No puedes recordar cuanto tiempo llevas viajando, por mucho rato sólo has
estado tú, tu balsa y el mar. Es de noche, y navegas guiado por las
estrellas. Por momentos, echando una mirada hacia el universo, sientes
como si la Tierra fuera tu balsa, conduciendo su curso a través del
firmamento hacia algún cielo por mucho tiempo buscado.
Conforme avanza la noche los mares se vuelven menos turbulentos, los
vientos son más favorables y puedes dormir. En tus sueños, eres un
príncipe en busca de tu reino, una sacerdotisa esperando a un mensajero,
hay focos de luz brillante en un escenario vacío. Por un momento eres el
foco, tintineando, brillante. Eres el escenario, infinito en
posibilidades. Entonces una figura de túnica blanca aparece en el
resplandor del escenario. Con un lento gesto abre su capa por su pecho.
Hay un universo dentro de su corazón.
Cuando despiertas, la luz del amanecer está iluminando el cielo y puedes
ver tierra hacia el este. Te diriges hacia ella a través de un tranquilo y
suave mar hasta que eventualmente tu balsa entra a una bahía en calma. Las
aguas tranquilas frente a ti reflejan el contorno de un extraordinario
edificio. Es un palacio hecho de cristal, con ventanas elevadas, y altas
torres incrustadas de zafiros. Está fuertemente construido y cimentado con
vajras doradas.
Levantando tus ojos de los reflejos del agua, miras el palacio mismo, sus
puertas son dos grandes semicírculos, los cuales se encuentran en una gran
luna. Ellas también son de cristal el cuál refleja el agua, tu balsa y a
ti.
Mirando hacia adentro, ves las cosas como son, en su desnuda simplicidad.
Te ves a ti mismo en ese momento, sin juicios, sin aceptar o rechazar nada
- eres sólo un reflejo más en las puertas de la luna.
Después de darte su mensaje, las puertas giran abriéndose. Estás entrando
al reino del Buda Akshobya (inmutable e imperturbable). Estás siendo
admitido en su Tierra Pura, en donde todo es un recordatorio del Dharma y
una motivación en el camino hacia la iluminación.
Akshobya está sentado en el corazón de su reino, en un inmenso trono de
loto azul, sostenido por cuatro enormes elefantes. El cuerpo del Buda esta
hecho de una luz azul profunda, el color del cielo al anochecer en los
trópicos. Tiene pelo oscuro, está vestido con túnicas ricamente decoradas
y sentado en una postura de loto completo. Todo su cuerpo irradia luz. Su
mano izquierda descansa totalmente relajada sobre sus piernas. Sobre su
palma sostiene un Vajra dorado, hacia arriba.
Su mano derecha va hacia abajo, con la palma hacia adentro. La punta de
sus dedos azules apenas tocan el cojín blanco en forma de luna en el que
está sentado. Hay algo que te habla en su gesto. Es un llegar a casa,
golpea el fundamento de la existencia, es la respuesta a todas las
preguntas. Toda su figura transmite inalterable confianza. Está tan firme
que nunca nada podría alterar su postura.
Sonríe y toda la tierra comprende. La cualidad especial que transmite es
sabiduría. Al entender el significado de ese gesto, todos los habitantes
de su Tierra Pura se convierten en sabios, y entran una etapa del
camino a la Iluminación del cual no hay retorno.
En su corazón hay una sílaba hecha de una luz azul tenue - hum - símbolo
de la integración de lo individual y lo universal. De su corazón hace eco
el mantra que personifica su sabiduría. Su sonido llega a todos los
rincones de su reino, suave y mesurado como el llamado de un gran tambor:
om... vajra... akshobya... hum.
El sonido del hum tiene toda la certeza inalterable con la cual un
elefante pisa la tierra con su pie sobre. Tiene la misma cualidad
inalterable como los dedos del Buda tocando la tierra. Es una estampa, un
sello de la Realidad. Tal como una acción en un momento del tiempo, una
vez que el momento ha pasado, nunca podrá ser borrado o deshecho.
