
Segunda Noble Verdad es el origen y surgimiento de dukkha (dukkha-samudaya-ariyasacca).
Es apego, avidez y sed de deseos sensuales (kàmataähà), de existencia y
continuidad (bhavataähà), e incluso de aniquilación (vibhavataähà). Esta
avidez, esta sed, la cual tiene la falsa idea de un ‘yo’ como su centro,
es una fuerza enorme que impulsa la totalidad de la existencia. Todos
estarían de acuerdo que esta avidez egoísta crea todos los males del
mundo, desde los insignificantes problemas personales hasta las guerras
mundiales. Pero no es fácil comprender que este deseo, basado en la falsa
creencia en un ‘yo’, es la causa de toda la existencia y la continuidad
del ser.
La
Tercera Noble Verdad es que hay una cesación de dukkha (dukkhaniroddha-ariyasacca),
la cual, generalmente, se conoce como Nibbana (sánscrito Nirvana). Para
eliminar completamente dukkha, se tiene que eliminar la raíz de dukkha,
que es la avidez. Por lo tanto, Nibbana también es conocido con el término
de ‘Extinción del deseo’ (Taähakkhaya). Algunas veces Nibbana es llamado
la Verdad Última o Realidad Última. Buda dijo: "Oh bhikkhus, Nibbana que
es la realidad, es la Noble Verdad Última" (Ibid., III, p. 245). En otro
lugar él dice: "Oh bhikkhus, Yo les enseñaré la Verdad y el camino que
conduce a la Verdad" (Samyuttanikàya IV (PTS), p. 369). Aquí Verdad
significa Nibbana.
¿Qué es,
entonces, Nibbana? La única respuesta lógica, a esta pregunta muy natural,
es que no existen palabras adecuadas y satisfactorias para responder, pues
la pobreza del lenguaje humano no permite explicar con precisión la
naturaleza real y verdadera de la verdad absoluta o realidad última que es
Nibbana. Un grupo humano crea un lenguaje para expresar hechos e ideas
experimentadas por sus sentidos y mente. No pertenece a esta categoría una
experiencia supramundana como la de la Verdad Absoluta. Por lo tanto, no
pueden existir palabras para expresar dicha experiencia. Las palabras son
símbolos que representan cosas e ideas y dichos símbolos ni siquiera
pueden transmitir la verdadera naturaleza de las cosas más comunes. El
lenguaje se considera engañoso y erróneo en los asuntos que conciernen la
comprensión de la Verdad. Es por ello que el Laækàvatàra-Sutra señala que
la gente ignorante se atasca en las palabras como un elefante en el fango
(Laækàvatàra-Sutra (de. Nanjio, Kyoto 1923), p.113). Esta es la razón por
la cual en ciertas sectas budistas, como el Zen, encontramos el uso de
afirmaciones paradójicas y aun extravagantes cuyo propósito es alejar a la
persona del apego a las palabras.
No
obstante, no podemos prescindir del uso del lenguaje. Pero si explicamos y
expresamos a Nibbana en términos positivos podemos aprehender de inmediato
una idea asociada con dichos conceptos, que, ciertamente, puede significar
lo opuesto. Es por ello que, generalmente, se explica o expresa en
términos negativos. Esto puede ser menos arriesgado. Por lo tanto, se usan
términos negativos como taähàkkhaya ‘extinción de la avidez o deseo’,
Viràgà ‘ausencia de deseo’, Nirodha ‘cesación’, Nibbana ‘apagarse’ o
‘extinguirse’. Incluso es expresado como ‘extinción del deseo, el odio y
la ignorancia’ (Samyutta-nikàya IV (PTS), p.359).
Refiriéndose a este estado Buda dice: "¡Oh bhikkhus, hay un estado de
no-nacido, no-producido, incondicionado y no-agregado. Pues si no
existiera lo no-nacido, no-producido, incondicionado y no-agregado, no
habría escape para lo nacido, producido, condicionado y agregado. Pero
puesto que existe lo no-nacido, no-producido, incondicionado y no-agregado
hay liberación para lo nacido, producido, condicionado y agregado" (Udàna,
p. 129, Colombo 1929).