Viendo y escuchando todo esto, tu mente se vuelve absolutamente tranquila
y en calma. Cada momento es una experiencia total, la cual tú sientes
completa y profundamente. No carece de nada, está completa como está. Todo
es sólo un perfecto reflejo en el espejo de tu mente.
Akshobya y el cetro del vajra
Ahora que hemos entrado al mándala y hemos llegado frente a frente con
Akshobya (Mikyopa en Tibetano), es tiempo de aprender un poco más sobre
él. La devoción hacia él apareció temprano en la historia budista y juega
un papel central en varios Sutras Mahayana.
En el Sutra Akshobya Vyuha el Buda Shakyamuni describe la historia de
Akshobya. Hace años en una tierra llamada Abhirati (regocijo intenso) un
Buda llamado Vishalaksha encontró a un monje que quería hacer votos para
ganar la iluminación por el bien de todos los seres vivientes. El Buda le
advirtió que ésta sería una tarea ardua ya que para lograr su objetivo
debería renunciar todos los sentimientos de enojo. En respuesta, el monje
tomó una serie de grandes votos; nunca dar paso al enojo o la malicia, o
premeditación o mala intención, nunca comprometerse en la más mínima
acción inmoral, y muchas otras. Durante eones sostuvo sus votos de manera
inalterable (akshobya en Sánscrito) y como resultado llegó a ser un Buda
con ese nombre y creó la Tierra Pura o Campo de Buda (Buddhakshetra en
Sánscrito).
La Tierra Pura es una palabra que expresa la conciencia iluminada de un
Buda. Surge a través de la infinidad de acciones meritorias que ha
realizado. Es un mundo en él que existen las condiciones óptimas para
progresar rápidamente en el camino a la Iluminación. Muchos seguidores del
Mahayana centran su aspiración en renacer en una u otra de las grandes
Tierras Puras descritas en los Sutras Mahayana. La Tierra de Akshobya se
representa situada al este de nuestro mundo, a una distancia impensable, y
como la tierra en la cual él realizó su primer voto, es llamada Abhirati.
La descripción que he dado del reino de Akshobya en la introducción a este
capítulo está diseñada para sobresaltar las cualidades con las que se le
asocia, en lugar de seguir la descripción tradicional de su Tierra Pura.
En el Sutra Akshobya Vyuha, Abhirati se describe como una tierra en la
cual los jazmines y palmeras se mecen con el viento creando sonidos
celestiales que sobrepasan toda música mundana. Es un mundo en el cuál
todos viven en el regocijo del Dharma, abunda la comida y la bebida, no
hay enfermedad y sus mujeres son hermosas, y “nunca sufren dolores de
menstruación”. Lo más importante de todo, quien quiera que re-nazca ahí
logra el estado de no-retorno - ellos alcanzan un estado de desarrollo
espiritual en el cual la Budeidad está asegurada.
Tal vez el Sutra más conocido en el que aparece Akshobya es “la Perfección
de la Sabiduría en 8,000 líneas”. Akshobya es una figura particularmente
importante en los Tantras, porque al igual que todos los Budas del
mándala, no está solo. Akshobya es la cabeza de una kula o “familia”
de figuras espirituales. En su familia se encuentran muchas de las
“deidades patrones superiores” (o Yidams como se llaman en Tibetano) del
Tantra Supremo. Encontraremos algunas de estas figuras en el capítulo
veintidós. Aparte de la mayoría de estos yidams, otras dos figuras,
Vajrapani y Vajrasattva, son tan importantes que tienen capítulos propios
(ver capítulos catorce y veinte).
La familia espiritual de Akshobya es llamada la familia Vajra. El vajra
(en sánscrito, dorje en Tibetano) es el simbólico diamante o trueno
diamantino. En el último capítulo encontraremos una muralla de vajras
circundando el mándala. Akshobya tiene un solo Vajra, como cetro
diamantino, colocado recto hacia arriba en su palma izquierda. Es un
emblema de soberanía que tiene Indra, el rey de los dioses en la tradición
hindú. Sin embargo, es mucho más que sólo un signo monacal.
El acertijo estudiantil “¿Qué pasa cuando una fuerza irresistible se
encuentra con un objeto inamovible?” tiene una respuesta en el Budismo
Tántrico. Simplemente funde los dos juntos para formar un vajra.
El vajra tiene todas las cualidades inmutables de un diamante – tan fuerte
que nada puede cortarlo ni hacer una impresión en él. Al mismo tiempo es
una fuerza irresistible. Es un pariente oriental del trueno empuñado por
Zeus y Atenea en la mitología Griega, y del martillo de Thor, el dios de
las tormentas en la mitología Nórdica. Es el trueno que puede destrozar
cualquier cosa que se cruce en su camino.
Para el Budismo, es la realidad trascendental la que tiene estas
inmutables e irresistibles cualidades. Todo lo mundano es mutable y
cambiante. Por lo que el vajra se convierte en el símbolo de la realidad y
de la sabiduría intuitiva que la conoce. El vajra se presta a sí mismo
para nombrar al Budismo Tántrico - el Vajrayana. Esta es la clase de
Budismo que tiene el punto de vista de la Realidad Ultima como punto de
partida. En casi todos los rituales tántricos el lama sostiene un Vajra en
su mano derecha. Muchas de las ofrendas en los rituales tántricos también
tienen un prefijo con la palabra “vajra”. Por lo que uno ofrece “Vajra
flores” y etc. Todo esto es un recordatorio para ver todo en términos de
su naturaleza vacía.
El vajra estilizado utilizado en los rituales tántricos tiene cuatro
partes principales. En su centro hay una forma de huevo, representando la
unidad primordial de todas las cosas antes de que “caigan” en el dualismo.
Emergiendo a cada lado de la forma de huevo hay flores de loto. Con ellas
nace el mundo de los opuestos, incluyendo los opuestos de samsara y
nirvana, ignorancia e iluminación. De cada una de las protuberancias sale
la cabeza de un animal extraño, un makara. Esta es una especie de
cocodrilo, cuya naturaleza anfibia indica el encuentro con las alturas de
la conciencia y con las profundidades de lo inconsciente. Entonces cada
cabo del vajra se ramifica en una serie de puntas. Normalmente hay cuatro
en cada lado, las cuales finalmente se reúnen en el tope del vajra.
Corriendo verticalmente a través de todo el vajra hay otro cabo. Por
tanto, si uno mira el final del vajra, lo que uno ve es un arreglo en
forma de mándala, normalmente con cuatro rayos alrededor de un punto
central.
Se entiende que una
punta del vajra representa las cualidades negativas que nos encadenan a
samsara, la otra las cualidades espirituales que nos liberan. El gran
logro del Tantra es que su perspectiva es lo suficientemente amplia para
unir a las dos. Por lo que el mismo eje corre a través de las dos
mándalas. Para el Tantra incluso fuerzas negativas tales como odio o
envidia se ven simplemente como la obra pura de la Realidad. Y más allá de
eso, sugiere que hay correlaciones entre las cualidades negativas y las de
la Iluminación. Re-dirigidas, las energías que están sujetas a la
avaricia, orgullo y otros estados no hábiles pueden ser usadas para
alimentar nuestra persecución de la Iluminación.
Para darle la mayor
fuerza posible a este punto, el Tantra asoció cada aspecto de lo mundano
con una cualidad espiritual. Por ejemplo, viendo la tabla de correlaciones
verás que Akshobya está asociado no sólo con sabiduría sino también con el
amanecer, el agua, y la forma e incluso con el odio, ritos de destrucción
y los infiernos.