"Aquí no
tienen lugar los cuatro elementos de solidez, fluidez, calor y movilidad;
están completamente destruidas las nociones de largo y ancho, sutil y
grosero, bueno y malo, nombre y forma; tampoco se encuentran este mundo ni
el otro, ni venir, ir o pararse, ni morir o nacer, u objetos sensuales" (Digha-n
I, p. 172, Colombo 1929; Udàna, p. 129, Colombo 1929).
Debido a
esta forma negativa de expresar Nibbana muchos han concluido erróneamente
que significa un aniquilamiento negativo, una reducción a la nada. Un
concepto negativo no necesariamente indica un estado negativo. Algunas
veces conceptos negativos representan las más altas concepciones y valores
positivos. Por ejemplo, la palabra inmortalidad (Amata), que también es un
sinónimo de Nibbana, es negativa pero representa un estado positivo. La
palabra pâli o sánscrita para salud àrogya es un concepto negativo que
literalmente significa ‘ausencia de enfermedad’. Pero, ciertamente, àrogya
‘salud’ no denota un estado negativo. La negación de valores negativos no
indica un estado negativo. Por el contrario, puede indicar un estado
positivo puro que no puede ser expresado en forma adecuada en términos
positivos, como es el caso de los conceptos de ‘inmortalidad’ y ‘àrogya’.
De este
tipo o clase son los términos negativos que se usan para indicar el estado
de realidad última que es Nibbana. Uno de los más conocidos sinónimos para
expresar Nibbana es ‘Libertad’ (mutti, sánscrito mukti). Nadie osaría
decir que la libertad es algo negativo. Pero aun la libertad tiene un lado
negativo, pues ésta siempre significa liberarse de algo que obstruye, que
es malo y negativo. Sin embargo, la libertad no es negativa. Así también
es Nibbana, liberación absoluta (vimutti), libertad de todo mal, avidez,
odio e ignorancia; libertad de todas las condiciones de relatividad,
tiempo y espacio.
Nibbana está más allá de la lógica y el
razonamiento (atakkàvacara). Por mucho que, en inútil pasatiempo
intelectual, nos enfrasquemos en discusiones altamente especulativas sobre
Nibbana o la Verdad o Realidad Última, nunca lo comprenderemos de esta
manera. Un niño en sus primeros años de escuela no debería batallar
discutiendo acerca de la teoría de la relatividad. Pero si continúa
estudiando paciente y diligentemente, un día la comprenderá. El Nibbana es
‘para ser comprendido por los sabios dentro de ellos mismos’ (paccattam
veditabbo viññùhi). Algún día lo comprenderemos, sin requerir palabras
misteriosas, altisonantes o grandiosas, si seguimos el sendero
diligentemente, entrenándonos y purificándonos con entusiasmo, y
alcanzando el desarrollo espiritual necesario.
La
Cuarta Noble Verdad es el sendero que conduce a la cesación (dukkhanirodhagàminìpaåipadà-ariyasacca)
dedukkha. Esta también se conoce como el ‘Camino medio’ (Majjhimà patipada),
porque evita los dos extremos: uno es la búsqueda de la felicidad a través
del afecto y apego a los placeres de los sentidos el cual es bajo, común,
sin provecho y es el camino de la gente ordinaria; el otro es la
dedicación a la auto-mortificación en sus diferentes formas de ascetismo,
la cual es dolorosa, sin valor y sin provecho. Evitando estos dos extremos
Buda descubrió el Camino medio, ‘el cual da visión, conocimiento y conduce
a la tranquilidad, visión penetrante, iluminación, Nibbana’. Este Camino
medio, generalmente, se considera como el Noble Óctuple Sendero (Ariya-Atthaägikamagga),
por que se compone de ocho elementos, a saber:
Recto
Entendimiento (sammàdiååhi);
Recto
Pensamiento, (sammàsaækappa);
Recto
Lenguaje (sammàvàcà);
Recta
Acción (sammàkammanta);
Recto
Medios de Vida (sammààjìva);
Recto
Esfuerzo (sammàvàyàma);
Recta
Atención (sammàsati);
Recta
Concentración (sammàsamàdhi).