El Tantra nunca
aprobaría el odio dirigido hacia cualquier ser viviente. No obstante, el
odio puede ser redirigido y usado para aumentar nuestro desarrollo. Cuando
tenemos una experiencia de esta naturaleza, con frecuencia hay una especie
de claridad, de fría precisión en la forma en la cuál vemos los errores en
las cosas. Es un estado totalmente carente de sentimentalidad o vaguedad.
Sólo tenemos que ver cuál es el verdadero enemigo. Una vez que odiamos el
sufrimiento y la ignorancia, y estamos determinados a destruirlos, esa
energía nos conduce a la Tierra Pura de Akshobya en lugar de llevarnos a
los infiernos de la violencia y la desesperación.
Examinar las
diferentes correlaciones con cada uno de los cinco Budas, haría este libro
muy largo. He señalado algunas de ellas al describir sus reinos, otras
puedes verlas y reflexionar sobre ellas en la tabla de correspondencias.
Es suficiente que veamos la idea: que para el Tantra todo es un
recordatorio, incluso una expresión de la Realidad. El amanecer, el color
azul, incluso un vaso con agua, todos pueden traernos a Akshobya a la
mente. Cuando ves todo de esta forma, el mundo ordinario de las
apariencias empieza a convertirse en la Tierra Pura.
Tocar la tierra
Ahora que hemos
aprendido un poco sobre Akshobya y el Vajra, es el momento de contestar
una pregunta. ¿Cómo apareció Akshobya? ¿Cómo es que surgió la tradición de
meditar en él? Todas estas figuras de Budas y Bodhisattvas son contactadas
a través de la meditación profunda. Al retraerte del mundo de los
sentidos, aspectos más profundos de la mente tienen la oportunidad de
llegar a ser conscientes. Todo el mándala es una expresión de la
Iluminación a través de símbolos. Más específicamente, la tradición de
Akshobya tiene dos posibles fuentes dentro de la experiencia meditativa.
Estos son el meditar en el Buda histórico y la meditación en la vacuidad.
Veremos cada una de ellas a continuación. Ambas nos conducirán
profundamente dentro del pensamiento Budista.
¿Cómo surgió el
Buda Akshobya de la meditación sobre el Buda histórico? Como veremos, cada
uno de los cinco Budas del mándala personifica cualidades que posee
Shakyamuni. Es de esperar ya que la esencia de la Iluminación es la misma
en todos los tiempos y lugares, todos los Budas tendrán las mismas
cualidades espirituales, aunque tal vez las expresen de formas diferentes.
En el caso de Akshobya hay una fuerte conexión entre una de sus cualidades
y un incidente particular en la vida de Shakyamuni, conocido como el
incidente “Llamar a la Diosa Tierra para que sea Testigo”.
Este no es un
incidente histórico literal; aparece en la leyenda Budista. Eso no quiere
decir que no sea “verdad”, sino que intenta transmitir otro nivel de
verdad, más interior. Este incidente pasó en el momento en que el Buda
estaba a punto de alcanzar la Iluminación. Dentro de la mente del futuro
Buda un drama de proporciones cósmicas se estaba desarrollando. Es el
drama psíquico que la leyenda intenta transmitir.
La leyenda describe
a Siddhartha sentado bajo su árbol, luchando para lograr la Iluminación a
través de la profunda meditación. Su tremendo esfuerzo pronto llamó la
atención de Mara. Mara es la personificación en Budismo de todo lo
mundano, todo ya sea dentro o fuera de nosotros mismos, lo cual nos ata a
la rueda de la existencia condicionada. Su nombre literalmente quiere
decir muerte. Lo que menos quería Mara era que alguien escapara de su
reino logrando la Iluminación, por lo que lanzó un gran ataque sobre la
figura que meditaba. Mandó ejércitos poderosos contra el Buda, enviándole
un diluvio de piedras y armas. Continuó meditando tranquilamente y todas
las rocas, lanzas, y flechas, tan pronto tocaban el aura de pacífica
concentración formada alrededor de él, sólo se convertían en flores que
llovían hacia sus pies. Habiendo fallado para hacerle cambiar por la
fuerza, Mara envió a sus hijas para que trataran de seducirlo. Pero el
Buda ni siquiera las miró. Simplemente continuó su búsqueda interior hacia
la libertad.
Después de que
estos crudos ataques habían fallado, Mara intentó con un truco. Se dirigió
al Buda y le dijo “Estás sentado en el asiento en el cual todos los Budas
pasados han alcanzado la Iluminación. ¿Con qué derecho te sientas tú en
ese lugar?” La leyenda dice que todos los Budas logran la Iluminación en
el mismo sitio, el vajrasana (el asiento del diamante), el cuál es
el primer punto en solidificarse fuera del torbellino en el comienzo de la
evolución universal, y será el último punto en disolverse y desaparecer al
final. En términos de nuestra discusión actual, es como si Mara hubiera
dicho “Te has sentado en el mismo centro del mándala. ¿Quién eres tú para
atreverte a sentar ahí?” El vajrasana es, probablemente, una
pequeña analogía al Asiento Peligroso en la leyenda de Arturo – sólo
alguien de absoluta pureza puede reclamarlo como propio sin caer en
desventura.
El Buda contestó “he
practicado generosidad, disciplina ética, y otras prácticas espirituales
durante eones, por tanto he ganado el derecho de sentarme aquí”. Pero Mara
fingió no estar satisfecho. Le dijo al Buda “¿Tú puedes decir eso, pero
quién es tu testigo?” Si los esfuerzos de los ejércitos de Mara y sus
hijas representan las últimas olas de odio y avaricia obrando consigo
mismo en la mente del Buda, entonces este incidente sugiere una última y
sutil duda propia. Tal vez el Buda mismo apenas podía creer lo que estaba
a punto de alcanzar. ¿Por qué él, de entre todos los hombres y las
mujeres?
Su respuesta a Mara
fue enfática. El no dijo nada. Silenciosamente, con la punta de los dedos
de su mano derecha, simplemente tocó la tierra. En respuesta, del suelo
frente a él emergió la Diosa Tierra. Ella dijo: “Yo seré su testigo. Lo he
visto purificarse a sí mismo durante eones a través de prácticas
espirituales”. Esta fue la respuesta del Buda. Con ella, pudo finalmente
liberarse de los esfuerzos de Mara para disuadirlo, y continuó su
meditación sin obstáculos, al final logró la suprema y perfecta
Iluminación.
Fue probablemente a
través de la meditación en este incidente de la vida del Buda histórico
que budistas yogis y yoginis hicieron contacto con el Buda Akshobya.
Contemplando las cualidades que mostró, viéndolas en su mayor eficacia,
llegaron a Akshobya. Hay mucho más que tan sólo el hecho de que Akshobya
hace el mismo mudra, el mismo gesto expresando una cualidad de
Iluminación que hizo Shakyamuni cuando fue retado por Mara. La
interconexión y la interrelación de pensamiento y símbolo dentro del
mándala, son muy complejos. Vale la pena examinar este incidente y
desenvolver los hilos más, para obtener una idea de lo que está
involucrado. Al explorar este ejemplo, lograremos una mayor percepción del
significado multidimensional del mándala como un todo.
Hemos visto que el
Tantra trata de subsumir o incluir toda la existencia condicionada bajo un
aspecto u otro del mándala. Incluyendo en ésta están los diferentes
niveles posibles de la conciencia del ser humano. Estos aspectos, niveles
o formas diferentes de funcionar de la conciencia son conocidos como las
vijnanas. Jnana es una palabra en Sánscrito que significa
conocimiento o sabiduría. El prefijo “vi” denota separación. Por
tanto, vijnana es una conciencia - una forma de conocimiento - la
cual ha caído en la dualidad, que tiene experiencia de sí misma como un
sujeto separado de un “mundo objetivo” el cual percibe.