En lugar
de definir estos ocho elementos uno después de otro, será mucho más útil
para una comprensión correcta de este camino, si se explican de acuerdo
con las tres ideas del entrenamiento y disciplina budista (tisikkhà):
Conducta
ética (sìla); disciplina mental (samàdhi); y sabiduría (Pañña).
Subyace
a la conducta ética la amplia concepción de amor y compasión por todos lo
seres vivientes, que sirve de base a la enseñanza de Buda. Es un
lamentable y grave error que muchos estudiosos olvidan este gran ideal de
la enseñanza de Buda, y sólo discuten árida filosofía y metafísica cuando
escriben y hablan sobre budismo. Buda ofreció su enseñanza "partiendo de
su compasión por el mundo, para el bienestar y felicidad de la mayoría" (bahujanahitàya
bahujanasukhàya lokànukampàya).
Para que
un ser humano sea perfecto, de acuerdo al budismo, debe desarrollar
igualmente dos cualidades: compasión (karuäà) y sabiduría (Pañña). Aquí
compasión significa amor, amabilidad, tolerancia, es decir, nobles
cualidades del área afectiva y del corazón, mientras que la sabiduría
representa el aspecto intelectual o cualidades del cerebro. Si desarrolla
el aspecto emocional sin cuidar el intelectual puede llegar a ser un tonto
bien intencionado, mientras que si desarrolla sólo el aspecto intelectual
sin cuidar el emocional, puede llegar a ser un intelectual de corazón
duro, sin sentimientos hacia los demás. Por lo tanto para ser perfecto
debe desarrollar ambos aspectos igualmente bien. Esta es la meta de la
forma de vida budista. Por esta razón un buen budista, al mismo tiempo que
entiende las cosas tal como son con inteligencia y sabiduría, está lleno
de amor y compasión hacia todos los seres sintientes. De hecho, la
compasión y la sabiduría están íntimamente ligadas a la forma budista de
vida.
Así que
en la idea de conducta ética (sìla) basada en el amor y la compasión, tal
y como acabamos de explicar, se incluyen tres factores del Noble Óctuple
Sendero, es decir: Recto Lenguaje, Recta Acción y Recto Medios de Vida.
Recto
Lenguaje significa hablar sólo la verdad y no mentir, decir sólo palabras
que promuevan amor, amistad, unidad y armonía entre los individuos y los
grupos de personas y no decir cosas que promuevan odio, enemistad,
desunión y discordia entre las personas. Debe usar palabras agradables y
amables y nunca palabras rudas, descorteces e insultantes que puedan
causar dolor. Sólo debe usar palabras útiles, provechosas y significativas
y no invertir el tiempo en palabrería vana y frívola.
Recta
Acción significa, a la vez, que uno se abstiene de destruir seres vivos,
robar y relaciones sexuales incorrectas, y que debe ayudar a otros a
llevar una vida recta y feliz.
Recto
Medios de Vida significa que uno debe abstenerse del ejercicio de oficios
y profesiones que producen daño a otros, tales como el comercio de armas,
bebidas intoxicantes, venenos, matar animales, fraudes, etc., y debe vivir
de profesiones u oficios que no producen daño. Es muy claro que el budismo
está en contra de la guerra, pues rechaza el comercio de armas como un
medio de vida malvado e injusto.
Estos
tres elementos (Recto Lenguaje, Recta Acción y Recto Medios de Vida) del
Noble Óctuple Sendero constituyen la conducta ética sin la cual no es
posible desarrollar una vida espiritual superior. Debemos comprender que
la conducta moral budista es una vida feliz y armoniosa, tanto individual
como socialmente.
Luego
sigue la disciplina mental en la cual se incluyen los tres otros factores
del Sendero Óctuple: Recto Esfuerzo, Recta Atención y Recta Concentración.
El Recto
Esfuerzo es la enérgica voluntad para evitar el mal y los rasgos insanos
aún no presentes; para liberarse del mal y rasgos insanos presentes; para
producir que surjan rasgos sanos aún no presentes; y para desarrollar,
aumentar, y perfeccionar rasgos sanos, los cuales están presentes.