En el sistema
Yogachara del pensamiento Budista, normalmente se enumeran ocho
vijnanas (como en el último capítulo en donde las vimos asociadas con
ocho comentarios del mándala). En el Tantra cada uno de estos era
atribuido a uno de los cinco Budas. En este sistema, Akshobya está
asociado con la “alaya vijnana relativa”. Esta “alaya
relativa” tiene una función muy importante, la cual está relacionada con
un problema en la filosofía Budista. Central a todos los aspectos del
Budismo está la idea de que acciones tienen consecuencias. Acciones
hábiles basadas en estados mentales como amor, sabiduría, o tranquilidad
tienen como resultado futuras experiencias placenteras. Acciones no
hábiles basadas en avaricia, odio o ignorancia, conducen al sufrimiento.
Esta es la ley budista del karma.
Sin embargo los
pensadores Budistas se enfrentan con un problema. ¿Cómo es que una causa,
tal como una volición hábil basada en generosidad en el presente, puede
traernos un efecto placentero en el futuro? ¿Qué es lo que une a las dos a
través del tiempo? Explorando la mente en meditación los Yogacharins
concluyeron que todas nuestras acciones y estados mentales dejan una
huella a un nivel profundo en la mente. Estas huellas son como semillas
(en Sánscrito bija) que un día llegan a dar fruto cuando las
condiciones son correctas. Así que ninguno de nuestros pensamientos o
acciones jamás se pierden; son preservados en un profundo nivel de la
conciencia conocido como “alaya relativa”. La palabra alaya,
ya hemos visto significa almacén; incluso puede denotar un granero.
Ahora estamos en la
postura para ver una conexión más profunda entre el incidente de
Shakyamuni llamando a la Diosa Tierra y el Buda Akshobya. Cuando le
contestó a Mara tocando la tierra, Shakyamuni está señalando el hecho de
que él está listo para lograr la Iluminación porque las semillas de todas
las acciones positivas que ha realizado durante eones en el camino
espiritual ahora van a fructificar.
Llama como su
testigo a la Diosa Tierra, quien surge de las profundidades de su
conciencia. La tierra fielmente preserva todas las marcas de todo lo que
ha pasado sobre ella. Pasando por sus estratos puedes reconstruir su
historia. Cada acción ha tenido su efecto. La tierra es un testigo mudo de
las vidas y las luchas de todos los seres humanos. Lleva las cicatrices de
su construcción y destrucción. Alberga el polvo cuando el día ha
terminado. La Diosa Tierra es un símbolo de la “alaya vijnana”.
Todo esto se vuelve
más claro si leemos el propio relato del Buda en el Canon Pali sobre lo
que le pasó mientras estaba sentado bajo el árbol bodhi. Primero, dice,
entró en concentración meditativa. Esto corresponde a sobreponerse a las
fuerzas de Mara. En dhyana, como se le llama a la concentración
meditativa, vas más allá de las crudas fuerzas de atracción y repulsión
dentro de un estado de profunda calma. Después de esto, como vimos en el
primer capítulo, fluyendo en su mente, llegaron recuerdos de vidas
previas. Recordó interminables nacimientos con detalles de la forma como
había vivido y como había muerto en cada uno de ellos y tomado luego un
nuevo renacer en algún otro sitio. Esta descripción psicológica es,
seguramente, lo que la leyenda del Buda llamando a la Diosa Tierra para
ser testigo, está expresando en el lenguaje más rico del mito.
Ahora podemos ver
más claramente cómo el simbolismo de Akshobya está estrechamente conectado
con este aspecto histórico en la experiencia de la Iluminación del Buda.
Al llegar tan lejos, empiezo a preguntarme sobre el simbolismo de los
animales den Akshobya. ¿Es realmente una coincidencia que las “bestias
reales” del reino del este sean elefantes, quienes se dice que “nunca
olvidan”? Aunque tal vez eso sólo sea un chiste de la naturaleza, lo que
sí es cierto es que aún tenemos que dar un paso más para descubrir el
significado del mudra Tocando la Tierra.
La sabiduría como un
espejo
Para hacer esto,
necesitamos considerar el simbolismo de los elementos en relación con
Akshobya. Con esta cualidad inmutable e inamovible, sentado en su trono de
elefante, tocando la tierra, entonces podrías asumir con confianza que su
elemento es la tierra. No obstante, es el agua. Después de que has estado
contemplando el mándala de los cinco Budas por un tiempo, esto no te
sorprendería. Como sugerí en el primer capítulo, el mándala posee una
unidad orgánica que va más profundo que lo racional. Tratar de que embonen
todas las conexiones en un esquema lógico es como tratar de meter a un
gran elefante en una caja un poco más pequeña que él. Siempre hay una
alguna parte que no entra bien.
Sin embargo, hay una
explicación racional para la asociación de Akshobya con el agua. Esto nos
conduce a la cualidad más importante de los cinco Budas. Cada uno de ellos
personifica una “Sabiduría” (en Sánscrito jnana) - una forma
Iluminada de ver. Este es su primer mensaje. Al meditar en ellos, lo que
en realidad estamos tratando de hacer es darnos cuenta de la Sabiduría que
es su esencia natural.
La Sabiduría
especial que encontramos en el este, a través de meditar en Akshobya, es
la Sabiduría Como un Espejo. Con esta sabiduría vemos todo tal cual es,
imparcialmente, sin estar afectado. Sostén una rosa o una daga sangrienta
frente a un espejo. El espejo reflejará ambos tal cual son, no hará
juicios entre los dos rojos, queriendo mantener el primero y escapar del
segundo. La realidad es sólo nuestra experiencia sin ideas añadidas. La
mente refleja todo perfectamente, pero no está manchada por ello. Así como
las aguas quietas de una bahía pueden reflejar perfectamente una balsa o
un palacio, sin sentir ninguna necesidad de escoger a uno por encima del
otro. Es esta capacidad del agua de actuar como un espejo lo que la hace
particularmente apropiada para Akshobya.
Vimos, al considerar
el vajra, que Akshobya abarca ambos mundos, samsara y nirvana, los cuales,
después de todo, son el mismo mundo visto con diferentes grados de
claridad. Por tanto él está asociado con la alaya vijnana relativa
en estados puros e impuros. Antes de lograr la iluminación uno se aferra a
"objetos externos", reaccionando a veces positivamente, y a veces
negativamente. Todo el tiempo, por tanto, ponemos semillas frescas dentro
de la alaya vijnana relativa. Creamos karma nuevo para hacer que la
rueda del nacimiento y la muerte gire hacia el futuro. Hasta lograr la
Iluminación la alaya relativa es el nivel mas profundo de la mente,
del cual podemos llegar a ser directamente conscientes (incluso eso
requiere una gran concentración en meditación). Sin embargo, cuando
penetramos en la Realidad misma, contactamos la alaya absoluta, “la
conciencia inmaculada”, más allá del espacio y del tiempo. Más allá de
condiciones, la cual no conoce el sufrimiento.
El contacto con la
Realidad tiene un efecto muy profundo en la mente, y precipita una total
reorganización dentro de ella. Hasta ahora, sutil o fuertemente hemos
estado bajo la influencia de la conciencia de nuestros sentidos, atrapados
en la lucha por sobrevivir en el mundo. Ahora todo cambia, y ocurre lo que
en el Yogachara es llamado el paravitti - el “giro en el
asiento más profundo de la conciencia”. De ahora en adelante nuestro
centro psíquico de gravedad es la alaya absoluta. El contacto con
la alaya absoluta nos cura de la ilusión de que vivimos en un mundo
de dualidad, apartados del mundo externo. Con el paravitti
percibimos que todo es producto de la “mente única”. (Esto es de acuerdo
al punto de vista de la escuela Yogachara, la cual también fue conocida
como Chittamata o “sólo mente”).
El darnos cuenta de
que la dualidad es un sueño afecta la alaya vijnana relativa.
Cambia de ser una vi-jnana (operando desde la ilusión de
sujeto-objeto) y se convierte sólo en jnana –una sabiduría no-dual.