La Recta
Atención (o conciencia) es estar conciente y atento al cuerpo (kàya),
sensaciones (vedàna), mente (citta), ideas u objetos mentales (dhamma).
Uno de los ejercicios muy conocidos para el desarrollo mental, conectado
al cuerpo, es la práctica de la atención en la respiración (Ânâpânasati).
Existen otras formas para el desarrollo de la atención relacionadas con el
cuerpo. En cuanto a las sensaciones se debe estar muy consciente de todas
las formas de sensaciones que surgen y cesan. En cuanto a la mente se debe
estar consciente si hay o no hay lujuria, está llena o no de odio,
confundida o no, distraída o concentrada, etc. Esta es la manera de estar
consciente de los movimientos de la mente, su surgir y cesar. En cuanto a
las ideas y objetos mentales se debe conocer su naturaleza, cómo surgen y
cesan, desarrollan, reprimen y destruyen, etc. En el Satipaååihàna-sutta
se atienden en detalle estas cuatro formas de meditación.
La Recta
Concentración que conduce a las cuatro Dhyanas (absorción, recueillements)
es el tercer y último factor de la disciplina mental. En el primer estado
de dhyana, se descartan las pasiones y los pensamientos impuros,
conservándose sensaciones de gozo y felicidad conjuntamente con ciertas
actividades mentales. En la segunda dhyana se suprimen todas las
actividades intelectuales, se desarrolla tranquilidad y una mente
concentrada, manteniéndose las sensaciones de gozo y felicidad. En el
tercer estado, las sensaciones de gozo también desaparecen mientras que la
felicidad aún se conserva, además de atención ecuánime. En la cuarta
dhyana, son suprimidas todas las sensaciones de felicidad e infelicidad,
gozo y dolor, quedando sólo pura ecuanimidad y atención completa.
Así que
la mente es entrenada y disciplinada mediante Recto Esfuerzo, Recta
Atención y Recta Concentración. Constituyen sabiduría (Pañña) los dos
restantes factores: Recto Pensamiento y Recto Entendimiento.
El Recto
Pensamiento (sammàsaækappa) se refiere a pensamientos de renunciación
desinteresada o desapego, amor por todos los seres y no-violencia.
Observamos que los pensamientos de desapego desinteresado, amor y
no-violencia están agrupados en el rubro de sabiduría, lo cual demuestra
que la verdadera sabiduría budista está dotada de estas nobles
características, y que todo pensamiento de apego egoísta, mala voluntad,
odio, y crueldad son producto de la ausencia de sabiduría en todas las
esferas de la vida, ya sea individual, social o política.
El Recto
Entendimiento es comprender las cosas como son, y las Cuatro Nobles
Verdades explican las cosas como realmente son. Por lo tanto, el Recto
Entendimiento se reduce, en última instancia, a comprender las Cuatro
Nobles Verdades. Este entendimiento es la sabiduría superior que ve la
Realidad Última. De acuerdo al budismo existen dos clases de
entendimiento. Al que generalmente llamamos entendimiento es el
conocimiento, memoria, o comprensión intelectual de acuerdo a cierta
información dada. Esto se llama ‘conocer condicionadamente o conocer en la
forma correspondiente’ (anubodha). Este no es un conocimiento muy
profundo. El entendimiento verdaderamente profundo se conoce como
‘penetrante’ (pativedha). Esta penetración sólo es posible cuando la mente
está libre de todas las impurezas y completamente desarrollada mediante la
meditación.
ASPECTOS
FUNDAMENTALES DEL BUDISMO
Esto es,
en forma breve, lo esencial de los fundamentos de la filosofía y forma de
vida budista, la base de una gran cultura universal.
* * * *
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Título:
Aspectos Fundamentales del Budismo
Autor:
Walpola Rahula
Original: Fundamentals of Buddhism-ensayo del libro Zen and Taming of the
Bull
Traducción al español por Alejandro Córdova.
Revisado por Ronald Martínez-Lahoz y Virginia Etienne.
Fecha: 1996
Reproducción de la traducción española con permiso del Venerable Piyananda
(1997) |