Específicamente se transforma en la “Sabiduría Como Un Espejo” de Akshobya.
Una persona iluminada continúa actuando pero él o ella ya no crea karma.
El karma surge de la acción de un sujeto sobre un objeto. Viéndolo
crudamente, tú empujas al universo y tarde o temprano el universo te
empuja de regreso, pero cuando conceptos como “tú” y “el mundo” han
desaparecido, sólo queda una perfecta danza, sin entidades separadas
rozándose una con la otra, no hay fricción.
Ninguno de los
reflejos en el espejo se adhiere a él, ninguno es repelido por él. El
espejo nunca reactúa, no reacciona, siempre se queda imperturbable,
inmutable. Alcanzar este nivel de práctica en el cuál no se produce Karma
nuevo, serenamente permitiendo al drama de la vida y la muerte jugar su
papel por última vez, has entrado a la tierra pura de Akshobya.
Meditación en la
vaciedad
Por ultimo,
necesitamos ver brevemente otro posible significado al encuentro con
Akshobya. Este es a través de la meditación en shunyata. Como hemos
visto, este término, central al Budismo Mahayana y al Budismo Vajrayana,
significa vacuidad. La esencia natural de todo es shunyata. Cuando leemos
algunos viejos libros sobre el Budismo Mahayana en los cuales el término
es explicado pobremente, algunas personas tienen la impresión de que esta
“vacuidad” es una especie de nada. Dan la idea de que el Budismo es
nihilista, y que shunyata es un tipo de agujero negro al centro de
su filosofía, extrayendo la vida y el color a todo. Nada podría estar más
lejos de la verdad.
Shunyata, esencialmente, es la
negación de la idea de que alguna vez podamos capturar nuestra experiencia
en palabras y conceptos. Fuertemente pegamos etiquetas a efímeras
experiencias. Yo me llamo “Vessantara” a través de lo grueso y lo delgado,
a pesar de todas las variaciones en mis estados físicos y emocionales,
todas las altas y bajas de mi conciencia. Me acostumbro tanto a ser
Vessantara que llego a pretender que representa una realidad fija, la cual
se queda permanentemente atrás del flujo de mi experiencia. El Budismo
niega la existencia de alguna entidad fija sin cambios, que permanece
atrás de la experiencia. Todo es shunyata, exenta de una naturaleza
fija. Como vimos en el tercer capítulo, lejos de ser negativo, este
aspecto de la realidad hace posible un desarrollo infinito.
La comprensión de
shunyata pone todo en la perspectiva adecuada. Vemos que las cosas a
las que tememos y de las que deseamos son todas pasajeras e
insustanciales, como reflejos en un espejo. Entonces podemos dejarlas ir y
venir, sin preocuparnos. La transición al mundo de shunyata llega
cuando empezamos a creer en nuestra experiencia directa más que en
nuestros conceptos acerca del mundo. Nuestros conceptos están fijos y
rígidos. Muy a menudo tratamos de distorsionar o negar nuestra
experiencia, para que quepa en la Cama de Procusto de nuestras ideas sobre
el mundo. A través de ello nos sujetamos a nosotros mismos, y nos causamos
interminables frustraciones.
Por tanto, cuando
meditamos en shunyata, podemos llegar a la experiencia con Akshobya.
Aunque cada uno de los cinco Jinas (Budas) está asociado con un
aspecto de sabiduría, Akshobya es particularmente quien representa la
sabiduría en general. Por lo que meditar en shunyata es entrar al
mándala por la puerta de cristal del este. Ahí vemos la figura de azul
profundo del Buda inmutable, sosteniendo el cetro diamantino de la
realidad el cuál hace pedazos todas nuestras ideas y conceptos sobre ella.
Al mismo tiempo que la punta de los dedos de su mano derecha tocan la
tierra, la tierra de experiencia directa, la cual es la única cosa en la
que cualquiera de nosotros puede finalmente apoyarse. |